Tomado de La Jornada, Hernández y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Finalmente José Luis Ponce de Aquino fue tomado en serio por
las autoridades electorales en el caso de la compra masiva de votos por parte
del PRI y el presunto financiamiento ilegal de la campaña peñista… O al menos
eso parece por lo pronto. El empresario estadunidense que demandó en una Corte
de California al equipo de Enrique Peña Nieto, presuntamente por incumplimiento
de un pago millonario, lanza acusaciones más graves, que documenta ahora
Proceso. Según él, la maraña de maniobras financieras para alimentar la campaña
priista tiene alcance internacional, así como probables nexos con el crimen
organizado.
Desde México pero con ramificaciones en otros países, varios
políticos y empresarios echaron a andar una compleja operación financiera a fin
de triangular recursos millonarios y comprar la Presidencia de la República en
favor de Enrique Peña Nieto. En esta compleja operación hay además indicios de
lavado de dinero.
Datos en poder de Proceso indican que se trata de una
operación financiera con alcances en España, Italia, Israel y Estados Unidos,
donde se triangularon los recursos que finalmente fueron depositados en Banca
Monex para ser usados por el PRI en la campaña de Peña Nieto.
En este entramado salen a relucir los nombres de personajes
ligados al candidato presidencial del PRI y de las empresas GAP, HIGA, Jiramos
y GM Global, así como de los bancos Monex y Mifel.
El esquema es similar al de las operaciones de lavado de
dinero del crimen organizado, sostiene el diputado petista Jaime Cárdenas,
cabeza del equipo jurídico de la coalición Movimiento Progresista y quien
siendo consejero del Instituto Federal Electoral (IFE) participó en la
investigación del caso Amigos de Fox, donde se triangularon millones de pesos
del extranjero para la campaña del candidato presidencial panista en 2000.
La investigación pendiente
La Unidad de Fiscalización del IFE ya tiene una línea de
investigación que apunta hacia la localización de dinero presumiblemente
transferido desde el exterior. Así está considerado en su informe sobre el
avance de las investigaciones derivadas de las quejas que por separado hicieron
el PRD y el PAN contra el PRI por la presunta compra de votos a través de las
tarjetas Monex Recompensas, usadas también para pagar a delegados y
representantes de casilla.
Entre las líneas de investigación incluidas en el expediente
Q-UFRPP 58/12 de dicha Unidad a cargo de Alfredo Cristalinas Kaulitz, en lo
referente al cuarto punto –establecimiento del uso y vinculación de las
tarjetas Monex con el proceso electoral– se prevé investigar desde cuáles
países se dispusieron los recursos y las empresas relacionadas con los partidos
políticos para el fondeo y uso de dichas tarjetas.
En la ruta de indagación –hecha pública en la sesión del
jueves 26– en primer lugar está la identificación de las modalidades de fondeo
y uso de las tarjetas. En segundo, la determinación de las erogaciones
realizadas en cada una de las tarjetas de todos los lotes y aquí es donde se
señala que verían la fecha de las operaciones, su monto y la ciudad y país de
disposición de los recursos.
Además se investigará la relación de las personas físicas
“representaciones legales, socios accionistas, apoderados, empleados de las
personas morales, entre otros”, con los partidos políticos.
Es aquí donde la Unidad de Fiscalización busca la hebra para
desentrañar la compleja estrategia financiera de millones de dólares para la
campaña de Enrique Peña Nieto, que el pasado 14 de junio reveló el empresario
estadunidense de origen mexicano José Luis Ponce de Aquino, propietario de la
empresa televisiva Frontera Televisión Network LLP.
En una denuncia interpuesta en Estados Unidos, Ponce de
Aquino dijo que en octubre del año pasado operadores de Enrique Peña Nieto le
ofrecieron un contrato de 56 millones de dólares a cambio de promover en ese
país al candidato presidencial del PRI el tiempo en que durara la campaña en
México.
El empresario afirmó que le constaba haber visto que esa
cantidad de dinero fue depositada por los representantes del candidato
presidencial del PRI en Banco Monex y Banca Mifel en un solo día.
No sólo eso sino que dijo haber atestiguado la transferencia
bancaria de supuestas cuentas con dinero de procedencia desconocida, radicadas
en bancos de Italia, Israel “y otro portugués o brasileño” a una cuenta en la
sucursal de Banca Monex en la Ciudad de México a nombre de la empresa Jiramos,
propiedad de Alejandro Carrillo Garza Sada, quien lo contactó para hacer la
campaña publicitaria del priista en Estados Unidos.
En la demanda interpuesta en la Corte de Distrito Central de
California por fraude, luego de que presuntamente los representantes de Peña
Nieto incumplieron el pago para hacer circular los 56 millones de dólares en
depósitos realizados en Monex y Mifel, el empresario dice algo más grave: sospecha
que pudiera haber dinero del crimen organizado en esas transacciones.
En el expediente de la Unidad de Fiscalización del IFE se
señala al respecto: “Que el C. José Luis Ponce de Aquino afirma haber recibido
amenazas de muerte de los C. José Carrillo Chontkowsky y Alfredo Carrillo
Chontkowsky, así como de Hugo Vigues, quienes le advirtieron que los 56
millones de dólares que iba a recibir por una campaña de imagen en Estados
Unidos para el aspirante priista ‘procedían de empresas relacionadas con el narco’,
y que el empresario Alejandro Carrillo Garza Sada le advirtió: ‘Más vale que no
haga nada porque hasta le voy a prohibir que entre a México y le voy a quitar
su empresa’, esto último por conducto de su representante, el C. Francisco
Torres”.
Al denunciar públicamente esta historia, Ponce de Aquino
hizo que el Movimiento Progresista y el PAN interpusieran por separado sendas
quejas ante el IFE contra el PRI por presunto manejo de recursos “de
procedencia desconocida” y que las autoridades financieras comenzaran a buscar
el país de origen y la ruta de esos 56 millones de dólares que el empresario
asegura que fueron depositados en Monex y Mifel y sirvieron para la campaña de
Peña Nieto.
Camerino Eleazar Márquez, representante del PRD ante el IFE,
sostiene que la Procuraduría General de la República y la Comisión Nacional
Bancaria y de Valores, así como la Unidad de Fiscalización del instituto, ya
deben tener los datos duros y concretos de estas transferencias y los números
de cuentas, montos, flujo financiero y dispersión de los recursos.
El pasado 19 de junio el perredista hizo una petición a la
Unidad de Fiscalización para que se le informara de los avances de la
investigación sobre este caso. Alfredo Cristalinas respondió en el oficio
UF/DRN/7194/2012 que esa información estaba reservada hasta concluir las
indagatorias.
“No hay manera de poder ocultar el escándalo de los recursos
que triangularon en Monex. Es evidente que el sistema financiero no es
exclusivo para México, estamos en una época en la que todo está interactuando;
vimos en el caso del banco HSBC que fueron instancias externas las que
detectaron el lavado de dinero. Además hay antecedentes de averiguaciones
previas de lavado de dinero en Monex producto del trasiego de la droga en
España y otros países de Europa. Esto obra en expedientes y por lo tanto sería
una línea de investigación que las autoridades deben investigar”, sostiene el
perredista.
Monex tiene una larga historia en el lavado de dinero. Según
la averiguación previa PGR/SIEDO/UEIDCS/284/2004 –que se abrió en 2003, cuando
fueron detenidos dos operadores financieros de los Arellano Félix–, este grupo
lavó 3.8 millones de dólares en Monex Divisas entre 2000 y 2002.
En esa misma averiguación se indica que la policía española
encontró en 2006 que el Cártel del Valle del Norte de Colombia uso Monex Casa
de Bolsa, Monex Divisa e Intercam Casa de Cambio –todas radicadas en México–
para lavar 78 millones de euros. En 2007 las mismas autoridades españolas
notificaron a las mexicanas que Zhenli Ye Gon también usó Monex para hacer
transferencias. Y en 2008 el cártel de los Beltrán Leyva también usó ese banco
para transferir 78 millones de euros.
En una línea de investigación más reciente, las autoridades
de Estados Unidos encontraron que Fernando Castro Martínez, presunto
prestanombres del exgobernador tamaulipeco Tomás Yarrington, realizó
transferencias por 7.2 millones de dólares a distintas entidades financieras,
Monex incluida.
Jaime Cárdenas advierte que es muy importante que se
investiguen las declaraciones de Ponce de Aquino y los depósitos millonarios en
Monex.
“Sabemos que se hicieron depósitos en Estados Unidos e
Italia. Las autoridades tienen que investigar a fondo porque se tipifica el
lavado de dinero. El objetivo de toda esta triangulación internacional es
precisamente ocultar el origen del dinero; eso es lo que se tiene que
investigar porque el PRI sabía que no le alcanzaría el dinero que le dio el IFE
y buscó financiar a Peña Nieto con dinero de otras partes.”
El abogado recuerda que ya existen los tratados de Palermo
sobre lavado de dinero que firmó México y a través de los cuales se puede
solicitar información de transacciones bancarias en otros países. Así se actuó
en el IFE cuando se investigó el dinero proveniente de Estados Unidos para la
campaña de Vicente Fox.
“Esto se tipifica como lavado de dinero, como lo hace el
crimen organizado. Las declaraciones del señor Ponce de Aquino muestran una
parte de cómo el PRI se hizo de recursos que aún no se sabe de dónde provienen,
si es de los gobernadores, de empresarios o incluso del crimen organizado.”
Los amigos de Peña Nieto
Entre los personajes centrales de la trama financiera que
presumiblemente actuaron para hacer llegar recursos a la campaña de Peña Nieto
está Armando Hinojosa Cantú, dueño del grupo HIGA que proporciona trabajos de
construcción, mezcla de asfalto y mantenimiento de señalamientos viales. El
empresario tamaulipeco es también dueño de la empresa de aviones Eolo, la que
utilizó Peña Nieto durante su campaña.
HIGA fue una de las más beneficiadas en la administración de
Peña Nieto en el Estado de México: construyó hospitales como el de Zumpango,
por un monto de 7 mil millones de pesos; carreteras y las instalaciones de la
Universidad Autónoma del Estado de México.
Hinojosa, la transnacional española OHL –que dirige en
México José Andrés de Oteyza, secretario de Patrimonio y Fomento Industrial en
el sexenio de José López Portillo y director de Aeropuertos y Servicios
Auxiliares en el de Carlos Salinas de Gortari– y el Grupo de Abogacía
Profesional (GAP) –encabezado hace décadas por Gabino Fraga Mouret, a quien se
acusa de mover dinero en Monex a favor del PRI hasta por 91 millones de pesos–
se asociaron en la construcción del aeropuerto de Toluca, el segundo en
importancia del país y que costó mil 100 millones de pesos.
Gabino Fraga fue coordinador regional de compromisos de
campaña del PRI y trabaja en el mismo despacho de la importadora de vinos Efra,
que aparece en 22 contratos de Monex.
Esas tres empresas –OHL, HIGA y GAP– fueron unas de las más
favorecidas con contratos por el gobierno de Enrique Peña Nieto en el Estado de
México.
OHL inició en 2003 la millonaria obra del Circuito Exterior
Mexiquense que aun hoy sigue en construcción, con un presupuesto de 22 mil 402
millones de pesos; en 2008 Peña Nieto le concesionó el llamado Viaducto Bicentenario,
con un costo de 3 mil 923 millones de pesos.
Pero la participación de OHL no fue casual; en su consejo de
administración figura como consejero propietario Emilio Lozoya Austin, quien
ocupó la Coordinación de Vinculación Internacional durante la campaña de
Enrique Peña Nieto y es familiar de Emilio Lozoya Thalmann, secretario de
Energía, Minas e Industria Paraestatal en el gobierno de Salinas de Gortari.
GAP participó en la segunda fase de la construcción del
Circuito Exterior Mexiquense, en la autopista México-Querétaro y en el Proyecto
del Tren Suburbano La Paz-Texcoco-La Paz. En 2009 también intervino en la
consolidación del polígono de 700 hectáreas para la proyectada construcción de
una refinería en Hidalgo, estado gobernado entonces por Miguel Osorio Chong,
uno de los hombres más cercanos a Enrique Peña Nieto.
Según la información proporcionada a Proceso por gente
cercana a la campaña peñista y que pidió el anonimato, de las concesiones
logradas los amigos y empleados de Peña Nieto –como Hinojosa, Fraga y Lozoya–
integraron un fondo financiero para la campaña presidencial, que presuntamente
también fue alimentado con recursos de los gobiernos de Yucatán, Veracruz y
Zacatecas, entre otros, como lo denunció Ricardo Monreal Ávila, coordinador de
la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con esas fuentes, una vez obtenidos los recursos
Marcos Fastlicht Sackler, suegro de Emilio Azcárraga Jean y quien desde 2005
promovió la imagen de Peña Nieto en Televisa, sugirió como el indicado para poner
en marcha la estrategia financiera al empresario textilero y abogado Alfredo
Carrillo Chontkowsky, viejo amigo del matrimonio Peña Nieto-Mónica Pretelini.
La familia Chontkowsky está ligada a la cúpula de poder en
el Estado de México. Según el Registro Público de la Propiedad, tiene al menos
siete empresas con distintas razones sociales dedicadas a negocios de alta
tecnología, inmobiliarios, de asesoría legal y financiera, de contabilidad y
administración, de importación y comercialización de diversos productos para la
industria y para los tres niveles de gobierno. Además, residencias y
departamentos en las zonas más lujosas de la entidad.
Su destacada presencia hizo que uno de sus integrantes fuese
víctima del cártel de los Beltrán Leyva. “Al iniciar 2005 fue asesinado Simón
Carrillo Chontkowsky, pieza clave de Peña Nieto, cuyo hermano Alfredo influyó
para acercar a Peña Nieto con Televisa y afianzar sus planes con miras a los
comicios de 2012”. (Proceso 1664.)
Fastlicht y Carrillo Chontkowsky forman parte del Consejo de
Participación Ciudadana de la Procuraduría General de la República, donde han
ocupado los principales cargos, al igual que Alfredo Mafud, obispo de la
Iglesia Ortodoxa; Antonio Chedraui Mafud y Alejandro Puente, este último
presidente de la Cámara de Cableros, de la que 80% es de Televisa.
Carrillo Chontkowsky, su hermana Susana y Juan Rivero
Legarreta crearon en noviembre de 2001 la empresa Carrillo Chontkowsky, Rivero
y Asociados, especializada en servicios legales, de contabilidad, administrativos,
de asesoría financiera y fiscal. El nombre de Juan Rivero Legarreta coincide
con el del abogado de Mauricio y Pablo Madero O’Brien, socios de Carlos Cabal
Peniche y Xavier Desiderio Autrey, acusado de fraude.
Es importante destacar que el vínculo de Alfredo Carrillo
Chontkowsky con los 56 millones de dólares que entregaría el PRI a José Luis
Ponce de Aquino por la promoción de imagen de Peña Nieto, se evidencia con la
participación de su tío José y de su hijo, Alejandro Carrillo Garza Sada, dueño
de la empresa Jiramos SA, la que firmó el contrato con Ponce de Aquino.
Según el empresario mexicano-estadunidense, Carrillo Garza
Sada lo contactó para publicitar la imagen de Peña Nieto; en octubre de 2011 en
el restaurante Café de la O presentó su proyecto publicitario ante el propio
Carrillo Garza Sada, el padre de éste, Alfredo Carrillo Chontkwosky, y su tío
José. Un mes después, sostiene Ponce de Aquino, firmó el contrato con las
empresas Jiramos y GM Global de México.
Jiramos es propiedad de Carrillo Garza Sada, y GM Global, de
Mario Ignacio Morán Jiménez.
Según información proporcionada a los reporteros, Carrillo
Chontkowsky fue quien pidió a Gisel Morán Jiménez, propietaria de cuatro
empresas de publicidad, que estableciera contacto con Ponce de Aquino.
Gisel Morán es propietaria de las revistas Life Style y Real
Estate Market y en 2008 tuvo del gobierno de Peña Nieto la adjudicación directa
de una inserción promocional del polémico Resplandor Teotihuacano, evento
criticado por alterar los restos arqueológicos. Es hermana de Mario Ignacio,
quien aparece como propietario de GM Global.
En su declaración pública, Ponce de Aquino precisa que luego
de que Roberto Calleja, secretario de comunicación del CEN del PRI, testificó
la firma del contrato, el vocero de Peña Nieto, David López, rectificó y pidió
un cambio de empresas.
Así en lugar de aparecer Frontera Television Networks, Ponce
de Aquino formó otra llamada Intelimedia en México, y de parte de los Carrillo
cambiaron a Jiramos y GM Global por el Consejo de Porcicultores Mexicanos A.C.,
y Servicios Integrales al Sector Agropecuario, S.C.
Pero los 56 millones de dólares prometidos nunca llegaron a
las manos de Ponce de Aquino, quien ante la negativa decidió interponer en
Estados Unidos una demanda por incumplimiento de contrato.
Antes intentó vanamente recuperar sus contratos. Cuando ya
había arrancado la campaña de Peña Nieto, en abril de 2012 Carrillo Garza Sada
lo citó en el hotel Intercontinental de la Ciudad de México, advirtiéndole que
ya no podría regresar sus documentos pues “habían sido ingresados para
justificar la salida de recursos del gobierno del Edomex y empresas que
contribuyeron a la campaña electoral de Enrique Peña Nieto”.
Lo anterior significaría que al final el contrato de Ponce
de Aquino sirvió para lo que buscaban los peñistas: justificar la salida de
dinero del Estado de México para cubrir gastos facturados a empresas que luego
triangularon el recurso a la campaña.
Jaime Cárdenas señala que esta triangulación se hizo
precisamente para ocultar una parte del origen ilegal de recursos hacia la
campaña de Peña Nieto: el que salió de las arcas del Estado de México y
posiblemente del crimen organizado.
*Tomado de la revista Proceso.