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jueves, abril 24, 2008

Hechos ponen discursos del pelele y poderes fácticos en la basura






Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.

Hace 11 años se reformó el sistema de retiro y se instalaron las afores para que los trabajadores al jubilarse contaran con un mejor ingreso cuando más falta les haría. El banco español BBVA Bancomer informó ayer miércoles 23 de abril de 2008 que con el actual régimen, los pensionados recibirán sólo el 51 por ciento de su último salario. Es decir que fue una rotunda mentira. A este hecho se suma la reforma a las leyes de pensiones del IMSS que hacen aún más raquítico el ingreso y peor el sistema público de salud.

Por eso ahora alertan sobre la necesidad de que patrones y trabajadores destinen más recursos para que al final de su etapa laboral se acerquen siquiera al 100 por ciento de su último salario. Con esa perspectiva el PRIAN modificó la ley de pensiones del ISSSTE y con sus levantados cancelaron la posibilidad de una pensión real para millones de trabajadores al servicio del Estado.

Ya sucedió con el gas doméstico, van por la energía eléctrica y los combustibles. Sin embargo, un logro innegable de la resistencia civil pacífica es haber frenado, por el momento, la aprobación al vapor de la venta de Pemex. El Centro de Estudios de Derecho e Investigaciones Parlamentarias (CEDIP) de la Cámara de Diputados calificó ayer a la iniciativa del pelele Felipe Calderón Hinojosa de privatizadora y violatoria de la Constitución.

El priísta Alfredo Ríos Camarena indicó que los gobiernos recientes “han convertido a la industria del petróleo y los hidrocarburos en una vasta área de negocios del sector privado, sobre todo extranjero, porque se han invadido áreas medulares de la explotación petrolera mediante contratos de servicios múltiples o integrales. De modo que empresas privadas se hallan participando en actividades que constitucionalmente sólo pueden ser realizadas por el Estado.

“Debe quedar muy claro que cuando se habla de esa propuesta privatizadora se refiere a las actividades que forman parte de la industria petrolera; esto tiene que ver, por supuesto, con la exploración, con la perforación, con la extracción del petróleo, con la refinación, con su transportación, con su almacenamiento y, por supuesto, con la venta de los derivados del petróleo”, aseguró

Otra mentira más es el crecimiento de la economía de México que según pronósticos de organismos internacionales –que nunca podrían ser señalados como de izquierda, sino neoliberales- como el FMI, el Banco Mundial y la CEPAL aseguraron que en el mejor de los casos la economía mexicana crecerá 2.7 por ciento el presente año, el índice más bajo en los últimos seis años. Por debajo del país más pobre de América Latina, Haití, y en el último lugar de 20 naciones latinoamericanas. Que decir que los países gobernados por “populistas” como Hugo Chávez en Venezuela, o Evo Morales en Bolivia, tendrán índices mucho más altos que el mexicano.

Y con todo sigue la misma cantaleta del “barco de gran calado” y la “sólida economía que es envidia mundial”. Como hemos escrito en el pasado, los hechos desmienten la mentiras cotidianas del usurpador Calderón Hinojosa, de su gabinete pirata, de los poderes fácticos y de las mafiosas televisoras y radiodifusoras. Todos van en el mismo sentido: hacer inmensas fortunas a costa de la quiebra de México y la miseria de sus habitantes.


A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.









Un nuevo partido

josé gil olmos

México, D.F., 23 de abril (apro).- El PRD ha dejado de ser una opción electoral. Las elecciones internas recientes lo exhibieron como una cofradía de grupos que nunca pudo cohesionarse como partido.

Derrotado por sí mismo, el PRD ha dejado un vacío que sólo puede ser ocupado por otra alternativa política; y quien podría llenar esta expectativa es Andrés Manuel López Obrador, encabezando un nuevo partido político.

Desde hace unos meses el “gobierno legítimo de México”, representado por López Obrador, ha realizado una campaña en todo el país para afiliar a sus simpatizantes. Cada una de las credenciales, tienen sello de seguridad y un número de folio que muestra la cantidad de “representantes” que por voluntad propia van a los módulos a registrarse.

El número de registrados llama la atención, pues ningún partido político, ninguna organización social, tiene los 2 millones 200 mil afiliados con los que cuenta el “gobierno legítimo” de López Obrador.

El dato por sí mismo llama la atención. Políticamente significa que, contrario a lo que desearían sus enemigos, López Obrador sigue manteniendo una fuerza social representativa y que es muy ajena al PRD. Es decir, sigue vivo en sus planes políticos como ya lo demostró en la clausura de las tribunas legislativas y la suspensión temporal del debate sobre la reforma energética.

Electoralmente también los otros partidos y el gobierno de Felipe Calderón, deberían tomarlo en cuenta, pues este número de simpatizantes no sólo es el músculo social con que cuenta para ser movilizado, sino de la posibilidad de traducir este número en seguidores en votos, lo cual nos lleva a la posibilidad de que ante la crisis del PRD surja un partido “lopezobradorista”.

La hipótesis de que seguidores de López Obrador creen una nueva opción alterna al PRD no puede descartarse. Seguramente no sería para las elecciones del 2009, pues es demasiado pronto y no tendría el tiempo que requiere el Instituto Federal Electoral para obtener el registro; pero sí para la elección presidencial del 2012.

Existe la posibilidad de que algunos de los partidos que forman el Frente Amplio Progresista (FAP), como el del Trabajo (PT) o Convergencia, podrían ceder su registro y con ello salvar los tiempos, sobre todo si tomamos en cuenta que lo más seguro es que con esta crisis el PRD perderá la segunda fuerza política nacional que alcanzó en el 2006.

Desde que se formó el PRD no había podido superar su nivel electoral de 17% de representación a nivel nacional. En la pasada elección presidencial duplicó este número, y consiguió el segundo lugar como fuerza política nacional.

Durante todo este tiempo la figura caudillista de Cuauhtémoc Cárdenas pudo cohesionar las fuerzas socialistas, comunistas, priistas y trotsquistas que le dieron vida al partido en 1989. Pero una vez que el exgobernador de Michoacán perdió por cuarta ocasión la competencia presidencial, estos grupos dejaron de tenerle el mismo respeto y pelearon sus propios espacios de poder.

De hecho, la crisis del PRD comenzó desde el 2000 y se acentuó con los escándalos de corrupción en la gestión de Rosario Robles y de Andrés Manuel López Obrador como presidentes del partido. Gracias a que en el caso de René Bejarano se vieron claramente las manos de Carlos Salinas, Diego Fernández de Cevallos y de Vicente Fox, el perredismo pudo salvar el pellejo.

Gracias al malísimo gobierno de Vicente Fox, y a los escándalos de corrupción de Martha Sahagún y de sus hijos, la elección del 2006 fue para el PRD un aliento de esperanza. La figura de López Obrador creció como una opción real de gobierno honesto y, sobre todo, con proyecto. Si no hubiera sido por la campaña en contra de empresarios, iglesia y medios de comunicación, así como de sus propios errores de soberbia y cerrazón, López Obrador pudo haber ganado la elección presidencial.

Dos años después de ese gran avance, el PRD está en su peor crisis estructural e incluso de identidad. La pelea entre las corrientes de Jesús Ortega y de Alejandro Encinas nos enseñó la incapacidad que han tenido para formar un solo partido; y la ausencia de un interés común para llegar a acuerdos. Los intereses particulares se han sobrepuesto a los del partido.

Eso mismo ha llevado a cuestionar el carácter ideológico y de identidad del PRD. ¿Qué izquierda representa? O mejor dicho ¿A quién pretenden representar las dos partes en pugna?

En medio de estas dos facciones la figura de López Obrador vuelve a salir como una opción para miles de sus seguidores que ya no se sienten representados por el PRD.

Por esto no es descabellado pensar que estamos frente a la gestación de una nueva alternativa política social, nacionalista antes que de izquierda (en términos de ideología socialista o marxista), pues en su pasado congreso nacional los perredistas eliminaron este término de sus principios.