progressif

miércoles, agosto 27, 2008

Duro golpe a la derecha







Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.

Continuaron hoy las manifestaciones del grupos cercanos al alto clero católico, muchos de los cuales son pagados con dinero público como Próvida –del señor de las tangas, Jorge Serrano Limón-, para oponerse a la despenalización del aborto en el Distrito Federal. Pese al llamado de sus voceros, los autonombrados abogados católicos, de no presionar a los ministros de la Suprema Corte, hoy fueron encabezados por la diputada de PAN María de la Paz Quiñónez, para colocar más de 12 mil cruces de papel en el Zócalo de la capital del país.

Y es que a pesar de contar con el respaldo del alto clero católico y muchos de los grandes empresarios de México, los juicios de inconstitucionalidad promovidos por el pelele Felipe Calderón Hinojosa –por medio de la PGR- y la CNDH, de José Luis Soberanes, quien defiende más su “hueso” y sus creencias religiosas, que los derechos humanos, están a punto de naufragar y no sólo eso, sino de sentar jurisprudencia sobre el asunto del embarazo y el aborto.

Ayer se pronunciaron dos ministros por respaldar el derecho de las mujeres a decidir sobre su embarazo y a declarar constitucional la ley del aborto en el Distrito Federal. Hoy lo han hecho otros cinco, con la misma coincidencia, la mujer está en todo su derecho de interrumpir la gestación hasta las 12 semanas de embarazo. Faltaría un solo voto más para declarar jurisprudencia sobre el caso y de esta manera sentar las bases para que las legislaturas de otros estados de la república puedan –si es que así lo deciden- legislar al respecto, y no sólo el Congreso de la Unión. En todo caso se trataría de un fuerte revés, nunca contemplado-¿cuándo?- por los altos jerarcas de la iglesia católica, de los empresarios y del panismo, en el momento que decidieron impulsar los juicios de inconstitucionalidad.

No sería poco lo que pedería el conservadurismo y la derecha nacional. Una de las batallas más largas en la historia de la humanidad es justo ésta. Es un tema que divide a las sociedades del mundo y que durante décadas se trató de evitar en México. El que a pocos años de autorizada la práctica en la ciudad capital del país, los “sesudos” estrategas del conservadurismo decidieran iniciar la batalla legal sin contar con el andamiaje para ganar, muestra que las derechas mexicanas adolecen de arraigo nacional y el control que tienen –cada vez menos en temas como el que aquí se trata- sólo proviene de los medios masivos de desinformación: Televisión y radio.

Mal y de malas para la derecha y para el usurpador Calderón Hinojosa, quien desde ayer recibe puntual respuesta a su “pacto de seguridad”, por parte del crimen organizado. En sendas mantas distribuidas a lo largo y ancho del país le reclaman seguir con la “continuidad” impuesta por el ladrón Vicente Fox Quesada al optar por dar todo el apoyo “institucional” al cártel dirigido por Joaquín Guzmán Loera, el “Chapo”, quien se escapó del penal de máxima seguridad federal de (Puerta) Puente Grande , Jalisco, desde 2001 y es la hora que “no se le puede agarrar”.

“Señor narco presidente, si quiere que se termine la inseguridad deje de proteger a los narcotraficantes como El Chapo Guzmán, Ismael El Mayo Sambada, la Familia Michoacana y los mandatarios partidistas que igual que usted son narcos como los anteriores ya que llevan 40 años de narcomandatarios”, se puede leer en uno de estos mensajes publicitarios.

De esta manera el crimen organizado se burla del pacto de marras firmado por singulares delincuentes de la política, el sindicalismo y el tráfico de influencias. ¿Le tienen algún miedo a la “goliza” que les está metiendo el pelele Calderón Hinojosa? ¡Por favor!



A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.












Secuestros, cruzadas simbólicas

jenaro villamil

MEXICO, D.F., 26 de agosto (apro).- La sociedad mexicana está estresada. Una hipersensibilidad, con altas dosis de miedo, ansiedad y coraje social en torno de la violencia, la inseguridad pública y, en especial, contra los secuestros, se ha desatado a raíz del dramático caso del crimen del joven Fernando Martí.

La “cumbre” de la inseguridad pública no resolvió ni dio certeza alguna frente a esta percepción expandida en forma generalizada. Peor aún, el testimonio de Silvia Escalera, madre de la joven Silvia Vargas Escalera, secuestrada hace casi un año, volvió a prender los focos de alerta y ha revivido la atención de los medios de comunicación.

Estamos frente a un fenómeno de criminalidad en ascenso y de percepción generalizada de impunidad. Estos dos factores se han combinado, junto con la incapacidad de los actores políticos, la certeza de una corrupción imparable, el fracaso de la propaganda gubernamental para convencernos de que “vamos ganando” la guerra al crimen organizando, y el interés mediático –en especial de la televisión--, para configurar el panorama de una auténtica cruzada simbólica, con características de pánico moral.

Las cruzadas simbólicas, como aquellas cruzadas cristianas de la antigüedad, constituyen la respuesta frente a una percepción de riesgo y de quebrantamiento del orden social, político y económico. No entender este fenómeno complejo en la psicología social y pretender reducir este proceso a anuncios sin sustento, a discursos facilones, a medidas exprés como la “mano dura” o a acusaciones mutuas de buscar “rédito electoral” –como lo hizo el sábado pasado la dirigente nacional del PRI, Beatriz Paredes--, simplemente alentarán más las razones de esta cruzada simbólica.

Tampoco se puede reducir este fenómeno a una visión economicista clásica: “se trata de las élites que se sienten amenazadas”. Menos entenderemos lo que estamos viviendo si reducimos el riesgo social a la fórmula clásica del marxismo simplón: la criminalidad es el resultado de la crisis económica, de la falta de empleos.

Efectivamente, hay un contexto de quiebre y crisis económica que alimenta esta cruzada simbólica. Pero no basta esto para que una sociedad se movilice y aún más para que se generalice una percepción de riesgo, miedo y coraje social.

Las cruzadas simbólicas se emparentan con los fenómenos de pánico moral, ampliamente estudiados por autores británicos como Kenneth Thompson. Cuando hay pánico moral, se busca encontrar y estigmatizar a un grupo social culpable o responsable del quiebre moral, de la ausencia de orden y mando. El pánico moral puede derivar en odio y en mayor fractura social. Lo hemos vivido desde las elecciones de 2006.

La espiral de ansiedad y miedo no se resuelven con infomerciales, como nos recetó ayer el presidente Felipe Calderón. Mucho menos con olimpiadas de ocurrencias jurídicas para ver quien se lleva la medalla de oro al más rudo. Tampoco con el sensacionalismo propio de la televisión comercial que gusta sobrexplotar los procesos de ansiedad social.

Es indispensable reorientar nuestra mirada sobre el fenómeno de cruzada simbólica que ha iniciado en la sociedad mexicana. El objetivo no es acentuar los miedos y la ansiedad social. Por el contrario, es entender el profundo descontento que se ha anidado en una opinión pública que ya no se quedará en su casa, secuestrada por el coraje y la impotencia.

jenarovi@yahoo.com.mx