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jueves, septiembre 20, 2007

Corrupción e impunidad el sello del traidor Fox




Portada del libro. Imágenes tomadas del mismo donde se aprecia la remodelación.







Tomados de La Jornada, Hernández, Helguera y El Fisgón y El Universal, Helioflores y Naranjo.



Las alzas en los productos de la canasta básica han tenido incrementos por arriba del 30 por ciento en menos de 10 meses de autoproclamado “presidente del empleo”, el usurpador Felipe Calderón Hinojosa. En el mismo lapso los escándalos de corrupción del ladrón Vicente Fox Quesada y su familia han llenado distintos espacios de la prensa nacional, sin que tengan mayor consecuencia.

La amenaza del corrupto Luis Carlos Ugalde –próximamente ex presidente consejero del IFE, quien dijo que aceptar su salida era como reconocer el fraude electoral de 2006, se queda corta ante la impunidad con la que el traidor Fox Quesada y su familia se mueven. No les bastó robar a manos llenas, sino que ahora tienen la desfachatez de mostrarlo y decir que es legal.

En 2005 las reporteras Anabel Hernández y Arelí Quintero escribieron el libro “La Familia Presidencial. El gobierno del cambio bajo sospecha de corrupción”, que fue editado por Grijalbo, donde narran que los trabajos de remodelación del rancho –hoy mostrado en la revista Quién- comenzaron en el año 2000. Para febrero de 2001 los trabajos estaban casi concluidos, según trabajadores que laboraron en la obra.

Por ello es otra más de las mentiras del cínico salvaje de Guanajuato decir que la actual casa es producto de su trabajo. El pobre diablo estaba en quiebra para las fechas que se mencionan como el mismo lo relató durante su campaña presidencial. “Debo hasta la camisa”, fueron sus palabras que se encuentran en video.

Las reporteras incluyen en el libro copias de las facturas y otros documentos entregados por la Presidencia de la República, donde la misma asegura que la remodelación no se hizo con dinero público. Se sabe que ésta fue financiada por varios empresarios, que después cobraron a manos llenas los “favores” prestados. Las pruebas de la corrupción y el atraco a la nación están listas desde 2005 ¿Cuánto más tendremos que esperar? Ni con el PRI se vio tal descaro, tal complicidad y tal impunidad.

Sin embargo, el rancho mostrado por la revista de sociales, no es el único ni el mejor. Otro llamado la Estancia es el de lujo, el de a de veras. En el mismo libro se relata su historia. Mañana haremos lo propio aquí.



A continuación extractos del capítulo 2 del libro, intitulado: El milagro de San Cristóbal.




El sol despuntaba ese día con una lentitud desesperante. A las 7:40 horas el hombre de las inseparables botas, Vicente Fox Quesada, y sus hijos Ana Cristina, Vicente, Paulina y Rodrigo -de 20,17,16 y12 años de edad, respectivamente- entrelazaron sus manos para rezar un ave maría. Pidieron que eso que habían soñado durante tres años se hiciera realidad ese día: llegar a Los Pinos.

Era la mañana del 2 de julio de 2000. El gran día había llegado y nada fue más importante que eso. A nadie afectó que, una vez "más, la bomba de agua de la descuidada casa ubicada en el lote número 4 de la hacienda de San Cristóbal, en San Francisco del Rincón, no funcionara. Tampoco que en cualquier momento el drenaje amenazara con desparramarse una vez más porque la fosa séptica era insuficiente.

Entonces la casa, de un inadecuado estilo inglés para un rancho, con un alto cedro justo aliado izquierdo de la puerta de entrada, era suficiente para el poco próspero candidato presidencial y sus hijos. No había ambición de lujos ni excesos. Cinco años después, de aquel lugar no quedó nada, ni el viejo cedro.

Las fotografías de la familia Fox De la Concha fueron sustituidas por dos retratos de Vicente Fax y Martha Sahagún –de dos metros de altura cada retrato- colocados en la sala de la renovada casa.

Amigos y ex colaboradores de Vicente Fox describen que durante mucho tiempo (1992-2000), la propiedad del presidente en la hacienda de San Cristóbal estuvo "abandonada" y era muy, ¡muy! austera.

La casa fue construida por el arquitecto Jorge Oñate, a fines de la década de los setenta. Si en alguna época esa propiedad había conocido algún esplendor, sin duda había sido mucho tiempo atrás.

En el año 2000, la biblioteca era un pequeño cuarto de sillones de cuero verde, medio rotos, y un pequeño tragaluz. Los muebles eran de madera gruesa con un estilo "muy campirano"
que no combinaba en nada con el pretencioso estilo inglés del exterior de la vivienda.

De las paredes de la cava, que servía de punto de encuentro para las reuniones estratégicas durante la precampaña y campaña presidenciales, pendían viejos cuadros de bodegones y sobre los muebles de madera oscuros estaban colocadas unas polvorientas lamparitas con gobelinos.

El gimnasio, localizado en desnivel a un lado de la recámara principal, estaba constantemente inundado de aguas negras que apestaban toda la casa por los problemas con el drenaje. En la parte trasera, un grande y verdoso estanque de agua hacía las veces de laguito.

Al frente de la casa había una cancha de tenis de material de arcilla, que durante muchísimos años estuvo llena de baches y sin red.

El acceso a la casa era un camino de tierra lleno de baches, piedra y lodo, que salía de la carretera León-Cuerámaro hasta la casa de Vicente Fox. Era intransitable en tiempo de lluvias y estaba bordeado por maleza. En las noches, la brecha tenía una espesa oscuridad porque no había ningún tipo de iluminación.

La propiedad era rodeada por los sembradíos de la empresa familiar: El Cerrito, S.P.R. de R.L.

Según la descripción hecha por quienes conocieron el rancho de Fox en San Cristóbal, antes de que el guanajuatense asumiera el cargo de presidente de la República, todos coinciden de manera unánime en que el lugar ¡era un desastre!

No sólo la situación económica de Fox hacía que su casa en San Cristóbal luciera tan descuidada, sino también en aquellos años parecía no tener gusto por los detalles exquisitos, el lujo, ni toallas de 4 000 pesos.

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A finales de diciembre de 2000 inició la odisea del ingeniero Jorge Hernández Paniagua. Su cometido no era menor; por suerte tenía en qué apoyarse: un presupuesto sin límites y su inseparable cajetilla de cigarros Marlboro Ligth.

El hombre afable y trabajador, de unos 50 años, delgado, con pelo más blanco que oscuro, nariz pronunciada y con sendas cartucheras donde cargaba un nextel y un celular, tenía la misión de convertir el viejo y descuidado rancho "oficial" del presidente de la República en una magnífica propiedad con alberca y jacuzzi al aire libre. Y todo tenía que estar listo antes de la visita del presidente de Estados Unidos, George Bush, agendada para el 16 de febrero de 2001.

El ingeniero era empleado del empresario constructor José Cosme Mares Hernández, quien se granjeó la amistad de Vicente Fax desde su segunda campaña por la gubernatura del estado.

Al igual que ocurrió en La Estancia -el rancho secreto del presidente en La Gorda Atorada-, el diseño de la remodelación del "rancho oficial" corrió a cargo de Humberto Artigas del Olmo y Mares Hernández ejecutó la obra.
Quienes recuerdan al ingeniero Hernández Paniagua en acción se refieren a él como un hombre diligente, "muy apegado" a la obra.

Controlaba sin problemas la flotilla de más de 50 trabajadores que levantaban y tiraban muros, colocaban vigas, armaban columnas de cantera y pintaban. Pero le costó trabajo ponerse de acuerdo con dos mujeres que quisieron meter su cuchara en la obra de remodelación imponiendo su gusto personal: Josefina Hernández Hass, esposa de Cosme Mares; y Lucha Lozano de Fax, esposa de José Fax Quesada, el hermano mayor del presidente.

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El año 2000 terminó muy bien para la empresa Desarrollo de Jardinería y Acabados, S.A. de C.V., mejor conocida como Viveros GDV, porque su dueño se llama Mauricio Gutiérrez de Velasco. En noviembre de ese año fue contratada para participar en la remodelación "total" del "rancho oficial" de Vicente Fax, aunque los trabajos iniciaron hasta enero de 2001, cuando la obra de remodelación y construcción estaba muy avanzada.

El primer encargo a Viveros GDV fue enjardinar el área del helipuerto construido ex profeso para las llegadas y partidas de Vicente Fax. Para ese trabajo se requirieron 1 600 metros cuadrados de "pasto kikuyo en rollo", cuyo precio fue de 38400 pesos,
y la siembra de 3 200 metros cuadrados de pasto en semilla por 25600 pesos (véase anexo 6).

También esa empresa fue responsable de la poda de árboles en la entrada principal, de la limpieza de los pocos arbustos frutales que quedaban de higo y zarzamora, y del "deshierbe a mano" del trébol, que crecía por todas partes. Tenían que sembrar cuatro sabinos, cinco eucaliptos de 3 a 4 metros de altura, siete bugambilias y cuatro hiedras, según el presupuesto autorizado por el ingeniero, del cual se tiene copia.

Uno de los trabajadores de dicha empresa, que estuvo en el lugar durante más de un mes, comentó los jaloneos que hubo entre doña Josefina y doña Lucha para el diseño de exteriores del rancho de Vicente Fox.

Doña Josefina, mujer atractiva de tez morena y pelo largo, que contaba con toda la confianza y el afecto del jefe del Ejecutivo --según notaron los trabajadores por los saludos efusivos-, tenía pensado un paisaje exterior estilo "mexicano". Luego de que cortaron el cedro de la entrada de la casa, quería que Viveros GDV pusiera cactus, magueyes, nopales y órganos.

La esposa de José Fax Quesada, doña Lucha, tenía una idea opuesta: trajo a un exquisito diseñador de exteriores de la high society de León, Guillermo González del Castillo. Quería un paisaje exterior afrancesado, con crisantemos y claveles, aunque lo más probable es que no aguantaran el clima seco de la zona.

Mientras una ordenaba una cosa, la otra la contradecía. Al final fue Lucha Fax quien se salió con la suya e incluso logró que para la visita de George Bush todo el interior de la casa fuera plagado de hermosas y frágiles macetas con orquídeas blancas.

-¿y estas plantas florean todo el año? -preguntó Vicente
Fox, viéndolas con curiosidad.
El encargado de Viveros GDV no quiso desanimado y le dijo que se diera por bien servido si volvían a florear otra vez.
-Sí, como tres veces al año -prefirió responder.
Cuando a alguien se le ocurrió preguntar al dueño de la casa cómo quería su jardín, él coincidió con el gusto de Josefina Mares. El día que se percató de que en lugar de cactus habían puesto crisantemos sólo preguntó:
-¿Qué pasó?
Lo único que el presidente defendió a capa y espada fue la enredadera de zarzamora que estaba en la puerta de acceso al rancho, y las savias de flores de rojo intenso, que están en uno de los bordes del lago.

Los trabajadores entrevistados recuerdan que cuando ellos se fueron (a mediados de febrero de 2001), estaba prácticamente terminada la remodelación de la casa.

Aunque la parte delantera de la casa conserva la fachada de estilo inglés, la parte trasera quedó con todo el toque new age mexicano del arquitecto Artigas.

Se cambiaron los techos y paredes y se colocaron enormes vigas de madera a lo largo del techo y, en lugar de muros, columnas de piedra tallada. En las áreas de uso rudo de la casa se quitó la loseta anterior y se puso cantera en su lugar. En las recámaras se metió duela de madera color maple y gruesas puertas rústicas para hacerle juego.

La habitación del presidente quedó muy amplia, con un baño de mármol blanco que cuenta con un pequeño arreglo de plantas en su interior, que es iluminado por un domo.

El viejo gimnasio quedó totalmente renovado y con vista al jardín; además, le pusieron nuevos aparatos de ejercicio y un jacuzzi.

Debajo de la casa se construyó un amplísimo salón de juegos de puro mármol. En la parte trasera de la casa, la que da vista al lago, se levantó un techo de teja roja de más de tres metros de altura sobre una terraza al aire libre. El plafón quedó sostenido por vigas y cuatro gruesas columnas de cantera blanquizca. La hermosa construcción está a unos metros del estanque del agua, por lo cual se produce un efecto de espejo fascinante, según consta en las fotografías que se consiguieron para esta investigación.

Con la magia de la arquitectura construyeron una amplia alberca de 10 por 15 metros –aproximadamente con jacuzzi. Quien se echara un chapuzón en la piscina tendría la ilusión óptica de estar dentro del mismo lago.

Entre los trabajos de remodelación también se arregló la cancha de tenis y se pavimentó el acceso al rancho desde la carretera de León-Cuerámaro.

Atrás de la residencia principal, del lado izquierdo se levantó un chalet de dos pisos para huéspedes, totalmente independiente. Y donde estaban las caballerizas se edificó una casa para los elementos del Estado Mayor Presidencial que custodian la propiedad.

Los trabajos de remodelación en el "rancho oficial" del jefe del Ejecutivo no se limitaron a la construcción, sino también al diseño de interiores.

La casa fue decorada con grandes macetones de cantera por todas partes. La enorme mesa del comedor la mandaron hacer uniendo varias puertas de madera antigua. Entre otros detalles, en el corredor que da a la habitación de Vicente Fox se colocó una hermosa vitrina de madera, con vidrios biselados. En su interior, a la vista, pusieron figuritas diferentes, entre ellas una pequeña figura de tela del "Subcomandante Marcos" (con pipa y todo), emblemas patrios y hasta una paloma de la paz.

La recámara del primer mandatario, con vista al jardín, quedó decorada con una robusta cama de madera, tipo Luis XV, con barrotes de madera tallada en cada esquina, y cuadros de paisajes en las paredes.

En los últimos años se han hecho algunas adecuaciones, por ejemplo: sobre el gimnasio que estaba a desnivel se construyó un enorme vestidor, de cerca de 5 metros cuadrados, para el vestuario de la primera dama. Habrá que recordar que cuando se hicieron los trabajos de remodelación a principios de 2001, Vicente Fox estaba soltero, y se pusieron algunos objetos del gusto de la esposa del presidente, por ejemplo; en la habitación principal hay un sillón de brocados dorados y marrones, y sobre las paredes ya no existen cuadros de paisajes, sino fotografías repartidas por todos lados de la pareja presidencial.

En la sala principal están colgados dos gigantescos cuadros de dos metros de altura. En uno de ellos está Vicente Fox de pie y en el otro su esposa Martha, sentada en una churrigueresca silla.

En la declaración patrimonial de Vicente Fox correspondiente, entregada en mayo de 2004, él afirma que la casa del rancho en San Cristóbal le costó 220,000 pesos.