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miércoles, agosto 20, 2008

Se "cuelgan" medalla y sacan raja política y comercial






Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.


Las novedades del día son que la medalla de oro ganada por Guillermo Pérez (ya nombrado “Memo” por los medios paleros de siempre) es lo único que “necesitamos” los mexicanos para salir adelante, por que a decir de los gritones de los medios electrónicos e impresos: “si se puede”.

La otra “novedad” es que el PRI retirará de sus estatutos la negativa de que se invierta capital privado en Pemex. De esta manera ya no irá en contra de sus “principios” al incluir en su clon –igual a la panista- de reforma petrolera que el capital privado esté incluido en los contratos de riesgo de la paraestatal. Sabia decisión al estilo la coyota Diego Fernández de Cevallos “si no les gustan las leyes, cámbienlas”, claro, para beneficiar a los corruptos de siempre.

No es novedad que el PRI cambie su bandera nacionalista, en los hechos nada más la utilizaba como mero estandarte para atrapar ingenuos. A lo largo de sus más de 70 años de partido único en México, fue vendiendo lo que pudo. Ahora el PAN remata lo que queda.

El caso de la medalla de oro de Guillermo Pérez en los 58 kilogramos del taekwondo no es para que el país resuelva sus problema, mas bien es para que las televisoras vendan más productos, para que los periódicos vendan más ejemplares y para que el pelele Felipe Calderón Hinojosa se cuelgue la medalla, muy a pesar de la mediocridad en la que se encuentra el deporte mexicano, encabezado por el multidenunciado Carlos Hermosillo.

No es que le quitemos mérito al campeón olímpico, su trabajo le costó, sobre todo a él, a su familia, a sus amigos y a su equipo de entrenamiento. Los demás –en primer lugar Televisa, TV Azteca, los periódicos deportivos y la radio- son meros moscones que nunca lo tomarían en cuenta si otro hubiera sido el resultado. La forma en que promocionan la medalla no es nueva, mucho menos novedosa. Primero lo hacen así para ganar rating y vender más productos chatarra, después es para congraciarse con el grupo de poder fáctico al que pertenecen y tratar de tapar el sol con un dedo. El deporte en México está podrido, y no por falta de deportistas, sino por los funcionarios corruptos como el mentado Hermosillo que se gastan los cientos de millones de pesos en paseos, buenas comidas, hoteles y diversiones. Que sólo están presentes a la hora de los triunfos. Hay varios dichos que quedan “como anillo al dedo”. “Una golondrina no hace verano” y “el triunfo tiene muchos padres, la derrota es huérfana”.

“Hablando en plata”, en qué beneficia a México la medalla de oro en taekwondo. ¿Cambia acaso el futuro del deporte, habrá mayores apoyos que lleguen a los deportistas y mejores logros? Evidentemente no. Sendos reportajes publicados por la revista Proceso, previos a la justa olímpica dan cuenta de la corrupción –panista claro- en todo los ámbitos deportivos. ¿Entonces mejorará la situación económica, bajarán de precio las gasolinas, el gas? Definitivamente no. Hoy entró en vigor el cuarto aumento –apenas estamos a 20 de agosto- de las gasolinas en lo que va del mes y las declaraciones oficiales son que seguirá incrementándose el precio de los energéticos, no importa que se encarezcan los alimentos y los demás procesos de la cadena productiva, que derivarán en mayor inflación. Y esa es la idea, el comercial del usurpador Calderón Hinojosa sobre la venta de Pemex, asegura que de no aprobarse la reforma de él, cada vez las gasolinas costarán más. ¿Habrá menos pobres? A la luz de los hechos no. Si sabemos que el desempleo sigue creciendo, que la inflación va en aumento, que la economía no crece o lo hace a un ritmo mucho menor a la inflación es seguro que no habrá menos pobreza en México, sino al contrario cada vez más mexicanos engrosarán las cifras de la pobreza extrema. ¿El crimen organizado dejará de secuestrar y el narco de matar? Segurísimo que no. Al crimen organizado le tiene sin cuidado el que se ganen medallas o no, a ellos nada más les interesan sus ganancias, igual que a las televisoras, que a los grandes empresarios, que al alto clero católico, que a los jueces de la Suprema Corte, etc.

¿Entonces a quién benéfica la medalla de oro de Guillermo Pérez? Pues en primer lugar –y muy merecido- a él mismo, a su familia, sus amigos y a su equipo de trabajo. Ellos son los únicos que se la pueden colgar. A México y los mexicanos de a pie no.

¿Por qué tanto escándalo en los medios electrónicos? Pues porque es su negocio, de todo sacan raja. Ellos dinero inmediato con más comerciales –recordemos que Kellog’s pondrá de inmediato a la venta un cereal con la cara de Michael Phelps, multimedallista de oro de Estados Unidos- y más patrocinadores. Los políticos como los del PAN y principalmente el espurio Calderón Hinojosa dirán que “si se puede” –aunque el periódico deportivo más leído y vendido, el Esto, tituló hoy su principal nota “No se pudo”, en referencia al honroso séptimo lugar en trampolín por parte de Yahel Castillo en su primeros juegos olímpicos-, y que esperemos 32 años para que podamos ver al “México triunfador que todos queremos”, mientras que él y su familia este mismo año serán supermillonarios con la venta de Pemex. Así son las cosas, los medios electrónicos mienten y “no hay peor ciego que el que no quiere ver”.


A continuación una colaboración tomada de La Jornada.






Dificultades crecientes

Luis Linares Zapata

El parloteado blindaje de México ante la crisis mundial, que tan alegremente presumieron las autoridades, resultó lleno de agujeros. Los problemas de la economía estadunidense, debidos a la desatada especulación bancaria con las hipotecas, están ocasionando serias consecuencias en las exportaciones mexicanas.

De mayor consideración han sido los incrementos en los alimentos, pues han tocado el bienestar de las capas medias de la población y profundizan la pobreza de segmentos sociales tan numerosos como desprotegidos. La tercera vertiente de dificultades proviene de los continuos incrementos en los costos de la energía, empujados por la escalada del gas y los crudos en el mercado mundial. Con tales presiones en los precios, la inflación se destapa y coadyuva a la lentitud del crecimiento en el PIB, dañina combinación para la calidad de vida y el empleo. Y, por último, la incapacidad de la fábrica nacional para producir lo que se demanda obliga a llevar las importaciones a niveles fuera de control con el consiguiente desequilibrio en las cuentas externas.

Frente a la tormenta descrita, los instrumentos de políticas públicas muestran sus limitaciones. Unas le provienen por el mal empleo que de ellas se hacen, sobre todo las de carácter monetario que repercuten en la fortaleza artificial del peso frente al dólar con su cauda negativa en la balanza comercial con el exterior. La discordancia entre las mismas autoridades, hacendarias y del banco central, lanza señales encontradas que alientan el nerviosismo de los mercados y les impiden modular la entrada de capitales golondrinos.

Otras limitantes llegan por lo reducido del instrumental disponible ante la magnitud de las afectaciones que la economía está experimentando. Sobre todo las que provienen de los largos años transcurridos sin contar con una planeación (industrial, científica y tecnológica) efectiva para articular y promover los distintos sectores productivos, entre ellos mismos y en su encadenamiento interno.

Si las tribulaciones descritas no fueran suficientes para provocar, por ellas solas, inconformidades y desacuerdos entre la población, la incapacidad que muestran, de manera creciente, las autoridades federales para asegurar los aspectos básicos de gobierno, agravan hasta el extremo la situación prevaleciente. Destacan aquí las que inciden en la seguridad colectiva e individual.

Recurrir a desplantes de endurecimiento, como los adoptados por algunos mandos del oficialismo, sólo agranda la percepción de las debilidades reales y la escasa imaginación para enfrentar al crimen, sea organizado o común. La estrategia de combate frontal al crimen no dio los resultados buscados, quizá porque nunca se plantearon con la prudencia y habilidad necesaria, los objetivos a conseguir. Quizá también porque se privilegió el ángulo difusivo y de imagen, en un intento por ganar la legitimidad bajo cuestión del titular del Ejecutivo.

El caso es que la sensación de inseguridad ha cundido por todos los rincones, acicateados por la táctica difusiva de la derecha para encubrir sus errores, latrocinios y complicidades, cargando el acento sobre la izquierda (y sus malformaciones) como elemento distractor. El caso es que se ha puesto más énfasis en juntar a Ebrard con Calderón que perseguir, con empeño, consistencia y respeto por los derechos humanos, un programa bien diseñado que incidiera en la gobernabilidad del país. Ahora, el oficialismo trabaja, contra reloj, en un terreno que no puede dar resultados en el corto plazo. Sólo la perseverancia, dotada de los recursos y la honestidad suficientes puede arrojar cuentas positivas en la lucha contra el crimen. Es algo similar a lo que se está cosechando en el deporte con motivo de los juegos olímpicos. Nada se puede hacer con la improvisación, la incapacidad de conducción y los despliegues comunicativos de la opinocracia apoyadora de cuanta tontería se les ocurre a los jefecitos de Los Pinos. El deporte es una resultante obligada de muchos factores que deben de estar en línea para recoger frutos: salud, educación, tecnologías varias (alimentarias, fisiológicas y demás), instrumentos adecuados, organización y liderazgo, entre otras. Son años de continuada preparación los que se requieren para colocarse medallas, reconocimientos y la satisfacción del deber cumplido.

Las famosas reformas estructurales, de pensiones y seguridad social, que tan fácilmente pasaron por el Congreso con su cauda de acuerdos cupulares, no dejan de incidir en el malestar colectivo. Grupos mayoritarios en estos sensibles renglones recienten sus efectos y no cejan en sus desacuerdos tumultuarios. Los cálculos de los beneficiados de siempre para resistir estas movilizaciones, sin mayores daños a sus intereses, fueron erróneos. La impaciencia, el autoritarismo creciente y el nerviosismo por la prolongación temporal, tan crueles para con los inconformes de abajo, cunde entre las elites ante la protesta, cada vez más organizada.

Y encima de todo este desbarajuste el oficialismo pretende la aprobación de una reforma petrolera cuyas divisas son, sin titubeos pero con muchos afeites y trampas, la privatización corrupta y el compulsivo entreguismo ante el extranjero.

Un nuevo ordenamiento, contrario a toda lógica económica y francamente anticonstitucional, se cocina torpemente en el Congreso dominado por el PRIAN. Una serie de cambios salidos de sumar las dos propuestas de la derecha: la del señor Calderón y la del PRI cupular. Un malhadado coctel de difícil digestión en medio de tanta tribulación, tonterías y desarreglos. Una ruta directa a la desestabilización y la violencia permanentes, que ojalá el movimiento de oposición pueda contener y rencauzar. Ya se tienen, para ello, dos instrumentos: un paquete de reformas razonables, nacionalistas, con la mira puesta en el interés colectivo en combinación con un masivo conjunto de mexicanos organizados y decididos a defender lo propio.


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El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx





CRISIS DE INSEGURIDAD, MIEDO E IMPUNIDAD

jenaro villamil


MÉXICO, DF, 19 de agosto (apro).- La sociedad mexicana vive con miedo. La percepción de vulnerabilidad frente a la doble violencia del crimen organizado y de las fuerzas que pretenden combatirlo (Ejército y policías) crece en la medida que los principales afectados no son los criminales, los secuestradores o los cerebros del narcotráfico, sino los propios ciudadanos.

El auge del pánico moral no es para menos. Desde hace una década y, en particular, desde hace dos años entramos a una guerra que se convierte en una pesadilla sin solución ni estrategia claras.

Con el gobierno de Felipe Calderón nadie sabe si fue peor el remedio que la enfermedad: la militarización del combate al narcotráfico no ha disminuido su capacidad delictiva. Por el contrario. La ha expandido y potenciado. La vulnerabilidad se ha socializado.

El caso del joven Fernando Martí y la ejecución reciente de 14 personas en el poblado de Creel, Chihuahua, constituyen las dos caras de este proceso.

El secuestro y asesinato de Martí han cimbrado porque condensan elementos simbólicos muy poderosos entre los privilegiados. Nunca como ahora un sector desahogado económicamente se siente tan vulnerable.

Antes los levantones, las ejecuciones sumarias y los miles de desaparecidos anónimos en las entidades de la frontera no habían logrado conmover a los medios masivos como este caso.

Por eso el coraje de un sector amplio del empresariado con el gobierno.

De nada sirven los ostentosos equipos de guaruras, los miles de dólares destinados en seguridad personal o en pagar intermediarios y seguros de vida. Hoy todos se sienten y se saben vulnerables frente al secuestro y el fuego cruzado entre narcos, policías y militares.

El caso del poblado de Creel es dramático y brutal.

Catorce personas fueron ejecutadas a mansalva. El lector Mauricio del Villar, habitante de esta zona, envió un correo electrónico que merece ser reproducido en su parte sustancial:

“Tengo coraje y dolor por lo ocurrido al igual que todo el pueblo. Sin duda alguna es un hecho que quedará en la historia de este lugar y marcará la vida de casi todos los habitantes de Creel. No te puedo decir las razones y los motivos de los asesinos. Lo que sí te puedo decir es que murieron muchas personas que me consta no tienen nada que ver con el narcotráfico. Tengo ganas de gritar y decir algo al respecto…

“Llevo tres años viviendo en Creel y me duele mucho que esto suceda. Sólo busco que por medio de tus palabras y tu voz se pueda escuchar el dolor de todo un pueblo que estará marcado por el resto de su historia”.

No hay nada más que agregar en estas palabras. El lunes voceros del Ejército vincularon a presuntos efectivos de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) con la matanza. Aseguraron un arsenal con chalecos, armas cortas y otras de uso exclusivo del Ejército.

Frente a estos dos casos de brutalidad, lo que observamos son dos formas diferentes de enfrentar el miedo y la indignación surgidos ante la crisis de inseguridad y de gobernabilidad:

a) Una manera es la movilización, reclamando a los poderes del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial, gobernadores, alcaldes, cuerpos policiacos y Procuradurías) que se coordinen y tomen medidas tangibles para frenar al crimen organizado y la impunidad que lo ampara. El 30 de agosto decenas de organizaciones han convocado a una marcha que reflejará la condición masiva de este reclamo. Sin embargo, sólo una minoría puede expresarse en las calles en estos momentos. Los habitantes de Ciudad Juárez, Nuevo Laredo, Culiacán, Tijuana o de varios poblados de Guerrero o Michoacán, se han transformado de espectadores a víctimas potenciales de la brutalidad. Por ellos es también indispensable la movilización y la acción ciudadanas.

b) La otra forma es sustituir al Estado, tomar justicia por “propia mano” y abrir las compuertas al lado más oscuro de la ‘paramilitarización’, como sucedió en países como Colombia. Se borran las fronteras entre justicieros y delincuentes, se expande una histeria colectiva, un ánimo vindicativo. Del miedo se pasa a la venganza y de ésta al abuso. Ya hemos visto manifestaciones de esa reacción en los linchamientos y en la reciente masacre en un municipio de Puebla, donde un grupo de vecinos torturaron a unos presuntos narcos y secuestradores disfrazados de agentes de la AFI. En varias ciudades del país se organizan gérmenes de lo que se conoce como “comandos de autodefensa” para expropiarle al Estado el monopolio legítimo de la violencia.

Este es un momento definitorio para remontar esta crisis. Pretender soluciones fáciles o explicaciones simplistas es lo peor en estos casos. El miedo nos obliga a sobrerreaccionar, pero también la venganza justiciera. Para la clase política, la peor tentación es pretender sacarle rédito electoral o mediático a esta crisis. Se olvidan que la inseguridad pública no vota y que la impunidad que busca el rating es más peligrosa.

Esta mañana, en un foro organizado en la capital del país, el escritor Carlos Monsiváis lanzó una propuesta que conviene tomar en cuenta. El intelectual retomó la enseñanza de los foros de discusión en torno de la reforma petrolera y propuso un debate social amplio sobre las estructuras y las prácticas de la impunidad. Es necesario tomarle la palabra.

Este jueves se realizará una especie de “cumbre” entre funcionarios y legisladores sobre la inseguridad. El ombudsman capitalino Emilio Álvarez Icaza advirtió, frente a la reunión, que “el problema no tiene que ver con el marco legal sino con el mal funcionamiento de la justicia, con la corrupción y la impunidad, y me parece que en sus propuestas no se atiende ese tema, inclusive hay quienes están diciendo ‘vamos a regresar las garantías’, eso es gravísimo.

“Si el problema es la impunidad y la corrupción, que nos digan cómo van a enfrentar eso y no cómo van a estar generando un marco legal que les dé más armas a algunos funcionarios”, advirtió Alvarez Icaza.

Esta advertencia y la propuesta de Monsiváis, junto con la marcha vespertina del sábado 30 de agosto, constituyen por ahora los intentos más serios para remontar esa crisis y plantarle una respuesta civil a su rostro más peligroso: la impunidad.

Comentarios: jenarovi@yahoo.com.mx