Desinformación y mentiras sobre el "debate" en los medios
Tomados de La Jornada, Helguera, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores.
Mientras el “debate” se lleva a cabo en el Senado de la República el pelele Felipe Calderón Hinojosa partió a Perú a la reunión de la V Cumbre de América Latina, el Caribe y la Unión Europea, no sin antes dejar la nota de ocho columnas lista para que noticieros de radio y televisión, además de la prensa escrita tuvieran el pretexto de omitir la segunda reunión del foro sobre la privatización del petróleo.
Los corruptos dijeron que ahora sí va la educación de calidad que requiere el país, nada más que dejaron intacta la estructura de la perversa Elba Esther Gordillo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y en La Secretaría de Educación Pública, que también controla. Por lo que no se necesita una bola de billar para saber que todo seguirá de mal en peor. Los cambios deben ser profundos, empezando por mandar al basurero de la historia y a la cárcel a la corrupta lideresa magisterial.
Los encabezados de los periódicos de circulación nacional son más que elocuentes para ver la importancia que representa para los poderes fácticos el tema de Pemex. Tanto que se desgarraron las vestiduras del nacionalismo institucional con la toma de las tribunas del Congreso de la Unión y ahora muestran el verdadero rostro del desdén, la avaricia y la corrupción. Para el Reforma en las seis horas de planteamientos lo más importante fue: “Exigen transparentar Pemex”. Para Milenio “Pemex está atado a la ‘mitología’ nacionalista” y para El Universal, no mereció la pena tratar el asunto. Como otras veces La Jornada fue la que dio una amplia información de los diversos puntos de vista expresados.
Lo mismo sucedió en los noticieros de radio y televisión, que como es costumbre dedicaron 2 o 3 minutos al asunto y dando el punto de vista sesgado a favor de las posturas privatizadoras. Todos usaron como pretexto la “revolución educativa” del usurpador Calderón Hinojosa y su mentora de cabecera, las siempre vil Gordillo, para pasar a último lugar ese “tema tan fundamental para México”, como mentirosamente lo calificaron en el pasado.
De dos maratónicas sesiones, en la que por cierto el PRIAN contó con pocos interesados presentes, van acumulados seis minutos de desinformación. La ausencia en el recinto de los simpatizantes del PRIAN, principal interesado en la privatización, se puede leer entre líneas como la continuación de la farsa a la que nos tienen acostumbrados. Dejan que la oposición hable hasta cansarse y al final se pregunta ¿ya está suficientemente discutido? Entonces a levantar el dedo.
¿De qué sirvió la puesta en escena? De mero trámite, pues el desprecio por la voluntad ciudadana es el síntoma inequívoco de la antidemocracia de cualquier sociedad, por más que los merolicos y amanueses de los medios de desinformación insistan en lo contrario.
A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.
Los corruptos dijeron que ahora sí va la educación de calidad que requiere el país, nada más que dejaron intacta la estructura de la perversa Elba Esther Gordillo en el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y en La Secretaría de Educación Pública, que también controla. Por lo que no se necesita una bola de billar para saber que todo seguirá de mal en peor. Los cambios deben ser profundos, empezando por mandar al basurero de la historia y a la cárcel a la corrupta lideresa magisterial.
Los encabezados de los periódicos de circulación nacional son más que elocuentes para ver la importancia que representa para los poderes fácticos el tema de Pemex. Tanto que se desgarraron las vestiduras del nacionalismo institucional con la toma de las tribunas del Congreso de la Unión y ahora muestran el verdadero rostro del desdén, la avaricia y la corrupción. Para el Reforma en las seis horas de planteamientos lo más importante fue: “Exigen transparentar Pemex”. Para Milenio “Pemex está atado a la ‘mitología’ nacionalista” y para El Universal, no mereció la pena tratar el asunto. Como otras veces La Jornada fue la que dio una amplia información de los diversos puntos de vista expresados.
Lo mismo sucedió en los noticieros de radio y televisión, que como es costumbre dedicaron 2 o 3 minutos al asunto y dando el punto de vista sesgado a favor de las posturas privatizadoras. Todos usaron como pretexto la “revolución educativa” del usurpador Calderón Hinojosa y su mentora de cabecera, las siempre vil Gordillo, para pasar a último lugar ese “tema tan fundamental para México”, como mentirosamente lo calificaron en el pasado.
De dos maratónicas sesiones, en la que por cierto el PRIAN contó con pocos interesados presentes, van acumulados seis minutos de desinformación. La ausencia en el recinto de los simpatizantes del PRIAN, principal interesado en la privatización, se puede leer entre líneas como la continuación de la farsa a la que nos tienen acostumbrados. Dejan que la oposición hable hasta cansarse y al final se pregunta ¿ya está suficientemente discutido? Entonces a levantar el dedo.
¿De qué sirvió la puesta en escena? De mero trámite, pues el desprecio por la voluntad ciudadana es el síntoma inequívoco de la antidemocracia de cualquier sociedad, por más que los merolicos y amanueses de los medios de desinformación insistan en lo contrario.
A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.
El verdadero cartel
jenaro villamil
México, D.F., 15 de mayo (apro).- ¿Cuál es el verdadero cártel del narcotráfico en México? La pregunta resulta cada vez más pertinente en la medida que la historia de los últimos 30 años vuelve a reeditarse ahora con un costo en vidas cada vez más elevado: vendettas internas que provocan una situación de pánico social en Sinaloa, Guerrero y Ciudad Juárez; un discurso airado del primer mandatario Felipe Calderón que le reprocha con un “¡ya basta!” a los medios que cumplan con su principal función social: informar.
Un guión oculto se escribe y se difunde cada determinado tiempo para que creamos o percibamos que la guerra desatada se debe a un pleito al interior de la federación (la coalición de cárteles liderada por Joaquín El Chapo Guzmán, Arturo Beltrán Leyva y su familia, Vicente Carrillo Fuentes y los sobrevivientes del imperio del Señor de los Cielos) y algún otro grupo criminal.
Antes nos vendieron la versión de que se trataba de un pleito de La Federación en contra del cártel del Golfo, el emporio asentado en Nuevo Laredo, aliado con los Zetas y grupos regionales que controlan el trasiego de droga. Y en medio de estos enfrentamientos, la disputa histórica entre los Arellano Félix, dueños de la “ruta” de Tijuana, en contra de El Chapo Guzmán y el cártel de Juárez, la misma hipótesis que se difundió para explicar el asesinato a mansalva del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo y el crimen político en contra de Luis Donaldo Colosio, hace 14 años.
A pesar de estas versiones, la percepción social no cambia: el verdadero cártel está asentado sobre las estructuras gubernamentales, policiacas, militares y de poder económico –e incluso mediático-- que ha penetrado como la humedad hasta el corazón mismo del sistema mexicano y difícilmente se le enfrentará con bravatas discursivas, con un baño de sangre cada vez mayor o con operaciones policiaco-militares que resultan ser operativos encubiertos para “limpiar” las plazas a favor de algún capo, como está sucediendo en Ciudad Juárez.
Las autoridades policiacas insisten en vendernos historias de capos enfrentados, de redes criminales devenidas en sicarios, como si esta fuera la historia real del verdadero cartel mexicano. Algo similar ocurrió en Colombia. Tras la muerte del capo Pablo Escobar Gaviria y el desmantelamiento de sus rivales del cártel de Cali, resultó que el negocio del trasiego de la droga y los enormes volúmenes de recursos y la violencia consecuente no han disminuido.
La dinámica de cartelización está dominando prácticamente todos los ámbitos de la política y de la economía en el país. Los gobiernos estatales ya no se explican en función de su signo partidista, sino en relación con las “rutas” y los “capos” que protegen. Los grupos económicos confrontados –como los encabezados por Carlos Slim y Roberto Hernández-- actúan bajo la lógica de cárteles ahora expandidos al negocio de las telecomunicaciones.
Incluso, al interior de los partidos políticos –léase la guerra permanente de las “tribus” del PRD-- cada grupo actúa como una banda que controla, al igual que los cárteles, su propio territorio, sus clientelas, su estructura burocrática y millonarios recursos. Hasta las estructuras de la jerarquía católica actúan bajo la lógica de capos, cárteles y territorios. Los expresidentes del país, como los casos recientes de Carlos Salinas y Vicente Fox, salen a escena con la parafernalia de capos que defienden sus espacios reales y simbólicos de poder.
¿Quiere decir esto que el comercio ilegal de la droga ha penetrado en todos los ámbitos de la vida nacional? No necesariamente. Más bien quiere decir que el narcopoder ha dejado su impronta en una forma de cultura política y de normalización de la ilegalidad y la impunidad que constituyen la amenaza más profunda. Hay una especie de “victoria cultural” del narcotráfico frente a la derrota de la transición democrática mexicana. Esto es lo más preocupante.
El verdadero cártel al que nos enfrentamos no se agota en el nombre de un capo. Ni siquiera es fácil ubicar un rostro o un nombre que domine toda la complejidad de este negocio ilegal. El verdadero cartel son nuestras estructuras de poder enfrentadas ahora en una guerra cada vez más abierta y violenta.
El desenlace de esta guerra no es difícil de predecir: una crisis política mayor y la ausencia de salidas inmediatas, menos si se basan sólo en el uso de la fuerza militar.
jenarovi@yahoo.com.mx
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