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miércoles, mayo 07, 2008

Juicio político al pelele Calderón por traición a la patria







Tomados de La Jornada, Helguera, El Fisón, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores.

Para destacadas personalidades de la política y las leyes la mentada reforma energética no es más que un grupo de iniciativas violatorias a la Constitución que pretenden entregar Pemex y sus recursos al capital privado nacional e internacional. Antes de que el próximo 13 de mayo inicie la farsa en el Congreso de la Unión sobre un debate a modo, los ponentes señalaron ayer que debe tomarse en cuenta a la ciudadanía.


El ex consejero del IFE Jaime Cárdenas apuntó que entre las violaciones constitucionales concretas destacan la creación de un comité de transparencia y auditoría legisle –en lugar de los diputados y senadores- en materia de adquisiciones, contratos y obras; así como la creación de otro comité fije salarios y remuneraciones. Además limita a la Secretaría de la Función Pública y otros órganos de control para que no fiscalicen las actividades de Pemex. Crea consejeros que no se regirán por Ley de Responsabilidades de los Servidores Públicos. También posibilita la adjudicación directa de contratos y la contratación por sí misma de deuda externa.


Para el jurista, constitucionalista y doctor en derecho Raúl Carrancá y Rivas, el sólo envío de las iniciativas de reforma son causal para fincarle juicio político al pelele Felipe Calderón Hinojosa y a quienes voten a favor de las mismas, pues son claramente violatorias de la Constitución.


Se sabe que el circo que se escenificará en el Senado de nada servirá para normar el criterio y el voto de los senadores, todo está decidido a favor del saqueo, por ello el ex ministro de la suprema Corte Juventino Castro y Castro afirmó que el artículo 26 constitucional faculta y ordena al ejecutivo "que establezca los procedimientos de participación y consulta popular en el sistema nacional de planeación democrática, y los criterios para la formulación, instrumentación, control y evaluación del plan y los programas de desarrollo". Es decir se debe convocar a un plebiscito para que sea el pueblo de México quien decida sobre el destino del petróleo y no unos cuantos ladrones que ya se frotan las manos por los negocios que podrán hacer.


De manera oportunista, como él sólo sabe hacerlo, el padre del neoliberalismo mexicano, el ratero Carlos Salinas de Gortari –a 14 de años de que dejara la presidencia del país todavía es popular el chiste que dice: Salinas regresa, pero regresa lo que te robaste- se sube al ring de la distracción con su mamotreto donde pretende desatar "polémica y debatir con estudiantes". Pero lo que busca en verdad es crear una cortina de humo para distraer a la ciudadanía de lo importante, el alza en los precios de los productos básicos y la privatización del petróleo. Cada intento que ha hecho en el pasado para acudir ante un auditorio ha fracasado y la razón es que la inmensa mayoría de los mexicanos lo identifica a él y a su familia con la corrupción, el saqueo, la mentira, el asesinato y la impunidad.


Los siempre "democráticos" medios electrónicos y una gran cantidad de impresos bombardean desde el pasado fin de semana, con entrevistas "exclusivas" del pelón Salinas de Gortari. No es casualidad, pues se sabe que por órdenes del gobierno usurpador se debe tender esa cortina de humo y "desgastar" a la ciudadanía para que esté "harta" del tema petrolero y le importe poco el final de la reforma.


Se trata pues de toda una campaña orquestada desde el poder y con la complicidad de los poderes fácticos para hacer el negocio de su vida: privatizar Pemex.

A continuación materiales tomados de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx/





El periodismo de hoy


Florence Toussaint


Con la apertura a la pluralidad política ocurrida en los años 85-88, el periodismo de radio y de televisión tuvo un impulso sin precedente. Aparecieron segmentos radiofónicos de varias horas por la mañana conducidos, casi todos, por periodistas.


Gutiérrez Vivó estableció mesas de análisis y algunos otros lo siguieron. Si bien la televisión pública de mayor alcance, representada por Imevisión, inició un proceso de privatización que culminaría con el surgimiento de TV Azteca, Canal Once se consolidó en ese sexenio y el siguiente, abriendo la puerta a un periodismo profesional que, a pesar de apoyar siempre al presidente en turno, observó los cánones de objetividad y equilibrio, sobriedad en sus notas y en la manera de reportar los acontecimientos. Tuvimos un Canal 22 para la elite pensante, que abrió una ventana a las producciones de alta calidad artística del mundo. Se le tachó de excluyente. Sin embargo, ofrecer una opción distinta, así fuese para un grupo limitado, sirvió para comparar y saber que no todo en la pantalla chica tienen que ser telenovelas, programas cómicos y deportes. Y que el entretenimiento puede darse a la par del aprendizaje y el uso de las neuronas.


A partir del año 2000, ese periodismo dinámico, buscador de vanguardia, se comenzó a enfrentar con la censura, el control, las imposiciones de la publicidad y del poder político. Poco a poco hemos ido perdiendo espacios, noticiarios, periodistas, medios enteros. Se han ido convirtiendo en segmentos de propaganda, con escasa información y sin ninguna equidad. Se cayó también en la chabacanería y falta de respeto al público. Esta tendencia fue tan grave que, por unos meses, el noticiario de mayor audiencia era conducido por un comediante vestido de payaso. Y desde ahí se construyeron los escenarios para intentar la derrota de la opción política de izquierda.


No existe un sólo noticiario hoy, en la televisión abierta, que satisfaga los criterios de un periodismo objetivo. Los conductores se han convertido en instrumentos de golpeteo o bien de alabanzas a los poderosos. Aparentemente nada importante sucede en la sociedad ni en las ciudades ni en el campo. Las cámaras toman a los habitantes de México para exhibir sus miserias, sus carencias, su ignorancia. Son dos mundos los que coexisten: por un lado, el de "para que todos vivamos mejor", y por otro, el de la pobreza, la falta de empleos, la insalubridad y las escuelas en ruinas con niños que no aprenden nada porque han comido mal y sus profesores tienen que doblar turnos, carecen de actualización y de energía para despertar la creatividad de sus alumnos.


Algunos de los programas que han desaparecido este año son los de Carmen Aristegui, de la XEW, y Cristina Pacheco, del IMER, dos voces silenciadas de dos periodistas objetivas. Y de los que se han creado: Carlos Puig, en la XEW; Ezra Shabot, en Canal Once, y Denisse Dresser, en Canal 22, tres ejemplos del nuevo periodismo: mediante noticias y entrevistas golpear a la izquierda, en especial al movimiento de López Obrador; a través de expertos, tratar de desfondar las propuestas de la oposición, o bien, con base en un formato novedoso y cuidado, deslizar banalidades sin fin en boca de personajes de la vida pública, incluyendo al PRD, para que se diga que hay pluralidad.


Habría que agregar la degradación del mejor periodismo que se hacía en el país: el de la prensa. Desaparición de secciones de cultura para integrarlas con las de espectáculos u otras. Diarios amarillistas cuyos dueños son empresarios con redes en casi todos los medios, en especial la radio y la televisión.


Y dos consorcios televisivos muy fuertes, que pasan por encima de la ley con spots difamatorios y a los cuales no se les sanciona.


Un panorama desolador.

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PRD, la entropía


jenaro villamil


México, D.F., 6 de mayo (apro).- El pacto político fundador que dio origen al PRD hace 19 años se agotó. La crisis de éste partido se explica, en buena medida, por el origen accidentado de esta organización que, en realidad, siempre fue un frente de diversas corrientes de izquierda; y el segundo factor es la coyuntura reciente, determinada por la crisis poselectoral de 2006, y sus secuelas en estos dos últimos años.


En todo proceso de entropía o autodestrucción vuelven a aparecer los problemas de origen. En este caso, reaparece la vieja discusión que en 1989 se generó cuando algunos militantes del PMS optamos por no afiliarnos al PRD, creyendo que era más importante mantener un frente político que garantizara autonomía y solidez frente a la izquierda independiente que venía de su propio y complejo proceso de fusiones y encuentros, frente a los otros organismos que apoyaron a la Corriente Democrática escindida del PRI y que apoyaron la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988, el año del fraude electoral fundacional del PRD.


Una mayoría de exmilitantes del PMS –provenientes muchos del PSUM, del PMT y de otras organizaciones-- decidieron apostarle a la fundación de un nuevo partido. Se creó entonces el falso axioma de que la unión hace la fuerza y la fusión genera recursos. En el caso del PRD este axioma, con el tiempo, se ha desgastado. Hoy están menos unidos los grupos originales y el pleito por los recursos –derivados de candidaturas, cargos gubernamentales, clientelas y no pocos enjuagues-- se ha convertido en el elemento esencial del pleito por el control de la dirección.


El PRD se fundó sobre un frágil equilibrio que no pasó por una revisión programática ni un debate político, sino por el culto al pragmatismo electoral que devino en culto al cargo y al caudillo y a los candidatos en turno. El caudillismo no fue un problema sólo de los liderazgos fuertes de Cárdenas o de Andrés Manuel López Obrador. Se reprodujeron a escala con gobernadores, alcaldes y jefes de "tribus". En el PRD se reprodujo lo peor de la cultura presidencialista y en no pocos casos las herencias autoritarias de la vieja izquierda comunista. La diversidad original del PRD no se convirtió en su riqueza, sino en su debilidad, precisamente por la falta de un pacto político eficaz y la pretensión de mantener a toda costa el axioma original.


Fallaron los elementos éticos mínimos para garantizar una convivencia tan difícil entre la izquierda independiente no priista (proveniente del PSUM, PMT, PRT), entre los cuadros priistas que salieron junto con Cuauhtémoc Cárdenas y con Porfirio Muñoz Ledo, entre la izquierda que se conoció como paraestatal por su proclividad a hacerle el juego al poder político en turno (de ahí provienen Jesús Ortega y buena parte de sus seguidores, exmilitantes del PST y luego del PFCRN) y entre la llamada "izquierda social", que originalmente fue crítica de la "democracia electorera" y en el PRD se transformaron en grupos con una fuerte ambición de poder y una débil cultura democrática.


Paradójicamente, el PRD no incorporó a buena parte de la izquierda cultural y menospreció durante años la agenda de las nuevas izquierdas defensoras del medio ambiente, de los derechos humanos, de la diversidad sexual, del derecho a la información y de la tolerancia religiosa. Eso sonaba demasiado light para algunos de los viejos cuadros políticos. Se abandonaron las nuevas causas y se optó por un pragmatismo de frágil equilibrio.


Para que funcionara el pacto, el PRD concentró sus energías en la crítica al fraude electoral --1988 y luego 2006--, en la fuerza y arrastre de sus candidatos presidenciales –primero con Cuauhtémoc Cárdenas (1988, 1994 y 2000) y después con López Obrador (2006)--, pero se olvidó de los pequeños grandes detalles que marcan ahora la entropía del partido. Las reglas mínimas del juego democrático no se cumplieron.


El acoso externo explica la otra parte de la entropía en el PRD. Un partido que ha estado en dos ocasiones en el umbral de ganar la presidencia de la República no ha podido procesar y enfrentar el ataque de sus adversarios, y más bien ha acabado por copiar esos métodos para anularse internamente.


Ejemplos de la fobia contra el PRD hay muchos. Ahí está la lista de 600 militantes muertos durante el salinismo, la estigmatización permanente en contra de Cárdenas –que ahora se ha olvidado-- y la Pejefobia surgida desde Vicente Fox hasta Calderón, con la mayoría de los medios electrónicos afines reproduciéndola. El PRD se volvió incómodo desde el salinismo, a diferencia del PAN que se transformó en la opción cogobernante, con toda la secuela de crisis interna menos visible que ha vivido Acción Nacional. El caso reciente de Yucatán es sólo un ejemplo.


Sin embargo, la entropía ha llegado a un punto en el que no hay retorno. Jesús Ortega, tres veces candidato a dirigir el PRD, aliado incómodo para Cárdenas y para López Obrador, ha decidido reventar el pacto fundador. Nueva Izquierda optó por un virtual "golpe de Estado técnico" al nombrar como dirigente a Guadalupe Acosta Naranjo en una asamblea del Consejo Nacional que no reunió ni siquiera los requisitos mínimos de quórum.


Los críticos de la "toma de la tribuna" en el Congreso no tuvieron empacho para tomar por asalto el partido. Los que hablan de legalidad no fueron capaces de demostrar la mínima legalidad en las numerosas trapacerías reportadas en los comicios de marzo. Nueva Izquierda apostó por el peor de los métodos paraestatales para hacerse del control del PRD: buscar el apoyo efímero de los adversarios externos para quedarse con las cenizas de un partido.


¿Qué pasará en el PRD? Es difícil hacer un pronóstico optimista. La tendencia de los procesos de entropía indica que sólo a través de la refundación –el "borrón y cuenta nueva"-- se puede salir de la crisis cíclica. El PRD que conocimos durante 19 años, con sus logros y sus graves vicios, terminó una etapa. No podrá comenzar otra etapa si no existe una autocrítica sustancial de las razones que condujeron a esta crisis.


jenarovi@yahoo.com.mx