El Colibrí y los feminicidios en el Edomex*
Tomados de La Jornada y Hernández, Helguera y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Jenaro Villamil
MÉXICO D.F. (apro).- “No se trató de un ataque del crimen
organizado… es sólo una pandilla. Tenemos nombres, apellidos, fotografías,
retratos hablados y hasta direcciones de los responsables”, afirmó, enfático,
el procurador mexiquense Alfredo del Castillo, en una ronda de entrevistas que
realizó en los últimos días frente a la conmoción en la opinión pública por la
violación y los abusos sexuales contra 7 jóvenes, la mayoría menores de edad,
en el paraje El Colibrí, en la frontera entre Chalco e Ixtapaluca.
Del Castillo, famoso por litigar mediáticamente los casos
más polémicos en el Estado de México, como el de la niña Paulette, soltó
también en entrevista con Milenio TV que éste no era el primer ataque de la
“pandilla”. Incluso, mencionó que ya habían atacado antes a un grupo de
alpinistas y violado a dos mujeres. Afirmó que cuatro de los integrantes de
este grupo delictivo se encuentran detenidos.
La pregunta lógica surge después de esta “revelación” del
procurador mexiquense, designado por Enrique Peña Nieto en 2010: si ya sabían
las autoridades ministeriales la actividad de esta “pandilla” ¿por qué no la
desarticularon?, ¿por qué permitieron que siguieran actuando?, ¿por qué la
administración mexiquense en la procuración de justicia, sobre todo, en relación
con los delitos sexuales contra mujeres, se caracteriza por la indolencia y la
negligencia?
Mientras Del Castillo daba su ronda de entrevistas en medios
electrónicos –incluso este mismo 17 de julio- un juez federal ordenó la
liberación del único detenido, presunto implicado en el ataque. El juez
argumentó que la Procuraduría General de Justicia del Estado de México no
consignó la carpeta de investigación y, por esta razón, el presunto culpable,
cuya identidad se mantuvo en reserva, quedó libre.
Si la procuración de justicia mexiquense mantiene este mismo
nivel de ineficacia, el paraje de El Colibrí puede convertirse en otro símbolo
ominoso para la entidad que gobernó Peña Nieto.
En El Colibrí 91 jóvenes pertenecientes al Movimiento de
Juventudes Cristianas realizaron un campamento desde el 9 de julio. El jueves
12 fueron atacados por una pandilla formada por 12 sujetos, según los
testimonios aportados en medios electrónicos por las propias víctimas. Con lujo
de detalles las jovencitas dieron cuenta del menosprecio por la condición de
género de cada una de las víctimas.
Sólo el escándalo generado por este suceso provocó que el
gobernador Eruviel Avila ordenara la inmediata atención y el procurador Del
Castillo retornara a las pantallas televisivas y a las estaciones de radio a
litigar mediáticamente sin que haya logrado demostrar su eficacia.
El Colibrí no es un caso aislado en el contexto del Estado
de México. Precisamente este 17 de julio se discute en Nueva York, en el seno
del Comité de la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la situación de los feminicidios,
levantamientos y abusos sexuales en contra de mujeres en el Estado de México y
en el gobierno federal.
El Estado de México generó la atención internacional
precisamente por los abusos sexuales cometidos contra las manifestantes
detenidas en San Salvador Atenco, en mayo de 2006, atribuidos a agentes de la
policía mexiquense, tal como consigna la reportera Gloria Leticia Díaz en la
edición de Proceso que empezó a circular esta semana(número 1863).
En el Estado de México, las organizaciones no
gubernamentales han contabilizado 922 homicidios de odio hacia las mujeres
desde enero de 2005 hasta agosto de 2010, periodo que comprende el gobierno de
Enrique Peña Nieto, presunto triunfador de las elecciones presidenciales de
este año.
El intento de minimizar o relativizar los crímenes de odio
contra las mujeres mexiquenses ha sido una constante desde su gobierno y con la
administración de Eruviel Ávila. Tal como ha sucedido durante casi dos décadas
en Ciudad Juárez, Chihuahua.
El procurador Alfredo del Castillo negó en marzo de 2010 que
la mayoría de los homicidios contra mujeres formen parte de un patrón
feminicida. Según él, el 30 por ciento de este tipo de delitos son producto de
“violencia doméstica” y ya están resueltos.
Del resto de los crímenes, Del Castillo “nos dijo que se
tenía información de que las mujeres asesinadas tenían oficios de riesgo, que
eran sexoservidoras”, según reveló María de la Luz Estrada, activista del
Observatorio Nacional Ciudadano contra el Feminicidio, entrevistada por Gloria
Leticia Díaz.
Si el caso de El Colibrí se convierte en un expediente más
de negligencia e incapacidad para atender la impunidad de los feminicidas en el
Estado de México estaremos confirmando un modus operandi de una clase política
que presume su odio hacia las mujeres.
*Tomado de la revista Proceso.
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