Más sobre el tabaco*
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores.
Octavio Rodríguez Araujo
Es curioso ver cómo mis artículos sobre el tabaco provocan más polémica que los referidos a los partidos políticos, al poder institucional o al papel de las izquierdas y las derechas. De no ser así me abstendría de insistir sobre el tema. ¿Quieren polémica? Polemicemos.
El lunes pasado apareció una carta en El Correo Ilustrado firmada por Raúl H. Sansores Martínez, neumólogo de Médica Sur, miembro del personal del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y, asimismo, del Consejo Mexicano contra el Tabaco (CMCT). Este organismo fue creado para combatir el tabaco y en él militan activamente sus principales enemigos como Sonia Meza, Rafael Camacho Solís, López Antuñano, Regalado Pineda, Guadalupe Ponciano Rodríguez y varios más.
Entre las empresas que apoyan al CMCT está Pfizer, ni más ni menos que el poderosísimo laboratorio farmacéutico que produce Champix para dejar de fumar (aunque sus efectos secundarios sean altamente peligrosos). Para que el lector se dé una idea del poder económico de Pfizer, en el primer trimestre de 2010 tuvo ingresos por 16 mil 800 millones de dólares (alrededor de 218 mil 400 millones de pesos).
Uno esperaría que Sansores explicara las inconsistencias en los datos de las personas e instituciones que se dedican a oponerse al tabaco, que es sobre lo que trata mi artículo que motivó su carta. Pero no. Aprovecha el espacio para repetir lo mismo que dicen los demás cruzados contra el tabaco y los supuestos daños que produce, sin probar nada.
Sansores dice que califico de mentirosos, poco serios e irresponsables a quienes se dedican al cuidado, prevención y procuración de la salud de los fumadores. Falso. Lo que escribí en mi artículo del 3 de junio, al que se refiere en su carta, fue lo siguiente: “Desafío a los médicos y grupos antitabaco a que demuestren sus afirmaciones y sus datos, así como la metodología que usaron para llegar a ellos. Si no lo hacen los seguiré acusando de inconsistentes, exagerados y hasta mentirosos.” Sansores tiene razón en ponerse el saco pues antepone a su profesión su militancia en el CMCT, con lo que lamentablemente se desacredita como médico. La diferencia entre los médicos preocupados por los efectos del tabaco en la salud y quienes militan contra el tabaco es que los primeros tienden a ser objetivos y los segundos no. Son el equivalente a los intelectuales orgánicos de los partidos o del gobierno: pierden la objetividad y terminan por forzar la realidad a la línea que les dicta su partido o su gobierno. Muchos de los militantes antitabaco creen que yo defiendo el consumo del tabaco, pero no lo han podido demostrar. No soy militante de partido alguno y tampoco de luchas en favor o en contra del tabaco. Tampoco me pagan las tabacaleras.
Por lo demás, muchos médicos son irresponsables y poco serios tanto en sus diagnósticos como en los medicamentos que recetan o en las operaciones quirúrgicas que realizan. Para muestra, un botón: el Journal of the American Medical Association; Starfield, B; 284(4):483-485 (2000), que puede ser consultado por el señor Sansores. En este artículo la doctora Barbara Starfield, de Johns Hopkins School of Hygiene and Public Health, calculó que anualmente 12 mil muertes son por operaciones quirúrgicas innecesarias, 7 mil por errores de medicación en los hospitales, 20 mil por otros errores en los hospitales, 80 mil por infecciones en los hospitales y 106 mil por efectos negativos de las drogas. Esto da un total de 225 mil muertes por iatrogenia, la tercera causa de muertes en Estados Unidos. ¿Confiamos a ciegas en los médicos y los hospitales? Yo no. Cada vez que un médico me receta consulto el Diccionario de especialidades farmacéuticas (Thomson PLM Editores) y otras fuentes para conocer los efectos secundarios de los medicamentos que me prescriben y si éstos no se contraponen entre sí. Me he llevado sorpresas tales que si les hubiera hecho caso a algunos ya estaría muerto.
Dice Sansores Martínez que el infarto al miocardio al que me referí en mi artículo es “sólo una de las muchas enfermedades de las que el tabaquismo es responsable”. Si Sansores aspirara a ser científico hubiera dicho: “… enfermedades de las que el tabaquismo [puede ser] responsable” (las cursivas son mías). En la ciencia los matices son muy importantes. Pero, además, en mi artículo aclaré que por razones de espacio sólo me referiría al tema de los infartos. Le sugiero que lea bien.
Habla en su carta de la adicción a la nicotina. ¿Leyó ya el libro de Hanan Frenk y Reuven Dar, Dépendance à la nicotine: critique d’une théorie (prefacio de Robert Molimard), editado por Les Belles Lettres (2005) en la colección Médecine & Sciences Humaines? En este libro se discute sobre la llamada adicción a la nicotina y se afirma que no hay tal. Lo menos que puede hacer Sansores es desmentir a los autores citados y/o demostrar que la nicotina provoca adicción. Un científico tendría que decir que el tema es controvertible; sin embargo él dice que los fumadores padecemos “una enfermedad, la adicción a la nicotina”. ¿Las adicciones son enfermedades? ¿Tomar Tafil es una enfermedad o una probable adicción para evitar la ansiedad o la ansiedad-depresión? En Salud.com, por ejemplo, se listan las enfermedades de la A a la Z. En ningún lado se dice que una adicción, aceptando que fumar sea una adicción, es una enfermedad. El tabaquismo tampoco está incluido en el listado de enfermedades.
Se acepta en general que una enfermedad es una alteración de la salud. Fumar puede provocar enfermedades. Correcto, pero las alteraciones de la salud serían las enfermedades que eventualmente produzca el tabaco, no el acto de fumar. Y, además, no fumar no exime a nadie de enfermarse, ni siquiera de EPOC. Sansores, como neumólogo, debe saber que la EPOC puede desarrollarse por varias razones y no sólo por fumar, por ejemplo por la carencia de la proteína alfa-1 antitripsina, por exposición a ciertos gases, entre éstos al que se usa para cocinar, y por contaminación ambiental. Está comprobado, y aquí no hay duda, que una persona que fuma mucho y por largo tiempo puede desarrollar algún grado de EPOC, pero tampoco es una regla, como bien lo ha establecido la American Thoracic Society en American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, Vol. 167. pp. 787-797, (2003). No todos los fumadores desarrollan esta enfermedad y estadísticamente es poco probable que se presente de manera aguda antes de los 65 años.
Finalmente, se equivoca Sansores al pensar que escribo por “coraje”. Lo hago porque los militantes como él repiten todo lo que se escribe en contra del tabaco, especialmente de la desacreditada Organización Mundial de la Salud, sin cuestionar lo que leen o sin leer con cuidado los matices de los artículos científicos sobre el tema. Por lo demás, no encontrará una sola frase mía en defensa del consumo del tabaco, ni en mi libro Tabaco: mentiras y exageraciones (Orfila, 2009), ni en mis artículos referidos al tema.
Es curioso ver cómo mis artículos sobre el tabaco provocan más polémica que los referidos a los partidos políticos, al poder institucional o al papel de las izquierdas y las derechas. De no ser así me abstendría de insistir sobre el tema. ¿Quieren polémica? Polemicemos.
El lunes pasado apareció una carta en El Correo Ilustrado firmada por Raúl H. Sansores Martínez, neumólogo de Médica Sur, miembro del personal del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y, asimismo, del Consejo Mexicano contra el Tabaco (CMCT). Este organismo fue creado para combatir el tabaco y en él militan activamente sus principales enemigos como Sonia Meza, Rafael Camacho Solís, López Antuñano, Regalado Pineda, Guadalupe Ponciano Rodríguez y varios más.
Entre las empresas que apoyan al CMCT está Pfizer, ni más ni menos que el poderosísimo laboratorio farmacéutico que produce Champix para dejar de fumar (aunque sus efectos secundarios sean altamente peligrosos). Para que el lector se dé una idea del poder económico de Pfizer, en el primer trimestre de 2010 tuvo ingresos por 16 mil 800 millones de dólares (alrededor de 218 mil 400 millones de pesos).
Uno esperaría que Sansores explicara las inconsistencias en los datos de las personas e instituciones que se dedican a oponerse al tabaco, que es sobre lo que trata mi artículo que motivó su carta. Pero no. Aprovecha el espacio para repetir lo mismo que dicen los demás cruzados contra el tabaco y los supuestos daños que produce, sin probar nada.
Sansores dice que califico de mentirosos, poco serios e irresponsables a quienes se dedican al cuidado, prevención y procuración de la salud de los fumadores. Falso. Lo que escribí en mi artículo del 3 de junio, al que se refiere en su carta, fue lo siguiente: “Desafío a los médicos y grupos antitabaco a que demuestren sus afirmaciones y sus datos, así como la metodología que usaron para llegar a ellos. Si no lo hacen los seguiré acusando de inconsistentes, exagerados y hasta mentirosos.” Sansores tiene razón en ponerse el saco pues antepone a su profesión su militancia en el CMCT, con lo que lamentablemente se desacredita como médico. La diferencia entre los médicos preocupados por los efectos del tabaco en la salud y quienes militan contra el tabaco es que los primeros tienden a ser objetivos y los segundos no. Son el equivalente a los intelectuales orgánicos de los partidos o del gobierno: pierden la objetividad y terminan por forzar la realidad a la línea que les dicta su partido o su gobierno. Muchos de los militantes antitabaco creen que yo defiendo el consumo del tabaco, pero no lo han podido demostrar. No soy militante de partido alguno y tampoco de luchas en favor o en contra del tabaco. Tampoco me pagan las tabacaleras.
Por lo demás, muchos médicos son irresponsables y poco serios tanto en sus diagnósticos como en los medicamentos que recetan o en las operaciones quirúrgicas que realizan. Para muestra, un botón: el Journal of the American Medical Association; Starfield, B; 284(4):483-485 (2000), que puede ser consultado por el señor Sansores. En este artículo la doctora Barbara Starfield, de Johns Hopkins School of Hygiene and Public Health, calculó que anualmente 12 mil muertes son por operaciones quirúrgicas innecesarias, 7 mil por errores de medicación en los hospitales, 20 mil por otros errores en los hospitales, 80 mil por infecciones en los hospitales y 106 mil por efectos negativos de las drogas. Esto da un total de 225 mil muertes por iatrogenia, la tercera causa de muertes en Estados Unidos. ¿Confiamos a ciegas en los médicos y los hospitales? Yo no. Cada vez que un médico me receta consulto el Diccionario de especialidades farmacéuticas (Thomson PLM Editores) y otras fuentes para conocer los efectos secundarios de los medicamentos que me prescriben y si éstos no se contraponen entre sí. Me he llevado sorpresas tales que si les hubiera hecho caso a algunos ya estaría muerto.
Dice Sansores Martínez que el infarto al miocardio al que me referí en mi artículo es “sólo una de las muchas enfermedades de las que el tabaquismo es responsable”. Si Sansores aspirara a ser científico hubiera dicho: “… enfermedades de las que el tabaquismo [puede ser] responsable” (las cursivas son mías). En la ciencia los matices son muy importantes. Pero, además, en mi artículo aclaré que por razones de espacio sólo me referiría al tema de los infartos. Le sugiero que lea bien.
Habla en su carta de la adicción a la nicotina. ¿Leyó ya el libro de Hanan Frenk y Reuven Dar, Dépendance à la nicotine: critique d’une théorie (prefacio de Robert Molimard), editado por Les Belles Lettres (2005) en la colección Médecine & Sciences Humaines? En este libro se discute sobre la llamada adicción a la nicotina y se afirma que no hay tal. Lo menos que puede hacer Sansores es desmentir a los autores citados y/o demostrar que la nicotina provoca adicción. Un científico tendría que decir que el tema es controvertible; sin embargo él dice que los fumadores padecemos “una enfermedad, la adicción a la nicotina”. ¿Las adicciones son enfermedades? ¿Tomar Tafil es una enfermedad o una probable adicción para evitar la ansiedad o la ansiedad-depresión? En Salud.com, por ejemplo, se listan las enfermedades de la A a la Z. En ningún lado se dice que una adicción, aceptando que fumar sea una adicción, es una enfermedad. El tabaquismo tampoco está incluido en el listado de enfermedades.
Se acepta en general que una enfermedad es una alteración de la salud. Fumar puede provocar enfermedades. Correcto, pero las alteraciones de la salud serían las enfermedades que eventualmente produzca el tabaco, no el acto de fumar. Y, además, no fumar no exime a nadie de enfermarse, ni siquiera de EPOC. Sansores, como neumólogo, debe saber que la EPOC puede desarrollarse por varias razones y no sólo por fumar, por ejemplo por la carencia de la proteína alfa-1 antitripsina, por exposición a ciertos gases, entre éstos al que se usa para cocinar, y por contaminación ambiental. Está comprobado, y aquí no hay duda, que una persona que fuma mucho y por largo tiempo puede desarrollar algún grado de EPOC, pero tampoco es una regla, como bien lo ha establecido la American Thoracic Society en American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, Vol. 167. pp. 787-797, (2003). No todos los fumadores desarrollan esta enfermedad y estadísticamente es poco probable que se presente de manera aguda antes de los 65 años.
Finalmente, se equivoca Sansores al pensar que escribo por “coraje”. Lo hago porque los militantes como él repiten todo lo que se escribe en contra del tabaco, especialmente de la desacreditada Organización Mundial de la Salud, sin cuestionar lo que leen o sin leer con cuidado los matices de los artículos científicos sobre el tema. Por lo demás, no encontrará una sola frase mía en defensa del consumo del tabaco, ni en mi libro Tabaco: mentiras y exageraciones (Orfila, 2009), ni en mis artículos referidos al tema.
*Tomado de La Jornada.
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