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jueves, mayo 28, 2009

Crítica a los abstencionistas*













Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.


Octavio Rodríguez Araujo

Hay quienes, en materia electoral, confunden la gimnasia con la magnesia, como por ejemplo al decir que las elecciones no se basan en la igualdad sino en su contrario, es decir que tendrá más probabilidades de triunfo el que tenga más dinero que el que carezca de éste. La igualdad, y lo digo con pena ante la tumba de Perogrullo, no existe; es una aspiración de los sistemas socialistas, que tampoco existen. Los sistemas electorales no son sólo compatibles con el capitalismo y con las desigualdades que éste suele producir en la sociedad, sino con cualquier sistema social. Desde luego, si la sociedad es desigual también lo serán los partidos, y sus dirigentes y afiliados. Pero aun así, los partidos socialistas, cuando existen en los países capitalistas, deberán participar no sólo porque los procesos electorales les brindan tribunas para su discurso, sino porque los puestos de representación les brindan la oportunidad de dirigirse a la nación y dar a conocer sus planteamientos. Así ha ocurrido en el pasado y no sólo en México, e incluso personas ajenas al Congreso han tenido oportunidad de expresarse ante él, como fue el caso de la comandanta Esther del EZLN el 28 de marzo de 2001.

Estos mismos críticos de los sistemas electorales nos proponen que los partidos políticos deben desaparecer ya que confrontan, en nuestro caso, a los mexicanos e impiden su unidad y su cooperación. De golpe nos transportan a la segunda mitad del siglo XVIII en Estados Unidos, cuando George Washington, un liberal por antonomasia, se oponía a los partidos por idénticas razones: porque fomentaban confrontaciones entre los ciudadanos (es pertinente recordar que Washington no pertenecía a partido alguno y que no era anarquista). La sociedad, conviene tenerlo presente, es desigual y, además, sus miembros no piensan de igual manera. Los que piensan de una cierta forma y comulgan con una ideología, suelen formar un partido o afiliarse a otro existente con el que coinciden, y otros a otro y a otro, según sean las diferencias y las afinidades entre los ciudadanos. Es por esto que en la historia de los partidos modernos los ha habido de ultraizquierda, de izquierda, de centro, de derecha y de ultraderecha. Desde luego, los anarquistas no forman partidos, pues sería una contradicción, ya que todo partido supone, en nuestros tiempos, jerarquías y, por lo tanto, dirigentes y dirigidos, es decir autoridades y principios de autoridad que, por definición, los anarquistas rechazan salvo en su discurso: cuando descalifican a quienes piensan de manera distinta (autoritarismo e intolerancia verbales), lo que es muy frecuente.

Quienes llaman a abstenerse lo hacen porque están convencidos de que la política, los políticos y sus partidos, son parte de la corrupción imperante y del sistema de privilegios que el sistema capitalista ha propiciado. No proponen la abstención como una forma cómoda de ver pasar la historia desde la ventana de su habitación, sino como una protesta ante el sistema, mismo que hay que destruir para construir otro. ¿Cuál? No nos lo dicen con claridad, pero sugieren que debe ser uno donde, mediante asambleas en las que se tomen las decisiones a mano alzada y no por voto secreto, no haya personas que establezcan relaciones de dominación sobre los demás.
El primer problema que no debe pasarse por alto es que no somos iguales ni pensamos lo mismo sobre las dificultades que vivimos y cómo resolverlas. El segundo problema es que somos parte, incluso como opositores, de un sistema de poder y dominación que no controlamos y que, si nos abstenemos, le estamos dejando la cancha, la pelota y las reglas con lo que, como en las confrontaciones deportivas, perderíamos por default, es decir, por defecto, al no elegir una opción distinta a la de quienes tienen ese poder. En otros términos, al abstenernos electoralmente fortalecemos el poder de quienes ya lo tienen, tal vez esperando que la luz o un líder nos iluminen, nos organicen, nos muevan y finalmente hagamos la revolución liberadora en la que unos, sin duda, tratarán de quedarse con ella y convertirse en nuestros nuevos dirigentes para gozar de los privilegios que no tuvieron en el sistema derrocado. ¿Alguna revolución ha sido distinta en este sentido?

La abstención, incluso como rechazo, es otorgar, no tocar el sistema contra el cual supuestamente se está. Es algo así como el que calla otorga en lugar de luchar, permanentemente y no sólo durante las elecciones, por construir un partido de izquierdas o por reformar el o los existentes para hacerlos lo que pensamos que deben ser. Los dirigentes de los partidos hacen y harán lo que quieran si las bases –modestas, grandes o muy grandes– lo permiten. La democracia participativa encuentra sus límites precisamente cuando quienes debieran participar se abstienen y se dan por derrotados antes de iniciar su acción democratizadora. Y, por si fuera poco, quieren todo para ayer en vez de ser pacientes y persistentes. Les resulta más cómodo decir que todos los partidos y los políticos son una porquería en lugar de transformar los partidos que les podrían ser afines y de convertirse en políticos no corruptos ni oportunistas que de veras actúen consistentemente por lo que dicen defender y luchar.

Puedo parecer ingenuo, pero conozco gente honesta, decente y consistente ideológicamente en lo que hace.

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Calderón y Téllez condicionaron a Slim para darle canales de tv*


· El empresario rechazó la propuesta y argumentó que aceptarla sería “destruir” la telefónica

· El ingreso que hubiera perdido podía exceder el valor del negocio de la televisión: New Yorker

· Pidieron que permitiera a sus competidores usar la infraestructura de Telmex a bajo costo


Miriam Posada y Roberto González

El presidente Felipe Calderón y su ex secretario de Comunicaciones, Luis Téllez, ofrecieron al empresario Carlos Slim eliminar la restricción legal para que Teléfonos de México (Telmex) participe en el mercado de televisión a cambio de que permitiera a sus competidores usar, con un bajo costo, la infraestructura de la compañía telefónica en las zonas más rentables del país. Después de una tensa reunión de más de dos horas en la residencia oficial de Los Pinos, Slim rechazó la propuesta con el argumento de que aceptarla sería “destruir” a Telmex.

Detalles de la propuesta gubernamental y de la respuesta del empresario fueron recogidas en un extenso perfil sobre Carlos Slim que publica en su edición de junio The New Yorker, una de las revistas de referencia en Estados Unidos.

El autor del texto, Lawrence Wright, quien confirmó con el propio Slim la realización del encuentro en Los Pinos, asegura que al momento de la cita, en marzo del año pasado, el gobierno estaba temeroso de “otro rapaz titán”, Emilio Azcárraga, quien controla Televisa, la principal cadena de televisión. En parte Telmex era un contrapeso a Televisa. Las dos empresas eran consideradas demasiado poderosas para que se les permitiera funcionar juntas, menciona el periodista.

Cuenta que en marzo del año pasado el entonces secretario de Comunicaciones, Luis Téllez, arregló un encuentro secreto entre Slim y el presidente Calderón. El ex funcionario, de acuerdo con el autor, esperaba de esa cita que el gobierno y Slim pudieran, de la mejor manera, trabajar un plan ambicioso que permitiera abrir el sector de las telecomunicaciones para incrementar la competitividad; a cambio, asegura la publicación, el gobierno ofrecería al empresario “algo que desesperadamente quiere: televisión”.

De acuerdo con lo establecido en la cláusula cuatro del título de concesión que se le entregó a Slim en 1991 cuando se privatizó Telmex, esta empresa está impedida para ofrecer servicios de video que en el mercado se dan como televisión. El interés del empresario por entrar a ese mercado responde a que como resultado de la evolución tecnológica y reformas legales, sus competidores pueden ofrecer desde hace tres años televisión por cable, Internet y telefonía fija, el llamado triple play, que es el negocio del futuro en telecomunicaciones. Actualmente Telmex es la única compañía telefónica que opera en México que tiene prohibido vender el servicio de televisión en cualquiera de sus modalidades.

Restricción obsoleta

Los reguladores mexicanos reconocen que la restricción a Telmex es obsoleta y actúa en contra del ambiente competitivo que buscan crear para el negocio de las telecomunicaciones, menciona The New Yorker.

“Televisa se siente amenazada por la entrada de Slim a la televisión, la cual es una buena noticia para la competencia”, según dijo a la revista Rafael del Villar, que es ahora uno de los comisionados de Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), además de que fue uno de los funcionarios presentes en la reunión de marzo de 2008.

En la reunión en Los Pinos estuvieron, sentados en torno a una mesa en forma de U, de un lado Carlos Slim Helú, su hijo Carlos, su sobrino Héctor Slim, presidente de Telmex; uno de sus yernos, Daniel Hajj, director de América Móvil; otro de sus yernos, Arturo Elías, vocero del empresario. En la cabecera de la U se ubicó el presidente Calderón y en el otro lado de la mesa se sentaron Luis Téllez y Rafael del Villar, narró la publicación.

En ese encuentro Del Villar le dijo al empresario: “nosotros dejaremos que entres en televisión, Carlos Slim, pero primero tenemos que estar de acuerdo en una serie de temas”, precisó la revista. Los temas incluían la aplicación de precios de interconexión razonables, reducir tarifas a las llamadas de larga distancia, compartir la infraestructura de Telmex con los operadores de telecomunicaciones que lo soliciten, y eliminar la práctica de cobrar minutos completos.

La revista estimó que el ingreso que Carlos Slim podría perder en caso de que hubiera estado de acuerdo con estas peticiones estaba muy cerca de exceder el valor de la totalidad del negocio de la televisión en México.

El empresario Carlos Slim HelúFoto Carlos Ramos Mamahua
En respuesta a los planteamientos de los funcionarios públicos durante ese encuentro, el equipo de Slim presentó gráficas que sugerían que las tarifas de interconexión en México eran competitivas con las de otros países, pero pedirles que abrieran la infraestructura de Telmex, argumentó el equipo de Slim, era tanto como lo que se hizo en Estados Unidos después de la división de AT&T, que dio como resultado la disminución de la inversión para actualizar equipos.

La reunión duró dos horas y media. De acuerdo con tres participantes, Slim estaba tan enojado que amenazó con vender Telmex, aunque el empresario negó a la revista que haya expresado exactamente eso.

Slim contó a The New Yorker: “yo dije en esa reunión: díganme lo que quieren; si ustedes quieren de mí que venda está bien; si ustedes quieren de nosotros que dividamos Telmex en dos o tres partes está bien. La única cosa que no haremos es destruir Telmex”. A pesar de la oposición del gobierno, Slim encontró rápidamente una manera para que Telmex ofrezca el servicio de televisión a través de un acuerdo comercial con un proveedor de televisión restringida, pero sigue sin poder proporcionar el servicio por sí mismo. Eso cambiará, aseguró Slim “más temprano que tarde”.

Una larga historia

Si los resultados hubieran sido otros, esa reunión en Los Pinos habría sido la primera señal positiva para Telmex después de casi dos años de haber solicitado de manera formal a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) el cambio de título de concesión a fin de entrar al mercado del triple play, y luego de que desde su punto de vista ya había cumplido con las tres condiciones impuestas por la Comisión Federal de Competencia (CFC) en el acuerdo de convergencia, que consiste en ofrecer interconexión, interoperabilidad de redes y portabilidad numérica.

Sin embargo, las condiciones del Ejecutivo no fueron aceptadas por el empresario debido a que, de acuerdo con argumentos de Telmex, sus tarifas de interconexión no pueden ser más bajas, mientras desagregar el bucle o permitir el libre acceso de cualquier operador a su red a precios mínimos equivaldría a aceptar la expropiación de su patrimonio, de acuerdo con los argumentos ofrecidos por la empresas desde que empezaron las discusiones sobre el Plan Técnico Fundamental de Interconexión e Interoperabilidad (PTFII).

Telmex se opuso al Plan de Interconexión que entró en vigor hace unos meses, pero que no se ha podido instrumentar de forma plena, debido a que esta empresa presentó los recursos legales disponibles para que no se afecte su infraestructura.

Cada paso rumbo a la entrada de Telmex al mercado de la televisión va a acompañado de acusaciones por parte de sus competidores, denuncias, amparos y todo tipo de estrategia legal posible, para evitar que el gigante mexicano de las telecomunicaciones ingrese a un negocio que también ha estado en manos de pocos.

De esta manera, desde hace tres años las empresas de televisión por cable pueden ofrecer el servicio de triple play, al vender televisión, Internet y telefonía fija, mientras Telmex sólo ofrece telefonía fija e Internet, aunque sus competidores lo colocan ya dentro del mercado de la televisión por la relación que tiene con MVS y Echo Star a través de Dish México.

Un nuevo desencuentro entre Slim y Calderón se produjo luego de que el empresario participó en el foro “Qué hacer para crecer”, organizado por el Senado de la República, en el que advirtió que la crisis económica tendría un grave impacto en México.

El distanciamiento entre el empresario y el Ejecutivo duró aproximadamente un mes sin que hubiera señales de una u otra parte, hasta que se restablecieron la relaciones y con ello las ríspidas negociaciones entre los ejecutivos de Slim y el equipo del gobierno federal.


*Tomados de La Jornada.


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Jugarreta política**


JOSé GIL OLMOS

Para Marco A. Cruz, ganador del Grange Prize de Fotografía

MÉXICO, DF, 27 de mayo (apro).- Con uno de los operativos más fuertes y de mayor alcance político que haya llevado a cabo hasta el momento contra el narco, Felipe Calderón ha recuperado la agenda político-electoral que en días pasados estaba perdiendo por los ataques del PRI al fracaso de su estrategia económica, que ha llevado al país a una de sus peores crisis en la última década.

La detención de diez alcaldes y 17 funcionarios y exfuncionarios de Michoacán presuntamente vinculados al cartel de La Familia, efecatuada por el Ejército y la policía federal, no puede ser vista de otra manera sino en el marco de la lucha electoral, pues el PAN ya iba perdiendo aire en su pelea y necesitaba de una bocanada fresca que le diera fuerza a su campaña de promoción del voto basada precisamente en la actuación del gobierno de Calderón.

Seguramente esta acción la capitalizará el PAN y el propio Calderón, no obstante que el operativo haya sido en contra de ediles de todos los partidos, incluyendo a los panistas. La argumentación oficial que se desplegará estará seguramente en la línea discursiva de que en la lucha contra el narcotráfico el gobierno panista no hace distingos

Pero en los hechos sí hay distinciones o si no, ¿por qué el gobierno federal no actuó de la misma manera en contra de los funcionarios del gobernador panista de Morelos, Marco Antonio Adame?, a quienes se les vincula con el cártel de los hermanos Beltrán Leyva.

El propio titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Eduardo Medina Mora, confirmó que hay "elementos" para suponer una vinculación de los exsecretarios de Seguridad Pública estatal y de Cuernavaca, Luis Ángel Cabeza de Vaca Rodríguez y Francisco Sánchez González, respectivamente, con dicho cártel.

Incluso desde antes del gobierno de Adame ya se tenía registro de vínculos entre funcionarios y narcotraficantes en Morelos.

Cuando gobernaba la entidad el también panista Sergio Estrada Cajigal, se le acusó de estar estrechamente relacionado con Nadia Esparragoza, hija del famoso narcotraficante Juan José Esparragoza El Azul.

Por eso una acción como la que se efectuó en Michoacán, en el caso de Morelos hubiera tenido una lectura totalmente distinta, se tomaría como la confirmación de que el narco también tiene vínculos con los gobiernos emanados del PAN.

Hasta la realización del operativo en Michoacán en la opinión pública comenzaba a permear el malestar social por la crisis económica que sufrimos los mexicanos desde hace un par de años.

Las cifras difundidas por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de que el producto interno bruto (PIB) tuvo su peor momento en 14 años al registrar una caída de -8.2% en el primer trimestre del año, así como el dato del secretario de Hacienda, Agustín Carstens, de que la economía retrocederá -5.5% y no -4.1% como se había previsto, puso en evidencia el manejo tramposo que el gobierno calderonista pretendía darle a esa situación de crisis que ya pega en el bolsillo de la gente.

La pérdida de al menos 500 mil empleos en este año era otro dato que pegaba precisamente en la imagen de Calderón que, durante su campaña, precisamente se autodenominó como el "presidente del empleo".

El operativo militar-policiaco que se desplegó el martes pasado de manera simultánea en varios municipios de Michoacán, y en el cual se detuvo a 27 funcionarios –diez de ellos presidentes municipales--, bien se pudo llevar a cabo en cualquier otro momento, pues según la información de la PGR, desde hacía meses se venía investigando su vinculación con el narcotráfico.

Pero no fue así, el Ejército y la SIEDO efectuaron el operativo precisamente cuando más lo necesitaba Calderón y el PAN, cuando su imagen de un gobierno eficiente y efectivo estaba en entredicho por los errores cometidos en las estimaciones del impacto económico de la crisis financiera.

En política no hay coincidencias, dice un refrán, y esto bien se aplica en las acciones que está tomando Calderón, pues una de sus principales banderas, la lucha contra el narcotráfico, se estaba cayendo ante la opinión pública por los escasos resultados.

Por eso la jugarreta política aplicada en Michoacán cobra mayor relevancia, pues se trata de un mensaje directo al PRI y a sus gobernadores, ya que no se descartaría que este tipo de operativos se pudieran extender a entidades que son cotos de poder del narcotráfico, como Tamaulipas, Nuevo León, Coahuila, Estado de México, Durango, Chihuahua y Veracruz y, al mismo tiempo, son básicos para los planes de recuperación del poder presidencial de los priistas.

El problema para Calderón es que si actúa así en contra de las entidades gobernadas por el PRI, lo mismo tendría que hacer con las del PAN, donde los cárteles del narcotráfico también tienen vínculos, como son los casos de Guanajuato, Baja California, Aguascalientes, Morelos, Querétaro y San Luis Potosí.

De ahí que sea probable que el operativo en Michoacán no vaya a extenderse o a repetirse en otros estados, pues ya cumplió su fin: que Calderón tuviera de nuevo el control político de las elecciones.

**Tomado de la revista Proceso.