Posdebate: rating y despilfarro con Televisa*
Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgóm, Helguera y Rocha y El UNiversal, Helioflores y Naranjo.
Jenaro Villamil
MÉXICO, D.F., (apro).- El primer debate entre los cuatro
candidatos presidenciales superó para muchos las expectativas de un encuentro
accidentado, mientras una gran mayoría de espectadores esperaron más de este
evento televisivo que, como tal, fue arrasado momentáneamente por los
distractores propios del medio masivo por excelencia: una playmate-edecán que
apareció 18 segundos con un escote tal que paralizó las miradas adolescentes de
Quadri y buena parte de la audiencia; la pésima producción acordada por los
partidos que impidió la fluidez de la polémica; y la incapacidad de entender
las gráficas y apoyos documentales que todos los candidatos utilizaron con una
pantalla censuradora.
La primera impostura del posdebate radica justamente en la importancia mediática inflada como merengue en torno a la edecán Julia Orayen, que ahora aprovecha sus warholianos quince minutos de fama para dar entrevistas a quien se le pida y autopromoverse en la República de Pantalla.
La segunda impostura está entre los propios consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE) que se dicen alarmados y descontentos con la producción del debate, pero no aclaran cuánto le pagaron a Jesús Agustín Tapia Flores, un productor televisivo que se desempeñó como coordinador general de noticias para las televisoras locales en TV Azteca, desde 2007.
Los más suspicaces sospechan que el escote sugerente fue una manera de frivolizar el debate, mientras otros creen que ante tal aburrido esquema televisivo lo más destacado no fueron los argumentos de quienes nos piensan gobernar, sino la efímera presencia de la repartidora de bolitas.
Más allá de este posdebate inesperado, el evento del 6 de
mayo dejó algunas lecciones para las mismas televisoras que esperaban su
rotundo fracaso:
• La transmisión del debate registró un rating promedio, a
escala nacional, de 10.4 puntos, es decir, casi 4 millones de personas. La
audiencia más alta, según IBOPE, fue en el Canal 5, la segunda cadena nacional
de Televisa que apenas llega a poco más de 41% de los 28 millones de
tele-hogares en el país. En la parte final del debate, el rating alcanzó los 12
puntos, es decir, casi 5 millones de personas.
Suponemos que si Televisa hubiera decidido transmitir el
debate en el Canal 2, la cadena que llega a más de 85% de los telehogares, el
rating sería sustancialmente mayor. La empresa de Emilio Azcárraga Jean decidió
transmitir Pequeños Gigantes, su reality de concurso donde explotan la infancia
de los “niños talentosos” que, por cierto, no fue mencionado nunca en aquellos videos
de los “niños incómodos” que circularon en Youtube. Los Pequeños Gigantes
tuvieron ese día un rating de 17.3 puntos.
• En comparación con los debates presidenciales del 2000 y
del 2006, el rating televisivo de éste fue menor. Según las cifras de IBOPE, en
el 2000, el debate entre Fox, Cárdenas y Labastida tuvo un índice de audiencia
de 18 puntos, y en el 2006, el debate entre Calderón, López Obrador y Madrazo
tuvo un índice de 21.6 puntos, más del doble del presente.
La diferencia sustancial es que en el 2000 y el 2006 el
debate se transmitió en las dos cadenas nacionales con mayor alcance: Canal 2 y
Canal 13.
• La bravuconada de Ricardo Salinas Pliego fue contraproducente. Su transmisión del partido de futbol entre el Morelia y los Tigres tuvo menor rating que el debate: 9.6 puntos, a pesar de ser transmitido por la cadena nacional de Canal 13. La mala broma de transmitirlo en el canal 40 sólo impactó en el Valle de México. Esta señal de la que se apropió con sus típicas malas artes el señor Salinas Pliego tiene menor audiencia, incluso, que otras señales metropolitanas como Canal 4, de Televisa e, incluso, de Canal 28 o Cadena Tres, de Grupo Imagen.
La cuenta de Twitter de Salinas Pliego no ha cumplido con lo que prometió: ofrecernos sus datos de rating para demostrar la validez de su argumento de que a nadie le interesa el debate presidencial.
• El elemento novedoso fue la intensidad de los medios
convergentes y cibernéticos en este episodio. Las cifras indican que en la zona
metropolitana unas 294 mil personas vieron el debate presidencial a través de
alguna de las plataformas por Internet. La cifra nacional puede llegar a las
500 mil personas.
Evidentemente son diez veces menos personas que las
audiencias televisivas. La razón es lógica: menos de 30% de los hogares
mexicanos tienen acceso a Internet, en comparación con 92% que tiene acceso a
televisión abierta.
La diferencia radica en la condición deliberativa y más
crítica de las audiencias por Internet. Tan sólo en las redes sociales, como
Twitter, los dos Trending Topics que se formaron antes de que terminara el
debate fueron: #UnSalvavidasParaJosefina y #HoyGanamosConAMLO. Al día
siguiente, el grupo @ectivista, afín a Peña Nieto, armó su propio Trending
Topic con el hashtag #EPNGanóElDebate. Pronto se confirmó que muchas cuentas
que inflaron este Trending fueron bots (Francie French, Junko Forester, Shanel
Hardesty, Bessie Gard, Kassandra Abner, por mencionar algunos ejemplos de bots
que inflaron el TT de Peña Nieto).
Las cuentas de Peña Nieto con Televisa
Peña Nieto desestimó en el debate y en la serie de
entrevistas que ha ofrecido en el posdebate las cifras proporcionadas por
Andrés Manuel López Obrador sobre el gasto de 742 millones de pesos en el
primer año de su gobierno (2005-2006) con Grupo Televisa. Este gasto se
desglosa en los documentos de la siguiente manera:
–691 millones fueron para publicidad televisiva, incluyendo infomerciales disfrazados de “entrevistas”.
–10 millones para publirreportajes en editorial Televisa.
–7.5 millones para la elaboración de la “estrategia” de
comunicación política.
–1 millón 280 mil pesos para “entrenamiento de voceros”.
–7.2 millones para “diseño de identidad gráfica”.
–6 millones para la agencia Central de Estrategias Políticas (Cepol) por la “asesoría permanente” al gobierno de Peña Nieto.
–10 millones de pesos para la empresa Filmmates, de Pedro
Torres, quien ha sido el productor de los spots más caros de la carrera
mediática de Peña Nieto.
Las cifras son las mismas que publicó Proceso desde octubre 2005 y forman parte del Plan de Acción que Televisa negoció con el gobierno de Peña Nieto para “fortalecer su liderazgo a nivel nacional y su proyección a escala nacional e internacional”.
Los documentos internos que fueron entregados a este
reportero, desde octubre de 2005, no sólo mencionaban las cifras sino ampliaba
la inversión y el Plan de Acción, y explícitamente mencionaban una serie de
sugerencias que fueron cumplidas al pie de la letra por Peña Nieto, empezando
por la primera campaña de los “100 compromisos cumplidos”. La explicación
amplia de este proyecto está en el capítulo dos del libro Si yo fuera
presidente, el reality show de Peña Nieto, editado por Grijalbo desde 2009.
Peña Nieto volvió a descalificar esta información. En el debate la calificó de “totalmente falsa” y no se atrevió siquiera a mencionar el nombre de la revista donde originalmente se publicó: Proceso. Para el candidato presidencial priista sólo existe el nombre de los medios afines.
En la entrevista que este martes 8 ofreció a Ciro Gómez
Leyva, en Radio Fórmula, Peña Nieto fue más allá. Dijo que “esta información
que publicó una revista” es un invento y no tuvo ninguna consecuencia, porque
no se aprobó la formación de una comisión investigadora en la Cámara de
Diputados.
El cinismo del candidato presidencial no tiene límites. El convenio publicado es original. Lo saben él, David López, Alejandro Quintero, vicepresidente de Televisa y accionista de la empresa TV Promo, que sirvió de broker o intermediario para ocultar o encubrir el desvío de recursos públicos.
Sí tuvo consecuencias esta información. El acceso a los
contratos originales entre Peña Nieto y los medios masivos de comunicación
están “reservados”. La opacidad creció junto con el dispendio. Los siguientes
contratos ya no fueron “filtrados” y el gasto se incrementó sustancialmente.
Televisa siempre salió al quite para descalificar esta información. El miércoles 24 de junio de 2009, la empresa de Emilio Azcárraga Jean publicó un desplegado en todos los medios impresos diciendo “Aristegui y Villamil mienten”. Les molestó, de nuevo, que se diera a conocer el dispendio de Peña Nieto con Televisa.
Peña Nieto y Televisa le apuestan a la desmemoria de los
mexicanos y al chantaje con todos los gobernadores: si ellos no firman
convenios similares a los del exgobernador del Estado de México, serán
sacrificados en pantalla. Les inventarán un escándalo. Serán un “peligro para
México”.
Un viejo dicho señala que el amor y el dinero no se pueden ocultar. El despilfarro de Peña Nieto en la pantalla durante su gobierno en el Estado de México y ahora –con doble contabilidad encubierta– en la campaña presidencial son la más clara confirmación de que ese contrato y el Plan de Acción se cumplieron puntualmente.
Habrá más información. Y Peña Nieto lo sabe. Aunque ahora estén distanciados “tácticamente” Alejandro Quintero y el equipo de comunicación de Peña Nieto.
*Tomado de la revista Proceso.
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