La peligrosa ira de Peña Nieto*
Tomados de La Jornada, Rocha, Hernández y El Fisgón y El Universal, Helioflores.
Álvaro Delgado
El estado emocional
de los priistas-verdes –a cuya coalición de intereses sirven también Gabriel
Quadri y Elba Esther Gordillo– adquiere mayor relevancia luego de que 131 de
los jóvenes que descompusieron a Peña Nieto tomaron la decisión valiente
–temeraria para algunos– de mostrar sus rostros y claves de estudiantes para
afirmar que no son golpeadores ni manipulados.
La acusación de serlo vino de los priistas Pedro Joaquín
Coldwell, Emilio Gamboa, de Arturo Escobar, senador del Partido Verde, y de
opinadores de medios de comunicación, claramente alineados ya, a quienes
desmienten: “Somos estudiantes de la Ibero, no acarreados, no porros. Y nadie
nos entrenó para nada”.
Más que serenarlos,
es previsible que este arrojo de los jóvenes encrespará más a personajes de la
talla de Jorge Yazberth, presidente del Organismo Nacional del Jóvenes del
Partido Revolucionario Institucional (PRI), un sujeto que se ufana de ser actor
de Televisa y que no sólo reprende a sus adversarios, sino los amenaza.
“Sí, si ya te encontramos a ti y a todos tus compañeros.
Cuidado, no todo es libertad de expresión”, le dice a la estudiante Paloma Arrazola,
a quien él atribuye organizar la protesta contra Peña Nieto, y luego, ufano,
aclara: “Relájate, Palomita; ya con esta fama que te hiciste gracias a mí
podrás pagar tu colegiatura”.
Aunque borró de su
cuenta de Twitter muchos de los insultos, y hasta cambió su perfil –de
presidente a vicepresidente de los jóvenes priistas–, quedaron las evidencias
del tono amenazante empleado por este individuo, replicado por otros desde el
anonimato.
Lo mismo ocurre con
otros priistas embozados o confesos, como los que se lanzaron contra la joven
estudiante Ronit Guttman –que hizo público su propósito de protestar, como si
eso estuviera proscrito–, instigados todos por el propio Peña Nieto.
Porque fue éste, ya
irritado al finalizar en encuentro en la Iberoamericana, el que atizó los
ánimos al ufanarse de la represión policiaca a su cargo en Atenco, donde
murieron el niño Javier Cortés, de 14 años de edad, de un balazo en el corazón
que le disparó un policía, y el joven Alexis Benhumea Hernández, golpeado en la
cabeza por un cartucho de gas lacrimógeno.
Algo que tiene al candidato priista tenso, a menudo
irascible, como lo registró la reportera Jesusa Cervantes, de Proceso, en San
Luis Potosí, el pasado miércoles 9, tres días después del debate, cuando regañó
al capitán Gustavo Cuevas Gutiérrez, su jefe de seguridad, por empujar a una
simpatizante.
“¡Chingada madre! ¡Estamos en campaña! ¿No te das cuenta?”,
le gritó Peña Nieto mientras manoteaba frente su cara.
No, si la ventaja de
Peña Nieto es irreversible, él, los mandos priistas y sus testaferros no
estarían tan alterados ni generando un ambiente altamente peligroso. Cuidado.
Los propios panistas lo confiesan, aún en voz baja: Josefina
Vázquez Mota ha sido ya abandonada tras arreglos de impunidad e inmunidad entre
Felipe Calderón y Peña Nieto. Y ella será la única culpable de la debacle…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter :
@alvaro_delgado.
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El candidato de las mentiras*
Juan Carlos Cruz y Arturo Rodríguez
La trayectoria de Gabriel Quadri, aspirante presidencial del
Partido Nueva Alianza (Panal) que controla la lideresa magisterial Elba Esther
Gordillo, desmiente sus banderas de “candidato ciudadano”, “ambientalista” y
“académico”.
En el debate del domingo 6, la panista Josefina Vázquez Mota
fue la única que se animó a fijarse en él. Y lo hizo sólo para señalar que su
patrona es la maestra, dueña del partido que lo postula y del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación.
Crecido, aun cuando los demás candidatos le hicieron el
vacío pese a las puyas que les lanzó calificándolos peyorativamente de
políticos, poco se ha dicho sobre el pasado de Quadri.
“El día que quieran les doy clases de sustentabilidad.
Difícilmente otro candidato sabe más de ese tema que yo. Perdón que lo diga con
arrogancia, pero eso sí lo puedo decir: ningún otro candidato está tan
preparado como yo.”
Quadri era el menos conocido de los aspirantes –si acaso se
sabía que ocupó algunos puestos en la burocracia, en la academia y en el sector
privado– hasta el debate del domingo 6, tras el cual se le evaluó como una
“sorpresa” por las ideas y críticas que expuso ese día.
Su primer puesto público fue en el INE, donde se mantuvo
como director de 1994 a 1997, en el sexenio zedillista y al amparo de la
entonces titular de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca
(Semarnap), Julia Carabias.
Trabajó en el Banco de México y fue director de la empresa
EcoSecurtities. También fue académico en la UNAM, el ITAM y la UIA.
De 1998 a 2003 trabajó para el Consejo Coordinador
Empresarial (CCE) como director general del Centro de Estudios del Sector Privado
para el Desarrollo Sustentable. Luego fundó su propia consultoría, denominada
SIGEA Carbón, que tiene la misma línea que EcoSecurtities.
Y aun cuando insiste en que él no es político, el martes 8,
cuando visitó la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, una alumna le
dijo, diccionario en mano:
“Usted ha dicho que es ciudadano y los demás son los
políticos de siempre. Según el diccionario, político es aquel que interviene en
los asuntos del Estado y en los negocios del gobierno. Entonces usted, desde
que aceptó la candidatura de su partido, se convierte en un político.”
Quadri repuso: “Me agarraron en curva. Está bien. Sí, soy un
político, pero lo soy desde hace mes y medio. No soy un político de siempre,
soy un político nuevo que está haciendo una candidatura nueva”.
Los negocios públicos
El involucramiento de Gabriel Quadri en negocios públicos
data de por lo menos tres lustros, cuando fue director del INE y grupos de
ciudadanos afectados por sus decisiones lo cuestionaron, en particular por la
instalación del tiradero tóxico aprobado por él en San José de la Paila, en
Coahuila.
Campesinos de una comunidad asentada en Parras de la Fuente,
colindante con General Cepeda, en esa entidad pidieron el apoyo a Jesús
González Schmal, quien encabezó la defensa jurídica de los agraviados por el entonces
funcionario del INE.
“La labor de Quadri (en ese instituto) fue pavorosa. Fue él
quien autorizó el establecimiento de un Centro Integral de Manejo y
Aprovechamiento de Residuos Industriales (Cimari), cuya función era reciclar o
inhibir desechos tóxicos, pero que no eran más que un tiradero”, relata
González Schmal.
A través de la empresa Servicios Ambientales de Coahuila
(SAC) conformada en Nuevo Laredo, Tamaulipas, sobre todo con inversionistas
estadunidenses, el Cimari se apropió de 30 mil hectáreas ejidales y se instaló
en una zona estratégica, a pocos kilómetros de la ruta del ferrocarril a la
Ciudad de México y de dos carreteras.
Según González Schmal, quien busca un escaño en el Senado
impulsado por el Movimiento Progresista, la empresa se quejó de haber invertido
25 millones de dólares, pero en el lugar no había inversión física.
“Esa inversión fue seguramente para comprar los permisos que
Quadri les pudo haber facilitado. Con el movimiento dejamos en la cuerda floja
a Quadri, quien ya tenía problemas por el confinamiento de Guadalcázar en San
Luis Potosí. Julia Carabias (titular de la Semarnap) tuvo que echarlo”, dice.
Añade: “Es necesario saber quién es Quadri, quien ahora se
rasga las vestiduras y se dice ciudadano honrado y académico. En realidad es un
vividor, un negociante que está lucrando con el tema ambiental; es un hombre
muy peligroso”.
Dijo que González Schmal, a quien calificó como un político
tradicional, fue el responsable de que el Cimari no se instalara, por lo que
ahora los residuos tóxicos van a ríos y cañadas.
Lo cierto es que cuando era titular del INE, a través del
Oficio BOO.E.21.4722/97, la Comisión Nacional del Agua recomendó al organismo
ambiental que no autorizara el Cimari porque los mantos freáticos estaban a 18
metros de profundidad.
La historia de Rimsa data de mediados de los ochenta, cuando
confinó de manera inadecuada miles de toneladas de basura tóxica en Espinazo,
Nuevo León. Luego, en 1987, con el huracán Gilberto, la crecida barrió el sitio
de manera que los tambos quedaron regados a varios kilómetros.
Sin embargo pudo instalarse en el Cañón de San Bernabé, en
Mina Nuevo León. La afectación motivó una respuesta ciudadana que exigió a las
autoridades ambientales la clausura sin conseguirlo.
De acuerdo con Raúl Rubio Cano, el periodista que documentó
el caso, Rimsa confinó de manera tan irregular que el ganado comenzó a morir,
mientras que los campesinos eran despojados de sus tierras por la empresa. Los
que se resistían a vender fueron privados de acceso a sus estancias con hombres
armados. El INE de Quadri desdeñó las denuncias.
Rubio Cano consiguió un estudio realizado por el Texas
Center for Policy Studies sobre ese caso, que incluye datos de 1994:
“Rimsa dispone de instalaciones para tratamiento, reciclaje,
disposición y mezcla de combustibles. Debido a que la información en México
sobre la cantidad generada y lugar en donde se manejan los residuos es bastante
limitada y, en su mayoría, no reportada, no es posible determinar exactamente la
cantidad procesada y dispuesta por esta empresa.
“De todas formas, Rimsa sostiene que sus instalaciones son
capaces de tratar entre 600 mil y 800 mil toneladas de residuos peligrosos al
año. El INE reporta la capacidad mensual de disposición de Rimsa como 100 mil
toneladas.”
Lo anterior derivó en una sanción consistente en prohibir la
contratación por dos años de Rimsa en todo el gobierno federal, publicada el 25
de julio de 2001 en el Diario Oficial de la Federación.
“Lo más grave es que Quadri puso en peligro toda la zona
metropolitana de Monterrey”, dice Rubio. Hasta hoy Rimsa sigue operando.
Neoliberal pragmático
Las lluvias de 1991 sacaron a flote el problema. El agua se
llevó los tambos que contaminaron la represa de abastecimiento de parcelas de
la comunidad. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió la
recomendación 21/92 sobre ese caso, por lo que la Secretaría de Desarrollo
Urbano y Ecología (Sedue, antecedente de la Semarnat) clausuró el tiradero.
Al año siguiente, Metalcald, cuyo inversionista principal
era el estadunidense Grant Kesler, se asoció con la empresa Environ
Technologies Inc., con sede en Utah, que en junio de 1993 adquirió Cotrin, no
obstante que el gobierno estatal les recomendó no invertir en La Pedrera porque
el sitio era geohidrológicamente inadecuado.
En esa transacción participaron funcionarios como Humberto
Rodarte Ramón, de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, quien
había clausurado el tiradero. Rodarte recibió una comisión de 100 mil dólares.
En 1999 la Semarnat lo denunció por la vía penal.
El caso está documentado en el libro Enfrentando la
globalización, publicado por Porrúa en 2003. El primer capítulo, titulado “El
conflicto del basurero tóxico en Guadalcázar”, fue escrito por Fernando
Bejarano, coordinador de la investigación.
En entrevista con Proceso, Bejarano sostiene que la
auditoría se hizo a modo para que Metalcald volviera a operar, legitimada por
el INE de Gabriel Quadri y de la Profepa. La empresa sobornó inclusive al
gobernador Horacio Sánchez Unzueta y a varios regidores.
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