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miércoles, junio 25, 2008

Ataca de nuevo síndrome Chimoltrufia al PAN








Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón y Helguera y El Universal, Helioflores y Naranjo.

Resulta patético que los panistas recurran al teatro y al circo cuando se trata de argumentar a favor de las propuestas privatizadoras del pelele Felipe Calderón Hinojosa. Con manoteos y elevado volumen de la voz intentan opacar al adversario y contradecir sus objeciones.

No hay sesión alguna donde los panistas Juan José Rodríguez Prats y Rubén Camarillo dejen de gritar y gesticular tratando de ridiculizar las numerosas objeciones a las iniciativas del usurpador Calderón Hinojosa.

Rodríguez Prats desestima cualquier cosa. Desde el nacionalismo hasta la Constitución. Para él todo se resuelve con privatizar, pues el Estado no está para hacer negocios. Ayer por ejemplo escupió una más de sus sesudas intervenciones al decir que desde la década de los 70 la industria petrolera ha tenido como objetivo extraer la mayor cantidad posible de petróleo y venderlo a cualquier precio. Antes había dicho que el tema de ese día no era qué hacer con la renta petrolera, para hacer jugo de naranja, instruyó, primero debe haber naranjas y de eso se trata la reforma petrolera, no de qué hacer con la renta, es decir con el dinero que se obtenga de la venta del petróleo.

Para los adormilados podrán sonar “lógicas” sus esforzadas peroratas de abogado leguleyo. Pero como le contestó el perredista Juan Guerra: “antes de tener las naranjas, debo saber qué quiero hacer con ellas, jugo o qué. Ustedes no saben ni en que gastar el dinero, pues por ejemplo Enciclomedia se llevó miles de millones de pesos y no sirve”. Rolando Cordera Campos, profesor de Economía de la UNAM, le señaló que si en las iniciativas no estaba en qué se gastaría el dinero, entonces estaba muy mal. Y si de verdad era cierto que la política panista era sacar todo el petróleo que se pueda y venderlo a cualquier precio, pues habría que cambiarla, porque se trataba no de una política criminal, sino suicida. También se le recordó que el petróleo es un recurso finito, que se acabará.

Camarillo es otro que tiene el síntoma de la chimoltrufia –como casi todos los dirigentes y legisladores panistas- ya que como dice una cosa, dice otra. Para él se ha endiosado a la Constitución como algo intocable, pero que ha sido modificada cientos de veces, entonces ¿por qué no hacerlo ahora? También dice que se ha endiosado al petróleo y a Pemex, pero la verdad, la verdad –agrega- no es para tanto. Acto seguido hace un gran esfuerzo por entender qué le ven de bueno a la paraestatal. El que trabajó 20 años ahí no le encontró nada. Sin embargo, las reformas son urgentísimas porque de otra forma no habrá más petróleo, ni recursos, ni renta petrolera, ni desarrollo.

Cuando los panistas “justificaron” sus iniciativas privatizadores dijeron que el petróleo se acaba –y cada martes y jueves, lo repiten. No hay tiempo amenazan-, que hay reservas para unos cuantos años y que la creación de refinerías se tardará una década. También insisten en que la renta petrolera no se compartirá ni la paraestatal se privatizará. Agregan que el 40 por ciento del presupuesto federal viene del petróleo. Y luego dicen que el petróleo no es importante, que menos importante todavía es la refinación del mismo, y aún menos importante es en qué se gastará el dinero recibido por su venta.

¿Entonces, en que quedamos? Es importante porque ya se acaba, no lo es porque hay que sacarlo cuando antes y venderlo a como se pueda. Si representa el 40 por ciento del presupuesto federal o de plano se le está “endiosando” al darle tanta importancia. Por una vez pónganse de acuerdo o habrá que resucitar a Cantinflas para que sea el traductor del PAN y nos diga “lo que en realidad quiso decir es...”


El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx/






New’s Divine, criminalizar a los jóvenes

jenaro villamil

México, D.F., 24 de junio (apro).- “Órale cabrones, ¿querían desmadre? Van para afuera”. Así les gritaron los policías, reforzados por granaderos y camiones de la exRuta 100, a los jóvenes que alcanzaban a salir de la trampa mortal en la que se convirtió el New’s Divine la tarde del viernes 20 de junio. A golpes y con jaloneos los subieron a las unidades de transporte como si se tratara de una peligrosa banda de narcotraficantes.

El testimonio de Ingrid, una joven de 16 años, y de decenas más de asistentes, así como el video que ahora circula en Youtube con las imágenes de granaderos golpeando a los jóvenes que salían del antro cercado, son elementos que no dejan lugar a dudas: no fueron sólo “errores” o negligencia criminal en el operativo lo que provocaron la muerte de 12 personas --nueve jóvenes y tres agentes-- sino la brutalidad policiaca, la otra cara de la impunidad que ahora se enfrenta al espejo de sus consecuencias.

La tragedia del New’s Divine no es un hecho fortuito. Es el resultado de una visión prejuiciosa, de prefectura moralizante que ha dominado a los cuerpos policiacos capitalinos, quienes han confundido su función preventiva y de seguridad con una visión persecutoria, de “limpieza” generacional.

Las consecuencias están a la vista: después de más de 200 operativos para “cerrar antros”, lo sucedido en la delegación Gustavo A. Madero reclama una profunda revisión de la manera en que las autoridades capitalinas pretenden “poner orden” en la vida nocturna y en los sitios de reunión de los jóvenes.

No sólo eso. Revelan redes de corrupción en el seno de la delegación encabezada por Francisco Chiguil, una impericia imperdonable en la planeación anticipada del operativo, así como acciones inexplicables y criminales como las siguientes: dejarle el control del micrófono al dueño del sitio, en el momento de mayor asistencia; lanzar gas lacrimógeno al interior del lugar, según han confirmado distintos testimonios en manos de la Procuraduría capitalina; cerrar la puerta de salida de emergencia como si se tratara de convertir al New’s Divine en una cámara de gas.

El New’s Divine es la contracara de lo que sucedió en marzo de este año con los jóvenes “Emos”. La agresión que sufrieron los “Emos” en la Glorieta de Insurgentes –sitio de las nuevas tribus urbanas--, provocó una loable actuación de la policía capitalina para evitar una escalada de enfrentamientos entre “Emos”, “Punks”, “Skatos”, “Reaggetones” y otras bandas alimentadas por el odio inducido a través de Internet.

En estos sucesos, los cuerpos policiacos y de gobierno reaccionaron con actitud tolerante y preventiva. Ahí realizaron todo lo que olvidaron en el New’s Divine: hubo labor de inteligencia previa, de coordinación, de interlocución con los liderazgos naturales de los jóvenes y el uso mínimo de la fuerza para garantizar la convivencia de los grupos juveniles. El mismo Joel Ortega asumió una actitud tolerante con estas “tribus”.

¿Por qué si han demostrado que se puede lograr una labor de interlocución eficaz lanzaron sobre los jóvenes reunidos en el New’s Divine una carga de violencia y actitud criminal sin justificación?

Lo peor es que ahora los medios de comunicación se concentrarán en la ceremonia de inculpaciones y se olvidarán de los auténticos protagonistas de esta historia: las propias víctimas de la brutalidad policiaca. Ya el titular de la SSP, Joel Ortega, ante la Asamblea Legislativa capitalina, advirtió que su currículum lo protege de toda sospecha.

No sólo fueron lamentables sus palabras sino bastante soberbias. Y la soberbia, lo hemos visto muchas veces en los gobiernos capitalinos, son el primer escalón de un autoritarismo que desemboca en actos criminales como el del New’s Divine.

Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx