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miércoles, junio 30, 2010

De la guerra sucia al crimen político*


















Tomados de La Jornada, Hernández, Helguera, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo,



Jenaro Villamil



MÉXICO, D.F., 29 de junio (apro).- La brutal ejecución del doctor Rodolfo Torre Cantú, candidato priista a la gubernatura de Tamaulipas, se produce en un contexto local y nacional virulento y violento.

Apenas una semana antes del primer crimen político reciente contra un candidato a gobernador, las dirigencias nacionales del PAN y del PRI se enfrascaron en una batalla declarativa que inició con todas las características de una guerra sucia: espionaje telefónico; difusión de las llamadas interceptadas a los gobernadores Fidel Herrera, Ulises Ruiz y Mario Marín; acusaciones mutuas de trampas que aplican tanto unos como otros; impunidad absoluta frente a César Nava, que presume tener más grabaciones de este tipo, y total inoperancia de los árbitros electorales estatales para frenar el uso y abuso de los recursos para favorecer a los candidatos priistas en aquellos estados que se consideran feudos de los gobernadores en turno.

Una de las características principales de toda guerra sucia es la violencia verbal y simbólica, que antecede o acompaña a la eliminación física o mediática del adversario. Las guerras sucias buscan polarizar al electorado: buenos contra malos, corruptos contra impolutos, amenazas para México contra salvadores autoasignados.

Los mercaderes de las guerras sucias, como el publicista español Antonio Solá o los mercadólogos contratados tanto por el PRI como por el PAN y su aliado circunstancial, el PRD, no ven a los rivales como adversarios electorales, sino como enemigos declarados. Los ciudadanos se transforman en espectadores pasivos de una guerra de lodo que alienta el abstencionismo e inhibe la participación politizada.

Toda guerra sucia tiene una alta dosis de pánico moral, es decir, campañas de odio y de miedo a través de spots; rumores difundidos en medios cibernéticos; medias verdades o mentiras construidas para estigmatizar al adversario y desmovilizar a los críticos; discurso gubernamental hostil ante la crítica, la disidencia o la oposición; desproporción entre la realidad y el imaginario colectivo inducido por la constante mención de esa amenaza.

Otra característica principal de la guerra sucia es la utilización facciosa de los medios masivos de comunicación, en especial de los medios electrónicos, que se transforman en los mensajeros de una guerra cuyo comandante en jefe no es claramente identificado y cuya estrategia parece no concluir con una victoria electoral, sino anticipar un conflicto poselectoral.

Eso lo vivimos en las elecciones de 2006. A Andrés Manuel López Obrador le endilgaron el mote de “peligro para México” y el PAN se justificó diciendo que tenía que ganar “haiga sido como haiga sido”. El propio tribunal electoral federal avaló esa guerra sucia.

El gobierno de Felipe Calderón nos ha recetado lo mismo en su guerra contra el narcotráfico, que ha polarizado al país y ha inutilizado al Estado desde que en enero de 2007 sacó al Ejército de los cuarteles, en una decisión de alto riesgo y poca claridad estratégica.

En las elecciones federales de 2009, el entonces dirigente nacional del PAN, Germán Martínez, se vistió de cruzado moral y en lugar de presentarse como el presidente de un partido en el gobierno, articuló una campaña electoral opositora con pésimos resultados para Acción Nacional. Todavía alcanzó a justificarse diciendo: “es tan aceptable una campaña de odio como una campaña de alegría”.

El PRI arrasó en esas elecciones y el retorno del tricolor a la presidencia se transformó en la profecía autocumplida por el propio PAN.

En el 2010, César Nava se volvió un clon de Germán Martínez, y acompañado por sus socios temporales del PRD, se ha dedicado a enlodar las campañas estatales, en vez de documentar los abusos que cometen las autoridades priistas.

El contraste obvio entre su jefe Calderón, que garantizó la impunidad de gobernadores como Mario Marín o Ulises Ruiz, no ha sido obstáculo para que ahora se enrede con el fantasma de los dinosaurios priistas que han sido socios de su gobierno, como ahora lo son Los Chuchos del PRD.

No pocos priistas han caído en la provocación, y en sus propios estados los gobernadores aplican sus propias guerras sucias a escala de la federal, acosando y estigmatizando a los opositores, como se ha documentado en Oaxaca, Hidalgo, Quintana Roo, entre otras.

Sin embargo, no sólo se trata de violencia verbal. La fallida guerra contra el narcotráfico ha convertido a entidades como Tamaulipas en tierra sin ley, en verdaderos “narco-Estados” donde los cárteles se disputan no sólo las rutas de la droga, sino los espacios de poder en el gobierno, en el Congreso, en las alcaldías.

Al asesinato de Torre Cantú lo antecede una ola de violencia que viene desde finales del gobierno de Vicente Fox hasta todo este periodo del calderonismo. Comenzaron a silenciar y a matar a los periodistas. En Tamaulipas, ningún reportero quiere firmar una nota relacionada con el narcotráfico.

La violenta disputa entre el cártel del Golfo y Los Zetas, antes aliados en el control de esa plaza, es el marco de otros crímenes impunes hasta ahora, como el del candidato del PAN a la alcaldía de Valle Hermoso, José Mario Guajardo Varela, ejecutado el 13 de mayo junto, con uno de sus hijos y un trabajador.

El propio candidato panista a gobernador, José Julián Sacramento, confió a varios reporteros que “algunas candidaturas para diputados y ayuntamientos están vacantes debido a la amenaza de los narcotraficantes”.

El dirigente nacional del PRD, Jesús Ortega, confesó que también su partido no encontró valientes que se decidieran a encabezar una campaña a alcalde o diputado local en condiciones de inseguridad extremas.

Eugenio Hernández Flores ha administrado desde entonces el desgobierno en Tamaulipas. Si el poder del crimen organizado quedó ampliamente demostrado desde la época del sexenio salinista con el gobierno de Manuel Cavazos Lerma, y se agravó con Tomás Yarrington, con Hernández Flores simplemente se ha vuelto poder de facto.

No deja de despertar sospechas el silencio del secretario general de Gobierno, Hugo Andrés Araujo, un viejo amigo de Raúl y Carlos Salinas de Gortari, quien supuestamente debe garantizar la seguridad de todos los candidatos en una entidad atenazada por la guerra de los cárteles.

El crimen político de Torre Cantú nos remite inevitablemente a lo que ha sucedido en Colombia. El exgobernador de Zacatecas y senador del PT, Ricardo Monreal, lo expresó claramente: “Nos encaminamos de manera acelerada a la colombianización de nuestra vida política”.

A manera de ejemplo, Monreal recordó que hace tan sólo tres años, 21 candidatos a gobernadores, alcaldes y diputados locales fueron asesinados en Colombia por grupos paramilitares (vinculados a la guerrilla o al narcotráfico o a ambos), en un periodo de cinco meses.

Pero no sólo Tamaulipas es territorio en riesgo. Sinaloa, Chihuahua, Durango, Hidalgo, Guerrero, Nayarit, Veracruz y Oaxaca son entidades donde el crimen está mucho más organizado que el Estado.

Y todo esto comenzó con una guerra sucia que nos metió a un Estado en guerra.



www.jenarovillamil.wordpress.com



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El hombre desnudo y la guerra de Calderón*


Javier Sicilia



MÉXICO, D.F., 29 de junio.- En el antiguo derecho romano, recuerda Giorgio Agamben, existía una figura: el homo sacer (el hombre sagrado), cuyos crímenes el Estado no podía castigar, pero a quien cualquiera podía matar y quedar impune. Un ser que a la vez que estaba excluido de todos sus derechos civiles era sagrado en un sentido negativo.

La distinción, según Agamben, entre ese ser y el ciudadano, se encuentra en los dos conceptos que el mundo antiguo tenía para referirse a la vida: zoe (la vida tal cual es, la vivacidad vulnerable del vivir) y bios (la vida organizada, la vida política y protegida por el poder. Es curioso que cuando Jesús en el Evangelio de Juan dice “yo soy el camino, la verdad y la vida”, la palabra griega que usa el evangelista para vida sea zoe). El homo sacer es en este sentido un hombre amputado de su bios político y reducido a su pura zoe, a una vida desnuda como la de un animal, a un ser a quien nada ni nadie ya protege y, en consecuencia, puede ser destruido por cualquiera.

Nadie en el mundo moderno podría sostener esa categoría –las leyes, dicen nuestras constituciones democráticas, están hechas para proteger a todos–. Sin embargo, es cada vez más evidente que en el mundo en donde las víctimas nos preocupan como en ningún otro periodo de la historia, el homo sacer aparece sin nombre alguno, pero pleno en su condición de vida desnuda, de sacralidad desprotegida y, he allí la novedad, regulada en su asesinato por lo que Michel Foucault llamó “el biopoder”. Desde las leyes que despenalizan el aborto y dejan a la zoe fetal al abrigo de la voluntad de la madre y del sistema médico, hasta la vida abandonada a la violencia por la soberanía del estado de excepción –la de los refugiados, los indocumentados, los pobres, los disidentes políticos–, pasando por la percepción bioética de la vida humana como un puro material intercambiable para la salud y el mejoramiento de la especie, el homo sacer no ha sido desalojado de la historia, sino reelaborado. Aunque todos esos seres tienen una vida supuestamente protegida por las leyes, en el orden de los factos carecen de cualquier significado verdaderamente político. Son pura vida desnuda y abandonada a cualquier poder.

En México, desde que Calderón desató la guerra contra el crimen organizado, el homo sacer aparece por todas partes bajo el nombre de “bajas colaterales”, de “indocumentados”, de disidentes políticos. Sus crímenes –que, como en la fórmula del homo sacer del antiguo derecho romano, no puede castigar el Estado– son no tener una identidad política, es decir, una identidad reconocida por sus vínculos con el poder y, en consecuencia, son zoe pura cuya muerte sirve al mismo poder.

Los estudiantes asesinados en varias partes del país; los muchachos masacrados en instituciones de desintoxicación; la muerte de Bety Cariño y Jyri Jaakola, quienes trataban de llevar alimentos a pueblos sitiados por fuerzas armadas; la del niño Sergio Adrián Hernández, asesinado por poderes estadunidenses entre Ciudad Juárez y El Paso, Texas; los “ciudadanos” matados equívocamente por el Ejército en su persecución de narcotraficantes; los niños quemados en la guardería ABC; la muerte de Paulette y el sinnúmero de víctimas que desconocemos porque ni siquiera han tenido el “privilegio” de ser documentadas por los medios de comunicación, son hombres sagrados modernos frente a los cuales el Estado, como el poder romano de la antigüedad, no se hace responsable; a veces –cuando la protesta rebasa el silencio del Estado–, unas condolencias dichas con los dientes apretados y la justificación para redoblar la violencia. En medio de una guerra que lo justifica todo, esos seres son para el Estado zoe, vida desnuda cuya muerte se enterrará en los archivos de la burocracia y en la desmemoria moderna.

Lo más grave es que todos los ciudadanos, en medio de esta guerra, somos hombres sagrados en potencia. Salidos a la calle nos volvemos desnudez que cualquier poder puede solicitar para sus fines. Desprovistos en nuestra condición de zoe de nuestras libertades políticas, somos potencialmente susceptibles de cualquier intervención del poder.

Al igual que en el orden mundial que se ha vuelto biopolítico, pero de manera más explícita, en México el ser humano ha dejado de ser esa zoe que el cristianismo reveló como el sitio privilegiado de las relaciones éticas, para convertirse, como en el homo sacer de la Roma antigua, en una realidad vital pura que puede ser administrada, manipulada y asesinada impunemente por cualquier poder.

Los mexicanos tenemos que recorrer un largo camino para recuperar la dignidad. Para ello debemos rechazar claramente las mentiras con que el gobierno nos atiborra. No se construye la dignidad de la vida con la guerra ni con la propaganda; las palomas de la paz no se posan sobre los cadáveres; la libertad no puede mezclar a las víctimas con los criminales y convertirlas, por el sólo hecho de existir, en zoe disponible para las operaciones del poder. De eso hay que estar seguros, como seguros debemos estar de que la libertad no es un regalo que se recibe de un Estado o de cualquier poder, sino un bien que está en la zoe misma y que todos los días debemos defender mediante el esfuerzo de cada uno y la unión de todos.

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.


*Tomados de la revista Proceso.

martes, junio 29, 2010

Monsiváis en la memoria*














Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.


Miguel Ángel Granados Chapa



Detesto el género periodístico que en la pretensión de evocar a un personaje echa por delante la primera persona: “Conocí a Fulano….”, como si ese dato fuera relevante. Detesto ese género pero hoy, excepcionalmente, voy a practicarlo. Y repetiré el ejercicio la próxima semana.

Vi por primera vez a Carlos Monsiváis en la entonces Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional en 1960 o 1961. Formaba parte de una breve brigada informativa que acudía a solicitar apoyo a los ferrocarrileros y maestros en huelga. Sobresalía en el grupo, por su estatura, Martín Reyes Vayssade que, a diferencia de Monsiváis, recorrería en su vida estaciones variadas como ser vocero de la firma Ingenieros Civiles Asociados o subsecretario de Cultura en la SEP.

Supe que Monsiváis era Monsiváis porque eran ya conocidas sus colaboraciones en publicaciones de la UNAM y en México en la cultura, el suplemento que dirigía Fernando Benítez en el diario Novedades, que estaba a disposición de los estudiantes en la Biblioteca Central. Lo supe también quizá porque entre los estudiantes de izquierda en esa escuela, que eran los más, Monsiváis era motivo de discordia. Sabría después que la causa era su expulsión o su renuncia al Partido Comunista, en una de tantas purgas con que se depuraba. Algunos lo veían con recelo y otros con simpatía, según su propia posición frente al PC, que estaba aún lejos de su apertura.

En las primeras redacciones que habité –la revista Mañana y el semanario Crucero– se hablaba de Monsiváis con curiosidad, respeto y aun admiración. Compré en 1966 o 67 su Autobiografía precoz, publicada por Emmanuel Carballo en Empresas Editoriales, que también dio a la estampa las breves vidas de Vicente Leñero, Gustavo Sáinz, Juan García Ponce y Raúl Navarrete, que murió pronto. A partir de aquella lectura su presencia me pareció próxima, pero no fue sino hasta 1968 cuando cruzamos algunas frases en la redacción de Excélsior, antes o después de que conversara con el director Julio Scherer sobre la publicación de desplegados de la Asamblea de Intelectuales y Artistas que él promovía.

Poco después, en 1969 o 1970, se incorporó a las páginas editoriales de ese diario. Nos vimos a partir de entonces con regularidad, aunque no tanta como estaba previsto. Tenía su lugar en el espacio principal de la página siete, los sábados, de modo que debía entregar los viernes a la hora del crepúsculo. Rara vez cumplía el horario. Se retrasaba a sabiendas que la entrega tardía no iba a impedir la aceptación de su texto. Era en extremo autocrítico, no inseguro sino exigente consigo mismo. Más de una vez luchamos físicamente por la posesión del original que ya me había entregado y se arrepentía de haberlo hecho porque no le satisfacía. Otras veces parecía mentir, pues anunciaba que estaba ya en el Metro y que en veinte minutos tendríamos su texto. Y podría ser que no llegara, no por irresponsabilidad sino porque en el vagón cavilaba sobre la calidad de su escritura y prefería el silencio que una comunicación a su juicio maltrecha.

Venía a veces, convocado ex profeso o no, al mediodía, y salíamos a comer él, Miguel López Azuara, tan responsable como yo mismo del manejo de las páginas editoriales y en cuya personalidad rivalizaban la inteligencia y la simpatía, y el que escribe. A veces nos acompañaban otros colaboradores de la sección, todos los cuales, aun Ricardo Garibay que poseía un ego robusto, invariablemente daban –dábamos– un lugar eminente a Carlos, que hablaba más que comía dada su parquedad gastronómica. Mientras los comensales hacían lo propio, él se daba vuelo al desplegar sus mordacidades y sarcasmos que no impedían la generación de ideas brillantes en que su mente era pródiga.

Un día Carlos y yo aceptamos cenar en la Fonda del Refugio con Fausto Zapata, encargado de la información en la presidencia de Echeverría. Trataba de modificar o atemperar el criterio con que expresábamos opiniones en nuestros artículos. No lo consiguió ni siquiera cuando, buscando encontrar un flanco débil, convocaba a Carlos, y de paso a otros, a la sala de exhibición que la Presidencia tenía cerca de Los Pinos (en un recinto llamado según creo La Tapatía). Allí vimos películas como el Caso Mattei. Pero ni así mudaba sus pareceres Monsiváis. Años después se quejaría falsamente al lamentar que alguien le hubiera hecho fama de incorruptible, porque nadie se atrevía a corromperlo.

Los años de nuestros encuentros en Excélsior coincidieron con los iniciales del Ateneo de Angangueo, una tertulia periodística organizada por Iván Restrepo, Manuel Buendía y Monsiváis, que se reunía los miércoles en la casa del primero, en la calle de Amatlán, en la ahora atestada colonia Condesa. También allí era eminente su presencia, no obstante que alternaba con personas como el propio Buendía, Francisco Martínez de la Vega, Alejandro Gómez Arias. Acudían, sin necesidad de ser invitadas –o sea que eran miembros de número– Margo Su, que hacía de anfitriona, y Elena Poniatowska. Una vez estuvo presente Ángeles Mastretta, que comenzaba su relación con Héctor Aguilar Camín, convidado a algunas de las reuniones y que nos invitó a la fiesta inaugural de Nexos, en el rancho Los Barandales de la familia Moreno Toscano. En esa revista mensual el sitial reservado a Monsiváis correspondía a su creciente autoridad.

En mayo de 1975 Jean Meyer organizó en la Universidad de Perpignan, su tierra natal, un seminario sobre México, con invitados procedentes del DF y mexicanos radicados en Francia, así como especialistas franceses. Salvo la puesta en escena de Nostalgia de la Muerte, de Villaurrutia, por Marta Verduzco, recuerdo más los viajes con Monsiváis que las ponencias de aquella reunión académica. Marta Isabel, la madre de mis hijos (que obviamente lo son también suyos) y yo nos encontramos en la estación de Austerlitz con Enrique Florescano y Alejandra Moreno (a quienes yo apenas conocía) que gozaban de la compañía de Monsiváis. La disfrutamos todos durante ocho horas, y al cabo de la reunión, el privilegio fue sólo para Marta Isabel y yo. No sé si coincidimos o Monsiváis como hoja al viento, como persona libre que era, encontró interesante nuestro propósito, el hecho es que resolvió viajar, como nosotros teníamos planeado, a Barcelona.

México y España no tenían relaciones diplomáticas entonces, y se requería visa para entrar en el país aún dominado por Franco. Los tres la recabamos en el consulado español en Perpignan y a bordo de un pequeño autobús cruzamos los Pirineos. En la frontera subió a bordo un guardia civil a quien no costó trabajo identificar a los mexicanos sospechosos que intentaban ingresar a España por la puerta de atrás. A Marta Isabel la dejaron en paz pero señalándonos con el dedo (usted… y usted) los guardias nos hicieron bajar a Monsiváis y a mí, únicamente entre todo el pasaje. Revisaron nuestras maletas en busca de bombas quizá o al menos de nitroglicerina para fabricarlas o, de perdida, de propaganda subversiva. En el regazo de Marta Isabel había quedado el programa común de los partidos socialista y comunista franceses (que tendría éxito seis años después, al ser elegido Miterrand), de manera que no tuvimos más problema que el susto que nos hizo padecer la corporación policiaca del franquismo.

*Tomado de la revista Proceso.

lunes, junio 28, 2010

Encuestas: fábricas de mentiras*












Tomados de La Jornada, Hernández, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.



José Gil Olmos



Fungen como negocios o, de plano, como “actores políticos”. También suelen ponerse al servicio de los partidos. El objetivo: inflar su potencial político y falsear sus posibilidades electorales. Se trata de las encuestadoras, muchas de ellas nacidas al calor de las contiendas, de las oportunidades de negocio. Para esas compañías, generar información socialmente útil es lo de menos. Pero ahí están: con sus datos sesgados, con sus mentiras numéricas, interactuando como otro agente más en el corrupto escenario de la política nacional. Son las fábricas de mitos...

Por su experiencia acumulada y por los contratos millonarios firmados con los partidos políticos y sus candidatos, así como con medios de comunicación, las principales firmas encuestadoras del país se van convirtiendo ellas mismas en actores políticos durante los procesos electorales, sobre todo durante las campañas y los conteos de los escrutinios.

A varias de esas firmas se les señala por responder más a intereses económicos y políticos que a proporcionar información clave a sus clientes; a otras, de que “cucharean” los resultados para vender datos sesgados para favorecer a algún candidato.

Ricardo Barrueta, presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Investigación de Mercado y Opinión Pública (AMAI), fundada en septiembre de 1992 e integrada por 32 socios, se deslinda. Advierte que él y sus compañeros no participan en ese tipo de prácticas ilegales que, arguye, “realizan empresas que no están reconocidas por ninguna asociación ni cumplen con los requisitos profesionales para la realización y presentación de las encuestas.

Se sabe, dice, que algunas de ellas realizan incluso técnicas push pull, que en realidad son “campañas sucias”, pues son encuestas aplicadas a personas con la intención de modificar el voto haciendo campaña a favor de algún candidato o en contra de los otros.

“Lamentablemente muchas de las encuestas que se difunden no necesariamente cumplen con un rigor metodológico. En AMAI todos los asociados están obligados a cumplir los requisitos técnicos y metodológicos que se han fijado. Por ejemplo, no subimos encuestas electorales hechas por teléfono. El motivo: el teléfono limita la posibilidad de incluir en el ejercicio a toda la gente.

“Además, nos hemos enterado que hay quienes las hacen como push pull y que, con el pretexto de hacer una encuesta, terminan empujando o tratando de modificar la intención del voto de las personas que son consultadas. Esto, éticamente, no lo aceptamos en la asociación.”

La AMAI también ha detectado que algunas empresas encuestadoras y periódicos como El Universal, Milenio diario y Reforma han publicado como inserciones pagadas información de presuntas encuestas con datos incorrectos y que no han sido verificados.

Francisco Abundis, coordinador del Comité Opinión Pública de AMAI y dueño de la empresa encuestadora Parametría, aborda el tema de la siguiente manera:

“A nivel negocio, nuestra misión es ser generadores de información. Yo entiendo que la misión de un medio de comunicación es informar bien, y si justifica inserciones pagadas porque considera que eso es parte de su esquema de negocios, entonces mi cuestionamiento sería si su negocio es informar o hacer publicidad. Si es esto último, eso se llama publimetro y entonces todos los medios son el aviso oportuno.”

Y se deslinda: “Nosotros (en AMAI) generamos información y los medios están diciendo que aceptan información al costo que sea, mientras se las paguen. Los medios, por el contrario, van a publicar la información que sea –un infomercial, por ejemplo– sólo porque se las pagan.

“Este cuestionamiento es a los medios en general. Creo que no pueden aceptar cualquier información que no es cierta. Según yo, la labor de los medios es generar buena información. Por eso cuestionaría a los que no están verificando la información.”

Abundis señala que en algunos medios se critica a las encuestadoras por generar supuestamente información correcta, pero no es así. “Nosotros generamos información correcta. El problema es que alguien o los mismos medios seleccionan la información que no es correcta. Por eso digo: el problema no es nuestro, sino de los medios”.



Viejo problema



Durante la última década, la elaboración de encuestas se convirtió en uno de los negocios más redituables en el mundo de la política. Tan sólo para los comicios de este año, en los que habrá jornadas en 15 estados, los institutos electorales gastarán 2 mil millones de pesos en encuestas, estima el investigador de El Colegio de la Frontera Norte, Alejandro Díaz.

En los últimos años, ante la creciente demanda de este tipo de herramientas para medir el pulso social, algunos políticos han incurrido en la publicación de estudios falsos o con datos erróneos. En los comicios presidenciales de 2000, por ejemplo, el equipo del candidato del PRI a la Presidencia, Francisco Labastida, difundió en algunos medios datos de una encuestadora que no existía.

Su propósito era decir que iba delante de su contrincante, el panista Vicente Fox. Seis años después su correligionario Roberto Madrazo Pintado repitió el esquema, en un intento por remontar su estrepitosa caída frente a los otros contendientes: Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón.

En 2005, en la campaña para gobernador de Nayarit, el presidente del PRD, Leonel Cota Montaño, falseo datos de la empresa Parametría para hacer creer que su candidato, Miguel Ángel Navarro Quintero, iba ganando. Francisco Abundis tuvo que salir ante los medios a desmentir esa información.

Un caso análogo se dio hace varias semanas, cuando el dirigente nacional del PAN, César Nava, presentó datos falsos de la empresa Berumen y Asociados para asegurar que su candidato en Zacatecas, Cuauhtémoc Calderón Galván, estaba a la cabeza en las preferencias de los electores. Días después, el propio candidato tuvo que salir a corregir la información, luego de que la encuestadora lo denunció públicamente.

Una pifia más escandalosa aún fue la del 16 de mayo último. Ese día se realizaron comicios en Yucatán y encuestadora Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), a cargo de Federico Berrueto y de Liébano Sáenz, hizo una encuesta de salida en la que aseguró al PRI que ganaría 100 de los 106 municipios. En Mérida, la emblemática capital que ha estado en manos de los panistas, lo ganaría con una amplia ventaja.

Sin embargo, los datos resultaron incorrectos. Al final, los priistas sólo ganaron 63 municipios y si bien arrebató la capital a los panistas lo hizo con escasa diferencia de votos.

El 24 de mayo último, el periodista Raymundo Riva Palacio acusó en un artículo a la encuestadora GCE de tener vínculos políticos y comerciales con Televisa y Grupo Milenio para manejar la información al mejor postor:

“El GCE es parte del esquema de mercadotecnia electoral que maneja Alejandro Quintero, el ejecutivo de la empresa responsable de negociar los paquetes electorales con los políticos. Quintero, de acuerdo con políticos que han negociado con él, ofrece la pantalla de Televisa para que se promocionen, encuestas que promete serán difundidas en Milenio TV y en los periódicos del grupo, además de estrategias de las que estarán a cargo Sáenz y Berrueto. Francisco González Jr., que dirige los diarios del Grupo Milenio, ofrece además que las encuestas tendrán el resultado que desea el cliente, según revelaron dos políticos a los que así se las ofreció.

“La mano de Televisa no se ve públicamente en este negocio. El GCE dice que 50% del costo de cada encuesta la pagan ellos y el resto Milenio. Cada encuesta estatal tiene un precio cercano al medio millón de pesos, y GCE realizará tres series de las 12 elecciones para gobernador. Según costos de mercado, esas 12 encuestas saldrían en 18 millones de pesos. No se conocen los costos reales de GCE, pero sí se sabe que quienes están pagando las encuestas son los priistas. En el caso de Mérida fue el gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina. No se saben tampoco los costos directos de Milenio en esta aventura.”

La presencia de la empresa de Berrueto y Liébano Sáenz trajo en el Grupo Milenio problemas internos desde antes. María de las Heras, su principal encuestadora, dejó la empresa. En su carta de renuncia publicada el 15 de marzo la directora de la empresa Demotecnia alegó que durante una década trabajo con pulcritud, respetando las leyes que regulan la publicación de las encuestas y sin suscribirse “nunca a tendencia, grupo, partido o relaciones amistosas de ningún tipo”.

Y explicaba, además, que rechazaba compartir con la empresa de Berrueto y Liébano Sáenz la responsabilidad de publicar las encuestas para gobernador en 12 estados porque el profesionalismo y capacidad de su empresa estaba en entredicho.

En una segunda carta con fecha del 16 de marzo, dirigida al director general del Grupo Editorial Milenio, Francisco González, De las Heras reiteró en sus observaciones sobre las prácticas de GCE. Señaló que en 2009 la empresa divulgó encuestas “absolutamente contrarias a la realidad” en el Distrito Federal y en el Estado de México, lo que provocó serias confusiones y críticas en Milenio diario.

De esas diferencias se enteraron los encuestadores que cuestionaron la experiencia, metodología y presentación de los resultados de GCE, al que acusaron incluso de realizar push pull.

Ante esa marea de cuestionamientos de las encuestas con datos dudosos publicadas en varios medios, la AMAI elaboró un documento en el que define su posición. Subraya, por ejemplo, que los medios de comunicación deben asumir su responsabilidad de informar con fundamentos y datos veraces, y critica la “falta de profesionalismo” de los medios de comunicación que publican “información errónea”.

La AMAI también expone que los equipos de los candidatos son quienes deciden divulgar datos con fines propagandísticos, cuando lo ideal es que la información sea una herramienta para tomar mejores decisiones de campaña; además, comenta que los estudios de opinión son presentados en medios de comunicación como inserciones pagadas, como resultados definitivos e irrevocables a pesar de que las encuestadoras han explicado que a medida de que se acerca la elección las intenciones y preferencias tiende a cerrarse.

El documento de la asociación termina con una advertencia: “Las encuestas no hacen pronósticos, mucho menos a ello aspiran. Lo que buscan estos estudios de opinión pública es recoger y analizar datos para evaluar problemas de diversa naturaleza, es decir, diagnosticar una situación social… A los científicos sociales corresponden los diagnósticos; a los adivinos y meteorólogos pronosticar”.



El “ruido” de GCE



Federico Berrueto, director general de Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), responde a Proceso sobre los cuestionamientos que se han hecho a sus encuestas.

“Estamos en medio de la línea de fuego y esto significa que al hacer públicos nuestros productos estamos en el centro de la polémica. Lo vemos como una reacción natural, pero nuestra preocupación no es que nos crean nuestra competencia, sino hacer buenos estudios.

“El juicio que debe de hacerse a un estudio no tiene que ser hacia una persona que estuvo en un partido político o que trabajó para el gobierno. Lo importante es que se vean los resultados de la encuesta y se comparen con los de la elección.”

Berrueto comenta que el problema con ellos es que se les acusa de trabajar para el PRI, lo que rechaza, y de no tener el rigor profesional para hacer los estudios demoscópicos, lo que, insiste, “es leyenda urbana”.

Dice que en el fondo a las demás encuestadoras les cuesta trabajo aceptar las innovaciones que ha hecho GCE en la forma de preguntar, el crecimiento que han tenido gracias a través su equipo de análisis profesional en el que participan 500 encuestadores. Señala que un órgano de auditoría externa vigila la calidad de los estudios que el grupo realiza.

“En realidad no nos preocupa la polémica ni la crítica ni lo que digan Raymundo Riva Palacio, María de las Heras o cualquiera de los encuestadores que compiten con nosotros. Lo que nos indigna, y estamos dispuestos a defendernos, es cuando está de por medio la calumnia, como fue el caso de Riva Palacio o el del senador del PRD Antonio Mejía Haro, quien dijo que a cambio de dinero estábamos dispuestos a hacerle encuestas a modo. Esto no se resuelve periodísticamente. Se tendrá que resolver, en todo caso, judicialmente. Lo estamos valorando”, puntualiza el entrevistado.

Berrueto también rechaza que él o Liébano Sáenz respondan a un grupo político dentro del PRI y desliza que detrás de los cuestionamientos que se le hacen a GCE está la ausencia de la autocrítica entre los encuestadores. Según él, además de negarse a aceptar las innovaciones técnicas en la elaboración de las preguntas, los demás encuestadores no reinvierten en sus propias compañías, quedándose únicamente con el aumento de la fama y del dinero.

Adrián Villegas, directivo de Ipsos-Bimsa y vicepresidente de la AMAI, reconoce que los encuestadores se han convertido en actores políticos por el trabajo de investigación que hacen para candidatos, partidos y entidades de gobierno y del Poder Legislativo. Pero insiste: el trabajo de Berrueto y Liébano Sáenz publicado en Milenio diario “ha provocado un poco de ruido”.

Con 20 años de experiencia, el especialista precisa que cuando se publican resultados sesgados en los medios como elementos informativos, “a veces me parece que se comienzan a distorsionar un poco las cosas, a distorsionar el papel de nosotros los encuestadores”.

–Se observa públicamente cómo en algunos momentos se le está dando un uso mediático o político a las encuestas. ¿No tienen ninguna forma de controlar o evitar esta manipulación?

–Esta pregunta la he escuchado en varias ocasiones. Es importante decir que en esos límites, en esas fronteras, todavía no hay una claridad de hasta dónde podemos posicionarnos.

“Los clientes son los que deciden qué hacer con esa información. La única protección que tenemos profesionalmente es que si un dato de los que entregamos es desvirtuado, se falsea una cifra. De inmediato, nosotros procedemos a hacer el desmentido en los canales que consideremos adecuados, y evidentemente rompemos toda relación profesional (con ellos).”

Villegas señala que este es un buen momento para la prudencia. Frente a las elecciones de 2012 es necesario reflexionar hasta dónde los medios también juegan un papel en la forma en que toman la información de las encuestas y la publican y como generadores de datos.

“Creo que todavía tenemos que madurar mucho en nuestro país para ver hasta dónde podemos preservar la transparencia, la integridad de la información, no mal informar al elector o al ciudadano a través de los medios masivos. Es este el momento de reflexionar sobre la interfase que se da una vez que entregamos el dato y el cliente decide difundirlo a través de un medio. Ahí nosotros quedamos fuera, salvo cuando se falsea una información y se publica. Hasta entonces podemos actuar.”

Francisco Abundis, director de Parametría, insiste en que los medios deben ser más responsables.

“Como medios, creo que esa es su responsabilidad. Un periodista no puede publicar algo sólo porque le pagan. Debe de decirse cuando se trata de una publicación pagada; decir que el medio no se hace responsable de ese infomercial, por ejemplo. Lo que están haciendo los medios son infomerciales y se justifican y critican a las encuestadoras. Pero nosotros no estamos haciendo nada, no somos responsables. Los que están publicando sin corroborar son los medios.

–¿No se está viendo a las encuestadoras como actores políticos?

–Claro, lo somos, pero también los medios. Lo que molesta es esta santidad de los medios, como si no fueran actores, como si no hicieran publicidad y fueran los santones de la película.

“Los medios tienen la misma responsabilidad que nosotros. Nosotros somos actores, pero hay que acotar responsabilidades. Para mí los medios deben generar buena información igual que nosotros. La única diferencia es que nosotros somos fuente de información y los medios tienen que confirmarla.”


*Tomado de la revista Proceso.

domingo, junio 27, 2010

Sinaloa: comicios con olor a narco*


Tomado de La Jornada, Hernández.
Jorge Carrasco Araizaga y J. Jesús Esquivel



El PRI y su disidencia vestida de oposición se disputan el gobierno de Sinaloa, que nunca ha estado fuera de la órbita tricolor. La ecuación es compleja en la entidad: un aspirante que despide un fuerte olor a narco es repudiado por sus viejos padrinos políticos; el otro, sin abandonar su militancia, obliga a varios grupos a rearmarse detrás de él a toda prisa. Pero hay más: Jesús Vizcarra Calderón, el priista, y Mario López Valdez, el opositor, no sólo contienden por el derecho a despachar desde Culiacán: se convertirán, se dice, en un experimento que definirá quién dentro del PRI tiene fuerza suficiente para buscar el camino a Los Pinos. Por lo demás, las huellas de una especie de narcoelección son muy similares a las de otros estados donde también habrá comicios.

CULIACÁN, SIN.- En las elecciones del domingo 4 de julio en Sinaloa el PRI competirá contra sí mismo. Con un candidato que lleva a cuestas la sombra del narcotráfico y un disidente que ahondó las divisiones en el Revolucionario Institucional de cara a la candidatura presidencial de 2012, ese partido se juega casi todo en un estado que siempre ha sido suyo.

Las elecciones para gobernador, 40 diputados locales y 18 alcaldías serán un laboratorio de los aspirantes a la candidatura presidencial priista, especialmente del gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, pero también de la líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo.

Lo que hasta hace algunos meses se perfilaba como un triunfo más del PRI ante la debilidad del Partido Acción Nacional (PAN) y ante la presencia testimonial del PRD, el PT y Convergencia, terminará definiéndose por la capacidad de operación de las maquinarias partidistas y gubernamentales.

A una semana de la elección, hay un virtual empate entre el priista Jesús Vizcarra Calderón, candidato de la alianza Para Ayudar a la Gente –PRI, Nueva Alianza y Partido Verde– y el aún priista Mario López Valdez, Malova, candidato de la coalición opositora El Cambio es Ahora en Sinaloa, integrada por PAN, PRD y Convergencia.

Hasta el viernes 25, se difundía que López Valdez aventajaba con una diferencia de entre dos y ocho puntos porcentuales a Vizcarra. Pero había 18% de indecisos, esos que terminan por decidir una elección.

Una eventual derrota de Vizcarra dejaría al PRI fuera del control gubernamental, pues el candidato de ese partido al gobierno de la capital, Melesio Cuén Ojeda, es propuesta del elbista Nueva Alianza, que tiene reservados algunos de los primeros lugares en las listas plurinominales para el Congreso local.

Por si fuera poco, el segundo municipio del estado, Mazatlán, está asegurado por el PAN, cuyo aspirante Alejandro Higuera buscaba ser candidato a gobernador.

El panorama no es nada sencillo para el PRI. Vizcarra sólo tiene ventaja en el centro del estado, aunque Culiacán concentra más de la tercera parte de los votos. En el norte, de donde es originario Malova, tiene ventaja la coalición opositora. En el sur el PAN se ha hecho de una votación mayoritaria desde hace algunos años. No en balde Vizcarra arrancó su campaña en Mazatlán, en el sur.



El laberinto



La elección se complicó para el PRI desde que a finales del año pasado el exgobernador Juan S. Millán se opuso a la candidatura de su antiguo ahijado político, Jesús Vizcarra, y promovió a otra de sus hechuras, el senador con licencia Mario López Valdez, a quien hizo presidente municipal de Ahome entre 2001 y 2004.

En 2006, López Valdez fue compañero de fórmula del senador y excandidato presidencial del PRI, Francisco Labastida Ochoa. Dueño de la cadena ferretera Malova, el ahora candidato opositor quedó registrado con ese acrónimo con el aval del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, a pesar de tratarse de una marca comercial.

Las disputas entre las coaliciones por el uso del acrónimo derivaron en la quema de 7 millones de boletas impresas con restricciones en el uso de la marca comercial y en las que ya se habían gastado 2 millones 300 mil pesos.

En franco rompimiento con su sucesor, el gobernador Jesús Aguilar Padilla, Millán desató la confrontación en el partido al rechazar públicamente a Vizcarra, a quien llama traidor.

Juan Guerra Ochoa, representante del PRD en la coalición opositora y exdiputado federal, dice que Millán “no aceptaba la candidatura de Vizcarra más que querer la de Malova. Lo considera un traidor. Hay mucha gente en el PRI que cree que Aguilar Padilla debe preocuparse porque Vizcarra es tan ambicioso que no tarda en deshacerse de él. En su círculo cercano manejan que va para presidente. Ya se sueña allá”.

Durante su gobierno, de 1989 a 2004, Millán promovió a Vizcarra como empresario y político. Dueño del Grupo Viz, dedicado a la comercialización de carne y ganado pero cuyo desarrollo se le adjudica al supuesto lavado de dinero, Vizcarra fue, gracias a Millán, presidente del Consejo Nacional Agropecuario entre 2000 y 2002.

Millán intentó llevarlo hasta la presidencia del Consejo Coordinador Empresarial, pero cuando estaba en campaña, el entonces corresponsal de Proceso y columnista de El Noroeste, Ismael Bojórquez, reveló las relaciones de Vizcarra con el narcotraficante José Inés Calderón Quintero, su primo en cuarto grado asesinado en 1998.

Millán lo rescató del escándalo y en 2003, con el apoyo del entonces presidente Fox y su secretario de Agricultura y actual diputado federal, Javier Usabiaga, lo llevó al Congreso como diputado federal. Ahí fue presidente de la Comisión de Recursos Hidráulicos.

Vizcarra y Aguilar Padilla rompieron con Millán. En 2005, ya en el gobierno de su compadre y socio en el Grupo Viz, el ahora candidato a gobernador fue secretario de Desarrollo Económico. En 2008 pasó a la alcaldía de Culiacán, de donde salió para competir por el gobierno del estado.

El diputado federal panista por Sinaloa Manuel Clouthier Carrillo asegura que, en lugar de guardarle lealtad a Millán, Vizcarra se alió con Aguilar Padilla: “Buscó las relaciones con el futuro y Millán le representaba las relaciones con el pasado. Vizcarra y Aguilar Padilla sacaron a Millán de la jugada”.

La división en el PRI ya le costó la cárcel y el exilio a Luis Pérez, director de Gobierno de Millán y subsecretario de Gobierno de Aguilar Padilla. Durante nueve años tuvo en sus manos información política de inteligencia del gobierno del estado. A él se le atribuye la filtración de la fotografía de Vizcarra con los narcotraficantes Ismael El Mayo Zambada y su primo José Inés Calderón, tomada en los años ochenta.

En marzo pasado la PGR arraigó a Pérez acusado de lavado de dinero. La justicia federal lo liberó, pero el exfuncionario se fue del país, asegura Alejandro Higuera, candidato del PAN a la alcaldía de Mazatlán.



Los compadres



El mayor lastre de Vizcarra son sus alegadas relaciones con el narcotráfico (Proceso 1744). Primero con su primo y luego con El Mayo Zambada, con quien se le achaca una relación de compadrazgo que no se ha atrevido a negar. Ni siquiera en los debates con su opositor y menos ante los insistentes señalamientos del PAN en el Congreso, que en las sesiones recientes ha colocado letreros con la pregunta: “¿Y el compadre apá?”.

Aunque esa relación ha afectado su campaña, lo único que hizo Vizcarra fue sacar del estado a uno de sus hijos, el que presume ser ahijado del narcotraficante, uno de los jefes del cártel de Sinaloa.

“Todos sabemos que Jesús Vizcarra es compadre del Mayo. Sabemos que su hijo mayor es el ahijado. Tiene todavía una hija más grande. El mismo chamaco es el que lo dice y presume al padrino cada vez que se emborracha. Ya hubo necesidad de sacarlo del estado. Lo tienen en Guadalajara”, dice Manuel Clouthier en entrevista en Culiacán (Véase recuadro).

Desde su precampaña, Vizcarra ha sufrido otros golpes relacionados con la delincuencia organizada. El 22 de diciembre del año pasado fue asesinado el secretario de Turismo del estado, Antonio El Güero Ibarra, a quien la prensa local señala como lavador de dinero de José Inés Calderón y El Mayo Zambada.

La baja más reciente fue apenas el pasado lunes 14, cuando mataron a Enrique El Gallo Mendívil Flores, presidente de la Unión Ganadera Regional de Sinaloa y de la Federación de Propietarios Rurales de Sinaloa, y quien, además, figuraba en la lista de candidatos a regidores de la alcaldía de Culiacán por la coalición en la que participa el PRI.

Señalado también como pieza de El Mayo Zambada, El Gallo Mendívil, de 60 años, ya había sido regidor en la capital sinaloense durante la gestión municipal de Aarón Irízar López, ahora diputado federal del PRI y antecesor de Vizcarra en la presidencia municipal de Culiacán.

En el velorio de Mendívil estuvieron Aguilar Padilla, Vizcarra, la secretaria de Seguridad Pública del estado, Josefina García Ruiz, y los hermanos Cárdenas Fonseca, operadores políticos de Elba Esther Gordillo en Sinaloa, que además de candidatos a diputados plurinominales por el Panal están haciendo campaña por Jesús Vizcarra.

Ibarra y Mendívil eran no sólo operadores de Vizcarra, sino compadres del gobernador, en una muestra de lo que Clouthier califica de la “camarilla mafiosa” que gobierna Sinaloa, sin que el gobierno de Felipe Calderón haya querido actuar en su contra en su llamada “guerra” al narcotráfico. Aunque, a unos días de las elecciones, en la prensa opositora a Vizcarra, se promueve la idea de que puede ocurrir “un michoacanazo” en el entorno del candidato.

Pieza fundamental en la campaña de Vizcarra es el diputado federal Óscar Lara Aréchiga, quien durante 10 años fue el secretario de Administración y Finanzas con Millán y Aguilar Padilla, y que según Clouthier “le dio la dimensión de cuello blanco a la camarilla”.

En el caso de Peña Nieto, el diputado federal asegura que no sólo es aval de Vizcarra, sino que ha estado operando a través de su grupo Fuerza Mexiquense, que ya tuvo una presencia importante en el proceso federal pasado en Sinaloa, principalmente en Guasave, al norte, que registró una votación de 56%, muy por encima del 35% de los distritos urbanos de Mazatlán, Culiacán y Los Mochis.

Precisa que los contactos de Peña Nieto con Vizcarra son Eustaquio y José Ignacio de Nicolás, miembros del consejo del Grupo Homex, que se ha dedicado a la construcción de casas en el Estado de México.

Sobre la candidatura de Vizcarra pesa el mal desempeño de Aguilar Padilla. Las encuestas son unánimes en el rechazo a la gestión del gobernador, quien es visto más como socio y empleado de Vizcarra que como el jefe político de la entidad. Aunque la propia oposición le reconoce como trabajador y eficiente, que “da resultados”, como dice una de sus frases electorales, coincide también en sus rasgos autoritarios.



La decisión panista



Alejandro Higuera, candidato del PAN por tercera ocasión a la presidencia municipal de Mazatlán, era un fuerte aspirante al gobiero, uno de los candidatos naturales. Es el que más posiciones políticas ha ganado en las urnas: dos veces la diputación local, una vez la federal y dos veces el ayuntamiento de Mazatlán. Va por la tercera. Supera incluso a Millán, quien dos veces ha ganado como senador, una como diputado federal y una como gobernador.

Pero en las encuestas del PAN, Higuera estaba detrás del excandidato de ese partido al gobierno del estado y actual secretario de Desarrollo Social de Calderón, Heriberto Félix Guerra, quien hace seis años perdió por una diferencia de 1% contra Aguilar Padilla y que en esta ocasión no intentó contender.

Entrevistado el pasado miércoles en el puerto, en el sur de Sinaloa, Higuera asegura: “Aún se me enchina la piel de pensar que tuve que ceder la candidatura” a Malova, quien como priista fue un golpeador del PAN. “Yo vengo del viejo PAN. No soy neopanista. Hace más de 20 años que competí y gané para el partido. Por eso fue un trago muy duro para mí”.

Explica que fue el presidente del partido, César Nava, quien le pidió que renunciara. “Fue un trago muy duro. Me citaron con Nava y me hicieron ver que las encuestas me daban muy bien el sur. No tuve la capacidad económica para montarme en un aparato en todo el estado para crecer. Había un regionalismo muy claro. El norte con un peso enorme de Malova. El centro con Vizcarra y el sur por mí”.

Nava le pidió que buscara la alcaldía de Mazatlán por tercera vez. “No fue fácil para mí porque ya una vez, siendo el único diputado federal de mayoría por Sinaloa en la elección intermedia de Fox, en la que el PAN sufrió un colapso, yo traía el proyecto de ser senador. Pero a los 11 meses el partido me pidió que viniera a buscar la alcaldía. Y bueno, le hice caso. Esta vez lo hago de nuevo, porque creo que vale la pena”.

Integrante de un grupo de panistas que se opusieron públicamente a llevar a un candidato “porrista”, dice que López Valdez llegó a la candidatura del PAN con sus operadores del PRI y aun con algunos de Elba Esther Gordillo. “La maestra está jugando en varias pistas”, dice, y recuerda que la jefa del SNTE es cercana a Juan Millán, promotor del priista disidente.

Si en Culiacán Gordillo está con sus candidatos del Panal y apoya a Vizcarra, en el sur del estado, en el municipio de San Ignacio, limítrofe con Mazatlán, apoya como candidato de la alianza El Cambio es Ahora en Sinaloa al exdiputado federal priista Bernardo Vega Carlos”, de la sección XXVII del SNTE y quien fue encargado de los servicios de educación en el sur de Sinaloa antes de ser candidato.

Asegura que López Valdez “tiene muchos amigos senadores que lo están apoyando”. Ejemplifica con Francisco Labastida y la suplente del candidato en el Senado, Margarita Villaescusa Rojo. “Aquí se dice que todos sus hijos andan conmigo en la campaña”. Y se ufana: “Aquí –señala el logo de la alianza opositora en su camisa– falta el medio PRI que se vino con López Valdez”.

Añade: “Dicen las malas lenguas que (el senador Manlio Fabio) Beltrones tiene simpatías por López Valdez. Toda la familia de Labastida está en la campaña con él. Labastida no va a ningún evento, pero su corazón ahí está. Sé que su hijo el restaurantero y Rocío, una de sus hijas, están trabajando arduamente” por la coalición opositora.

*Tomado de la revista Proceso.

sábado, junio 26, 2010

Desfiladero*


Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera.


∙ Mi reino no es de este rumbo

Jaime Avilés


Monsiváis es un apellido catalán y al mismo tiempo un paisaje: montes y valles. Un paisaje que se extiende hacia todas las direcciones, que marca la rosa de los vientos y que abarca por ello un inmenso territorio. Un territorio donde conviven –y no precisamente en paz– todas las mujeres y todos los hombres que son víctimas de alguna forma de exclusión por su condición minoritaria, en un mundo en el que todas y todos somos parte no de una sino de múltiples minorías.

Minoritarios por nuestras filias y fobias ante los alimentos, por nuestro origen, por nuestra lengua, por nuestra posición económica dentro de una clase social; minoritarios por nuestras creencias o indiferencias religiosas, por nuestras inclinaciones filosóficas, por nuestras preferencias sexuales, políticas y deportivas; minoritarios, en fin, por todas las razones que de manera contradictoria y simultánea nos permiten a la vez ser integrantes de las grandes mayorías que excluyen y aplastan.

Desde el territorio ético, estético y moral que fundó Carlos Monsiváis, millones de hombres y mujeres hemos observado por décadas la grandeza y la desgracia cotidiana de un incierto país llamado México, y nos hemos reconocido por el uso compartido de herramientas que reivindican nuestros derechos minoritarios, excitan la inteligencia colectiva y mitigan el dolor personal; a saber: el ingenio, la parodia, la memoria, la crítica y la perspectiva, que sin embargo de nada nos habrían servido si no las hubiésemos empleado como resortes para pasar de la palabra a la obra, del pensamiento a la acción.

Si algo nos identifica y nos permite reconocernos a quienes somos conscientes de que habitamos por voluntad propia el territorio de Monsiváis, esto sin duda es el humor. Heredero de las sátiras liberales del siglo XIX, de los panfletos burlescos y agitadores de Posadas a principios del XX, del teatro de carpa que a finales de los 40 denunciaba a Miguel Alemán y sus 40 ladrones, el humor político de izquierda, perseguido y condenado a través de los siglos por la Iglesia, en los primeros años 50 fue secuestrado por la televisión: la santa alianza que desde Chapultepec 18, durante más de medio siglo, ha venido indicándonos, con risas grabadas, cuándo debemos celebrar sus “chistes”.

En los dulces años de la represión diazordacista (dulces comparados con el horror de hoy), a pesar de la censura religiosa y electrónica, el humor político de izquierda volvió por sus fueros en las mantas y las pintas del movimiento estudiantil del 68 y se instaló en las páginas de la prensa verdaderamente crítica (y por eso minoritaria) hasta nuestros días. Si en la cultura anglosajona Woody Allen es la síntesis del humor de Chaplin y los hermanos Marx, en México el humor de Monsiváis es la síntesis de Woody Allen y la familia Burrón.

La ahora reverenciada “irreverencia” de Monsiváis, sus felices juegos de palabras (“mi reino no es de este rumbo”), su ejercicio contenido y elegante, pero siempre feroz, de la burla; el éxito transexenal de Por mi madre, bohemios –incomprensible fuera de México, como bien apuntó Hermann Bellinghausen–, fueron todos estos años reflejos y espejos del estado de ánimo y de la madurez política de nuestra sociedad, pero también garantía de su permanencia en la vida (y en la vía) pública.

En las dictaduras fascistas (como las de Hitler, Stalin y Franco), así como en los colegios de curas y monjas, el humor siempre fue un alivio del que sólo se disfrutaba en secreto (como la masturbación). En las democracias se convirtió en un derecho social. Y en los pasajes de tránsito de una dictadura a una democracia, en los llamado periodos de “destape”, el humor y la libertad sexual siempre se han soltado el chongo hasta que el exceso de excesos devuelve la calma y construye una nueva “normalidad”.
En México, mientras el país está en obvia transición de una dictadura mediática de extrema derecha a una dictadura netamente fascista, el Canal 11 de la televisión calderónica ha iniciado un falso proceso de “destape” y ahora, como en la España de 1980 o la Argentina de 1990, produce y transmite programas de tema sexual, en los que bellas y jóvenes actricitas (véase Bienes raíces, serie estrenada el 15/01/10) cuchichean acerca de cómo “hacerle más rico al glande” (sic), en el colmo de la simulación “democrática”, porque a la vez que el comediógrafo Fernando Sariñana hace “una televisión más atrevida”, la guerra civil provocada por la oligarquía mexicana se intensifica y el régimen se colapsa en medio de un baño de sangre insoportable.

Con fervientes deseos de equivocarse, Fidel Castro comenta el desarrollo del torneo deportivo que se celebra en Sudáfrica y asegura que mientras la competencia entra en su etapa más emocionante y captura la atención de miles de millones de personas en el mundo, barcos artillados de Estados Unidos e Israel navegan hacia Irán para imponerle una nueva guerra, que a su vez, calcula, podría desatar otra entre Corea del Norte y Corea del Sur.

Mientras esos buques avanzan rumbo a la antigua Persia, en México los tres grandes partidos de la derecha –PAN, PRI y PRD– compiten bajo cuerda por ver cuál cometerá el mayor número de trampas en los 12 estados donde habrá elecciones de gobernador dentro de ocho días. Al final del cochinero, Felipe Calderón y Margarita Zavala y sus hermanos lamentarán el haberse peleado tan horriblemente con Maca, la presidenta del tribunal electoral federal, María del Carmen Alanís, que en todos los casos en que Manlio Fabio Beltrones se lo pida actuará en favor del PRI. Y si no –como dicen los columnistas que se las dan de muy salsas, y los bebedores de refrescos sin hielo–, “al tiempo”.

Hace tres días, en la capital del estado de Jalisco, Andrés Manuel López Obrador presentó su nuevo libro, La mafia que se adueñó de México... y el 2012, y consiguió algo que no lograron en su momento, cuando eran candidatos presidenciales, ni Diego Fernández de Cevallos, ni Vicente Fox, ni Cuauhtémoc Cárdenas: llenar el auditorio Salvador Allende de la Universidad de Guadalajara. El máximo dirigente opositor del país no sólo reunió allí a una multitud de estudiantes y profesores, que atiborró butacas, pasillos y escaleras, sino que fue escuchado por altoparlantes desde un salón contiguo.

En el territorio que nos legó Carlos Monsiváis, y cuyas fronteras están delimitadas por sus numerosos libros –el antepenúltimo de los cuales, por cierto, lleva por título Los mil y un velorios–, también conviven, por desgracia todavía sin una dirección colectiva, los grandes y pequeños movimientos sociales que van a transformar a México, entre ellos el de los mineros en pie de lucha, el de los electricistas que todavía tienen por delante el reto de organizar la huelga de pagos a la Comisión Federal de Electricidad, el de los que claman justicia para los niños quemados en la guardería ABC de Hermosillo y, por supuesto, el de los campesinos de Atenco, sentenciados a 112 años de cárcel, que a partir del próximo miércoles podrían quedar libres o resignarse a permanecer presos hasta que el pueblo derrumbe los muros de sus celdas, todo lo cual dependerá de lo que decidan los ministros de la Suprema Corte, que han hecho del máximo tribunal de México el basurero moral de la nación.

jamastu@gmail.com

*Tomado de La Jornada.

viernes, junio 25, 2010

Las escuchas*








Tomados de La Jornada, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.


Luis Javier Garrido

La extrema derecha mexicana se está aprestando a dar un asalto al poder en 2012 a fin de controlarlo por completo, creyendo que el pueblo mexicano no se da cuenta de lo que acontece, y el escándalo de las escuchas telefónicas realizadas a diversos gobernadores del PRI en este verano de 2010 no sólo lo confirma, sino que es el hilo de la madeja que permite desentrañar el proyecto.

1. El espionaje político y las filtraciones a los medios de grabaciones de los gobernadores priístas de Veracruz, Oaxaca y Puebla que se han conocido en los últimos días han buscado no sólo revertir las posibles tendencias de las votaciones en esos estados, desfavorables al PAN y/o a las coaliciones PAN-PRD, sino también y sobre todo crear las condiciones para que el gobierno pueda acusar a los gobernadores de posibles ilícitos a fin de crear las condiciones para anular dichos procesos electorales, pero lo que han logrado ha sido lo contrario: evidenciar la naturaleza corrupta y las acciones ilegales del gobierno de facto de Felipe Calderón.

2. Tras la difusión de las grabaciones de Fidel Herrera, el gobernador veracruzano, en El Noticiero de Canal 2 el lunes 14, enviadas por el presidente de Acción Nacional, César Nava, en las que aquél ofrece apoyo financiero y logístico oficial a diversos candidatos priístas, y las ulteriores de Mario Marín, gobernador poblano sobre asuntos personales y de Ulises Ruiz de Oaxaca sobre temas poco relevantes, se ha desatado una tormenta que atañe no sólo a la llamada “clase política” sino al pueblo mexicano, por las implicaciones que entraña.

3. La respuesta del PRI y de otros sectores agraviados ha buscado poner de relieve las acciones ilegales del gobierno federal con este acto pero también la hipocresía de Felipe Calderón y de los panistas que pretenden acusar a los demás de lo que ellos están haciendo también ilegalmente y de manera descomunal: la utilización de los recursos públicos para imponerse en las elecciones. Todo lo cual está conduciendo a algo mucho más grave: cuestionar el papel de los medios en los procesos electorales, acusados de uno y otro lado de servir a intereses facciosos.

4. El asunto de las escuchas ha terminado por agravar las tensiones internas de la mafia en el poder a niveles no imaginados, en particular las existentes entre el gobierno y el consorcio Televisa, generadas por el asunto de diversas concesiones, y el miércoles 23, durante la emisión de “Tercer Grado” en el Canal 2, el propio Felipe Calderón fue responsabilizado abiertamente por los locutores de tratar de manipular en vistas al 2012 los procesos electorales locales de 2010 en los que se disputan gubernaturas claves, utilizando prácticas ilegales como las que, se subrayó, le permitieron hacerse de la silla presidencial en 2006, por lo que se dijo lo menos que puede hacer es pedir la destitución de Nava como presidente del PAN a fin de que pueda ser procesado por los delitos cometidos. Calderón, se insistió, se comporta como los priístas en el pasado haciendo grabaciones ilegales y utilizando recursos públicos para intereses partidistas, sustentando sus políticas en las prácticas del clientelismo, el paternalismo y el corporativismo que pretende combatir, y el PAN a su vez actúa peor que el PRI al no haber sustentado sus gobiernos en los principios éticos que pretendía tener, de tal suerte que ni Calderón ni el PAN han sido “demócratas”, como alguna vez lo pretendieron, pues ambos se la han pasado torciendo y violando la ley.

5. La todopoderosa neopanista Patricia Flores Elizondo (jefa de la Oficina de la Presidencia), sobrina del Negro Elizondo y miembro de El Yunque, fue además señalada como la posible responsable de las escuchas y de la campaña contra el PRI, demandándose una investigación sobre su papel. La que los panistas llaman La Jefa por el enorme poder que tiene ha sido mencionada durante meses por diversos medios de haberse erigido como el verdadero “poder tras el trono”, convirtiéndose en pieza fundamental en la entrega de los recursos estratégicos del país a las trasnacionales hispanas, y a pesar de los múltiples escándalos de corrupción y de espionaje a través del Cisen en que se ha visto involucrada, de tomar decisiones políticas por encima de todos los miembros del gabinete, entre otras las que condujeron a los acuerdos electorales para 2010.
6. Las alianzas de 2010 entre el PAN y el PRD en diversas elecciones locales han constituido la piedra angular de las políticas de la extrema derecha mexicana para hacerse del poder en 2012, al apoderarse de diversas entidades, y sobre todo al buscar cancelar una posible alternativa electoral de izquierda creando un clima de engaño y confusión, pero es evidente que van a fracasar porque no se puede engañar al pueblo de México de manera tan burda. Los votantes saben que los candidatos “de la Alianza” son en realidad los candidatos “de Calderón” y de la extrema derecha mexicana y que con el señuelo de que van a terminar con el régimen priísta en diversos estados lo único que buscan es establecer gobiernos mucho peores que los del PRI y sustentados en las mismas prácticas, como acontece a nivel nacional.

7. El gobierno de Felipe Calderón ha tenido otro enorme fracaso con el descomunal operativo de propaganda que organizó para montarse sobre la participación de México en el Mundial de Sudáfrica 2010. El que resultó ser el combinado Calderón-Aguirre, y al que se le soltaron sumas multimillonarias, ha hecho el papelón en Johannesburgo, y lejos de transmitir a los mexicanos el mensaje de que “sí se puede” (con el proyecto de la ultraderecha), no ha contribuido más que a confirmar que el país es un desastre en todos los órdenes.

8. El operativo de Estado no logró en consecuencia ocultar la crisis social de la que dan cuenta la huelga de hambre de los electricistas, la represión a los mineros de Pasta de Conchos, Taxco y Cananea o los atentados sin precedentes contra los derechos individuales y la inexistencia de un estado de derecho como se evidencia con la petición ante la embajada venezolana de asilo político de la joven América del Valle, como tampoco distraer de la gravedad de la otra crisis: la crisis política de la burocracia gobernante, por la pretensión de la ultraderecha de imponerse a como dé lugar en las elecciones federales de 2012.

9. El asunto de las escuchas ha puesto de manifiesto no nada más que el grupito de Los Pinos está desesperado ante la evidencia de que va a perder el control del gobierno en este año, sino que para evitarlo reivindica para la ultraderecha mexicana la prerrogativa del monopolio en el control del aparato del Estado. El diferendo actual entre el titular de facto del Ejecutivo y el PRI es de enorme gravedad pues afecta derechos fundamentales del pueblo, ya que supone entre otras cosas que las gubernaturas estatales claves han de estar subordinadas al Ejecutivo de facto, y que el control totalitario de los medios es un derecho no escrito del gobierno federal.

10. Las diferencias crecientes dentro de la mafia político-empresarial ponen en evidencia la descomposición de una “clase política” que no tiene otro proyecto que el de seguir entregando los recursos nacionales al extranjero y cancelando los derechos de los mexicanos para favorecer las actividades de las corporaciones extranjeras, pero no pueden ocultar que el país se halla en el riesgo de una mayor derechización, y que en consecuencia hay un pueblo que sigue resistiendo.

*Tomado de La Jornada.

jueves, junio 24, 2010

Más sobre el tabaco*












Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores.



Octavio Rodríguez Araujo

Es curioso ver cómo mis artículos sobre el tabaco provocan más polémica que los referidos a los partidos políticos, al poder institucional o al papel de las izquierdas y las derechas. De no ser así me abstendría de insistir sobre el tema. ¿Quieren polémica? Polemicemos.

El lunes pasado apareció una carta en El Correo Ilustrado firmada por Raúl H. Sansores Martínez, neumólogo de Médica Sur, miembro del personal del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y, asimismo, del Consejo Mexicano contra el Tabaco (CMCT). Este organismo fue creado para combatir el tabaco y en él militan activamente sus principales enemigos como Sonia Meza, Rafael Camacho Solís, López Antuñano, Regalado Pineda, Guadalupe Ponciano Rodríguez y varios más.

Entre las empresas que apoyan al CMCT está Pfizer, ni más ni menos que el poderosísimo laboratorio farmacéutico que produce Champix para dejar de fumar (aunque sus efectos secundarios sean altamente peligrosos). Para que el lector se dé una idea del poder económico de Pfizer, en el primer trimestre de 2010 tuvo ingresos por 16 mil 800 millones de dólares (alrededor de 218 mil 400 millones de pesos).

Uno esperaría que Sansores explicara las inconsistencias en los datos de las personas e instituciones que se dedican a oponerse al tabaco, que es sobre lo que trata mi artículo que motivó su carta. Pero no. Aprovecha el espacio para repetir lo mismo que dicen los demás cruzados contra el tabaco y los supuestos daños que produce, sin probar nada.

Sansores dice que califico de mentirosos, poco serios e irresponsables a quienes se dedican al cuidado, prevención y procuración de la salud de los fumadores. Falso. Lo que escribí en mi artículo del 3 de junio, al que se refiere en su carta, fue lo siguiente: “Desafío a los médicos y grupos antitabaco a que demuestren sus afirmaciones y sus datos, así como la metodología que usaron para llegar a ellos. Si no lo hacen los seguiré acusando de inconsistentes, exagerados y hasta mentirosos.” Sansores tiene razón en ponerse el saco pues antepone a su profesión su militancia en el CMCT, con lo que lamentablemente se desacredita como médico. La diferencia entre los médicos preocupados por los efectos del tabaco en la salud y quienes militan contra el tabaco es que los primeros tienden a ser objetivos y los segundos no. Son el equivalente a los intelectuales orgánicos de los partidos o del gobierno: pierden la objetividad y terminan por forzar la realidad a la línea que les dicta su partido o su gobierno. Muchos de los militantes antitabaco creen que yo defiendo el consumo del tabaco, pero no lo han podido demostrar. No soy militante de partido alguno y tampoco de luchas en favor o en contra del tabaco. Tampoco me pagan las tabacaleras.

Por lo demás, muchos médicos son irresponsables y poco serios tanto en sus diagnósticos como en los medicamentos que recetan o en las operaciones quirúrgicas que realizan. Para muestra, un botón: el Journal of the American Medical Association; Starfield, B; 284(4):483-485 (2000), que puede ser consultado por el señor Sansores. En este artículo la doctora Barbara Starfield, de Johns Hopkins School of Hygiene and Public Health, calculó que anualmente 12 mil muertes son por operaciones quirúrgicas innecesarias, 7 mil por errores de medicación en los hospitales, 20 mil por otros errores en los hospitales, 80 mil por infecciones en los hospitales y 106 mil por efectos negativos de las drogas. Esto da un total de 225 mil muertes por iatrogenia, la tercera causa de muertes en Estados Unidos. ¿Confiamos a ciegas en los médicos y los hospitales? Yo no. Cada vez que un médico me receta consulto el Diccionario de especialidades farmacéuticas (Thomson PLM Editores) y otras fuentes para conocer los efectos secundarios de los medicamentos que me prescriben y si éstos no se contraponen entre sí. Me he llevado sorpresas tales que si les hubiera hecho caso a algunos ya estaría muerto.
Dice Sansores Martínez que el infarto al miocardio al que me referí en mi artículo es “sólo una de las muchas enfermedades de las que el tabaquismo es responsable”. Si Sansores aspirara a ser científico hubiera dicho: “… enfermedades de las que el tabaquismo [puede ser] responsable” (las cursivas son mías). En la ciencia los matices son muy importantes. Pero, además, en mi artículo aclaré que por razones de espacio sólo me referiría al tema de los infartos. Le sugiero que lea bien.

Habla en su carta de la adicción a la nicotina. ¿Leyó ya el libro de Hanan Frenk y Reuven Dar, Dépendance à la nicotine: critique d’une théorie (prefacio de Robert Molimard), editado por Les Belles Lettres (2005) en la colección Médecine & Sciences Humaines? En este libro se discute sobre la llamada adicción a la nicotina y se afirma que no hay tal. Lo menos que puede hacer Sansores es desmentir a los autores citados y/o demostrar que la nicotina provoca adicción. Un científico tendría que decir que el tema es controvertible; sin embargo él dice que los fumadores padecemos “una enfermedad, la adicción a la nicotina”. ¿Las adicciones son enfermedades? ¿Tomar Tafil es una enfermedad o una probable adicción para evitar la ansiedad o la ansiedad-depresión? En Salud.com, por ejemplo, se listan las enfermedades de la A a la Z. En ningún lado se dice que una adicción, aceptando que fumar sea una adicción, es una enfermedad. El tabaquismo tampoco está incluido en el listado de enfermedades.

Se acepta en general que una enfermedad es una alteración de la salud. Fumar puede provocar enfermedades. Correcto, pero las alteraciones de la salud serían las enfermedades que eventualmente produzca el tabaco, no el acto de fumar. Y, además, no fumar no exime a nadie de enfermarse, ni siquiera de EPOC. Sansores, como neumólogo, debe saber que la EPOC puede desarrollarse por varias razones y no sólo por fumar, por ejemplo por la carencia de la proteína alfa-1 antitripsina, por exposición a ciertos gases, entre éstos al que se usa para cocinar, y por contaminación ambiental. Está comprobado, y aquí no hay duda, que una persona que fuma mucho y por largo tiempo puede desarrollar algún grado de EPOC, pero tampoco es una regla, como bien lo ha establecido la American Thoracic Society en American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, Vol. 167. pp. 787-797, (2003). No todos los fumadores desarrollan esta enfermedad y estadísticamente es poco probable que se presente de manera aguda antes de los 65 años.

Finalmente, se equivoca Sansores al pensar que escribo por “coraje”. Lo hago porque los militantes como él repiten todo lo que se escribe en contra del tabaco, especialmente de la desacreditada Organización Mundial de la Salud, sin cuestionar lo que leen o sin leer con cuidado los matices de los artículos científicos sobre el tema. Por lo demás, no encontrará una sola frase mía en defensa del consumo del tabaco, ni en mi libro Tabaco: mentiras y exageraciones (Orfila, 2009), ni en mis artículos referidos al tema.


*Tomado de La Jornada.

miércoles, junio 23, 2010

"Vamos hacia el fascismo": Monsiváis*


















Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.



Jenaro Villamil



MÉXICO, D.F., 22 de junio (apro).- En su último manuscrito para un artículo periodístico, en vísperas de ingresar a terapia intensiva, Carlos Monsiváis escribió:

“Nada más lógico y, a su modo, más eficiente, que la estrategia de autoengaño del gobierno federal. No son los únicos, desde luego, en este laberinto de afirmaciones que parten de la irrealidad y se alojan en la realidad más profunda, aquella que habitan los manufactureros de la verdad”.

Era el 27 de marzo. Aún estaba reciente el homicidio de dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey –la misma institución que entonces dirigía como rector Rafael Rangel Sostmann, recientemente “renunciado”–, y el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, volvió a recetar en una de sus carismáticas ruedas de prensa la explicación calderonista del “fuego cruzado”, que avalaba la tesis del “daño colateral” expuesta por el secretario de la Defensa, Guillermo Galván.

“No estoy ironizando –escribió Monsiváis. ¿Cómo puede explicarse de otra manera que el secretario de Gobernación hable de la línea de fuego en el combate en el Tec de Monterrey y que los estudiantes habían estado del lado bueno y por ello resultaron asesinados por los sicarios? No lo dice en serio como secretario de Gobernación. Lo dice, y muy en serio, como poder y lector del secretario de Gobernación”.

La mejor prueba de que los poderosos no leen o no les gusta asimilar lo que leen de Monsiváis respecto de sus propias palabras nos la acaba de recetar el mismo personaje. Fernando Gómez Mont, tan perspicaz como siempre, acaba de descubrir que el problema de la violencia en el país no es la violencia misma, sino el lenguaje utilizado por los medios.

En sintonía con su jefe, Felipe Calderón, quien publicó sendos desplegados dominicales y declamó en “cadena nacional” que si hay 22 mil muertos es porque su administración ha sido muy valiente y los narcos sólo se matan entre sí (esa especie de endogamia del crimen que exenta al Estado de la responsabilidad en función de la justicia), Gómez Mont declaró el pasado lunes 21, en Ixtapan de la Sal, que la violencia es heredada y que los medios no han contextualizado como debieran lo que está ocurriendo.

“Hay un falso debate entre contar y no contar historias –afirmó Gómez Mont. Reconozco la limitada capacidad para comunicar estrategias de seguridad. Tampoco vengo a pedir aplausos; no vengo a pedir que se callen, sino que contextualicen (El contexto es una manera de censura voluntariamente asumida, diría la R., me dicta Monsiváis desde el más acá). No les vengo a pedir que tapen la violencia, sino que cuando la cuenten la pongan en contexto.

“Desde antes de que el presidente Calderón asumiera el poder ya había violencia importante y sostenida; había procesos contenidos y cubiertos. El gobierno apostó por reconstruir las instituciones, porque la democracia no le heredó al país cuerpos confiables de seguridad”.

La última frase es un prodigio. Una perla de Por mi Madre, Bohemios. “La democracia no le heredó cuerpos confiables de seguridad”, resuena el reclamo de Gómez Mont. Si es así, entonces, para contextualizar, hay que decir que ante cada masacre, ante cada “fuego cruzado”, ante todos los “daños colaterales”, ante las confusiones de policías nerviosos o de militares enviados a una guerra sin estrategia, que el gobierno federal es heroico porque está construyendo democracia.

Por estas mismas razones, en las últimas entregas de Por mi Madre, Bohemios, Monsiváis me decía sin ningún dejo de ironía: “vamos hacia el facismo”. Y no le faltaba razón: veía venir la ceremonia de lavado de manos frente a la tragedia de la guardería ABC; la paramilitarización del discurso oficial (tan bien representada por Genaro García Luna), y lo que hoy se convierte, a pesar del enorme distractor del Mundial de Futbol Sudáfrica 2010, en una realidad apabullante: el calderonismo continuó con la polarización social que inició en 2006, cuando decidió decretar que ellos nos salvarían de un “peligro para México”. Y el peligro son ellos.

http://www.jenarovillamil.wordpress.com/

*Tomado de la revista Proceso.