Otro Waterloo para la justicia
Tomado de La Jornada, El Fisgón y El Universal, Omar.
¿A cambio de qué Calderón apoya a Napoleón?
jorge carrasco araizaga
México, D.F. (apro).- Felipe Calderón apostó por Napoleón Gómez Urrutia y, con ello, cambió diametralmente la situación en el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana. Lo mismo hizo Vicente Fox, hace un año, cuando apostó por Elías Morales.
Para lograrlo, ambos han hecho su voluntad con el Poder Judicial.
Fox no sólo emprendió una intensa campaña de desprestigio en contra del sofisticado líder “obrero”, educado en Estados Unidos y heredero del sindicato que durante cuatro décadas controló y administró su padre, Napoleón Gómez Sada.
Esa fue una razón de peso para desacreditar al sucesor; pero hubo una más: el destino de más de 50 millones de dólares que el sindicato recibió como resultado de la privatización de las empresas siderúrgicas.
Con el control del aparato administrativo, a Fox le fue fácil dar por bueno el conteo de los trabajadores que supuestamente estaban de forma mayoritaria con Elías Morales, aunque ahora el exsecretario del Trabajo, Carlos Abascal, y actual secretario general adjunto del PAN, diga que el foxismo actuó de “buen fe” y dio por buenas las cifras de ese alegado respaldo.
Aunque no fue él quien dio por bueno el trámite administrativo conocido como “toma de nota” con el que Morales se hizo del control del sindicato, Abascal sale en defensa de su sucesor en la Secretaría del Trabajo, Francisco Javier Salazar Sáenz.
Abascal salió a dar la cara por algo que, en estricto sentido, él no hizo, pues cuando ocurrió la deposición de Napoleón él ya era secretario de Gobernación.
La responsabilidad asumida por Abascal revela la decisión del foxismo de remover del sindicato a Gómez Urrutia porque al Grupo Minera México siempre le resultó un incómodo negociador.
Fox utilizó entonces el aparato de la procuración de justicia y abrió averiguaciones previas en contra del dirigente sindical por el destino de los recursos que Gómez Urrutia alega que están en las cuentas del sindicato.
Más perniciosa fue la actuación foxista frente al Poder Judicial, pues logró que distintas instancias le negaran amparos al sindicalista perseguido, quien se tuvo que exiliar en Canadá.
Los procesos judiciales en México son largos y dificultosos, pero bastaron menos de cinco meses para las cosas cambiaran de medio a medio. Ahora resulta que siempre no, que Elías Morales no tenía representación, que fue un dirigente espurio, a decir de la resolución del Cuatro Tribunal Colegiado de lo Laboral.
Lo que falta por ver es cómo se comporta el Ministerio Público Federal ante la decisión de la justicia laboral para que Gómez Urrutia sea restituido en la dirigencia sindical. Es el mismo Ministerio Público que le negó todo beneficio y consiguió las órdenes de aprehensión en su contra.
Nada raro sería que se desistiera. No sería la primera vez en asuntos que han ocupado la discusión pública.
Calderón ahora respalda a Napoleón. Cuando dice que no se va a meter en la vida de los sindicatos, en realidad el aparato gubernamental está actuando en favor del depuesto líder. Tal y como lo hizo Fox, y exactamente igual de lo que ocurría en el viejo régimen priista.
En medio de la batalla por el control político y económico del sindicato queda de nuevo la justicia derrotada, avasallada por el Poder Ejecutivo. Ese vaivén le deja escaso margen. Si no, de qué otra manera puede entenderse “el robo” de información del expediente de Napoleón en la delegación de la Procuraduría General de la República en el Distrito Federal.
Una vez más, se abre el camino hacia la impunidad y al Poder Judicial le tocará pagar la costosa factura de no llevar a ninguno de los responsables a la cárcel, como lo obligan la magnitud e importancia de los delitos cometidos.
Por eso Fox puede cínicamente decir “que hagan lo que quieran”, pues sabe que difícilmente serán procesados los verdaderos responsables del caso, aunque con la reversión de las cosas, Calderón entre en una franca confrontación con lo hecho por su antecesor, al menos en este caso.
Ya con el respaldo presidencial, habrá que ver en el corto plazo cuál es el tributo que Gómez Urrutia deberá pagar a Calderón, tan necesitado de legitimidad social y de lo que en el priismo –que no acaba– se llamó “las fuerzas vivas”. (13 de abril de 2007)
jcarrasco@proceso.com.mx
jorge carrasco araizaga
México, D.F. (apro).- Felipe Calderón apostó por Napoleón Gómez Urrutia y, con ello, cambió diametralmente la situación en el Sindicato Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República Mexicana. Lo mismo hizo Vicente Fox, hace un año, cuando apostó por Elías Morales.
Para lograrlo, ambos han hecho su voluntad con el Poder Judicial.
Fox no sólo emprendió una intensa campaña de desprestigio en contra del sofisticado líder “obrero”, educado en Estados Unidos y heredero del sindicato que durante cuatro décadas controló y administró su padre, Napoleón Gómez Sada.
Esa fue una razón de peso para desacreditar al sucesor; pero hubo una más: el destino de más de 50 millones de dólares que el sindicato recibió como resultado de la privatización de las empresas siderúrgicas.
Con el control del aparato administrativo, a Fox le fue fácil dar por bueno el conteo de los trabajadores que supuestamente estaban de forma mayoritaria con Elías Morales, aunque ahora el exsecretario del Trabajo, Carlos Abascal, y actual secretario general adjunto del PAN, diga que el foxismo actuó de “buen fe” y dio por buenas las cifras de ese alegado respaldo.
Aunque no fue él quien dio por bueno el trámite administrativo conocido como “toma de nota” con el que Morales se hizo del control del sindicato, Abascal sale en defensa de su sucesor en la Secretaría del Trabajo, Francisco Javier Salazar Sáenz.
Abascal salió a dar la cara por algo que, en estricto sentido, él no hizo, pues cuando ocurrió la deposición de Napoleón él ya era secretario de Gobernación.
La responsabilidad asumida por Abascal revela la decisión del foxismo de remover del sindicato a Gómez Urrutia porque al Grupo Minera México siempre le resultó un incómodo negociador.
Fox utilizó entonces el aparato de la procuración de justicia y abrió averiguaciones previas en contra del dirigente sindical por el destino de los recursos que Gómez Urrutia alega que están en las cuentas del sindicato.
Más perniciosa fue la actuación foxista frente al Poder Judicial, pues logró que distintas instancias le negaran amparos al sindicalista perseguido, quien se tuvo que exiliar en Canadá.
Los procesos judiciales en México son largos y dificultosos, pero bastaron menos de cinco meses para las cosas cambiaran de medio a medio. Ahora resulta que siempre no, que Elías Morales no tenía representación, que fue un dirigente espurio, a decir de la resolución del Cuatro Tribunal Colegiado de lo Laboral.
Lo que falta por ver es cómo se comporta el Ministerio Público Federal ante la decisión de la justicia laboral para que Gómez Urrutia sea restituido en la dirigencia sindical. Es el mismo Ministerio Público que le negó todo beneficio y consiguió las órdenes de aprehensión en su contra.
Nada raro sería que se desistiera. No sería la primera vez en asuntos que han ocupado la discusión pública.
Calderón ahora respalda a Napoleón. Cuando dice que no se va a meter en la vida de los sindicatos, en realidad el aparato gubernamental está actuando en favor del depuesto líder. Tal y como lo hizo Fox, y exactamente igual de lo que ocurría en el viejo régimen priista.
En medio de la batalla por el control político y económico del sindicato queda de nuevo la justicia derrotada, avasallada por el Poder Ejecutivo. Ese vaivén le deja escaso margen. Si no, de qué otra manera puede entenderse “el robo” de información del expediente de Napoleón en la delegación de la Procuraduría General de la República en el Distrito Federal.
Una vez más, se abre el camino hacia la impunidad y al Poder Judicial le tocará pagar la costosa factura de no llevar a ninguno de los responsables a la cárcel, como lo obligan la magnitud e importancia de los delitos cometidos.
Por eso Fox puede cínicamente decir “que hagan lo que quieran”, pues sabe que difícilmente serán procesados los verdaderos responsables del caso, aunque con la reversión de las cosas, Calderón entre en una franca confrontación con lo hecho por su antecesor, al menos en este caso.
Ya con el respaldo presidencial, habrá que ver en el corto plazo cuál es el tributo que Gómez Urrutia deberá pagar a Calderón, tan necesitado de legitimidad social y de lo que en el priismo –que no acaba– se llamó “las fuerzas vivas”. (13 de abril de 2007)
jcarrasco@proceso.com.mx
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home