En vísperas del adiós, ataque de megalomanía*
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.
Los spots en los que el presidente Felipe Calderón promueve
su sexto informe de gobierno son un ejercicio de megalomanía. En todos aparece
solitario y con gesto reflexivo, mientras su voz en off habla de sus
innumerables logros en materia de economía, salud, combate a la pobreza, e
incluso en el ámbito de la seguridad, precisamente el fracaso más estrepitoso
de su gestión. Pero la realidad es inocultable, lo desmiente y destruye el
mundo utópico que Calderón pretende construir al iniciar lo que será, para él,
la ceremonia de un triste adiós.
La escena muestra a un solícito militar en el momento en que
entrega la banda presidencial a Felipe Calderón. Es muy diferente a la del 1 de
diciembre de 2006, que mostraba a un desasosegado mandatario y como fondo un despliegue
policiaco-militar.
Esta vez los tonos son a media luz y destaca el refinamiento
del viejo Palacio Nacional. La banda es recibida ahora por un Calderón
solitario, quien no se la ciñe, sino que la dobla con delicadeza.
En la siguiente toma aparece acariciándose el rostro en
actitud reflexiva. Su voz en off acompaña cada expresión y se escuchan unos
acordes ligeros de piano new age. La secuencia lo sigue, mientras su mirada se
pierde en el horizonte que se observa desde una ventana con vista al Zócalo. En
perfecta sincronía, habla con voz serena, desprovista de sus peculiares tonos
enfáticos, agudos.
“Hoy –dice– tenemos un México que no se arrodilla frente al
crimen y que se juega el alma por proteger a su gente”. Se trata del spot
“Seguridad-Emociones” y es uno de los cuatro en que Calderón promueve su sexto
y último informe de gobierno desde el sábado 25 de agosto.
El mandatario lleva meses intentando convencer a la
ciudadanía de que su gobierno se perciba con “justeza”, que se “sepa y
reconozca lo que se hace”. El 14 de mayo de 2011, por ejemplo, en una reunión
con la burocracia panista, externó sus deseos de manera abierta, apoyado en
analogías bélicas y religiosas.
Le gustaría, dijo, que su mandato fuera recordado “como un
punto de cambio, de inflexión; como un gran esfuerzo de transformación en todos
los ámbitos de la vida nacional”. Mes y medio después, el 30 de julio, en un
encuentro con alcaldes panistas, dijo más o menos lo mismo. Y en 2012, durante
la campaña presidencial, fue su esposa, Margarita Zavala, quien procuró que la
candidata Josefina Vázquez Mota se basara en “los logros” del gobierno de su
marido (Proceso 1863).
En dos de los spots para el informe de 2012 –uno de
seguridad y otro de economía– Calderón, a quien le tocó celebrar el
Bicentenario de la Independencia, asegura que sus decisiones dieron “los
cimientos” para un país más justo, seguro y próspero.
Los otros dos: “Seguridad-Emociones” y “Seguridad-Razones”,
los dedicó a seguridad, y aluden a lo que ha sido el fracaso más sonado de su
gestión, es decir, la “guerra” declarada al narco. La Presidencia de la
República subió ambos a su página oficial para su difusión.
La hecatombe
En uno de los spots la cámara hace un acercamiento al
despacho presidencial. Al fondo, aparece Calderón sentado en su escritorio,
rodeado por un pequeño busto de Benito Juárez, una estatuilla –la
representación de Prometeo o la Victoria Alada, probablemente–. A la derecha,
una fotografía de su familia.
Calderón tiene las manos enlazadas a la altura de la
barbilla. Su voz en off se queja de que durante años se haya dejado crecer la
delincuencia, mientras su mano izquierda hace anotaciones en una libreta.
Mantiene su postura reflexiva. Como en los demás promocionales de la serie, se
ve solitario, a veces aparece un guardia militar.
“Tomamos decisiones difíciles. Pensando no en seis años,
sino en el México del futuro. Sabíamos que luchar implicaría grandes desafíos y
riesgos muy importantes. Pero teníamos que quitarnos la venda de los ojos y
actuar”, expresa la voz en off, mientras él deambula por el palacio.
Más allá del spot y de los muros de las galerías
presidenciales, lo cierto es que en todo el territorio nacional continúan los
crímenes, robos, secuestros, muertes, violaciones de mujeres, pedacerías
humanas arrojadas por doquier o disueltas en químicos.
En suma, el sexenio ha sido un escenario plagado de
quemazones, balaceras, fosas clandestinas, desapariciones, torturas,
desplazados, plagiados, huérfanos, viudas…
El 20 de agosto último, el Instituto Nacional de Geografía y
Estadística (Inegi) presentó un informe sobre los homicidios en México durante
2011, según el cual aumentaron 274% respecto a los de 2005. Para junio de este
año la estadística sexenal de homicidios ascendía a 88 mil (Proceso 1857).
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH)
documentó a su vez más de 5 mil desapariciones en lo que va de la gestión
calderonista; Amnistía Internacional (AI) reporta sólo 3 mil, mientras otros
organismos civiles calculan la cifra en más de 10 mil.
En febrero pasado, el Comité para la Eliminación de la
Discriminación Racial de Naciones Unidas calculó en 22 mil los casos de
secuestro a migrantes en México. Los plagios nacionales también crecieron: de
615 en 2005 a 2 mil 979 casos al cierre de 2011, un incremento de 384%, según
datos del Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia.
Y sobre los desplazados por la violencia, el Movimiento por
la Paz con Justicia y Dignidad, que encabeza Javier Sicilia, quien ahora
realiza una caravana por territorio estadunidense, habla de 250 mil personas.
Ante estas cifras, Calderón ha optado por culpar a los
legisladores de no reformar las leyes, como lo hizo el 22 de marzo pasado; y a
los jueces que, dijo el 6 de septiembre de 2011, son corruptos.
Sin embargo, las iniciativas que sí fueron aprobadas, entre
ellas la reforma constitucional penal de 2008, han sido calificadas como un
rotundo fracaso. Para el constitucionalista Raúl Carrancá, la reforma y lo que
Calderón quiso seguir reformando es una “abominación constitucional”.
Por lo demás, la tasa de impunidad en el país promedia
alrededor de 98.6%; es decir, de cada 100 delitos cometidos, sólo 1.4 terminan
en sentencia condenatoria. La razón: la mayoría de los casos se pierden por
violaciones al debido proceso o por mala integración de las averiguaciones.
En el exterior, las críticas también son acerbas. En un
editorial del pasado 23 de agosto el vespertino francés Le Monde calificó la
situación de México como una “verdadera hecatombe, y por mucho, el conflicto
más mortífero de los últimos años en el planeta”.
El 31 de agosto AI recordó a Calderón, a través de un
comunicado, el contexto de su sexto informe de gobierno: su política de
seguridad pública militarizada agravó la violencia. Y lo cuestionó: “(¿Será
capaz de) reconocer el grave deterioro en la protección de los derechos
humanos?”.
La pauperización
En otro de los promocionales aparece un despacho más
ejecutivo. Esta vez se trata de la Residencia Oficial de Los Pinos. Calderón
empuña una pluma fuente en su mano izquierda. Escribe unas líneas mientras su
propia voz en off presume:
“Frente a la crisis económica mundial más grave de la
historia, México está de pie”. Y en la imagen es Calderón quien aparece de pie,
caminando hacia una puerta por la que se cuela la luz del día.
“Manejamos con responsabilidad la economía; invertimos en
infraestructura, que facilita el comercio y la inversión, y dimos más becas que
nunca para tener mexicanos mejor preparados”, sigue la voz en off, mientras él
camina con parsimonia. Su mirada se pierde en la lejanía.
En la siguiente secuencia aparece hablando de frente a la cámara:
“Falta mucho, pero no tengo duda, México tiene hoy sólidos
cimientos para ser un país más próspero”. La escena termina mientras la cámara
hace una toma de muros de la escalera del inmueble y Calderón continúa con su
actitud meditabunda.
Las alusiones a sus logros económicos son frecuentes en
Calderón:
México superó la crisis de 2008 mejor que las economías
europeas y norteamericana –dijo el 18 de mayo pasado–. “La economía mexicana
está más fuerte que nunca”, es “sólida”.
Sus palabras contrastan con las de la Auditoría Superior de
la Federación (ASF), que en febrero pasado, tras concluir su análisis sobre el
comportamiento de la economía nacional, concluyó que el crecimiento es
mediocre, la recuperación precaria y los empleos insuficientes…
El documento, cuyo contenido fue glosado en la edición 1842
de este semanario, advierte que el Producto Interno Bruto creció apenas 1% en
promedio con Calderón. Especialistas en la materia consideran que se trata del
crecimiento más bajo en las últimas siete décadas (Proceso 1853).
Con base en cifras del Fondo Monetario Internacional, el
Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal) establece que de un universo de
183 países, 153 crecieron más que México, entre ellos República Dominicana y
Haití.
La ASF admite que sí hubo recuperación económica, pero fue
la más pobre del continente; y aun aclara: esa recuperación se debió a la
demanda de Estados Unidos, no al manejo de México.
Calderón deja al país más endeudado que nunca, según el
órgano auditor. La deuda bruta del sector público de Vicente Fox fue de 2
billones 337 mil 320 millones de pesos; al cierre de 2010, Calderón casi la
había duplicado, pues llegó a 4 billones 445 mil 459 millones.
Además, las tasas de desocupación son superiores a 4% de la
Población Económicamente Activa (PEA) y cada día 645 mexicanos pierden su
trabajo. Entre las cifras “récord” están 14 millones de personas que se
encuentran en la informalidad, 1 millón menos que los 15 millones de asegurados
permanentes del IMSS.
Ello se debe, entre otros factores, a que Calderón no supo
incentivar el mercado interno ni instrumentó una estrategia para inhibir la
desindustrialización, que durante su gobierno le ha costado al país la pérdida
de 700 mil empleos. Las cámaras empresariales no han dejado de exponérselo,
sobre todo a partir de la eliminación arancelaria de principios de 2012.
Los empleos son paupérrimos: cuatro de cada 10 trabajadores
carecen de seguridad social y prestaciones.
El 30 de marzo pasado, CNN en español publicó en su sitio
electrónico que a diferencia de lo que afirma Calderón sobre el combate a la
pobreza, en 2006 había 14.4 millones de mexicanos en pobreza alimentaria; en
2008 ya eran 23.8 millones, y en 2010 sumaban 28 millones.
Y si bien Calderón ha presumido el control inflacionario,
éste se ha basado en el control del salario mínimo, que permanece estancado
desde 2000. En contraste, el poder adquisitivo se redujo 68% respecto a los
años setenta. En síntesis, al terminar la administración calderonista habrá 15
millones más de pobres que cuando llegó a Los Pinos.
Falsa cobertura
Un spot más: Calderón está solo. Camina por los jardines de
Los Pinos, también en actitud meditabunda. Viste un saco beige sin corbata y se
le ve más relajado. La cámara difumina su figura y enfoca el Escudo Nacional
tallado en piedra.
Sigue relajado, incluso acaricia un arbusto. Su voz en off
dice que la salud de las personas no puede estar en discusión; antes, mucha
gente estaba desprotegida, por lo que, agrega, se comprometió a lograr la
cobertura universal de salud.
En cuanto a la política calderonista de salud, Briseida
Lavielle, Mariana Pérez y Daniela Díaz, investigadoras del organismo civil
Fundar, plantean a Proceso algunas consideraciones críticas:
La afiliación de toda la población objetivo del Seguro
Popular, dicen, no asegura una cobertura universal. El factor calidad es
fundamental. En 2011 sólo se había acreditado a 9 mil 542 de las 12 mil 743
unidades médicas. En otras palabras, sólo 75% contaba con los estándares
mínimos de calidad.
En lo que respecta a la accesibilidad, indican las
investigadoras, existen deficiencias en el sistema de salud y desigualdades
entre regiones. En términos de infraestructura médica se puede observar que la
media nacional es de 0.6 consultorios por cada mil habitantes sin seguridad
social; algunos municipios tienen 0.3 consultorios por cada mil habitantes.
En lo que respecta al pago que las personas deben efectuar
para tener acceso a bienes y servicios sanitarios, ese gasto fue la principal
fuente de financiamiento del sistema de salud en México hasta 2008 y desde
entonces se mantiene alto. Calderón prometió reducirlo de 51% a 44%. En 2010
sólo se redujo a 47.2%.
Las investigadoras de Fundar sostienen que hay evidencia
empírica de que existe cobro de medicamentos y servicios. Se remiten a los
resultados de la encuesta de satisfacción del Seguro Popular, según la cual 39%
de los encuestados no recibió medicinas prescritas. La medición es nacional,
pero hay casos como el estado de Hidalgo donde el porcentaje de insatisfacción
es de 61.2%.
Al concluir el mencionado spot, Calderón afirma: “Hoy, como
nunca antes en la historia de México, la atención médica está al alcance de
todos”.
*Tomado de la revista Proceso.
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