Peña Nieto: lo que no mata, fortalece*
Tomados de La Jornada, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Álvaro Delgado
MÉXICO, D.F. (apro).- Si en el primer debate Enrique Peña
Nieto no fue notablemente socavado para su derrumbe, no se ve cómo pueda ser
vencido en el siguiente –el próximo 10 de junio– y como Friedrich Nietzsche, a
quien seguramente jamás ha leído, podrá decir: “Lo que no me mata, me
fortalece”.
Es triste y
frustrante porque somos millones los mexicanos convencidos de que Peña Nieto no
es ni representa un cambio para bien, pero Josefina Vázquez Mota y Andrés
Manuel López Obrador no fueron capaces de vapulearlo al punto de dejarlo
tocado, para decirlo en términos boxísticos.
La elección
presidencial no está resuelta, pero el debate –y sobre todo el posdebate– no
socializó la falibilidad de Peña Nieto por la falta de contundencia de sus
rivales, pero también por la red de protección tramada por los consejeros
priistas del Instituto Federal Electoral (IFE), las televisoras, Gabriel Quadri
–testaferro de Elba Esther Gordillo– y hasta la edecán nudista.
Dice López Obrador
que ganó el debate porque tiene la razón y la autoridad moral, pero se
requiere, en todo caso, capacidad para comunicarlo no a un puñado de
simpatizantes en un mitin, sino a millones que apenas lo conocen o que por
primera vez lo escucharon.
En una sociedad
intoxicada por la farándula –no se entiende de otra manera el furor por la
edecán–, recurrir a la historia y comparar a Peña Nieto con Antonio López de
Santa Ana, quien entregó la mitad del territorio de México a Estados Unidos,
resulta casi un contrasentido.
Cuando Vázquez Mota
rehuyó la invitación que el priista le hizo para recorrer juntos las obras que
el PAN asegura que no existen, con el argumento de que ella no le va a revisar
la tarea, ese partido quedó atado de manos para mantener su propaganda, que
consiste justamente en eso.
En el debate se
ratificó que Peña Nieto no es el gobernante que requiere México, pero también
que hacia allá se encamina si López Obrador no es capaz siquiera de contrastar
su gestión como jefe de gobierno y el equipo que lo acompañaría en su
hipotética presidencia con Peña Nieto y Vázquez Mota.
Más aún: En un debate, como en cualquier diálogo, importa
tanto lo que se enuncia como lo que se omite, y en el del domingo fue notable
un olvido de López Obrador: Los miles de muertos, desaparecidos y desplazados
por la “guerra” de Felipe Calderón, el más vil de sus fracasos como gobernante.
No hubo de su parte
ni una palabra de consuelo para las víctimas de un país ensangrentado por la
inseguridad y la violencia, como no la hubo tampoco de Peña Nieto, que sería
mucho pedir.
Apuntes
El cobarde asesinato de Regina Martínez Pérez, corresponsal
de Proceso en Veracruz, el sábado 28 de abril, sólo mereció el silencio de
Felipe Calderón, tan dado a las condenas y a las felicitaciones, según sea el
caso. Sólo hasta el pasado viernes 4, un día después de que fueron encontrados
los cadáveres de Guillermo Luna, Gabriel Huge y Esteban Rodríguez, emitió un
comunicado que, sin embargo, omite el crimen de nuestra compañera y alude sólo
al “homicidio de los reporteros hallados el día de ayer”. Esta es su estatura
real.
Comentarios: delgad@proceso.com.mx y Twitter:
@alvaro_delgado
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