progressif

martes, abril 29, 2008

Recrudece el cinismo al inciar tiempos elctorales





Tomados de La Jornada, Hernández y El Fisgón y El Universal, Helioflores.

El segundo acto de la farsa para privatizar Pemex está por iniciar. Cuando la propuesta del pelele Felipe Calderón Hinojosa fue presentada al Senado el PRI se apresuró a señalar que estaba de acuerdo con ella porque contenía muchos de sus señalamientos. En ese entonces, hace 20 días, el PRIAN tenía por seguro que antes de que finalizara abril la misma sería aprobada por el mayoriteo que acostumbran en las cámaras de senadores y diputados.

Fue la toma de tribunas lo que impidió que el despojo y saqueo a la nación se impusieran. Ahora que habrá 72 días para “debatir”, el jefe de la mafia priísta, el senador –quien tiene un oscuro pasado ligado al asesinato de Luis Donaldo Colosio y al narcotráfico en Sonora- sale con el cuento de que el mentado proyecto “tiene serios defectos que habrá que allanar. Nosotros no la aprobaremos tal como ha sido enviada. Estoy seguro de que se puede perfeccionar de tal manera que nosotros podamos garantizar que no tenga ningún viso, ningún fantasma privatizador alrededor de cada una de sus propuestas. No coincidimos en muchos de sus puntos. Habremos de fijar nuestra posición el 13 de mayo rumbo al debate nacional, y a partir de esa propuesta que pongamos sobre la mesa, debatiremos cuál es la ruta más inteligente para lograr lo que todos los mexicanos quieren: un Pemex distinto, con mayor progreso y que beneficie más a la gente”.

Ahora todos dicen que sí se discutirá a fondo y que la propuesta es “perfectible”, además de que se impondrán “candados” para asegurar que no se privatice. De ser así, el PRI estaría obligado a presentar una propuesta distinta a la del usurpador Calderón Hinojosa, pues la actual es considerada privatizadora hasta por entidades internacionales, no precisamente de izquierda. En caso contrario es un capítulo más de la telenovela que busca distraer la atención y aprobar la privatización del petróleo sin la participación ni conocimiento de los principales interesados: los ciudadanos.

Mientras Germán Mentiras o Martínez, para el caso da lo mismo, declara que la resistencia civil pacífica no sacó nada con la toma de tribunas y las manifestaciones en las calles, sólo se llevó sus mantas, dijo. A los senadores de su partido no les parece así y en la primera ocasión que tuvieron –ayer mismo- dejaron evidencia del odio, rencor y coraje que todavía tienen –pese a haber aprobado decenas de iniciativas a su gusto, conveniencia y sin debate ni oposición- por la “nada” que se llevaron los legisladores del Frente Amplio Progresista.

Para el espurio Calderón Hinojosa es momento de recabar nuevos clientes electorales, por lo que cambió de nuevo el nombre del programa de la Sedeso –Solidaridad, Progresa, Oportunidades, etc.- para tal efecto. Ahora se llamará Vivir Mejor –la semejanza con la organización fachada del Yunque Mejor Sociedad, Mejor Gobierno, que lanzó el spot de odio contra Andrés Manuel López Obrador, no es mera coincidencia- y no será populista, pues no es asistencial y no considera que los pobres busquen dádivas o caridad, anunció.

Sin embargo eso es precisamente lo que ofrece. Una cantidad de 250 0 300 pesos bimestrales, la entrega de alguna despensa, o una beca de la misma cantidad. Una cosa nada más no todas juntas, es la forma en que el pelele Calderón Hinojosa plantea para sacar de la pobreza a millones de mexicanos que viven en la marginación. Su programa abarcará 150 mil personas, que no representan ni el 0.5 por ciento de los mexicanos en condiciones de extrema pobreza. Demagogia pura. El objetivo real es actualizar el padrón electoral con miras en los comicios de 2009. Ya su gran amigo, el capo Manlio Fabio Beltrones, amenazó con aprobar un periodo extraordinario de sesiones del Congreso sólo si se incluye la tarea de legislar para terminar con el uso clientelar de los programas de Sedeso. Ya entrado en gastos el priísta transa afirmó que la reforma a Pemex debe pasar por fijar el destino de los recursos petroleros para abatir la desigualdad. De otro modo, dijo “estaremos simplemente acompañando políticas neoliberales que no han dado resultado en el pasado”. ¿Discurso de izquierda? No, simplemente que los tiempos electorales se acercan y los “grandes amigos” se distanciarán unos meses para llevar cada uno agua a su molino. Cosas de la cínica política que tiene que aguantar México.


El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.











PAN: El partido de la impunidad

Álvaro delgado

México, D.F., 28 de abril (apro).- Al tomar posesión del cargo que completará casi dos décadas de gobierno del Partido Acción Nacional (PAN) en Jalisco, el 1 de marzo del año pasado, Emilio González Márquez proclamó: “No venimos a robar ni a descansar, ni venimos por glorias humanas ni tampoco para abusar del poder.”

Pronto ese conjunto de compromisos quedó quebrantado, igual que su juramento, como alcalde de Guadalajara, de terminar el trienio, a pesar de sus recurrentes actos de falsa congruencia y su grosera ostentación de religiosidad.

“Soy católico. Por eso no robo, por eso no engaño… No soy ladrón, no soy narco, no soy maricón. De otras cosa podré tener un poquito, pero de eso no”, decía Emilio en julio del 2005, después de usar el presupuesto municipal para editar nada menos que 120 mil ejemplares de un libro apologético de la religión de su preferencia.

González Márquez, quien junto con sus cofrades Guillermo Velasco Arzac y José Antonio Ortega Sánchez, se declaró esbirro del ultraderechista Álvaro Uribe --como Felipe Calderón--, es protagonista de uno más de los escándalos que lo han acompañado en su carrera política, sobre todo después de dar el brinco del Partido Demócrata Mexicano (PDM) al PAN y de ocupar cargos mediante insanas prácticas políticas, incluyendo --como es el caso-- la manipulación de la fe.

Pero Emilio es, también, el prototipo de la clase política panista de la que tanto se ufana el presidente nacional del PAN, Germán Martínez, quien exhibe con sus actos por qué Calderón lo colocó --mediante el ilegal e inmoral uso del aparato del gobierno-- en ese cargo.

Martínez Cázares ha exonerado a Emilio con celeridad, pero no por la transferencia de recursos del presupuesto de Jalisco a la Iglesia católica ni por el desprecio y la ofensa hacia ciudadanos que le exigen decoro, sino por el lenguaje que el funcionario utilizó para ufanarse de que en ese estado hace lo que le viene en gana, porque para eso fue electo y tiene asegurada la absolución del cardenal Juan Sandoval.

A Martínez le parece suficiente que Emilio haya ofrecido disculpas por su léxico, una patraña que oculta el patrimonialismo en el uso del erario --millones y millones no sólo a la Iglesia, sino a Televisa, a Televisión Azteca, al Teletón--, la insolencia hacia sus mandantes, hayan votado o no por él, y el atentado a una condición de paz en una democracia: el laicismo.

Más que las palabras utilizadas y aun si recurrió a ellas por el influjo de drogas o alcohol, esos son los ejes del debate sobre el comportamiento de González Márquez: el uso patrimonialista del erario, la rendición de cuentas, el respeto a los gobernados porque él es --hay que recordárselo-- un servidor público y la vigencia del laicismo, que garantiza el respeto por igual a todas las religiones y a la ausencia de credo.

Y esos son los temas que Germán Martínez, desde su cargo de presidente del PAN, soslaya en la expedición de un nuevo certificado de impunidad, el sello ya del partido de la derecha.

Como secretario de la Función Pública impartió la línea de Calderón Hinojosa para absolver a Vicente Fox de cualquier sospecha de corrupción --“meto las manos al fuego” por él, proclamó--, y hace poco emitió un fallo absolutorio a un miembro del mismo clan de la derecha, Juan Camilo Mouriño, el empresario español convertido a la política para seguir haciendo negocios y que ha sido exhibido, con documentos, en una inequívoca conducta delincuencial, conforme a lo que establece el Código Penal.

Martínez Cázares, quien integró el gabinete de Calderón durante una anodina gestión de nueve meses --apenas superado por priistas como Jaime Serra Puche, Fausto Alzati y Esteban Moctezuma--, hizo una encendida defensa de Mouriño, que concluyó en absolución, en el diario El Universal, que después ratificó a quien lo quisiera escuchar.

“Él es una muestra de la nueva clase política que está construyendo el país, una buena muestra de profesionalismo, de decencia pública y capacidad. ¡Eso representa Juan Camilo!”, exclamó Martínez sobre Mouriño, a quien identificó como “orgullo” del PAN.

Con el reciente escándalo de Emilio --uno más en su larga lista de compra de popularidad con recursos públicos-- y su inmediata exoneración por Martínez, el PAN muestra su auténtica estatura moral y política, que es la que siempre ha tenido la derecha.

Comentarios: delgado@proceso.com.mx