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lunes, agosto 04, 2008

Ochenta años de corrupción e impunidad, el legado del PAN y PRI




Tomados de El Universal, Helioflores y Naranjo y La Jornada, Hernández.


El único pretexto para que el pelele Felipe Calderón Hinojosa militarizara México fue su “guerra” contra el crimen organizado y el narcotráfico. Pero en poco más de 18 meses los resultados son devastadores por donde quiera que se vean. En ese breve lapso de tiempo el número de asesinatos a manos de la delincuencia organizada suma más de cuatro mil en todo el país sin que nadie haga nada para pararlos. Los órganos del desgobierno usurpador encargados de esa tarea dedican sus pequeños esfuerzos en destrozar cualquier tipo de colaboración que tenga como fin acabar con la delincuencia. La razón es simple, todas las dependencias están infiltradas por el crimen organizado. El dinero de secuestros, asaltos, tráfico, distribución y venta de drogas se puede localizar desde la campaña electoral del espurio Calderón Hinojosa –según denuncia de Zhen Li Ye Gon- hasta la Secretaría de la Defensa Nacional, la Procuraduría General de la República (PGR), la Agencia Federal de Investigación (AFI), la Secretaría de Seguridad Pública Federal (PSF), pasando por las policías ministeriales y locales a lo largo y ancho del territorio mexicano.

La información publicada hoy por El Universal de que a cambio de los cientos de millones de dólares –del Plan México- que recibirá la nación, el desgobierno federal tendrá que purgar sus “instituciones de justicia”, no es más que la confirmación de lo que se había denunciado con antelación. La corrupción de las estructuras de seguridad del país está completamente vulnerada y los estadunidenses quieren que se les garantice la seguridad de su frontera. Dan esa bicoca, para que el panismo y priísmo entreguista tengan el pretexto de rendir cuentas a un poder extraterritorial.

Sin embargo, estos mismos hechos desmienten con claridad y certeza que “aunque no lo parezca” se va ganando la guerra al crimen organizado, como lo aseguró en meses anteriores el titular de la PGR, Eduardo Medina Mora. Tan no se gana que reportes periodísticos dan cuenta de que cada vez más empresarios optan por cambiar su lugar de residencia y hasta sus negocios fuera de México. O el dato del hijo del dueño de Deportes Martí, quien fue secuestrado aún teniendo escolta armada y auto blindado. El niño de 13 fue asesinado a pesar de que su familia pagó una millonaria cantidad por su libertad.

Los medios oficiales y oficiosos no han hecho otra cosa que dar la nota, pero lejos están del linchamiento mediático de que fue objeto el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, por la muerte de 12 personas en el antro de mala muerte News Divine. Aquí nadie pide la renuncia inmediata del pelele Calderón Hinojosa o de sus testaferros Medina Mora o de Genaro García Luna. Y eso que la víctima fue uno de los suyos, del selecto grupo de supermillonarios de México. ¿Ni en estos casos hay solidaridad empresarial? Es una vergüenza. ¿Qué puede esperar el ciudadano común ante la evidencia de corrupción, negligencia, deshonestidad y falta de capacidad? ¿Qué se puede esperar de un desgobierno usurpador y transa que llegó “haiga sido como haiga sido”? Esos son los resultados de más de 70 años del PRI y 8 años del PAN. Más y mejor corrupción.


A continuación una colaboración tomada del periódico La Jornada.



http://www.jornada.unam.mx/





Un destino al viento

Jorge Carrillo Olea
tuopinionjc@hotmail.com

Los acontecimientos de la última semana de julio: la crisis en la Procuraduría General de la República (PGR), que provocó la renuncia de los subprocuradores, fue resultado de la descoordinación de la PGR con la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) y el Ejército para combatir los plagios y otros ilícitos, lo que habría motivado las dimisiones y dejado al propio procurador en la tablita; el informe inicial sobre una matanza en la familia del secretario de Agricultura, luego desmentida, pero de efectos irremediablemente dañinos, dado el nivel del personaje que se vio involucrado; injerencias autocráticas y por supuesto ilegales del director de la Lotería Nacional para sacar de manos de la justicia a una presunta delincuente, hermana de una amiga íntima; despidos de altos funcionarios en la Reforma Agraria por corrupciones; más decenas de muertos por aquí y por allá, muestran cuál es la magnitud de la crisis de un gobierno cuyo destino se encuentra al viento, y eso por si quisiéramos olvidar como agravante el inmediato pasado del desastre nacional que estamos enfrentando.

Lo verdaderamente grave y trascendente es que este estado de crisis se concreta en las instituciones, pero sus efectos están dirigidos al mismísimo corazón del Presidente de la República. No son las instituciones aisladamente las que están en crisis, la ingobernabilidad es cada día más manifiesta, la falta de carácter del jefe del Ejecutivo es cada día más evidente. Peor que el llamado gobierno “Montessori” de Fox, es el que estamos sufriendo. La situación es más grave que la enfrentada por Zedillo, que se dedicó a destruir instituciones, o por Fox, actual estratega cupular del PAN, quien no supo construir el gobierno del cambio que prometió en su campaña. No, la situación que ha creado Calderón en estos breves años de gobierno es de ingobernabilidad, que en términos llanos significa caos.

Ya es un estribillo hablar de un gobierno de ineptos, inexpertos y corruptos. Peor, es una verdad ya impresa en lo que vaya a ser la historia de este periodo. La única solución visible y eso a plazo medio, es una recomposición total del gobierno en el que, como el propio Calderón ha dicho, refiriéndose a otros temas, no haya distinciones entre colores o partidismos. Ése sería verdaderamente un gesto de inteligencia democrática y pragmática, pero parece ser que el señor no ve más allá que lo que su angosta vida política le ha permitido.

México, por fortuna sigue teniendo personajes de primerísima calidad, es el caso, para no entrar en la historia, de Ángel Gurria, del embajador Bernardo Sepúlveda, del doctor Julio Frenk. El primero presidente de la OCDE; el segundo juez de la Corte Penal Internacional en La Haya, y el tercero director de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard. Sin embargo, se ha acudido a personajes tan mediocres como el secretario de Agricultura, el ingeniero Cárdenas; al licenciado Sojo, de Comercio, dedicado a pagar facturas por favores recibidos; al invisible secretario de la Reforma Agraria y, para no prolongarnos, remachar con el inextinguible Juan Camilo Mouriño, de esa caricatura de Secretaría que es Gobernación.

¿Cómo es posible, señor Presidente, que a casi dos años de demostrar sus peculiaridades cada uno de sus colaboradores no se dé usted cuenta del lastre que representan para su gobierno?

Los casos de la embajadora Patricia Espinoza, secretaria de Relaciones Exteriores, y del general Galván se salvan porque ante la falta de conocimiento de usted sobre esas áreas se confió a la institucionalidad, tanto como se confió al amiguismo, al panismo y a las recomendaciones en otras áreas.

En fin, es su responsabilidad y así pasará a la historia. Lo que no es suyo es el destino de México, que hoy se encuentra al viento. ¿Sabrán sus estrategas y le dirán con honestidad cómo serán para México los siguientes tres años, en el contexto exterior y en el interno?