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domingo, enero 13, 2008

El acoso, las presiones, el silenciamiento**


Tomado de La Jornada, Hernández.


Jenaro Villamil


A raíz de las preguntas que se han formulado sobre su salida de W Radio, la periodista Carmen Aristegui relata, en entrevista con Proceso, cómo prevaleció el interés político de los dueños de la estación y las cúpulas empresariales –adversos a su cobertura informativa independiente– sobre sus buenos resultados radiofónicos. A los acosos iniciales, siguieron las presiones, luego la represión y, finalmente, el silenciamiento...

Todo parece indicar que hay quien pidió mi cabeza y hay quien la cedió. Hay autores materiales y autores intelectuales en esta historia”, acusa Carmen Aristegui, al relatar los acontecimientos que condujeron a su salida de la W Radio.

En una detallada entrevista con Proceso, dice que los “autores intelectuales” del silenciamiento de su espacio informativo son directivos de Televisa, integrantes del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios, concesionarios descontentos con su actitud ante la reforma electoral y funcionarios de Comunicación de Los Pinos, desde donde se le hizo saber que su noticiario “no era un espacio deseable para la Presidencia de la República”.

Para ella, hubo una estrategia de “acoso gradual” en contra de su trabajo informativo desde 2006 hasta su salida, el viernes 4: la interrupción abrupta de las transmisiones a través de Sky por “fallas técnicas”; las quejas de directivos de Televisa hacia Raúl Rodríguez, exdirector de W Radio, por la cobertura frente a la Ley Televisa; el enojo de un sector empresarial por el seguimiento puntual de las acusaciones al cardenal Norberto Rivera; la incomodidad del Ejército y de grupos de poder por su cobertura de los casos de Lydia Cacho y Ernestina Ascencio, entre otros.

A la llegada de Javier Mérida, del Grupo PRISA, como director de W Radio y al nombramiento de Daniel Moreno como responsable de los noticiarios, señala Aristegui, “se comienza a modificar el esquema de dirección editorial” en la estación.

“Existen todos los elementos para pensar que PRISA finalmente decidió, para no romper su sociedad con Televisa, construir una circunstancia de varios meses que fue debilitándome y restándome responsabilidades editoriales, hasta el punto que la llegada de Daniel Moreno significó la salida de Carlos Loret de Mola”, reflexiona.

Y cuestiona la postura de los socios de Televisa: “Me pregunto si PRISA se atrevería a hacer algo así en los espacios que tiene en España. Me pregunto si es aceptable para alguien que tiene la responsabilidad de dirigir un noticiario que llegue alguien que tomará parte de sus responsabilidades y que le disminuirá su autoridad editorial”.

En septiembre de 2007, sin consulta previa, Grupo PRISA contrató a Daniel Moreno y éste nombró al nuevo coordinador de información, Omar Sánchez de Tagle, en sustitución de Enrique Hernández Alcázar.

“Loret de Mola y yo nos enojamos y lo dijimos. Les comentamos que nos parecía una barbaridad que nos quitaran responsabilidades y funciones informativas”, advierte Carmen.

–¿Por qué después de irse Loret, usted se quedó en W Radio, a pesar del disgusto? –se le pregunta.

–Conversé con Carlos ampliamente y coincidimos en que su situación era diferente a la mía; que él tenía su espacio en televisión y que no tendría dificultad para conseguir otro espacio en la radio.

“Mi consideración era distinta: yo tuve el apoyo de PRISA, fundamental en tiempos de tormenta, y a pesar de que me disgustaba mucho lo que PRISA estaba haciendo, puse por delante el significado de ese apoyo que en situaciones críticas me había dado.

“Por otro lado, puse en consideración la importancia de lo que habíamos construido en Hoy por Hoy y lo difícil que es posicionar un noticiario con una audiencia sólida y vigorosa. Siempre hay una pérdida cuando pasas de un espacio consolidado a otro.

“Y les planteé: ‘He decidido no irme porque no quiero perder mis cuatro horas de información’. Lo que pedí es que me ratificaran la responsabilidad editorial en esas cuatro horas.”

–¿Cedió usted?

–Yo me contuve el disgusto, con el reconocimiento de que no podía perder esas cuatro horas de espacio valiosísimo. Creo que no me equivoqué. Fueron varios meses que pudimos hacer esa dirección editorial en el noticiario matutino. Fueron los momentos de la reforma electoral, del caso de Norberto Rivera.

Finalmente, Aristegui reconoce que al Grupo PRISA le tocó ceder ante las presiones de Televisa, y por razones que “aún deben ser explicadas”.

Ante la ola de expresiones de solidaridad y de protesta en la opinión pública, advierte, “se pretende debilitar la expresión mayoritaria en contra de este hecho. Lo que están tratando de hacer es disminuir el efecto muy grave, particularmente para PRISA, pero también para Televisa, de que hubo un silenciamiento de un espacio de información como éste. Se pretende sembrar dudas”.

La “contraofensiva”

Una semana después de su despedida de W Radio, ante el silencio absoluto de los representantes de Televisa y de Grupo PRISA, que se remiten al comunicado inicial que explica la cancelación del contrato como parte de un “nuevo modelo de organización”, Aristegui no oculta su molestia ante la “contraofensiva” de ambas empresas para enfrentar las críticas.

“Ha habido un gran cabildeo. Ha habido desde llamadas a directores de periódicos hasta llamadas a intelectuales que firmaron desplegados de apoyo. Me preocupa muchísimo cosas que he escuchado y que están faltando a la verdad”.

–¿Cómo cuáles?

–Una cosa es que digan que era muy cargada a la izquierda, como si eso fuera una razón para correr a alguien. Pero lo que he sabido es que se dicen cosas como que yo tenía un porcentaje de comercialización informativa. Es decir, que era broker. Esa es una práctica que algunos colegas hacen. Es su propia decisión. Yo no estoy de acuerdo. Si alguien quiere vender su noticiario y además conducirlo, se va a topar con muchos problemas de decisiones editoriales.

“Me disgusta mucho y reclamo desde aquí que se esté corriendo la versión de que yo tenía un convenio de esa naturaleza. Es falso absolutamente.

“Peor aún, se está diciendo que, en este intento de revisión del contrato que se vencía, yo había puesto la condición de que se vetara a algunas empresas para que no se metieran en mis noticiarios. Me parece una absoluta estupidez y es falsa. Los amigos intelectuales que están recibiendo estas llamadas, sepan que esto es una falsedad.

–¿Por qué surgen estos rumores?

–Porque hay una contraofensiva frente a una serie de expresiones que dicen que aquí hubo un hecho censurable, un hecho que nos ha dañado no sólo a los profesionales que salimos despedidos, sino a la sociedad y a los radioescuchas.

Sobre otra de las versiones –que salió porque, a pesar de los altos índices de audiencia, la estación mostraba una baja en la comercialización de su espacio–, la periodista argumenta:

“Si eso fuera así, es un reconocimiento de ineptitud comercial; ¿cómo es posible que a mayor rating menor comercialización? Nos están dejando abierta la puerta para interpretar. ¿Se fue deliberadamente haciendo una subcomercialización?”

“Ahora tengo derecho a la suspicacia. Creo que había una intención de debilitamiento. Me llama la atención el despliegue publicitario que se hizo recientemente, en el que se fueron debilitando los espacios informativos. Lo lógico es que presumas lo que tienes, no que lo debilites.

“¿Por qué se hizo una estrategia comercial de esta naturaleza, similar a la de un supermercado barato? Me pregunto, como lo hizo Salvador García Soto en un artículo reciente: ¿por qué desmantelar a la W? Insisto, tengo derecho a la suspicacia.”

Primeros desencuentros

Para explicar el grado de responsabilidad de Televisa y de PRISA en la censura del noticiario, Aristegui se remonta al convenio que ella, Javier Solórzano y Carlos Loret de Mola firmaron hace cinco años:

“Llegamos a la W en un momento en el que no pintaba en términos de audiencia. Era un momento especial para el país: había un ánimo fundacional a raíz del triunfo de Vicente Fox y de la alternancia.

“Tuvimos otras opciones, económicamente muy interesantes, sin embargo optamos por entrar a un grupo de comunicación que es un referente para todos nosotros por la presencia de grandes personajes del periodismo como Juan Luis Cebrián, Alex Grijelmo, Joaquín Estefanía...

“El tipo de convenio que hicimos fue la hoja en blanco: construyan todo a partir de cero. Solórzano, Loret de Mola y yo fuimos los responsables de hacer eso. Comenzamos a construir la organización de los espacios informativos; los tres armamos una redacción, invitamos a reporteros; decidimos, en conjunto, el perfil de quien coordinaba el trabajo editorial. Me parece que fue un trabajo muy eficaz e interesante.

“Así caminamos durante varios años. Javier Solórzano se va por una apuesta que hace W Radio con un proyecto como El Weso. A él no le pareció atractiva la propuesta y decidió salir, según entiendo, en términos no muy satisfactorios.

“Nos quedamos Carlos y yo con el mismo esquema. Camina muy bien hasta que llega un punto, particularmente después de las elecciones de 2006, en que se decide que hay que cambiar ese modelo de conducción editorial”.

Carmen Aristegui reconoce que ese esquema editorial, así como la separación entre PRISA, responsable de los contenidos informativos de W Radio, y su socio Televisa, que no podía inmiscuirse en la línea editorial, fue lo que permitió el desarrollo de la estación y evitó que el consorcio mexicano ejerciera directamente la censura.

“Mi vínculo con Televisa era prácticamente nulo y yo no tuve una llamada directa de ningún funcionario –aclara–; sin embargo, tengo todo tipo de referencias sobre el disgusto que generaba que se hablara de un tema con claro interés público y periodístico, como la Ley Televisa.

“Si bien es complicado para un profesional mentar la soga en casa del ahorcado, también sé que era fundamental en un debate de esta naturaleza no negarle a la audiencia la mirada de unos y otros, porque por ahí está cruzando la viabilidad de la vida democrática del país.”

Entonces rememora la presión que ejerció Televisa sobre el Grupo PRISA a raíz de la cobertura de la polémica reforma a las leyes de Telecomunicaciones y de Radio y Televisión.

En un encuentro realizado en Valle de Bravo para analizar las áreas de negocios de Televisa, cuando el entonces director de W Radio, Raúl Rodríguez, exponía los avances de la estación, el directivo Javier Pérez Teuffer le reclamó “por qué dentro de una estación del grupo Televisa se hablaba así de la ley de medios”.

“Hubo un aplauso de los demás asistentes ante la pregunta”, relata Aristegui.

–¿Cuál fue la reacción de Rodríguez?

–Supongo que lo habrá incomodado, pero PRISA demostró, y así lo reconozco ampliamente, que ante la solicitud de mi cabeza, en ese momento y en otros de reclamo, aguantó. PRISA mantuvo durante todo ese tiempo su posición de que no podía descabezar a alguien por la cobertura de la Ley Televisa.

“Sin esa posición, frente al disgusto de Televisa, simplemente no hubiéramos podido estar más.

“Tiempo después, tras la cobertura electoral, después de la reforma electoral, después de todas las presiones, recibo el Premio Ondas, el principal reconocimiento del grupo. Lo recibimos Bernardo Gómez, por la parte de Televisa, y yo por W Radio.

“PRISA en ese momento tenía absolutamente claro que no podía dar mi cabeza sin tener un daño. PRISA no podía, no debía dar mi cabeza por un trabajo periodístico. El grupo se sostuvo hasta el punto que ya conocemos.”

–¿Nunca hubo un reclamo directo de Televisa hacia usted?

–No, por una razón fundamental: no tuve ningún tipo de contacto o de deliberación de estrategias editoriales porque no estaba planteada así la relación. Mis interlocutores para cualquier cosa de espacios informativos eran funcionarios que provenían de PRISA.

–Usted tuvo una relación previa con Televisa, al conducir el programa Círculo Rojo. Recuerdo que antes de la transmisión del programa sobre los Legionarios de Cristo hubo una reunión con Emilio Azcárraga Jean. ¿En el caso de la W no hubo reuniones similares?

–No podían hacerlo, dado que el convenio con PRISA estableció que los responsables informativos eran los españoles. Explícitamente, los de Televisa no podían o no debían hablarme a mí. Sí podían hacerlo con su socio, como lo hicieron, para decirle lo que no les gustaba de lo que yo hacía, que no estaban de acuerdo con algún tipo de cobertura. Y PRISA, en su definición, dijo antes: la sostenemos.

–¿PRISA, específicamente, no la quiso presionar?

–No, porque además hubieran contravenido su definición de la responsabilidad que yo tenía asignada, que implicaba la dirección editorial. Aquí la pregunta es si esa postura de PRISA se fracturó por la presión previa, si finalmente cedió mi cabeza. Eso es lo que todo el mundo está analizando.

–¿Ubica el momento en que cambió la actitud de PRISA?

–Sí: cuando llegó Daniel Moreno.

“Hice lo que me tocaba”

Televisa expresó su descontento con el espacio de Carmen Aristegui a finales de septiembre de 2006, tras la crisis poselectoral, cuando el consorcio suspendió la transmisión de W Radio en Sky, argumentando “fallas técnicas”.

–¿Fue un signo de que algo le disgustaba a Televisa? –se le pregunta a Aristegui.

–Ese fue una muestra incontrastable de que, en esa sociedad de dos gigantes de la comunicación, una de las partes estaba a disgusto con el manejo editorial.

–¿Protestó PRISA?

–Ahí no hubo ningún reclamo respecto al daño que se causaba a la alianza porque se le quitaba esa ventana importante para un espacio como W. Lo notable es que Sky sí mantuvo otras frecuencias de radio, como Radio Fórmula, y no las suyas (es propiedad de Televisa); decidió sacar a su propia estación.

La decisión fue avalada por Emilio Azcárraga Jean, presidente de Televisa. Así se lo confió a Aristegui un empresario que asistió a un encuentro del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios en vísperas de la toma de posesión de Felipe Calderón, en la cual hubo quejas por la cobertura de W Radio.

“En algunas de estas reuniones de estos jerarcas empresariales, dicen que Emilio Azcárraga, haciendo valer la decisión de Sky, afirmó: ‘Yo ya hice lo que a mí me tocaba’.

“Hubo también un ambiente de presión empresarial hacia Televisa por el tema de la reforma electoral –prosigue la periodista–, por el seguimiento puntual del caso Norberto Rivera, que ha generado mucho disgusto en una clase empresarial que es muy afín a la Iglesia católica.”

Apasionada, recalca que también ella hizo su parte:

“Las coberturas informativas tocaron intereses muy poderosos en los ámbitos militar, eclesiástico, económico, político, en fin, creo que nosotros hicimos lo que a un periodista le toca hacer.

“Por supuesto, este periodismo que se hace con esta dinámica, como el que hace Proceso, no es simpático para los grupos de poder, pero es una presencia irrenunciable para una sociedad que tiene el derecho a saber. No se trata de ser simpático, sino de poner por encima de todo el derecho de las audiencias a saber.

“Nadie se pelea con que deba haber un esquema de comercialización sano, vigoroso, que le permita a un medio de comunicación informar. El hecho de que sea vigoroso comercialmente hablando no debe implicar que renunciemos a lo fundamental, que es el interés público hacia las audiencias.”

Escamoteo informativo

A Carmen Aristegui también se le criticó por tener un supuesto sesgo favorable a Andrés Manuel López Obrador o a los opositores de Felipe Calderón.

–¿Se hizo sentir la presión del poder político en su caso?

–No tengo evidencia de que Calderón haya dado una orden, pero hay un contexto que hace posibles las interpretaciones, las suspicacias o los señalamientos abiertos.

–¿Solicitó alguna entrevista con Felipe Calderón?

–La solicitamos en el arranque del gobierno. No fue concedida y luego hubo un tiempo en que él mismo no dio entrevistas a ningún medio de comunicación.

–¿No le dijeron, como a Gutiérrez Vivó, que le darían la entrevista hasta que se portara bien?

–Nunca. Pero, para decirlo suavemente, no hemos tenido una fluida interlocución con el equipo de comunicación de Los Pinos. Hemos tenido dificultades en algunos casos para conseguir entrevistas y obtener informaciones directas de los funcionarios. Me temo que en algunas ocasiones ha habido peticiones de que no nos den entrevistas.

–¿Era incómoda para el gobierno?

–Sí, sentí que no era un espacio deseable para la Presidencia de la República, si me atengo a las dificultades importantes que tuve en distintos momentos para lograr entrevistas con funcionarios de alto nivel, a pesar de que algunos sí se presentaban. En varios casos sentí claramente una indisposición para colaborar o atender las solicitudes de entrevistas. Percibí un ánimo de comunicarle tal vez a los funcionarios que no era bien visto que estuvieran en mi espacio informativo.

En contraste, Aristegui reconoce que no esperaba tanto apoyo de la opinión pública en foros en internet, cartas a los periódicos, desplegados de prensa, llamadas a W Radio, correos electrónicos y protestas frente a la estación.

“Es evidente que este evento detona una circunstancia de agravios múltiples, acumulados, recientes, firmemente vinculados a la tarea de los medios”, acota. Con todo, dice, “me ha sorprendido la reacción; me rebasa, me trasciende. El tema no soy yo. No tiene que ver únicamente con el hecho de que me quitaron el programa que yo oía.

“Tiene que ver con la cancelación de un espacio en momentos en que los medios de comunicación han vivido situaciones muy criticables y le deben a sus audiencias explicaciones: por qué le regatearon el debate y la información de la Ley de Radio y Televisión, y por qué le asestaron a la sociedad una campaña contra la reforma electoral con pretensiones libertarias, cuando sabemos que existe disgusto por un tema de negocio electoral.”

Aristegui recuerda emocionada el momento en que salió de la cabina tras la última transmisión y sintió “el cruce de emociones” entre sus colaboradores, integrantes de otros programas de Radiópolis y los radioescuchas presentes:

“Si había una empatía en el momento de la transmisión, cuando se cancela el espacio esa empatía se potencia. Ante la brutalidad del silencio, hay este sentimiento de pérdida de los ciudadanos: ‘Me quitaste lo que yo oía y no te importé’. No te importó que los índices de audiencia fuéramos ciudadanos.”


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"Será muy difícil sostenerla..."**


Jenaro Villamil

En presencia del excandidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, durante una cena realizada en plena campaña electoral de 2006 en Villahermosa, el fundador del periódico El País y directivo del corporativo español Grupo PRISA, Juan Luis Cebrián, admitió que Televisa insistía en despedir a la periodista Carmen Aristegui, pero que eso jamás sucedería porque la entonces directora de Hoy por Hoy “no sólo conducía el noticiario de mayor audiencia sino, sobre todo, porque ellos eran absolutamente respetuosos de la libertad de expresión”.

Casi dos años después, este diálogo y otro encuentro con Antonio Navalón, representante del Grupo PRISA en México, es recordado por Federico Arreola en un relato que se publica en la más reciente edición de la revista El Chamuco, dirigida por él mismo.

Promotor y testigo de ese encuentro, Arreola relata en el artículo “La victoria de Carmen Aristegui” que durante aquella velada con López Obrador también estuvieron José María Pérez Gay, asesor del entonces candidato de la coalición Por el Bien de Todos; Jaime Polanco, heredero del fundador del Grupo PRISA, y Antonio Navalón.

“Aun en las veladas más intelectuales hay tiempo para las vulgaridades; así que hablamos también de Televisa y de los principales directivos de esa empresa: Emilio Azcárraga Jean y Bernardo Gómez Martínez”, cuenta Arreola, exdirector de Milenio Diario y productor, junto con el cineasta Luis Mandoki, del video documental Fraude: México 2006.

“En esa cena, Cebrián dijo que Televisa (que posee 50% de W Radio; el otro 50% lo controla PRISA) estaba insistiendo en despedir a Carmen Aristegui, pero que eso jamás lo iban a permitir los socios de la radiodifusora.”

El 8 de enero de 2008, finalmente el corporativo español decidió despedir a la periodista “simple y sencillamente porque esta mujer, conductora hasta ese día del noticiario más exitoso de W Radio, ha seguido siempre una línea editorial plural, objetiva, libre y honesta, es decir, una línea editorial que inevitablemente incomoda a quienes controlan los poderes político y económico”, interpretó Arreola.

Antes del despido de Carmen, al periodista le llegó otro mensaje de PRISA, pero ahora de Antonio Navalón. El pretexto fue la entrevista de Aristegui con López Obrador, realizada poco después de la toma de posesión de Felipe Calderón. El político perredista fue muy duro con el corporativo español y con Televisa. “Tal vez fue hasta injusto en lo que dijo”, concede Arreola.

Antonio Navalón estaba muy molesto y le advirtió a Arreola: “Andrés no le ayuda a Carmen. Si cada vez que quiere ser entrevistado por ella nos va a criticar, seguro que será muy difícil sostenerla. Lo peor es que Carmen no fue capaz de ponerlo en su lugar, de decirle que nadie viene a nuestra casa a decirnos nada”.

Fue la última comunicación entre Navalón y Arreola. Consultado sobre esta anécdota, el director de El Chamuco advierte que la operación para despedir a Carmen Aristegui fue muy similar a la que él mismo vivió como director de Milenio Diario, a raíz de que el Grupo Multimedios estaba en pláticas para realizar una sociedad con Televisa en su división de televisión por cable, y la presencia de Arreola, abierto simpatizante de López Obrador, le resultaba incómoda al grupo.

“Es una operación idéntica. Estrictamente igual”, sentencia Arreola, y señala a Bernardo Gómez, vicepresidente de Televisa, como el artífice de las presiones del corporativo para correrlo a él, censurar a Warner Brothers para que no distribuyera el documental Fraude y para que PRISA dejara de apoyar a Aristegui.

Proceso buscó en sus oficinas a Antonio Navalón para conocer su versión de estos hechos, así como la explicación del despido de Carmen Aristegui. Informaron que estaba fuera del país. El director de W Radio, Javier Mérida, subrayó que la empresa mantiene la misma posición expresada el 4 de enero: “Fue una discrepancia en el manejo editorial”.

Silencio en España

La tarde del miércoles 10, Proceso solicitó una entrevista con los directivos del Grupo PRISA en España para abordar el tema de la salida de Carmen Aristegui de W Radio. El contacto se hizo vía telefónica con Bárbara Manrique de Lara, directora de Comunicación Social del grupo español, quien al finalizar la conversación pidió que se le hiciera llegar un cuestionario para valorar la posibilidad de que se diera la entrevista.

En esa plática informal, que no entrevista –aclaró ella–, la directiva dijo que no habían considerado conveniente hablar de la salida de Carmen Aristegui y no habían emitido un comunicado porque para ellos estaba muy clara la razón de la salida de la conductora mexicana. Incluso, agregó Manrique, Aristegui lo había expresado en los micrófonos durante su despedida: que era un desacuerdo editorial.

Comentó que previamente hubo pláticas con la conductora, pero que al final no se llegó a un acuerdo.

Se le aclaró que a Proceso le interesaba una explicación oficial de las razones de la salida de Carmen Aristegui de W Radio, particularmente después de todas las reacciones públicas que ha desatado esta decisión. En el cuestionario que se le hizo llegar se le pedía a Grupo PRISA informar con precisión en qué consistió la “incompatibilidad editorial” con Aristegui, y qué había cambiado en la relación de PRISA con Aristegui luego de la defensa que tiempo atrás directivos del grupo español hicieron de ella ante los rumores de su salida por exigencia de Televisa.

De igual manera, se le preguntaba si en la decisión influyó el gobierno de Felipe Calderón, el peso de los acuerdos empresariales de PRISA con el gobierno mexicano para la elaboración de los libros de texto, o la presencia del cuñado del mandatario mexicano, Juan Ignacio Zavala, directivo del consorcio.

En esa conversación telefónica se le explicó a la directora de Comunicación de PRISA que este semanario también deseaba tener información de los planes de expansión del grupo en México y otros países, como ya era patente en el cuestionario. Sobre esto último, comentó en la plática informal que están por abrir una oficina en China.

La tarde del viernes 11, Manrique de Lara comunicó por medio de un correo electrónico a Proceso que el cuestionario lo respondería en México Daniel Moreno, director de W Radio; que se lo había reenviado y en cuanto hubiera respuesta se avisaría al semanario. Pero ese correo no decía nada sobre la petición de hablar con un directivo del Grupo PRISA. Y hasta el cierre de la edición no había llegado la respuesta de Moreno.

La prensa europea

Por lo menos tres periódicos europeos han hecho referencia a la salida de Carmen Aristegui de W Radio. El País, perteneciente al Grupo PRISA, encabezó así la nota firmada por el corresponsal Francesc Relea: “La periodista Carmen Aristegui, líder de audiencia en México, deja W Radio”.

Para el periódico francés Le Monde y para el alemán Taz el despido fue una “mala noticia para la libertad de información en México” y el silenciamiento de “una de las voces más críticas de México”.

Jöelle Stolz, corresponsal de Le Monde, destaca en su información que W Radio es una sociedad a partes iguales entre Televisa, “que produce 80% de los contenidos audiovisuales en México”, y PRISA, propietario de El País y del Grupo Santillana, editor de libros de texto. La corresponsal contextualiza su nota con las coberturas más críticas que caracterizaron a Aristegui y cita las distintas reacciones en contra del consorcio español, responsable de la gestión editorial de W Radio.

La nota del periódico alemán Taz subraya que la postura crítica de Aristegui “hacia el partido derechista conservador en el gobierno, el PAN, así como hacia el monopolio de medios en México, llevó a que la compañía W Radio acabara inesperadamente el contrato.

“También criticó los enredos de altos representantes de la Iglesia en un escándalo de pedofilia. Ésta podría haber sido la ‘incompatibilidad editorial’ que llevó a Televisa a terminar su contrato. El jefe de la estación, Daniel Moreno, es cercano al PAN, que a su vez es cercano a la Iglesia católica”, contextualiza el rotativo.

Las reacciones en internet también se incrementaron. El portal de Hotmail llevaba hasta el 11 de enero más de 45 mil participantes en un foro con ese tema. La mayoría expresaba su solidaridad con Aristegui y condenaba su salida.

El foro de El Universal con la pregunta “¿Extrañarás a Carmen Aristegui en la radio?”, registró 43 mil 461 visitas y mil 715 participantes entre el 4 y el 11 de enero, en tanto que el foro sobre Hugo Sánchez tuvo mil 141 visitas y el de la competencia entre TV Azteca y Televisa por los Juegos Olímpicos fue visitado por 2 mil 500 personas.

En YouTube se registra un creciente interés por el tema; los videos más vistos sobre el caso se titulan “Censura y más censura en México” (mil 767 impactos) y “Golpeada, jamás silenciada” (424), que presenta el rostro amoratado de Carmen Aristegui, tal como apareció en una campaña contra la violencia de género.

(Con información de Alejandro Gutiérrez.)




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PRISA: Negocios al amparo del poder**


Carlos Acosta Córdova


El golpe contra Carmen Aristegui por parte de Televisa y el grupo español PRISA puso en la mira de la opinión pública a este último consorcio, fundado por Jesús de Polanco a mediados de los setenta junto con su empresa emblemática, el diario El País. Enquistado en México en áreas de alta rentabilidad económica, entre éstas la editorial y la de medios de comunicación, su estilo de hacer negocios –tanto en España como aquí– consiste en aliarse con el poder político para sacar provecho económico de ello.

Cualquiera que haya sido la razón real del despido de Carmen Aristegui de W Radio, el hecho se inscribe en la estrategia política y comercial que el Grupo PRISA (Promotora de Informaciones, S.A.) ha empleado a lo largo de su existencia para hacer crecer sus negocios en España y en América Latina: servir al poder y servirse de él.

Para los analistas españoles, la aparición de El País –en mayo de 1976, apenas cinco meses después de la muerte del dictador Francisco Franco– marca el inicio del grupo y de su fundador, Jesús de Polanco, fallecido en julio de 2007, en su vocación por la cercanía interesada al poder político. Para aquellos es un hecho que PRISA y Polanco fueron el principal soporte publicitario y mediático del gobierno de Felipe González, del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el primero electo democráticamente luego del período de transición que siguió a la muerte de Franco.

Pero desde mucho antes, Polanco había dado muestras de un estilo que perduraría durante su gestión al frente del grupo y que aun ahora, después de su muerte, sigue no sólo en España sino en México y en otros países de América Latina: integrar a su nómina a personas que ocuparon puestos públicos, con el propósito de allegarse información privilegiada, útil para apuntalar sus negocios.

En un texto en ocasión del deceso de Polanco, el diario El Mundo reprodujo palabras del periodista José Luis Martín Prieto, miembro de la primera redacción de El País, diario del que salió en los años ochenta: Polanco ha sido “un profesional del ventajismo, muy mal acostumbrado a tener ministros en su nómina”. Y relata cómo empezó su fortuna, que, luego de iniciarse vendiendo enciclopedias de casa en casa, trabajar en pequeñas editoriales para ayudar al ingreso familiar, tuvo la habilidad para conocer anticipadamente decisiones trascendentes en materia educativa del gobierno español.

Resulta que Polanco trabajaba para la Editorial Escelier, muy modesta y en un principio especializada en textos jurídicos, cuando personeros del gobierno le filtraron que el ministro de Educación, entonces José Luis Villar, emprendería todo un programa de modernización de la enseñanza española, incluida una nueva Ley General de Educación, aprobada en julio de 1970.

Cuenta El Mundo: “Aquí empezó la fortuna de Polanco. Su pequeña editorial había obtenido antes que nadie detalles esenciales del nuevo, radicalmente nuevo, plan de estudios, y fue la única capaz de tener miles de libros de texto listos para el inicio de los cursos del período lectivo 1970-71”. Algunos periodistas atribuyeron al subsecretario de Educación, Ricardo Díez Hochleitner, aquella filtración. Éste los desmintió y, aún más, los demandó. Ganó el juicio, pero en 1981 ya aparecía en el grupo de Jesús de Polanco como vicepresidente de editorial Santillana, en cuya fundación participó Polanco en 1958. Esta empresa inició como una compañía tan modesta que sólo tenía un empleado, según el diario español.

En su nota, publicada el 23 de julio de 2007, agrega El Mundo: “La contratación de personas que habían mantenido estrechas relaciones con su grupo mientras fueron altos cargos de la Administración fue una constante a lo largo de la vida empresarial de Polanco. Miguel Gil, secretario general de la Oficina del Portavoz del Gobierno de Felipe González, fue nombrado director de Desarrollo y Estrategia del Grupo PRISA tres meses después de la derrota electoral de (Felipe) González en 1996. Con Gil en el cargo, el gobierno socialista había favorecido a Polanco bendiciendo la alianza de su Canal Plus con Telefónica para crear un monopolio de la televisión por cable, y aprobando la concentración de su Cadena Ser con Antena 3 de Radio.

“Poco después de aquella derrota socialista se incorporaba igualmente al grupo Enrique Balmaseda, exdirector general del Instituto de Cinematografía, quien había mantenido excelentes relaciones con Sogetel, empresa de Polanco dedicada a la producción cinematográfica. Antes, a lo largo de la etapa González, Polanco había incorporado a directivos como Miguel Satrústegui, exsubsecretario de Cultura, mientras que Juan Arenas pasó de la presidencia de la empresa pública Focoex, de fomento de la exportación, a Eductrade, compañía de Polanco dedicada a la exportación de material escolar. Las actividades de Eductrade y Focoex han dado lugar a polémicas y a investigaciones públicas en países como Chile y Uruguay”.

Ese estilo –hacer negocios al amparo del poder– le permitió a Polanco no sólo ocupar el lugar 287 en la lista de Forbes de 2007 de los hombres más ricos del mundo, con una fortuna superior a los 2 mil 200 millones de euros, sino constituir el Grupo PRISA como el conglomerado de medios de comunicación más poderoso, influyente y rico de España, y con una sólida presencia en América Latina.

El consorcio se halla en 22 países de Europa y América Latina, factura anualmente alrededor de 1 mil 500 millones de euros, sus ganancias netas se acercaron en 2006 a los 230 millones de euros (50% más que el año anterior) y tiene cerca de 10 mil empleados.

En materia de prensa escrita, PRISA es la empresa líder en diarios, con El País como periódico emblemático, que tira cerca de medio millón de ejemplares al día y cerca de 900 mil los fines de semana. También son de ese grupo el diario especializado en negocios Cinco Días, el deportivo AS, y las revistas Cinemanía, Claves, Rolling Stone, Gentleman y La revista 40. Fuera de España, PRISA es propietaria del 15.5% del francés Le Monde, y en Portugal es fuerte accionista del grupo Media Capital, que edita una decena de revistas y un diario gratuito.

En cuanto a radio, no sólo posee la emisora Cadena SER, líder en España –con 6 millones de oyentes diarios y seis emisoras musicales, las cuales le aportan otros 4 millones de radioescuchas al día–, sino que tiene invadida a casi toda América Latina. A través de su Grupo Latino de Radio es accionista, en algunos casos mayoritario, de emisoras líderes en sus países: Radio Caracol (Colombia, al 100%), W Radio (Radiópolis, México, al 50% con Televisa); Radio Continental y Radio Estéreo (Argentina), y lo mismo en Chile, Venezuela, Costa Rica y Panamá. Pero también tiene participación accionaria en empresas radiofónicas de Estados Unidos, Francia y Portugal.

En televisión, igual. Tiene la red televisiva más importante de España, lo mismo en el sistema abierto que en el de paga. Localia, Cuatro y Sogecable son los bastiones televisivos del grupo. En Portugal es copropietario de Media Capital, que concentra al 30% de los televidentes.

Pero en el ámbito editorial es donde ejerce un dominio absoluto. A través de Santillana encabeza la producción de libros en España y en América Latina, sobre todo en el sector de libros de texto. Sus sellos están en toda la región, y más fuertemente en México.

En materia de promoción y producción de eventos musicales también se hace presente el emporio español con la empresa Planet Events. No es la principal en el mundo, pero sí en España, y está entre las 50 más importantes de su tipo, según revistas especializadas. Dice su publicidad: “Planet Events promueve y produce acontecimientos y giras de primer nivel, liderando el mercado de actuaciones tras el éxito obtenido con las giras de artistas latinos. Fijación Oral, la gira de Shakira en 2006, que inició su recorrido europeo en España, fue vista por más de 250 mil personas. También destacaron las llevadas a cabo con artistas como Ricky Martin, Alejandro Fernández y Julieta Venegas”.

El internet también es campo de acción de PRISA. Prisacom, creada en el 2000, es la encargada de la elaboración, desarrollo y explotación de los contenidos del grupo en soporte digital y a través de todo tipo de dispositivos: computadoras, teléfonos celulares, PDA, televisión y discos compactos, entre otros. Todos los productos del consorcio tienen su versión en línea: elpais.es, as.com, los40.com, cincodias.com, cadenaser.com. Además, con Santillana en Red, presenta plataformas educativas en red para maestros, estudiantes, padres de familia, administradores de instituciones educativas y organismos públicos relacionados con la educación.

La alianza con Televisa

El despido de Carmen Aristegui de W Radio hizo volver los ojos del público mexicano al Grupo PRISA, que está metido de lleno en los hogares mexicanos a través de la radio. Es copropietaria con Televisa –al 50% cada una– del sistema Radiópolis, que tiene más de 70 estaciones, cubre 90% del territorio nacional, y con cinco programas abarca casi toda la gama de necesidades radiofónicas de buena parte de la población: Los noticieros de W Radio –ahora de capa caída por la salida de sus locutores estrellas Aristegui y Carlos Loret de Mola–; los 40 Principales, de formato juvenil, con música pop en español e inglés; Bésame Radio, para los aficionados a la música romántica; la Ke Buena, el programa decano en el formato de música popular (tropical, bandas gruperas, corridos), que es ya un símbolo del género, y Estadio W, de información deportiva.

Pero la alianza entre dicho grupo y Televisa realmente es joven. Data de octubre de 2001 –Vicente Fox apadrinó la firma del acuerdo entre Jesús de Polanco y Emilio Azcárraga Jean– y, al parecer, no les ha resultado buen negocio, pues de acuerdo con los informes financieros de Televisa, que reporta a la bolsa de valores, los ingresos netos de la sección Radio del emporio no abandonan el rango de 1% a 1.1% de los ingresos netos totales de Televisa. Eso, con todo y que los noticieros de Aristegui y Loret estaban entre los de mayor audiencia.

Pero antes de llegar a la radio mexicana, PRISA había incursionado casi diez años antes en México a través de la editorial Santillana, cuya presencia ahora en el mercado mexicano de los libros es más que contundente. Es propietaria de los sellos Alfaguara, Aguilar, Taurus, Richmond, Crisol y Altea. Es tal la fuerza de esta empresa que –según cifras propias– en 2005 vendió más libros en México que en la propia España. De 76 millones de ejemplares que produjo ese año, colocó casi 23 millones en México, contra 12.6 millones en España y 17 millones en Brasil.

Por supuesto, lo anterior no significa que en México haya más lectores que en esos países, sino que Santillana es el principal proveedor de libros de texto para la educación pública. Por ejemplo, en los ciclos escolares 1997-1998 a 2006-2007, de los 207.4 millones de libros para secundaria que se les compró al total de las editoriales que operan en el país, casi 26% le fue adquirido a las empresas de Santillana. En el ciclo escolar anterior, de 40 libros para secundaria autorizados por la SEP, 11 fueron de Santillana. De hecho, esta editorial es la principal proveedora de programas gubernamentales, como el de Bibliotecas de Aula y Hacia un País de Lectores.

El hecho, por supuesto, no tiene nada contentos a los libreros mexicanos. Por ejemplo, en julio pasado, cuando la editorial mexicana Siglo XXI cumplía 42 años, su director general, Jaime Labastida, se quejaba de que el gobierno en nada apoyaba a las editoriales mexicanas. “Veo que mientras a otras editoriales, particularmente Santillana –no tengo nada en contra–, se le compra el 40% del presupuesto de la Secretaría de Educación Pública, a nosotros nos compra uno o dos títulos en el año”.

PRISA tiene como representante en México a un hombre que sus amigos definen como “interesante”, “ilustrado”, “buen conversador” y hasta “encantador”; y sus críticos dicen “sí, encantador… pero de serpientes”, con habilidades notorias para colarse y andar como Juan por su casa en los laberintos del gobierno. Es Antonio Navalón, asiduo visitante de Los Pinos y del Palacio del Antiguo Ayuntamiento, sede del gobierno capitalino. Igual en los gobiernos estatales. No se diga en las secretarías de Estado.

Navalón fue un dolor de cabeza para el secretario de Educación Pública de Vicente Fox, Reyes Tamez Guerra, a quien convencía de las bondades de Santillana para producirle libros de texto, con el consecuente disgusto de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuito, que siempre manifestó su enojo por el favoritismo hacia Santillana, que no ofrecía –decía– ni mejor precio ni mayor calidad que la Conaliteg.

Todo mundo le reconoce a Navalón habilidades para hacer negocios y piratearse a hombres y figuras públicas que le puedan reportar algún provecho a sí mismo y a PRISA. Él fue quien incorporó al grupo –originalmente en Santillana, sin cargo definido– a Juan Ignacio Zavala, hermano de la esposa del presidente Calderón. Sirvió de enlace para que los principales directivos del grupo se entrevistaran con Andrés Manuel López Obrador, Roberto Madrazo y Felipe Calderón cuando eran candidatos presidenciales.

Él mismo cabildea con “autores” para que en los sellos de Santillana se publiquen libros que, a su juicio, serán éxitos de venta. Así pasó, por ejemplo, con El hijo desobediente, de Felipe Calderón; Sin querer queriendo, de Chespirito; Pemex en la encrucijada, del exdirector de la paraestatal y ahora indiciado Raúl Muñoz Leos, y Asesinato de un cardenal, de Jorge Carpizo.

En Santillana, además de que su director general, Juan Arzoz, es el presidente de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Canierm), PRISA y Navalón tienen a Mauricio Gómez Morín, a quien “jalaron” del Fondo de Cultura Económica –generoso sueldo mediante–, y quien es hermano de Lorenzo Gómez Morín, el subsecretario de Educación Básica con Reyes Tamez.

Navalón pactó con Gómez Morín la polémica y multimillonaria producción y venta de la edición especial de El Quijote hace tres años. En su momento, se acusó a Lorenzo Gómez Morín de haber autorizado la compra de 1 millón 50 mil libros de El Quijote a la editorial Santillana, a un precio unitario de 54 pesos, pese a que la Conaliteg replicaba que el costo real era de 39 pesos, por lo que el gobierno de Vicente Fox pagó casi 16 millones de pesos más por esos libros.

Lorenzo, artífice de la también polémica reforma a la educación secundaria, dejó la subsecretaría en octubre de 2006 para integrarse como director ejecutivo a la fundación Mexicanos Primero, que encabezan Fernando Landeros (Teletón), Claudio X. González junior (Fundación Televisa). Mexicanos Primero, “creada por empresarios que buscan incidir en las políticas educativas del país”, es financiada con donaciones de grandes empresas.

PRISA entre ellas, por supuesto.


**Tomados de la revista Proceso.

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No es lo mismo, pero es igual

Mario Di Costanzo*


De acuerdo con la teoría económica, la inflación es la disminución del valor del dinero en relación a la cantidad de productos y servicios que se pueden comprar con ese dinero.

Para medirla se construye un indicador llamado “índice de precios” que debe incluir la totalidad de los precios de los productos y servicios que existen en la economía; es decir, los que la gente adquiere, mismos que van desde los productos que todos los ciudadanos “comunes” diariamente compran, como alimentos básicos o el uso del transporte público, hasta aquellos que los ciudadanos “no tan comunes” pueden adquirir, como son los diamantes, oro, aviones, caviar, etcétera.

Sin embargo, ya que es mucho más común que la gente compre alimentos en vez de diamantes, la importancia de la comida dentro del “índice de precios” debe ser mayor, que la de los diamantes, por ello, un aumento en el precio de los alimentos debe hacer crecer mucho más el “índice de precios” que un alza en el precio de los diamantes.

Esta situación se confirma con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), según los cuales las familias mexicanas gastan en promedio 30 por ciento de su ingreso en alimentos, 18 por ciento en transporte, 15 por ciento en educación (a pesar de que debe ser gratuita), 9 por ciento en vivienda y el 6 por ciento en vestido, 6.5 por ciento en enseres domésticos, 4 por ciento en salud y el restante en otros gastos.

Esto cobra importancia porque durante los últimos días, muchos doctores en economía, analistas financieros, funcionarios de la Secretaría de Hacienda y hasta el gobernador del Banco de México, con el mayor descaro del mundo, han señalado que durante 2007 la inflación fue de apenas 3.76 por ciento, “cifra menor en 29 centésimas a la registrada durante 2006”.

Esto, en otras palabras, quiere decir que según ellos, este “índice de precios” creció, entre enero y diciembre del año pasado, solamente en 3.76 por ciento.

Sin embargo, recientemente, tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial señalaron que durante 2007 el crecimiento promedio de los alimentos fue de 36.7 por ciento, el de los energéticos de 48 por ciento, tan sólo productos como el frijol, trigo, harina de soya o el maíz, tuvieron alzas hasta del ciento por ciento.

Más aún, el propio gobernador del Banco de México, queriendo componer la farsa, aceptó que algunos alimentos y productos agrícolas habían registrado incrementos en sus precios de más de 86 por ciento.

Lo que es un hecho es que mientras en diciembre de 2006, el costo de una canasta básica de 42 productos era de 818 pesos, para diciembre de 2007 este conjunto de productos costaba ya mil 105 pesos; es decir, creció 35 por ciento.

Luego entonces, es absolutamente válido señalar que la inflación para muchos millones de mexicanos fue de 35 por ciento, ya que ésta se define como la disminución del valor del dinero en relación a la cantidad de productos y servicios que se pueden comprar.

Y que conste que enfatizo lo “que se pueden comprar” ya que, de acuerdo con los datos proporcionados por el INEGI, 70 por ciento de los 22 millones y medio de familias que existen en el país, viven con un ingreso mensual menor a 10 mil 600 pesos, es decir, con menos de nueve salarios mínimos. Por ello, lo que pueden comprar no va más allá de los productos popularmente conocidos como básicos o necesarios.

De esta manera, mientras que para muchos economistas este razonamiento no es lo mismo que lo que ellos entienden por “inflación”, para millones de familias la situación que enfrentan es igual a que el costo de la vida se hubiera encarecido en 35 por ciento, o bien que su dinero ahora le alcance para 35 por ciento menos de lo que hace un año podían comprar.

En otras palabras; mientras que para el gobierno no es lo mismo, para millones de mexicanos, es igual.

Ahora bien, si lo que he señalado no es cierto, entonces por qué Eduardo Sojo firmó un convenio con las tiendas de autoservicio para reducir en hasta 30 por ciento diversos productos básicos. Por cierto, dicho convenio será de muy corto alcance ya que todos sabemos lo que sucederá con los precios, cuando éste llegue a su fin en el mes de marzo.


*Mario Di Costanzo Secretario de la hacienda pública del “gobierno legítimo”