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lunes, agosto 18, 2008

País de unos cuantos "triunfadores", los corruptos del PAN y PRI




Tomados de La Jornada, Helguera y Hernández y El Universal, Helioflores.


La violencia en el país continúa en aumento muy a pesar de la “guerra” del pelele Felipe Calderón Hinojosa contra el crimen organizado. En las últimas horas tan sólo en Sinaloa y Chihuahua se reportaron 12 asesinatos ligados al narcotráfico. La situación no es mejor que hace una semana y de nada sirven los discursos del usurpador Calderón Hinojosa y de sus corifeos de los medios electrónicos sobre “todo” lo que se está haciendo. ¿De qué servirá la reunión del próximo 21 de agosto? francamente de nada.

La depuración de los corruptos cuerpos policiacos y de “seguridad” del Estado no está contemplada. Y no lo está porque lo que les interesa es precisamente que esa corrupción e impunidad coexistan para incrementar la inseguridad y el miedo entre la población mexicana. La muerte del adolescente Fernando Martí no fue más que mala suerte, que probablemente no se repetirá, pero que si servirá para continuar con la cortina de humo, que intentará tapar el aumento en las deudas de todos los que tienen créditos bancarios o de tiendas departamentales y de autoservicio, el aumento de alimentos y combustibles, del creciente desempleo y la impunidad de los verdaderos responsables de la catástrofe en que se sume el país.

Nos referimos claramente a los Fox, los Bibriesca, los Saghún, los Beltrones, los Larios, los Martínez Cásares, los Gamboa, los Calderón-Zavala, los Cárdenas, los Salinas de Gortari, los Gordillo, los Romero Deschamps, los Chuchos (Jesús Ortega y Jesús Zambrano), los Slim, los Azcárraga, los Salinas Pliego, los Servitje, etc. Todos los corruptos que año tras año hunden al país en la miseria, mientras que ellos y sus capitales van en busca de otros mercados, de otros incautos a quien esclavizar con la complacencia de los ricos y políticos de esas naciones, que recibirán –como aquí- su parte de la tajada del pastel.

El tema de la seguridad pasará a segundo plano en unas semanas una vez que los levantadedos del Congreso de la Unión aprueben el saqueo a México que representa la privatización del petróleo. Eso y no otra cosa es lo que está en juego. Para lograrlo utilizan en el discurso las frases de “un México ganador” cuando en los hechos hacen todo lo posible porque nunca llegue a serlo.

Si los mexicanos lograran obtener triunfos no aguantarían a tanto político corrupto, a tanto juez vendido, a tanto empresario transa, a tanto policía ratero, etc. En realidad todo en México está enfocado a un México perdedor, pues es el México que les conviene a los que secuestraron el país. En un México triunfador, ellos, los corruptos de siempre, los que han dominado a la nación por más de 80 años no tendrían cabida. Ni ellos ni sus oligopólicos negocios.

Así que el México ganador nada más está en la publicidad, en tierra firme, con los pies en el suelo, se encuentra el México que día a día nos recetan: un México de miserables.


A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx/






A lucrar que hay inseguridad

jorge carrasco araizaga

MEXICO, D.F., 18 de agosto (apro).- Oportunista y retórico ha sido el habitante de Los Pinos en esta nueva crisis de inseguridad que padece México.

La ejecución de Fernando Martí, hijo de un prominente empresario del ramo deportivo, ha venido a exponer la falta de respuesta al problema por parte del Estado mexicano, empezando por quien ostenta su jefatura.

Pero también ha venido a revisar la relación de Calderón con uno de sus principales electores: la cúpula empresarial.

Agobiada por la inseguridad que la alcanzó hace algunos años, pero que la desbordó en el gobierno de Vicente Fox –como desde mediados de los 90 le ha ocurrido al mexicano medio–, en 2004 el empresariado mexicano promovió una de las manifestaciones de inconformidad más grande que se ha registrado en el país por un problema social.

Apoyados por la derecha extrema del país, el reclamo de los empresarios a Fox fue directo. Pero éste fue incapaz de articular una propuesta de solución.

Calderón no sólo quiere eludir la experiencia foxista, sino evitar a toda costa la confrontación con quienes fueron sus grandes electores.

La marcha que están organizando los organismos empresariales inexorablemente será una crítica hacia el gobierno federal.

Por eso, Calderón se está curando en salud para repartir responsabilidades en los otros dos poderes y hacer del tema un “asunto de Estado”.

Primero, en un franco oportunismo político, comenzó a lucrar con el asesinato de Martí al proponer al Congreso el endurecimiento de las penas a los secuestradores.

Fue un fiasco en cadena nacional. De inmediato, congresistas de distintos partidos lo enmendaron e hicieron ver lo retórico del discurso de Calderón. Su propuesta desechada desde hace años no fue más allá del apoyo de sus propagandistas.

No por nada, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia salió hace unos días a decir que no se trata de sacar leyes según la coyuntura, sino aquellas que en verdad sean útiles a la gente.

Aunque al ministro se le extravió la autocrítica, pues sobran los casos en que los jueces y magistrados han sido cómplices de la delincuencia, no le faltó razón al decir que la parte más importante del problema es responsabilidad del Ejecutivo.

Desde hace una década está demostrado que apenas el dos por ciento de los delincuentes acaba en la cárcel. El resto se evade principalmente en medio de la corrupción de los ministerios públicos.

Los expedientes están tan deliberadamente mal integrados que no hay justicia que sentencie a un delincuente por más que los hechos lo incriminen, pues lo que no está consignado en el expediente, no existe para el juez.

Como responsable del gobierno mexicano, Calderón tiene asignado por ley la responsabilidad de elaborar la política pública del país en materia de seguridad a través de la Secretaría de Seguridad Pública federal. Para ello cuenta con un gran presupuesto.

Pero no ha ido más que de improvisación en improvisación. El caso más evidente fue el de la unificación de la policía, tan cacareada por el titular de la dependencia, Genaro García Luna.

El gobierno de Calderón sencillamente no pudo con esa propuesta y ya de plano la abandonó. La alternativa fue la llamada Policía Federal, que es una más de las tantas que existen.

En materia de prevención del delito nada se conoce que haya emprendido este gobierno.

Mucho más fácil es lucrar políticamente con el tema.

La reunión del próximo jueves del Consejo Nacional de Seguridad Pública, que tendría que ser una más desde que se creó esa instancia desde 1997, será elevada por Calderón a un supuesto acto de Estado del que no saldrá nada de provecho más que una pretendida ganancia política.

jcarrasco@proceso.com.mx