progressif

sábado, mayo 16, 2009

Desfiladero*



Tomados de La Jornada, El Fisgón y Helguera.

· Calderón es un peligro para las relaciones México-China

Jaime Avilés
Se esperaba en cualquier momento. Algo extraordinario iba a ocurrir. Un santo de palo iba a llorar lágrimas de sangre. O cualquier cosa por el estilo. Y dicho y hecho: Miguel de la Madrid acusó de ladrones y narcos a los hermanos Salinas de Gortari, el ex presidente incómodo afirmó que su antecesor padece demencia senil, éste aceptó el diagnóstico, se desdijo y tantán... Entre tanto, el pésimo manejo gubernamental de la influenza y las fricciones diplomáticas provocadas por el defensor de la humanidad con Cuba, Haití y especialmente China, se desvanecieron en el aire.

No obstante, al margen del cotidiano baño de sangre, de la inflación que no cesa, de las 120 empresas que cierran al día, de los 6 mil empleos que se pierden cada 24 horas, de la recesión, del golpazo que significó el paro de actividades comerciales durante la contingencia sanitaria y de los millones de euros que no vendrán por la falta de turistas, Felipe Calderón se dio tiempo y maña para crearse un lío de pronóstico reservado con el segundo socio de México en el mundo: China.

La situación se agrava de tal modo que, anteayer, la vicepresidenta de la Cámara de Comercio y Tecnología México-China, Amapola Grijalva, afirmó en una conferencia de prensa que las relaciones comerciales y de negocios entre ambos países “no pueden romperse por un conflicto con unos turistas” (en alusión a los mexicanos que fueron aislados en hoteles de Shanghai y Hong Kong como sospechosos de tener influenza). “China es nuestro segundo socio comercial mientras nosotros para ellos no somos nada”, abundó.

En octubre del año pasado, durante una visita a Pekín todavía como presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco), el empresario Luis Antonio Mahbub Sarquís explicó que China le compra a México productos cuyo valor asciende a 27 mil millones de dólares anuales, en tanto México, en el mismo lapso, importa de allá apenas 3 mil millones de dólares en mercancías (el resto llega de contrabando por las aduanas panistas).

Hace dos semanas, cuando estalló la contingencia sanitaria, en medio del pánico inducido por la Secretaría de Salud y el aparato de manipulación televisiva del “gobierno”, China envió a México un avión de carga con ayuda valuada en 5 millones de dólares. Por consejo de su secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, Calderón apareció en el aeropuerto, a las cinco de la mañana, y posó demacrado junto al jet del que salían cajas y cajas.

En esos mismos momentos, en China, un grupo de mexicanos era aislado en un hotel de Shanghai y algunos de sus integrantes, al darse cuenta de que afuera del edificio había periodistas, mostraron por las ventanas carteles para pedir “comida y cigarros a cambio de información”. Al enterarse de esto, Calderón enfureció y acusó a su canciller de mandarlo a hacer el ridículo. Acto seguido, ordenó que en respuesta al avión de ayuda, otro avión, cargado de resentimiento, volara a Shanghai y “evacuara” –es decir, rescatara o, lo que es lo mismo, salvara– a los mexicanos aislados allá. Días después, de China canceló la participación de México en una feria mundial de productos agroalimentarios y prohibió la importación de cerdos mexicanos. Entonces, a guisa de represalia, se produjo el disparatado discurso en el que sin mencionar a ninguno por su nombre, Calderón la emprendió contra aquellos países que “discriminan” a los mexicanos y, sin más, se autoproclamó defensor de la humanidad.

Pero las cuerdas se tensaron más cuando México puso en duda su asistencia a la Exposición Universal de Shanghai 2010, que en teoría será tan glamorosa como la de 1889 en París, que contempló el nacimiento de la Torre Eiffel. Y apenas el martes pasado, cuando la Organización Mundial de la Salud comprobó científicamente que la carne de puerco no contiene el virus A/H1N1, China reanudó la compra de cerdos mexicanos, entre otras cosas porque los necesita con urgencia para el chop suey.
Como bien señalaron los honorables directivos de la Cámara de Comercio México-China, por “un conflicto con unos turistas”, Calderón y su canciller han puesto en riesgo un negocio que le representa a México ingresos anuales por 27 mil millones de dólares. Y todavía no resuelven el problema.

Oportunidad única

Si el sainete De la Madrid-Salinas fue una nueva cortina de humo para quitarle reflectores al exhausto y desesperado Calderón, nosotros como ciudadanos podemos tender nuestras propias cortinas, no de humo sino de sueños, gracias a un milagro de otra naturaleza.

Varios factores –la huelga de guionistas de Hollywood, que achicó la producción industrial de basura cinematográfica; lo cotización del dólar que redujo la importación de cintas extranjeras, la falta de liquidez que padecen las cadenas exhibidoras de nuestro país– han hecho posible que, al menos en el Distrito Federal, haya en cartelera tres películas mexicanas de estreno (sí, por increíble que suene, tres): Purgatorio, Trazando Aleida y Sin nombre.

La primera y la segunda, además de sus méritos narrativos, deberían ser acreedoras a un reconocimiento especial por la tenacidad de sus creadores. Acerca de Purgatorio, del realizador sinaloense Roberto Rochín, cuenta el crítico especializado Nelson Carro: “Basado en tres relatos de Juan Rulfo, adaptados por el director con Elías Nahmías y Tomás Pérez Turrent, este largometraje tuvo una larga y compleja producción. Cada uno de los relatos fue filmado de manera independiente, a lo largo de 12 años: Un pedazo de noche, en 1995; Paso del Norte, en 2001; Cleotilde, en 2007. Finalmente fueron reagrupados en un solo filme de acuerdo con el guión original”.

Autor también de Ulama, el juego de la vida y la muerte (1986), Rochín compite en tesón y empeño con Christiane Kukhard, cineasta mexicoalemana que en 2001 leyó un reportaje en una revista acerca de una mujer de 28 años, Aleida Gallangos, hija de dos guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre, que en 1975 fueron desaparecidos y asesinados por el gobierno de Luis Echeverría. La niña, que entonces tenía dos años, fue escondida por otro guerrillero, Carlos Gorostiola, que se la entregó a su propia familia para que la criara, poco antes de morir, él también, pero en combate.

Cuando Christiane Kukhard leyó el caso en 2001, se puso en contacto con Aleida y ambas se dedicaron a buscar a Lucio Antonio, el hermano mayor de ésta, a quién la policía, después de separarlo de su madre, depositó en una casa hogar “para permitirle que viviera”. Si Purgatorio es una cinta fielmente rulfiana, aunque dispareja, que contiene una auténtica joya (Un pedazo de noche) ambientada en el centro de esta ciudad en 1950 con una Dolores Heredia guapísima, Trazando Aleida es un documento que conmueve de principio a fin. Cada uno de estos trabajos bien vale los 55 pesos que Cinemex (en su quinto aumento de precios del año) cobra por proyectarlos, en pocas salas.

Apoyada entre otros por Gael García Bernal, Diego Luna y Arturo Sampson, que también son responsables de Cochochi, una hermosa fábula acerca de dos niños tarahumaras, que ya se fue de la cartelera, Sin nombre aborda la aventura, muchas veces trágica, de los migrantes centroamericanos que recorren el país a bordo del tren de la muerte con la idea de pasar a Estados Unidos. Dirigida por un cineasta de California, Cary Fukunaga, recibió un prestigioso premio en el Sundance Festival. Rebelémonos también hacia adentro. Veámonos en el espejo de nuestro cine. Basta de porquerías gringas.

jamastu@gmail.com

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Ssa de Frenk y Córdova: sin laboratorios ni vacunas, pero abriendo mercado*

Gustavo Leal F.

Representando a México, el entonces secretario de Salud, Julio Frenk, participó en la cuarta Reunión Ministerial del Grupo de Seguridad Global de la Salud –celebrada el 6 de noviembre de 2003 en Berlín–, para continuar con la coordinación internacional de medidas en caso de un ataque bioterrorista”.

Según la Secretaría de Salud (Ssa), este grupo, que también integran –¡con México!– ministros de Salud de Canadá, Reino Unido, Italia, Alemania, Estados Unidos, Japón y Francia, había sido formado después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 a iniciativa de Estados Unidos para “brindar confianza a la población de que los países del mundo están atentos a estos riegos y se están preparando para enfrentarlos”.

Cuando el 23 de abril de 2009 el secretario Córdova reconoció la emergencia por la influenza A, México operaba un Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave) con modelos obsoletos e insuficiencia de recursos materiales y humanos, sobre todo si se los compara con las aplastantes bolsas del “Seguro Popular”.

Sólo se disponía de un millón 300 mil antivirales; dos laboratorios de salud pública incapaces de detectar el virus, y compromisos en materia de patentes que fueron plenamente respetados. El rimbombante Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza –diseñado por la Ssa-Frenk en 2005– simplemente no existió.

Por su parte, Biológicos y Reactivos de México (Birmex) –creada por Zedillo en 1999 y dependiente de la Ssa– asumía la extrema dependencia del país al confirmar que produce sólo dos de las 12 vacunas del esquema básico de inmunizaciones, mientras la imparable danza de cifras “irregulares ajustadas por rezago” de las entidades federativas seguía patentizando –minuto a minuto– el fracaso esférico de la “descentralización” de Soberón-De la Fuente (Narro)-Frenk y Córdova.

Laboratorios de salud pública. Son dos los que la OMS avala con el nivel 3 de bioseguridad: el del Instituto Nacional de Referencia Epidemiológica (Indre) y el estatal de Veracruz. Sin el equipo adecuado y sin reactivos al momento de la declaración federal de la emergencia, hasta el 27 de abril, no tenían capacidad para analizar el nuevo virus.

Antivirales y patentes. Del millón 300 mil tratamientos, 242 mil fueron distribuidos en los estados, 205 mil en el IMSS y 39 mil en hospitales.

Para combatir la epidemia, el 8 de mayo Hacienda autorizó su importación de cualquier país, libres de arancel, junto con antihistamínicos, analgésicos, vitaminas (!), cubrebocas, alcohol y jabón antibacterial. Aunque la Cofepris se apresuró a comunicar que “por el momento no utilizará las licencias de utilidad pública para la explotación de patentes de los antivirales”.

Vacunas. A pesar de las recomendaciones de la OMS –que datan de 1999– y después de 30 años de no invertir en infraestructura e incluso desmantelar (Juan Ramón de la Fuente) los institutos especializados de Higiene y Virología, hasta 2004 la Ssa-Frenk decidió instalar un laboratorio para la fabricación de la vacuna preventiva de influenza. El proyecto lo concretó la Ssa-Córdova en 2009 vía la firma de un convenio con Sanofi-Aventis, quien fabricará la sustancia activa, mientras Birmex se encargará de la última fase de la producción. Las primeras vacunas estarán disponibles en 2011.
México compra cerca de 19 millones de dosis anuales de vacuna contra influenza estacionaria, con un costo de 30 pesos cada una (570 millones de pesos) y, con los secretarios Frenk-Córdova (2000-2008) el país se convirtió en gran importador de las principales vacunas: hepatitis, sarampión, rubeola, polio y tétanos, entre otras. La importación aumentó 450 por ciento en esos ocho años. Durante 2008 se importaron 443 millones de dosis, cuando en 2000 se habían importado 81 millones de dosis. El 40 por ciento de esta compra corresponde a Estados Unidos. Aunque México es también mercado para otras 15 naciones: Bélgica, Dinamarca, Italia, Corea del Sur, Indonesia, Canadá, Israel e India, entre ellas.

La OMS acelera la vacuna. Para lo cual los fabricantes deberán aumentar en 50 por ciento la producción y cubrir la demanda.

En el marco de un desempeño muy opaco de la red privada (número de consultas y decesos), ¿por qué, a pesar de la “democratización” de la salud y los cuantiosos recursos de que ha dispuesto desde 2004, respondió tan precariamente la red Ssa y su fraudulento “Seguro Popular”?

¿Por qué la Conago y la Academia Nacional de Medicina adoptaron acríticamente y de inmediato la estrategia sanitaria federal? ¿Por qué los colegios y federaciones profesionales nunca se pronunciaron? ¿Por qué el Senado pretende emprender “reformas” para crear una Agencia Nacional de Seguridad sin antes ajustar de raíz la fracasada “descentralización”? ¿Por qué hasta el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado estimó que la emergencia desnudó “los rezagos” en el sistema de salud y la deficiente asignación de los recursos públicos?

Lo cierto es que los pacientes no están mejor atendidos que antes, y ahora hasta el conjunto de la población nacional debió enfrentar una “emergencia” que se ha traducido ya en 2 mil 656 casos y 64 muertes. Si la Ssa hubiera funcionado, todo ello se podría haber evitado.

Pese a todo y pasando por sobre la contundente evidencia, la Cofepris “avaló” a Granjas Carroll, porque “no encontró ningún cerdo o trabajador con la enfermedad”, mientras Frenk insiste –desde Harvard– en que el mundo está hoy “mucho mejor preparado: todos aguardábamos un evento de esa naturaleza” (The Economist, 2 de mayo). ¿Mejor preparado? ¿Y México?

Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco

*Tomados de La Jornada.