Desfiladero
Tomados de La Jornada, El Fisgón y Helguera y El Universal, Omar y Carreño.
Jaime Avilés
jamastu@gmail.com
Nunca hablamos con el EMP
No se negoció la salida del Zócalo
Acción militar contra protesta civil
Jesusa Rodríguez analiza el otro Grito
Al analizar los hechos del fin de semana pasado, cuando el Ejército rodeó y ocupó el Zócalo, Jesusa Rodríguez observa que “Felipe Calderón respondió con una acción militar a una protesta ciudadana pacífica”, pero el balance, concluye, “es bueno porque logramos dar el Grito de los libres, que era nuestro objetivo, y al retirarnos protegimos la integridad física de miles de niños y ancianos que habían quedado encerrados en una ratonera llena de soldados y provocadores”.
La entrevista comienza con una pregunta ineludible.
–¿Se negoció con el Estado Mayor Presidencial (EMP) la retirada del Zócalo después del Grito de los libres?
–Nunca hablamos con el EMP. Todo se hizo por medio de un representante de Marcelo Ebrard. ¿Pero por qué no empezamos –replantea la dirigente de la Convención Nacional Democrática (CND)– señalando que la semana pasada el Zócalo fue un espejo del país? De un lado estaba el México profundo, alegrándose con la primera feria de arte popular organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (GDF), donde los artesanos dieron muestras de lo que son capaces de crear pese al abandono y la pobreza, mientras en el otro lado de la plaza estaba el México profundamente imbécil, con vallas, desconfianza, policías y temor. Y para completar el cuadro, un enorme templete de OCESA-CIE uniendo a la Catedral (y a su gerente general acusado de proteger a pederastas) con el Palacio Nacional (y a su minigerente impugnado porque se robó las elecciones). ¿Me explico? Pero todo cambió cuando el sábado 15, con tres cuartas partes de la plaza ocupadas por la resistencia, el Zócalo amaneció dentro de un cerco militar.
–¿Cómo fue la negociación?
–A las 4 de la mañana el EMP pone un sitio alrededor del Zócalo y ve que hay cuatro grúas con torres de sonido en el centro de la plaza. Ahí lanza a la PFP (Policía Federal Preventiva) a rodearlas. Y también allí fue que los compañeros de la resistencia salen de sus tiendas a defender el templete y el sonido pacíficamente, hasta que la PFP se retira. Pero luego sale el sol y llegan mil 200 tamales que nos habían donado para la gente que se quedó a dormir. Ah, pues a las 6:30 de la mañana la PFP decide que no pasan porque vienen en tambos de metal. Sólo aceptaron que los metiéramos en huacales, pero eso te da idea de cómo estaba la cosa. El resto del día no dejaron entrar ni banderas, ni cornetas, ni garnachas. El miedo de Calderón echó a perder la fiesta del pueblo.
–¿Y la negociación?
–Como a las dos de la tarde comienza la presión en serio. Nos dicen: o quitan esas grúas o el EMP va a entrar a quitarlas como sea. No nos pareció justo, primero porque esas grúas eran pagadas por la CND, no por el GDF, y segundo, porque la resistencia civil pacífica las había defendido en la madrugada, en circunstancias muy angustiosas, y dijimos que no. Ahí nos llamaron al GDF.
–¿A quiénes..?
–Fuimos cuatro de la CND: Herón Escobar, Rafael Hernández, David Cervantes y yo. También fue Froylán Yescas, de Flor y Canto, y Ricardo Ruiz, del PRD-DF. Esto fue en el palacio nuevo del GDF. Del otro lado estaba un licenciado Arias, la persona a través de la cual el GDF habló con la CND y con los del EMP. Éstos lo único que querían era que hiciéramos las grúas para atrás, porque si no, las iban a quitar a fuerzas. A esas alturas era obvio que la plaza era nuestra, teníamos las tres cuartas partes de la plancha y ellos estaban materialmente contra la pared. Y dijimos que no, que nos íbamos a sentar alrededor de las grúas porque teníamos el permiso de la delegación desde meses antes, y que si querían quitarnos no íbamos a resistir con violencia.
–¿Y luego?
–Lo que sigue son las horas en que la Secretaría de Cultura usó su equipo del templete para su fiesta, sin las grúas de la CND, y OCESA puso el volumen altísimo que hasta reventó varias de sus propias bocinas. De 3 a 6 de la tarde hubo masa acústica insoportable que hacía que la gente se saliera del Zócalo y nadie pudiera comunicarse ni a 10 centímetros. En ese lapso hubo otras dos visitas al GDF, en las que no se llegó a nada. Ya como a las 7 pm volvimos a la mesa y nos dijeron: o dan su Grito de 9:45 a 10 y nosotros nos callamos, o guerra. Así nos lo transmitieron. Con esas palabras.
–¿Ese fue el acuerdo?
–¿Acuerdo? Fue una imposición. Todavía nos quedamos deliberando pero a las 8 la presión ya era enorme, no podían esperar más. Está bien, dijimos, si tratamos de mantener nuestro sonido prendido hasta las 11 de la noche el EMP nos lo va a cortar y no vamos a poder dar el Grito de los libres, y aparte se arriesga que haya enfrentamientos. Y pues sí, eso fue lo que se aceptó: que siguiera la fiesta del GDF hasta que doña Rosario diera el Grito de los libres a las 9:45 y ya después nos callábamos. Pero entonces también decidimos, como CND, tomar el escenario del GDF a las 9 en punto y usar esos 45 minutos para denunciar lo que nos habían estado haciendo desde las cuatro de la mañana. Y ya viste, a las 9 ellos le bajaron a su sonido, yo empecé a hablar, ellos le volvieron a subir durísimo hasta las 9:45. Sólo eso cumplieron: callarse de 9:45 a 10.
–¿Y en qué momento se decidió la retirada?
–Cuando doña Rosario terminó de hablar, los que estábamos en el templete nos dijimos: y ahora qué. Y Jesús Ramírez Cuevas me propuso: por qué no le preguntas a la gente si nos quedamos o nos vamos. Y eso fue lo que hice. Yo no argumenté nada, sólo pregunté, nos vamos o nos quedamos. Y una mayoría muy evidente dijo vámonos: 80 por ciento levantaron la mano por irse y 20 por ciento por quedarse, fue muy evidente. Hubo gente que dijo que yo había contado mal y tuvo su razón y con gran valentía se quedó a gritarle al pelele ‘¡viva López Obrador!’. Eso es lo genial de una democracia, que también los derechos de la minoría cuentan, pero también creo que de habernos quedado la situación ya era muy explosiva, había muchos soldados de civil y cuando salimos estaban entrando ríos de familias con el papá rapado como se peinan los militares.
–Froylán Yescas dice que fue el primer acto de masas que hubo sin la presencia de Andrés Manuel.
–Yo creo que con esta experiencia la CND hizo un acto de madurez, con una sabiduría muy notable, porque del otro lado de las vallas no había un anciano ni un niño, todos eran hombres de entre 20 y 40 años, y en cambio de nuestro lado sí había mucha gente frágil. Estamos aprendiendo que en esta lucha por la transformación del país hay que caminar despacio y sin arriesgar a nadie, porque la vida humana es lo más importante que hay por encima de cualquier victoria política. Pero lo mejor de todo es que logramos lo que nos habíamos propuesto, que era dar el Grito de los libres y al retirarnos protegimos la integridad física de miles de niños y ancianos que estaban dentro de una ratonera llena de soldados y provocadores.
jamastu@gmail.com
Nunca hablamos con el EMP
No se negoció la salida del Zócalo
Acción militar contra protesta civil
Jesusa Rodríguez analiza el otro Grito
Al analizar los hechos del fin de semana pasado, cuando el Ejército rodeó y ocupó el Zócalo, Jesusa Rodríguez observa que “Felipe Calderón respondió con una acción militar a una protesta ciudadana pacífica”, pero el balance, concluye, “es bueno porque logramos dar el Grito de los libres, que era nuestro objetivo, y al retirarnos protegimos la integridad física de miles de niños y ancianos que habían quedado encerrados en una ratonera llena de soldados y provocadores”.
La entrevista comienza con una pregunta ineludible.
–¿Se negoció con el Estado Mayor Presidencial (EMP) la retirada del Zócalo después del Grito de los libres?
–Nunca hablamos con el EMP. Todo se hizo por medio de un representante de Marcelo Ebrard. ¿Pero por qué no empezamos –replantea la dirigente de la Convención Nacional Democrática (CND)– señalando que la semana pasada el Zócalo fue un espejo del país? De un lado estaba el México profundo, alegrándose con la primera feria de arte popular organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal (GDF), donde los artesanos dieron muestras de lo que son capaces de crear pese al abandono y la pobreza, mientras en el otro lado de la plaza estaba el México profundamente imbécil, con vallas, desconfianza, policías y temor. Y para completar el cuadro, un enorme templete de OCESA-CIE uniendo a la Catedral (y a su gerente general acusado de proteger a pederastas) con el Palacio Nacional (y a su minigerente impugnado porque se robó las elecciones). ¿Me explico? Pero todo cambió cuando el sábado 15, con tres cuartas partes de la plaza ocupadas por la resistencia, el Zócalo amaneció dentro de un cerco militar.
–¿Cómo fue la negociación?
–A las 4 de la mañana el EMP pone un sitio alrededor del Zócalo y ve que hay cuatro grúas con torres de sonido en el centro de la plaza. Ahí lanza a la PFP (Policía Federal Preventiva) a rodearlas. Y también allí fue que los compañeros de la resistencia salen de sus tiendas a defender el templete y el sonido pacíficamente, hasta que la PFP se retira. Pero luego sale el sol y llegan mil 200 tamales que nos habían donado para la gente que se quedó a dormir. Ah, pues a las 6:30 de la mañana la PFP decide que no pasan porque vienen en tambos de metal. Sólo aceptaron que los metiéramos en huacales, pero eso te da idea de cómo estaba la cosa. El resto del día no dejaron entrar ni banderas, ni cornetas, ni garnachas. El miedo de Calderón echó a perder la fiesta del pueblo.
–¿Y la negociación?
–Como a las dos de la tarde comienza la presión en serio. Nos dicen: o quitan esas grúas o el EMP va a entrar a quitarlas como sea. No nos pareció justo, primero porque esas grúas eran pagadas por la CND, no por el GDF, y segundo, porque la resistencia civil pacífica las había defendido en la madrugada, en circunstancias muy angustiosas, y dijimos que no. Ahí nos llamaron al GDF.
–¿A quiénes..?
–Fuimos cuatro de la CND: Herón Escobar, Rafael Hernández, David Cervantes y yo. También fue Froylán Yescas, de Flor y Canto, y Ricardo Ruiz, del PRD-DF. Esto fue en el palacio nuevo del GDF. Del otro lado estaba un licenciado Arias, la persona a través de la cual el GDF habló con la CND y con los del EMP. Éstos lo único que querían era que hiciéramos las grúas para atrás, porque si no, las iban a quitar a fuerzas. A esas alturas era obvio que la plaza era nuestra, teníamos las tres cuartas partes de la plancha y ellos estaban materialmente contra la pared. Y dijimos que no, que nos íbamos a sentar alrededor de las grúas porque teníamos el permiso de la delegación desde meses antes, y que si querían quitarnos no íbamos a resistir con violencia.
–¿Y luego?
–Lo que sigue son las horas en que la Secretaría de Cultura usó su equipo del templete para su fiesta, sin las grúas de la CND, y OCESA puso el volumen altísimo que hasta reventó varias de sus propias bocinas. De 3 a 6 de la tarde hubo masa acústica insoportable que hacía que la gente se saliera del Zócalo y nadie pudiera comunicarse ni a 10 centímetros. En ese lapso hubo otras dos visitas al GDF, en las que no se llegó a nada. Ya como a las 7 pm volvimos a la mesa y nos dijeron: o dan su Grito de 9:45 a 10 y nosotros nos callamos, o guerra. Así nos lo transmitieron. Con esas palabras.
–¿Ese fue el acuerdo?
–¿Acuerdo? Fue una imposición. Todavía nos quedamos deliberando pero a las 8 la presión ya era enorme, no podían esperar más. Está bien, dijimos, si tratamos de mantener nuestro sonido prendido hasta las 11 de la noche el EMP nos lo va a cortar y no vamos a poder dar el Grito de los libres, y aparte se arriesga que haya enfrentamientos. Y pues sí, eso fue lo que se aceptó: que siguiera la fiesta del GDF hasta que doña Rosario diera el Grito de los libres a las 9:45 y ya después nos callábamos. Pero entonces también decidimos, como CND, tomar el escenario del GDF a las 9 en punto y usar esos 45 minutos para denunciar lo que nos habían estado haciendo desde las cuatro de la mañana. Y ya viste, a las 9 ellos le bajaron a su sonido, yo empecé a hablar, ellos le volvieron a subir durísimo hasta las 9:45. Sólo eso cumplieron: callarse de 9:45 a 10.
–¿Y en qué momento se decidió la retirada?
–Cuando doña Rosario terminó de hablar, los que estábamos en el templete nos dijimos: y ahora qué. Y Jesús Ramírez Cuevas me propuso: por qué no le preguntas a la gente si nos quedamos o nos vamos. Y eso fue lo que hice. Yo no argumenté nada, sólo pregunté, nos vamos o nos quedamos. Y una mayoría muy evidente dijo vámonos: 80 por ciento levantaron la mano por irse y 20 por ciento por quedarse, fue muy evidente. Hubo gente que dijo que yo había contado mal y tuvo su razón y con gran valentía se quedó a gritarle al pelele ‘¡viva López Obrador!’. Eso es lo genial de una democracia, que también los derechos de la minoría cuentan, pero también creo que de habernos quedado la situación ya era muy explosiva, había muchos soldados de civil y cuando salimos estaban entrando ríos de familias con el papá rapado como se peinan los militares.
–Froylán Yescas dice que fue el primer acto de masas que hubo sin la presencia de Andrés Manuel.
–Yo creo que con esta experiencia la CND hizo un acto de madurez, con una sabiduría muy notable, porque del otro lado de las vallas no había un anciano ni un niño, todos eran hombres de entre 20 y 40 años, y en cambio de nuestro lado sí había mucha gente frágil. Estamos aprendiendo que en esta lucha por la transformación del país hay que caminar despacio y sin arriesgar a nadie, porque la vida humana es lo más importante que hay por encima de cualquier victoria política. Pero lo mejor de todo es que logramos lo que nos habíamos propuesto, que era dar el Grito de los libres y al retirarnos protegimos la integridad física de miles de niños y ancianos que estaban dentro de una ratonera llena de soldados y provocadores.
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