progressif

martes, marzo 18, 2008

Masivo repudio a pretención de vender Pemex






Tomados de La Jornada, El Fisgón, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores.


En plena temporada vacacional de Semana Santa el gobierno usurpador del pelele Felipe Calderón Hinojosa utiliza la filtración a los medios de comunicación como una manera de ir “sensibilizando” a la población para la privatización de Pemex.

En Tabasco el espurio Calderón Hinojosa afirmó que no se privatizará Pemex, pero que sí se privatizará al utilizar capital y tecnología extranjeras para explorar y extraer el petróleo. En palabras claras anunció que se necesita dinero privado y tecnología extranjera para que la paraestatal no quiebre. El director de Pemex, mostró un panorama desastroso, que “sólo” puede ser salvado por el capital privado y las empresas extranjeras.

Mentira tras mentira, repetida sin límites por los medios electrónicos, pese a que las cifras de la propia empresa y las emitidas por las corredurías internacionales la colocan entre las más rentables del mundo.

Durante meses se ha negado la frase “alianzas” para que no se entienda privatización, pero de eso se trata. Según la nota principal de hoy del periódico El Universal –hasta el momento el más utilizado por el espurio para filtrar información a modo- la Secretaría de Energía pirata plantea la necesidad a los legisladores del PRIAN de que la paraestatal realice “alianzas” –entiéndase privatización- con empresas multinacionales –léase extranjeras- para la exploración, explotación, almacenamiento y transporte de petróleo y gas. Todo en total violación de la Constitución, por ello es mentira que no se quiera reformar la Carta Magna, pues con la modificación de las leyes secundarias no es suficiente y seguiría –como hasta la fecha- invirtiéndose capital privado donde no se puede.

El documento hace las cuentas alegres, pero ni con ellas se alcanzan las metas fijadas. No son suficientes 200 mil millones de pesos adicionales en impuestos cuando en la actualidad los excedentes petroleros son cercanos a esa cifra y aún así dice el pelele Calderón Hinojosa que no alcanza. Tampoco son suficientes los 140 mil empleos adicionales por año, pues se necesitan millón y medio. ¿Entonces dónde está la ventaja para México?

La farsa lo es mas cuando se sabe que países como Brasil –referente tomado por el usurpador Calderón Hinojosa- han perdido con la privatización de su industria petrolera. Si en efecto han incrementado notablemente sus exportaciones, pero el dinero de las mismas va a dar a manos de las transnacionales, al país le queda muy poco.

Durante los meses de machacona campaña publicitaria –antes no eran los mensajes publicitarios, sino las entrevistas a modo y los “especialistas” haciendo propaganda oficial- no han podido dar argumentos serios y comprobables de que vendiendo Pemex a México y a los mexicanos les irá mejor. Antes que eso han surgido cifras que colocan a la paraestatal como una de las empresas petroleras más rentables del mundo. Muy por encima de aquellas –Exxon, repsol, etc.- a las que se les quiere regalar el tesoro de los mexicanos.

También ha quedado claro que no se puede hablar de reservas en aguas profundas toda vez que nunca, sí nadie, ha bajado para comprobarlas. Lo que si se tiene y con certeza es una gran cantidad de petróleo en tierra y litorales sin explotar. Ese es el verdadero tesoro que pretenden dar a los piratas internacionales. Todos los poderes fácticos se han movilizado en esa ruta.

Sin embargo-y hoy quedará muestra de ello- la sociedad organizada y cansada de tanto ladrón y corrupto mostrará su descontento y su determinación de poner un ¡basta! a los rateros de siempre. A esas “instituciones” que sólo sirven para convalidar y “legalizar” el saqueo a la nación y generalizar la pobreza de los mexicanos. A lo largo y ancho del país hoy se efectuarán movilizaciones en contra del gobierno pirata y sus corifeos, hoy los medios darán cuenta de lo que les conviene: la versión oficial. Hoy apretarán el cerco informativo en los canales oficiales y oficiosos.

Pero hoy la sociedad organizada tiene mejores canales de comunicación y la verdad no podrá ser acallada por los traidores de siempre, los corruptos que se enriquecen, no por el producto de su esfuerzo y visión empresarial, sino por el apoyo de un desgobierno impuesto por ellos y a su servicio. Todos estaremos hoy en el Zócalo de la ciudad de México a las 17:00 horas para refrendar el compromiso social con la Convención Nacional Democrática, con la defensa del petróleo, de los energéticos y del país. Y por su puesto con la convicción de que México será libre cuando gobiernen los que sean elegidos por las mayorías y no por las marrullerías de los poderes fácticos.


El siguiente material fue tomado de la revista Proceso.










Encinas: La derecha tiene mohína

alvaro delgado

México, D.F., 17 de marzo (apro).- El Partido de la Revolución Democrática (PRD) no resolvió este domingo 16 el severo problema interno que padece, y que es preciso analizar por separado por involucrar prácticas que comparte con el resto de las formaciones partidarias --incluyendo las de los exmísticos del voto--, pero los resultados de la elección representan un claro realineamiento político que desbarata no un proyecto de izquierda, sino de la derecha.

A reserva de confirmarse los márgenes de ventaja entre los contendientes por la presidencia y la secretaría general del PRD, así como la consolidación de las fuerzas en el Consejo Nacional y en las dirigencias en los estados donde se efectuaron también elecciones, la victoria de Alejandro Encinas implica --en lo interno-- la ratificación de la confianza de la militancia en Andrés Manuel López Obrador y la convalidación de la línea política que ese partido aprobó, en un Congreso, tras la elección de 2006.

Por supuesto, el triunfo de Encinas es el de López Obrador y la derrota no es sólo para Jesús Ortega y la corriente Nueva Izquierda --que, desde la burocracia, planeaba el control total de la franquicia--, sino también para Cuauhtémoc Cárdenas y sus posturas veleidosas respecto del partido que fundó y que lo hizo tres veces candidato presidencial, con votaciones menores --siempre-- al 20 por ciento.

A ese modesto potencial de votos obedecía y seguirán obedeciendo los encendidos elogios de la derecha a Cárdenas, quien muy difícilmente remontará sus propios rencores para reencontrarse con Encinas --secretario de Medio Ambiente en el primer gobierno perredista del Distrito Federal-- y seguirá pastoreando un sector que eventualmente decida irse del PRD.

Tras la derrota que jamás imaginaron sus dirigentes, Jesús Ortega, Jesús Zambrano y Carlos Navarrete, la corriente Nueva izquierda podrá, también, padecer algunas bajas, sobre todo en el Distrito Federal: El Partido Acción Nacional (PAN), como parte de su estrategia para avanzar en este enclave perredista, presentará rostros de una muy peculiar “izquierda”.

Por lo demás, fieles a la estrategia que les ha sido exitosa desde la fundación del PRD, los “Chuchos” pactarán: Desde ahora no puede descartarse que la secretaría general, que le corresponde a Hortensia Aragón --compañera de fórmula de Encinas--, podría ser, ya no para Ortega, sino para quien aspiraba con él a ese cargo, Horacio Duarte, el competente representante ante el Instituto Federal Electoral (IFE).



Los “Chuchos” saben –sobre todo Ortega, quien ya ha descalificado los conteos rápidos-- que tienen ahora una responsabilidad fundamental: Acreditar que son, como oposición, un contrapeso y no comparsas del poder partidista y del gubernamental, particularmente el federal.

En lo externo, por otra parte, el triunfo de Encinas-López Obrador muestra con toda claridad la estrategia programática que se impuso y que arroja malas noticias para Felipe Calderón y la coalición de intereses que lo sostiene cada vez con menor entusiasmo, sobre todo después del escándalo de su amigo Juan Camilo Mouriño, habilitado como secretario de Gobernación, y el debilitamiento de la estrategia para privatizar Petróleos Mexicanos (Pemex).

Y es que, después de casi dos años de las elecciones presidenciales, de un sistemático golpeteo desde el gobierno y de los sectores oficialistas --posesionados en la mayoría de los medios--, así como de reyertas internas y de múltiples errores propios, López Obrador concitó el respaldo a su estrategia que reivindica la condición espuria de Calderón, la defensa de los recursos energéticos del país, el repudio a “sus instituciones” y la necesidad de una auténtica transformación de la sociedad.

La línea política y programática respaldada por la militancia del PRD --condición que muchos ciudadanos adoptaron, a pesar de ese partido, para apoyar a López Obrador-- se traducirá sin duda en una opositora de mayor solidez ante el gobierno de Calderón, pero sobre todo con el objetivo de conquistar, en 2012, el poder de la República y desdeñar las migajas, la parcela plurinominal.

Este triunfo de López Obrador, que obviamente lo coloca con más nitidez en la línea de la candidatura presidencial --si bien el primer reto será la elección intermedia del próximo año--, ha sorprendido inclusive a la derecha y a su partido, cuyo presidente, Germán Martínez, hace apenas un par de semanas trataba de ocultar el tráfico de influencias de Mouriño con el enojo que le atribuía al perredista.

Esa ha sido y seguirá siendo la conducta de la derecha: Distraer con puntadas los asuntos fundamentales, privilegiar los chistoretes de Martínez ante la deshonestidad de Mouriño.

Y ahora, antes de comenzar su ofensiva, ya recibieron una respuesta: El coro de “voto por voto, casilla por casilla” que insólitamente reclama la derecha que apoya a Nueva Izquierda, ha sido aceptado por Encinas.

Desmemoriada, la derecha no recuerda que Encinas aceptó someterse a ese ejercicio y acató el resultado. Fue en el proceso electoral de 2000, cuando contendió por la delegación Alvaro Obregón y, aunque se impuso, la elección arrojó dudas.

Encinas aceptó el voto por voto exigido por su contendiente del PAN, Luis Eduardo Zuno Chavira, quien finalmente fue declarado ganador por el tribunal federal.

Con el paso del tiempo, Encinas llegó a jefe de gobierno del Distrito Federal y ahora presidirá a su partido, mientras que Zuno Chavira, amigo de Diego Fernández de Cevallos y socio de Carlos Ahumada, terminó en la cárcel...

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

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Historia de fracasos


rosalía vergara

México, D. F., 17 de marzo (apro).- De confirmarse la derrota de Jesús Ortega Martínez, el dirigente de la corriente Nueva Izquierda (NI) sumaría otro severo descalabro en su intento por conseguir la presidencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD, el cuarto en fila –incluida la elección anulada en 1999-- en su ya larga trayectoria pública.

A pesar de ser un profesional de la política –ha saltado de la Cámara de Diputados a la de Senadores y viceversa--, Ortega no ha podido, sin embargo, salir airoso de una elección interna ni, menos aún, ganar, en las urnas, un puesto de elección popular. Su carrera parlamentaria es producto del “dedazo”, de los acuerdos, y de la nada despreciable fortaleza de la corriente que dirige dentro del partido.

Antes de que el Comité Técnico Electoral declarara como virtual ganador de la elección del domingo 17 a Alejandro Encinas, con base en los conteos de salida realizados por Consulta Mitofski y el Instituto de Mercadotecnia y Opinión (IMOP), las dos empresas contratadas por el propio PRD, Ortega Martínez desbordaba confianza.

“La tercera es la vencida”, vaticinaba, optimista.

Sin embargo, los datos duros que el Comité dio a conocer ya entrada la noche del domingo, volvieron a la realidad a Ortega: según Mitofski, Encinas ganó con 49.4% por 44.6% de Ortega y según el IMOP, el exjefe de Gobierno obtuvo 50.7% contra 42.3% de su oponente.

De no modificarse esas tendencias, Jesús Ortega mantendría la racha negativa en la búsqueda de la presidencia nacional del PRD, cuyas elecciones, igual que la de este domingo, estuvieron salpicadas de incidentes, acusaciones mutuas, denuncias penales, etcétera.



Fracaso tras fracaso

El primer intento de Jesús Ortega por alcanzar la dirigencia nacional del fue el 14 de julio de 1996. Fue el primer proceso abierto del PRD en sus primeros siete años de vida. En ese entonces, se registraron cuatro candidatos: Amalia García, actual gobernadora de Zacatecas, el ya fallecido, Heberto Castillo, Andrés Manuel López Obrador y Jesús Ortega.

Apoyado por Cuauhtémoc Cárdenas, López Obrador no tuvo problemas para sumar la mayoría de las preferencias de su partido. Ante tan abrumadora desventaja, Ortega, quien fungía como coordinador de los diputados federales perredistas, terminó por declinar en favor del tabasqueño y, gracias a ese gesto, obtuvo la secretaría general del partido.

Además, 14 de sus seguidores fueron incluidos en la lista para el Consejo Nacional. Ortega se justificó diciendo que su apoyo al tabasqueño obedecía “a la definición de una línea política”.

En la siguiente elección, de 1999, Ortega contendió de nueva cuenta por la presidencia nacional del PRD, ahora contra Amalia García. En dicho proceso, fueron tales las irregularidades que la contienda terminó por ser anulada. En ese entonces, Pablo Gómez cubrió un interinato de cinco meses y a él le tocó convocar a una nueva elección.

La crisis fue tal que Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador y Rosario Robles tuvieron que lanzar un llamado a la unidad del partido mediante un documento denominado Por la Refundación y la Regeneración del Partido de la Revolución Democrática.

Según el texto, la crisis de ese partido era tan profunda, que sus mismos principios son cuestionados: El PRD “ha reproducido prácticas clientelares e incurrido en vicios que enérgicamente criticamos a nuestros enemigos; se ha convertido en un partido que sólo opera en plenitud en la lucha interna y la disputa de espacios de poder y cargos burocráticos. Igual que hoy en día con la propuesta que le hizo el excandidato de Movimiento por la Democracia, Alfonso Ramírez Cuéllar al virtual ganador de la elección interna para presidente nacional, Alejandro Encinas.

Un acuerdo entre Amalia y Jesús puso fin al conflicto y Amalia se quedó con la presidencia nacional del PRD.

Tres años después, el 17 de marzo de 2002, se llevó a cabo la siguiente elección para renovar la dirigencia nacional del PRD. Los candidatos en esa ocasión fueron Rosario Robles y Jesús Ortega.

De nueva cuenta, las irregularidades afloraron: se presentaron más de 300 impugnaciones ante la Comisión de Garantías y Vigilancia (Cgyv) del partido y dos más ante al Instituto Federal Electoral (IFE).

Aún así, Rosario Robles fue declarada triunfadora.

En esa ocasión, Ortega afirmó que ganó para su grupo la secretaría general del PRD y 80% del Consejo Político Nacional. Y acusó al “líder moral” del perredismo, Cuauhtémoc Cárdenas, de haber favorecido a Rosario Robles, debido a que desea seguir siendo “el caudillo que manda en el partido”.

El pasado 21 de enero, Jesús Ortega registró su candidatura por cuarta ocasión consecutiva para contender por la presidencia nacional del partido.

Sin embargo, los resultados preliminares de la elección efectuada el pasado domingo 16, lo colocan en desventaja, ahora frente a Alejandro Encinas.

De mantenerse esa tendencia, Ortega sumaría su cuarto revés en fila por conseguir la presidencia nacional de su partido.

Inconforme con los resultados dados hasta ahora ya por lo pronto desconoció los resultados de las encuestas de salida y pretende que se cuente voto por voto.

En caso de que Encinas sea declarado vencedor de la elección, Ortega tendrá que conformarse, de nueva cuenta, con la secretaría general del PRD para su corriente.

Lo que nadie podrá quitarle ya son la mayoría de delegados para el Consejo Político Nacional y el Congreso nacional en todo el país, posiciones que le dan un alto porcentaje de votos en la toma de decisiones dentro del partido.

Una cosa por la otra.