Rebeldes o sumisos*
Tomados de La Jornada, El Fisgón y Helguera.
Jesusa Cervantes
MÉXICO, D.F. (apro).- Sólo los rebeldes cambian al país; los
sumisos terminan por ser cómplices del poder.
Lo anterior fue, en síntesis, lo que Pablo Gómez,
representante del Poder Legislativo ante el IFE dijo ante los nueve consejeros
del Instituto Federal Electoral, el pasado 5 de julio cuando denunció la
ilegitimidad de la elección presidencial, la compra y coacción del voto y la
violación al artículo 41 de la Constitución por no haber sido “libre” ni contar
con la certeza.
El comentario viene a cuenta por la inacción de la
Procuraduría General de la República, de la que depende la Fiscalía Especial
para Delitos Electorales (Fepade), y del Partido acción Nacional en el tema de
la triangulación de recursos ilícitos para la copra y coacción del voto en que
incurrió el PRI, según denuncias públicas, documentos y videos que han
circulado por las redes sociales.
El tema no es sólo si la Presidencia de la República queda
en manos del PAN, el PRI o de la coalición de izquierda, sino la forma ilegal
en que se pretende arrebatar la silla presidencial.
El punto es si el PAN, sabiendo de la triangulación de Monex
para la emisión de tarjetas prepagadas “Sí Vale” que denunció desde junio, la
llevó hasta la Fepade y le entregó la documentación.
El punto es si la PGR y el Sistema de Administración
Tributaria (SAT) y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHP), investigaron
o dejaron en un cajón la denuncia sobre los 56 millones de dólares que llegaron
a banco Monex, presuntamente para pagar la promoción de Enrique Peña Nieto en
Estados Unidos a través de una empresa de José Aquino, empresario
mexicanoa-mericano.
Y para rematar: el caso Soriana y la compra de votos a
través de la entrega de tarjetas para canjearlas por despensa o artículos
electrodomésticos.
Todas estás instituciones, incluido el PAN, tienen
información, tienen documentos y todos han sido “omisos” y “sumisos” ante el
candidato del PRI.
Ellos tienen la información. Por ejemplo, en el caso de los
56 millones de dólares, por obligación, el SAT y la Unidad de Fiscalización que
da seguimiento al delito de lavado de dinero, debieron abrir una investigación
y catalogar tal movimiento bancario como “operación sospechosa”.
El PAN debió entregar todo lo que tiene de Monex.
Sin embargo, ninguno de dichos entes ha actuado. El PAN,
tímido en su dicho, cómplice en su actuar, ha decidido no pedir la invalidez de
la elección presidencial, a pesar de que ha reconocido que estuvo plagada de
violaciones a la Constitución, al Cofipe (Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales).
El PAN ha aceptado que el PRI rebasó el tope de gastos de
campaña; la compra y coacción de votos en que incurrió ese partido, y que se
manipularon las encuestas para beneficiar a Peña Nieto; aun así, para Acción
Nacional nada de ello es suficiente para invalidar la elección.
La democracia implica que una elección se realice sin
coacción, sin compra de voto, sin presiones; que tenga la certeza y que sea
libre el sufragio. Alegar lo contrario sólo evidencia sumisión y complicidad de
quienes se alinean.
Por otro lado, hay quienes acusan a la izquierda y a su
candidato, Andrés Manuel López Obrador de pretender incendiar al país, de
intentar dividirlo, y todo porque han recurrido a su derecho de hacer valer la
ley. De Exigir que se limpie la elección más sucia del país, al menos desde que
tengo memoria.
Cuando en voz del perredista Pablo Gómez los consejeros
electorales y representantes de otros partidos escucharon la palabra rebelión,
se asustaron. Y como si hubiera invocado al diablo en tan puro e incólume lugar
del IFE, se desgarraron las vestiduras. Las mentes más conservadoras se lo
reclamaron, pero su respuesta fue, sin duda, certera.
Pablo Gómez les recordó a consejeros y a puritanos que
Miguel Hidalgo y Francisco y Madero llamaron a la rebelión y cambiar para bien
al país.
“Este país se ha hecho con rebeldes, no se ha hecho con
sumisos ni con oportunistas, ni con arribistas, ni mucho menos con
compravotos”, les restregó.
Por eso, quien no se atreve ser rebelde para defender a su
país, termina cayendo en la sumisión para mal de la nación y en complicidad de
quienes no ven más allá de sus intereses personales.
Comentarios mjcervantes@proceso.com.mx@jesusaproceso
*Tomado de la revista Proceso.
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