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lunes, septiembre 25, 2006

Continúa la resistencia civil pacífica




Todo un éxito la protesta en las 22 sucursales de las tiendas Wal-Mart en el Distrito Federal que se llevó a cabo ayer domingo. De esta manera continúan las manifestaciones de resistencia civil pacífica en repudio al fraude electoral y al espurio de Calderón dictadas por la Convención Nacional Democrática.



De manera concertada –como debe ser cualquier acto organizado por la resistencia civil- a partir de las 10:00 horas de ayer las 22 tiendas de la transnacional Wal-Mart en la capital del país fueron copadas por manifestantes que repudiaron el apoyo ilegal al espurio y la violación a los derechos humanos contra sus trabajadores, ya que no permiten la sindicalización de los mismos, el salario que paga es bajo y los obligaron a votar por el PAN.



La magnitud de la protesta obligó a los medios a dar la noticia, con lo que se cumplió otro objetivo: romper el cerco informativo. Las fotos y los videos que tomaron los participantes dan cuenta de la manifestación, una forma de dejar constancia de lo que realmente pasó y no atenerse a lo que los medios de comunicación quieran decir.



Liga directa: http://www.youtube.com/watch?v=9a8To6vmy1Y

Mientras esto ocurría, el cardenal Norberto Rivera Carrera al término de la misa en la Catedral Metropolitana, pidió al padre Nicolás Aguilar Rivera “donde quiera que se encuentre”, que se entregue a las autoridades de Estados Unidos para evitar “un mayor daño a la Iglesia”. Además nombró al obispo Marcelino Hernández y al padre Jorge Estrada Solórzano como sus delegados de justicia, quienes se encargarán de dar seguimiento a las denuncias de pederastia que les sean presentadas. También acusó a sus denunciantes en Estados Unidos de “comercializar” el caso “sin escrúpulo alguno” para beneficiar “sus inconfesables intereses”.



Será que el cardenal tiene miedo de que la justicia en Estados Unidos no esté comprada y sea menos corrupta que en México, para que ahora disponga este tipo de medidas. ¿Por qué no lo hizo antes? Desde hace mucho podría haber pedido al padre Aguilar Rivera que se entregara y dejara de oficiar misa. La comisión debió ser integrada hace decenas de años, cuando se presentaron las primeras denuncias, recordemos de nuevo que el abuso sexual dentro de la Iglesia no es algo de hoy, y éste no es caso único. Está el sonado escándalo del sacerdote Marcial Maciel –fundador de los Legionarios de Cristo- que ha quedado en la total impunidad por parte de la justicia del Vaticano y con el respaldo cómplice de Norberto Rivera Carrera.



Es tiempo de que la jerarquía católica entregue cuentas a sus fieles y a la sociedad que dice representar. No podrá seguir haciéndolo sin que quede claro el papel de los dirigentes católicos en tan repudiable asunto.




En seguida un artículo tomado de La Jornada

http://www.jornada.unam.mx


Carlos Fazio



Don Norberto, el sexo y la moral


Los tiempos cambian . Ahora la ropa sucia no siempre se lava en casa. A veces se airea en los tribunales. No aquí en México, claro, donde sigue existiendo una justicia ramplona y de opereta; un estado de derecho clasista que protege a los poderosos. En el caso de marras, que involucra al cardenal primado de México, Norberto Rivera Carrera, la demanda por encubrimiento de un sacerdote presuntamente pederasta se ventila en la Corte Superior de California. La querella contra don Norberto involucra también al cardenal de Los Angeles, Roger Mahony, y tiene como protagonista principal al sacerdote Nicolás Aguilar, presunto responsable de casi 90 abusos sexuales de menores en instituciones eclesiales de México y Estados Unidos.



Los pormenores del caso han sido referidos con amplitud en las páginas de La Jornada. Incluido el tema del fuero especial del que goza el purpurado mexicano, quien recurrió a los favores del secretario de Gobernación, Carlos Abascal -hombre de raigambre cristera y sinarquista, y muy ligado a las estructuras jerárquicas conservadoras de la Iglesia católica local-, para intimidar y coaccionar, mediante sus sabuesos del Instituto Nacional de Migración, a los abogados defensores de Joaquín Aguilar, responsable de la demanda referida, cuando ofrecían una conferencia de prensa en la capital mexicana la semana pasada. Como tantas veces antes, la reacción del jerarca eclesial fue decirse víctima de una conspiración mediática promovida por "enemigos de la Iglesia" que persiguen "oscuros fines". Entre ellos, la "extorsión" y el "chantaje". Como dijo el vocero de la Arquidiócesis de México, sacerdote Hugo Valdemar, estaríamos ante otro caso de "comercialización de la justicia", cuyo único objetivo es la "ganancia económica (...) a través de la manipulación y la explotación del dolor y la tragedia de las víctimas".



Con el telón de fondo del escándalo desatado por la protección oficial a la red de redes de pederastia, turismo sexual infantil y trata de mujeres que involucra entre otros a Jean Surcar Kuri, al diputado priísta Emilio Gamboa Patrón, al empresario Kamel Nacif, al todavía gobernador de Puebla, Mario Marín, y al subsecretario de Seguridad Pública federal, Miguel Angel Yunes, cabe consignar que el caso del cardenal Rivera guarda una relación más cercana con las denuncias formuladas en contra del sacerdote Marcial Maciel, fundador de la Legión de Cristo, a quien el papa Ratzinger impuso un retiro forzoso el 19 de mayo pasado, luego de que un fiscal del Vaticano documentó al menos 30 casos de abuso sexual cometidos por el jefe legionario. Si bien hasta ahora monseñor Rivera no enfrenta cargos de pederastia -el cardenal Mahony está acusado de haber abusado de una alumna en la secundaria católica de San Joaquín, en Fresno, en los años sesenta-, la demanda lo acusa del delito de "conspiración a la pederastia", es decir, de encubrir y brindar protección al sacerdote Nicolás Aguilar.



Frente al escándalo de las buenas conciencias, que en ocasiones como la que enfrenta don Norberto apelan a la socorrida teoría de la conspiración -tan cara a los círculos corporativos y totalitarios- y atribuyen los ataques a "fuerzas del mal", "desestabilizadoras", que quieren afectar la "imagen" de la Iglesia, e incluso a "venganzas personales", conviene hacer algunas precisiones.



La Iglesia católica es una institución moral y política, por tanto, está sujeta a la crítica y al escrutinio público. Pese a su doctrina sobre la infalibilidad papal, su estructura de gobierno jerárquica y su cultura autoritaria, se trata de un reino sacro estatal que opera dentro de sociedades humanas. Más allá de su supuesta relación con Dios en la Tierra, la Iglesia católica, sus dirigentes y funcionarios siguen estando regidos por las leyes y sometidos a los principios morales de las sociedades contemporáneas. Es verdad que en la esfera pública secular, la Iglesia católica y su nomenclatura han disfrutado históricamente de relativa inmunidad. En la coyuntura, la actuación del secretario de Gobernación Abascal confirma lo anterior. Pero en una sociedad democrática -está claro que México no lo es-, la investidura sacerdotal no debe suponer inmunidad legal ni social.



En realidad, lo escandaloso, tanto en el caso que involucra a Marcial Maciel como en la acusación de encubrimiento contra el cardenal Rivera, es que la jerarquía de la Iglesia católica y del Estado Vaticano hayan solapado, ocultado y desmentido durante muchos años casos de abusos y pedofilia en sus seminarios, colegios y recintos religiosos, así como la violación de monjas por religiosos, bajo el mandamiento de que "la ropa sucia se lava en casa", según la pueblerina expresión utilizada por el ex presidente del Episcopado Mexicano, monseñor Sergio Obeso.


Lo más reprobable ha sido el encubrimiento sistemático por las autoridades eclesiales de representantes suyos que, abusando del poder conferido por su imagen sacralizada y la aureola mítica de su investidura sacerdotal, cometieron actos tipificados como delito. Lo más criticable es la autodefensa de integrantes de una casta sacerdotal supranacional deshumanizada y agresora -por ínfimo que sea el personaje de clérigos incontinentes, pecadores y criminales-, con la finalidad de ocultar debajo de la alfombra la vergüenza colectiva de la Iglesia católica. Lo más condenable es que hayan callado y solapado los delitos de un puñado de abusadores y violadores para que la Iglesia católica no perdiera prestigio. ¡Como si el prestigio estuviera en el silencio cómplice y en la cobardía que oculta este tipo de hechos!