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jueves, julio 31, 2008

Presentarán expertos alternativa ciudadana ante inteto de privatizar Pemex




La sobrina del pelele Felipe Calderón Hinojosa, Mariana Gómez, insiste en el “enorme” gasto usado para la consulta ciudadana del pasado 27 de julio y sobre el “cochinero” del ejercicio. Sin aportar ninguna prueba de lo dicho más que un video –y otras “evidencias” en CD- la prima hermana de Margarita Zavala –esposa del usurpador- quiere bronca con el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, para que al menos el nombre del PAN sea conocido en el Distrito Federal. Ese partido al igual que el PRI no consiguieron ningún legislador en las elecciones de 2006. Los que tienen son de carácter plurinominal, es decir de dedazo, no por el voto de la ciudadanía. La impuesta líder del PAN en la capital del país tuvo que reconocer ayer que su flamante “prueba” era un montaje hecho por quien sabe quien, pero que le llegó por medio de la página del PAN en internet. Que no da a conocer el correo electrónico del sujeto que se lo envió porque le pidió no hacerlo. Que se sepa ella no es ningún medio de comunicación, vamos ni reportera. El anonimato de las “fuentes” es de carácter periodístico, no de un partido político. ¿Esa es la legalidad que pregona el PAN? ¿Ese es el Estado de derecho que dice defender? ¿Ya presentó la denuncia correspondiente con nombre y apellido como siempre se lo exigen a la oposición? Por su puesto que no, se trata de un montaje de un panista –no podría ser de un perredista, ¿verdad?- que sólo busca hacer ruido ante la falta total de credibilidad del PAN en el Distrito Federal. Recordemos, nadie eligió a un panista para legislador, todos son impuestos por dedazo. ¿Cuáles representantes populares, de quién?

En la consulta ciudadana participaron más de un millón 800 mil personas, de las cuales más de un millón 500 mil se pronunciaron por el NO. Ese es el fondo del asunto. Tan es así que los Chuchos de la vieja derecha del PRD con su líder espurio a la cabeza ya hablan de que a más tardar el próximo 15 de agosto presentará el PRD su propuesta de reforma petrolera. Ni por asomo quieren quedarse fuera de la repartición del pastel, aunque les toquen migajas. Como ejemplo están varias notas de El Universal, donde reseñan que la actual presidenta de la Cámara de Diputados –que dejará el cargo a finales de agosto- Ruth Zavaleta, se gastó junto con otros cuatro legisladores y su secretaria un millón de pesos de nuestros impuestos en un viaje a Rusia que incluyó Roma, sus museos y el Vaticano y duró sólo siete días. Sin amilanarse la experta en respuestas al estilo PAN-PRI dijo que era cierto que cuentan con dinero para ello, que todo es legal y apegado a la “norma”. Los boletos costaron medio millón de pesos por ser de primera clase –bussines class-, además les dieron 60 mil pesos para sus viáticos de una semana, es decir cada “legislador” se gastó el sueldo de más de tres años de un obrero. Por eso es que la Nueva Izquierda del PRD está tan cerca del PRIAN, quieren aunque sea las migajas del pastel. Cinismo y corrupción puras. Si la ley lo prohíbe, pues se cambia la ley para que todo sea “legal”.

Sin embargo, intelectuales y ponentes en los foros del Senado elaborarán una propuesta de reforma petrolera que incluirá el sentir de la ciudadanía y las mejoras necesarias para que Pemex sea la palanca de desarrollo del país y no el barril sin fondo de la corrupción del PAN y PRI. Se espera que en dos semanas sea presentada –por las mismas fechas que la anunciada por el Chucho Guadalupe Acosta Naranjo- ante el Senado. De esta manera se estaría frenando el acuerdo cupular del PRD de los Chuchos con el PAN y PRI que incluye la privatización de la paraestatal y una tajada para los Chuchos. Nada bueno se puede esperar de esta corriente perredista que un día sí y otro también dinamita la construcción de las bases democráticas tan necesarias para México. Millón y medio se oponen de manera decidida a la privatización del petróleo y faltan todavía dos consultas más. Pésele a quien le pese.


La siguiente colaboración fue tomada del periódico La Jornada.




http://www.jornada.unam.mx/





La consulta

Octavio Rodríguez Araujo

Un plebiscito es, de acuerdo con Gladio Gemma (en N. Bobbio, N. Matteucci y G. Pasquino, Diccionario de política, Siglo XXI Editores), una votación popular sobre temas de relevancia constitucional. Es una de las formas conocidas de democracia directa. Es sinónimo de referéndum. Se acepta, generalmente, que éste es de legitimidad jurídica en tanto que el plebiscito es más de legitimidad política. Empero, según destacan Martínez Silva y Salcedo Aquino (Diccionario electoral, INEP), el plebiscito es por etimología una resolución del pueblo. Es, pues, una consulta popular, y no tenemos que discutir mucho el concepto.

La consulta del domingo pasado fue eso: una consulta y el pueblo se pronunció. Sus organizadores han dicho que participaron un poco más de un millón y medio de ciudadanos. Lo acepto. Esto quiere decir que alrededor de 2 por ciento de los mexicanos en edad de votar participaron, ligeramente menos que quienes participaron en la consulta de 1995, promovida por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Esta última tuvo más éxito que la del domingo pasado, pues se hizo con escasísimos recursos y más que todo con el entusiasmo de la gente, en tanto que en la del domingo hubo apoyos partidarios y gubernamentales (de los partidos del Frente Amplio Progresista y sobre todo del Gobierno del Distrito Federal).

Sin embargo, a diferencia de la consulta zapatista de 1995, en la relativa al futuro de nuestros energéticos hubo una masiva contrapropaganda desde los gobiernos estatales (no perredistas) y federal, además de oposición de los principales medios y sus plumas de derecha, pagadas o voluntarias. La consulta zapatista no tuvo oposición generalizada, aunque sí fue ignorada por las fuerzas reales del poder en México. Esto también hace una diferencia: si los gobiernos panistas y priístas (y sus cajas de resonancia conocidas como televisión y radio) hubieran ignorado la consulta promovida por el Frente Amplio Progresista y algunos gobiernos perredistas, lo más probable es que hubieran acudido más votantes. La otra cuestión fue la redacción de las preguntas, poco clara para muchísima gente, error que cometieron también los zapatistas en las preguntas 4 y 5 de la consulta ya mencionada. En los dos casos se prestaron a confusiones.

Con todos sus defectos y a pesar de la contrapropaganda, sobre todo gubernamental y panista (lo mismo), la expresión popular se manifestó el domingo pasado y, como correctamente encabezara La Jornada en su primera plana del 28 de julio, el no fue y es una realidad, el no a la privatización del petróleo.

Los que estuvieron a favor de que se privatice de una u otra manera también tuvieron oportunidad de expresarse, fueron a las urnas y perdieron. En la democracia, como sabemos todos, se gana o se pierde incluso por un voto. Perdieron los que están de acuerdo con las iniciativas gubernamentales sobre la materia y, en cierto sentido, también los del Revolucionario Institucional.

Se dirá que participaron pocos, que el 2 por ciento de la ciudadanía es una cantidad muy pequeña, poco significativa. Lo es, pero no menos cierto es que pudieron participar todos los 76 millones de mexicanos en edad de votar, pero no lo hicieron. ¿El que calla otorga? Con toda la pena, así es la democracia: de la misma manera que un candidato único, en un sistema pluripartidista, puede ganar con un voto (el suyo propio), en este caso el no ganó con pocos votos, y en ambos casos no está en cuestión la democracia, sino que los partidos de oposición no presentaran candidatos (elección presidencial de 1976) o que los ciudadanos no quisieran asumir su derecho a participar políticamente (27 de julio de 2008).

Por lo demás, no es de dudarse que la gente del gobierno federal y sus partidarios hubieran querido que perdiera el no, y hasta es probable que invitaran (bajita la mano) a pronunciarse por el sí Si lo hicieron, la población no les respondió. Si no lo hicieron se equivocaron al subestimar la consulta. Y se equivocaron porque con “poca” participación y todo lo que se quiera, quienes asistieron a las urnas votaron en mayoría por el no. Los que se abstuvieron y se quedaron en su casa o desdeñaron la invitación cometieron el error de todos los abstencionistas: dejar que los que sí participan decidan por ellos.

Cierto es, como ha señalado Carlos Payán, que la consulta del domingo no es vinculatoria para hacer obligatorio que los resultados se acaten, es sólo indicativa. Éste es el principal dato y la primera lección de la consulta que queda ahora en manos de la representación política. Ignorarlo sería irresponsable o querer hacerle al tonto. Hay una voluntad expresada a partir de una convocatoria.

Quien no quiso votar está otorgando y aceptando a priori los resultados. Ni “es estéril” (Juan Manuel Oliva Ramírez, gobernador de Guanajuato), ni es “información adicional a la mucha con la que se cuenta” (Georgina Kessel, secretaria de Energía). Es una consulta que el gobierno federal debió haber impulsado (pues es de interés de la nación), pero no lo hizo como otras tantas cosas que debería hacer si de veras le interesara la opinión del pueblo y la democracia.