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jueves, septiembre 06, 2012

En vísperas del adiós, ataque de megalomanía*






Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.



Los spots en los que el presidente Felipe Calderón promueve su sexto informe de gobierno son un ejercicio de megalomanía. En todos aparece solitario y con gesto reflexivo, mientras su voz en off habla de sus innumerables logros en materia de economía, salud, combate a la pobreza, e incluso en el ámbito de la seguridad, precisamente el fracaso más estrepitoso de su gestión. Pero la realidad es inocultable, lo desmiente y destruye el mundo utópico que Calderón pretende construir al iniciar lo que será, para él, la ceremonia de un triste adiós.

 

La escena muestra a un solícito militar en el momento en que entrega la banda presidencial a Felipe Calderón. Es muy diferente a la del 1 de diciembre de 2006, que mostraba a un desasosegado mandatario y como fondo un despliegue policiaco-militar.

 

Esta vez los tonos son a media luz y destaca el refinamiento del viejo Palacio Nacional. La banda es recibida ahora por un Calderón solitario, quien no se la ciñe, sino que la dobla con delicadeza.

 

En la siguiente toma aparece acariciándose el rostro en actitud reflexiva. Su voz en off acompaña cada expresión y se escuchan unos acordes ligeros de piano new age. La secuencia lo sigue, mientras su mirada se pierde en el horizonte que se observa desde una ventana con vista al Zócalo. En perfecta sincronía, habla con voz serena, desprovista de sus peculiares tonos enfáticos, agudos.

 

“Hoy –dice– tenemos un México que no se arrodilla frente al crimen y que se juega el alma por proteger a su gente”. Se trata del spot “Seguridad-Emociones” y es uno de los cuatro en que Calderón promueve su sexto y último informe de gobierno desde el sábado 25 de agosto.

 

El mandatario lleva meses intentando convencer a la ciudadanía de que su gobierno se perciba con “justeza”, que se “sepa y reconozca lo que se hace”. El 14 de mayo de 2011, por ejemplo, en una reunión con la burocracia panista, externó sus deseos de manera abierta, apoyado en analogías bélicas y religiosas.

 

Le gustaría, dijo, que su mandato fuera recordado “como un punto de cambio, de inflexión; como un gran esfuerzo de transformación en todos los ámbitos de la vida nacional”. Mes y medio después, el 30 de julio, en un encuentro con alcaldes panistas, dijo más o menos lo mismo. Y en 2012, durante la campaña presidencial, fue su esposa, Margarita Zavala, quien procuró que la candidata Josefina Vázquez Mota se basara en “los logros” del gobierno de su marido (Proceso 1863).

 

En dos de los spots para el informe de 2012 –uno de seguridad y otro de economía– Calderón, a quien le tocó celebrar el Bicentenario de la Independencia, asegura que sus decisiones dieron “los cimientos” para un país más justo, seguro y próspero.

 

Los otros dos: “Seguridad-Emociones” y “Seguridad-Razones”, los dedicó a seguridad, y aluden a lo que ha sido el fracaso más sonado de su gestión, es decir, la “guerra” declarada al narco. La Presidencia de la República subió ambos a su página oficial para su difusión.

 

 

 

La hecatombe

 

 

 

En uno de los spots la cámara hace un acercamiento al despacho presidencial. Al fondo, aparece Calderón sentado en su escritorio, rodeado por un pequeño busto de Benito Juárez, una estatuilla –la representación de Prometeo o la Victoria Alada, probablemente–. A la derecha, una fotografía de su familia.

 

Calderón tiene las manos enlazadas a la altura de la barbilla. Su voz en off se queja de que durante años se haya dejado crecer la delincuencia, mientras su mano izquierda hace anotaciones en una libreta. Mantiene su postura reflexiva. Como en los demás promocionales de la serie, se ve solitario, a veces aparece un guardia militar.

 

“Tomamos decisiones difíciles. Pensando no en seis años, sino en el México del futuro. Sabíamos que luchar implicaría grandes desafíos y riesgos muy importantes. Pero teníamos que quitarnos la venda de los ojos y actuar”, expresa la voz en off, mientras él deambula por el palacio.

 

Más allá del spot y de los muros de las galerías presidenciales, lo cierto es que en todo el territorio nacional continúan los crímenes, robos, secuestros, muertes, violaciones de mujeres, pedacerías humanas arrojadas por doquier o disueltas en químicos.

 

En suma, el sexenio ha sido un escenario plagado de quemazones, balaceras, fosas clandestinas, desapariciones, torturas, desplazados, plagiados, huérfanos, viudas…

 

El 20 de agosto último, el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) presentó un informe sobre los homicidios en México durante 2011, según el cual aumentaron 274% respecto a los de 2005. Para junio de este año la estadística sexenal de homicidios ascendía a 88 mil (Proceso 1857).

 

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) documentó a su vez más de 5 mil desapariciones en lo que va de la gestión calderonista; Amnistía Internacional (AI) reporta sólo 3 mil, mientras otros organismos civiles calculan la cifra en más de 10 mil.

 

En febrero pasado, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas calculó en 22 mil los casos de secuestro a migrantes en México. Los plagios nacionales también crecieron: de 615 en 2005 a 2 mil 979 casos al cierre de 2011, un incremento de 384%, según datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia.

 

Y sobre los desplazados por la violencia, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza Javier Sicilia, quien ahora realiza una caravana por territorio estadunidense, habla de 250 mil personas.

 

Ante estas cifras, Calderón ha optado por culpar a los legisladores de no reformar las leyes, como lo hizo el 22 de marzo pasado; y a los jueces que, dijo el 6 de septiembre de 2011, son corruptos.

 

Sin embargo, las iniciativas que sí fueron aprobadas, entre ellas la reforma constitucional penal de 2008, han sido calificadas como un rotundo fracaso. Para el constitucionalista Raúl Carrancá, la reforma y lo que Calderón quiso seguir reformando es una “abominación constitucional”.

 

Por lo demás, la tasa de impunidad en el país promedia alrededor de 98.6%; es decir, de cada 100 delitos cometidos, sólo 1.4 terminan en sentencia condenatoria. La razón: la mayoría de los casos se pierden por violaciones al debido proceso o por mala integración de las averiguaciones.

 

En el exterior, las críticas también son acerbas. En un editorial del pasado 23 de agosto el vespertino francés Le Monde calificó la situación de México como una “verdadera hecatombe, y por mucho, el conflicto más mortífero de los últimos años en el planeta”.

 

El 31 de agosto AI recordó a Calderón, a través de un comunicado, el contexto de su sexto informe de gobierno: su política de seguridad pública militarizada agravó la violencia. Y lo cuestionó: “(¿Será capaz de) reconocer el grave deterioro en la protección de los derechos humanos?”.

 

 

 

La pauperización

 

 

 

En otro de los promocionales aparece un despacho más ejecutivo. Esta vez se trata de la Residencia Oficial de Los Pinos. Calderón empuña una pluma fuente en su mano izquierda. Escribe unas líneas mientras su propia voz en off presume:

 

“Frente a la crisis económica mundial más grave de la historia, México está de pie”. Y en la imagen es Calderón quien aparece de pie, caminando hacia una puerta por la que se cuela la luz del día.

 

“Manejamos con responsabilidad la economía; invertimos en infraestructura, que facilita el comercio y la inversión, y dimos más becas que nunca para tener mexicanos mejor preparados”, sigue la voz en off, mientras él camina con parsimonia. Su mirada se pierde en la lejanía.

 

En la siguiente secuencia aparece hablando de frente a la cámara:

 

“Falta mucho, pero no tengo duda, México tiene hoy sólidos cimientos para ser un país más próspero”. La escena termina mientras la cámara hace una toma de muros de la escalera del inmueble y Calderón continúa con su actitud meditabunda.

 

Las alusiones a sus logros económicos son frecuentes en Calderón:

 

México superó la crisis de 2008 mejor que las economías europeas y norteamericana –dijo el 18 de mayo pasado–. “La economía mexicana está más fuerte que nunca”, es “sólida”.

 

Sus palabras contrastan con las de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), que en febrero pasado, tras concluir su análisis sobre el comportamiento de la economía nacional, concluyó que el crecimiento es mediocre, la recuperación precaria y los empleos insuficientes…

 

El documento, cuyo contenido fue glosado en la edición 1842 de este semanario, advierte que el Producto Interno Bruto creció apenas 1% en promedio con Calderón. Especialistas en la materia consideran que se trata del crecimiento más bajo en las últimas siete décadas (Proceso 1853).

 

Con base en cifras del Fondo Monetario Internacional, el Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal) establece que de un universo de 183 países, 153 crecieron más que México, entre ellos República Dominicana y Haití.

 

La ASF admite que sí hubo recuperación económica, pero fue la más pobre del continente; y aun aclara: esa recuperación se debió a la demanda de Estados Unidos, no al manejo de México.

 

Calderón deja al país más endeudado que nunca, según el órgano auditor. La deuda bruta del sector público de Vicente Fox fue de 2 billones 337 mil 320 millones de pesos; al cierre de 2010, Calderón casi la había duplicado, pues llegó a 4 billones 445 mil 459 millones.

 

Además, las tasas de desocupación son superiores a 4% de la Población Económicamente Activa (PEA) y cada día 645 mexicanos pierden su trabajo. Entre las cifras “récord” están 14 millones de personas que se encuentran en la informalidad, 1 millón menos que los 15 millones de asegurados permanentes del IMSS.

 

Ello se debe, entre otros factores, a que Calderón no supo incentivar el mercado interno ni instrumentó una estrategia para inhibir la desindustrialización, que durante su gobierno le ha costado al país la pérdida de 700 mil empleos. Las cámaras empresariales no han dejado de exponérselo, sobre todo a partir de la eliminación arancelaria de principios de 2012.

 

Los empleos son paupérrimos: cuatro de cada 10 trabajadores carecen de seguridad social y prestaciones.

 

El 30 de marzo pasado, CNN en español publicó en su sitio electrónico que a diferencia de lo que afirma Calderón sobre el combate a la pobreza, en 2006 había 14.4 millones de mexicanos en pobreza alimentaria; en 2008 ya eran 23.8 millones, y en 2010 sumaban 28 millones.

 

Y si bien Calderón ha presumido el control inflacionario, éste se ha basado en el control del salario mínimo, que permanece estancado desde 2000. En contraste, el poder adquisitivo se redujo 68% respecto a los años setenta. En síntesis, al terminar la administración calderonista habrá 15 millones más de pobres que cuando llegó a Los Pinos.

 

 

 

Falsa cobertura

 

 

 

Un spot más: Calderón está solo. Camina por los jardines de Los Pinos, también en actitud meditabunda. Viste un saco beige sin corbata y se le ve más relajado. La cámara difumina su figura y enfoca el Escudo Nacional tallado en piedra.

 

Sigue relajado, incluso acaricia un arbusto. Su voz en off dice que la salud de las personas no puede estar en discusión; antes, mucha gente estaba desprotegida, por lo que, agrega, se comprometió a lograr la cobertura universal de salud.

 

En cuanto a la política calderonista de salud, Briseida Lavielle, Mariana Pérez y Daniela Díaz, investigadoras del organismo civil Fundar, plantean a Proceso algunas consideraciones críticas:

 

La afiliación de toda la población objetivo del Seguro Popular, dicen, no asegura una cobertura universal. El factor calidad es fundamental. En 2011 sólo se había acreditado a 9 mil 542 de las 12 mil 743 unidades médicas. En otras palabras, sólo 75% contaba con los estándares mínimos de calidad.

 

En lo que respecta a la accesibilidad, indican las investigadoras, existen deficiencias en el sistema de salud y desigualdades entre regiones. En términos de infraestructura médica se puede observar que la media nacional es de 0.6 consultorios por cada mil habitantes sin seguridad social; algunos municipios tienen 0.3 consultorios por cada mil habitantes.

 

En lo que respecta al pago que las personas deben efectuar para tener acceso a bienes y servicios sanitarios, ese gasto fue la principal fuente de financiamiento del sistema de salud en México hasta 2008 y desde entonces se mantiene alto. Calderón prometió reducirlo de 51% a 44%. En 2010 sólo se redujo a 47.2%.

 

Las investigadoras de Fundar sostienen que hay evidencia empírica de que existe cobro de medicamentos y servicios. Se remiten a los resultados de la encuesta de satisfacción del Seguro Popular, según la cual 39% de los encuestados no recibió medicinas prescritas. La medición es nacional, pero hay casos como el estado de Hidalgo donde el porcentaje de insatisfacción es de 61.2%.

 

Al concluir el mencionado spot, Calderón afirma: “Hoy, como nunca antes en la historia de México, la atención médica está al alcance de todos”.

 

*Tomado de la revista Proceso.