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jueves, septiembre 06, 2007

Que la culpa es de todos, dice el fascista Espino Barrientos







Tomados de La Jornada, Helguera, Hernández y El Fisgón y El Universal, Naranjo y Helioflores.


Quieren, anhelan el dinero el embute, la transa, pero no quieren pagar el costo de obtenerlo. Como cínicos que son los políticos mexicanos pretenden que todo sea miel sobre hojuelas. Ningún costo, ninguna reclamación, nada. Y es que ahora el yunquista líder del PAN Manuel Espino Barrientos, reculó por enésima ocasión al asegurar que el incremento de 5.5 por ciento a las gasolinas que pretende aplicar el PRIAN no es una de las “brillantes ideas panistas”, sino una propuesta de todos los gobernadores.

Como buen mentiroso, pidió hoy jueves a sus correligionarios que cuiden “el crédito, la confianza, el respaldo que tenemos de los ciudadanos, que no permitamos que temas de ese tipo se tergiversen al grado que luego se nos acusa de ser los responsables de ese tipo de propuestas”. Tales declaraciones contrastan con las vertidas ayer por los panistas luego de reclamarle a su coordinador de bancada, el diputado Héctor Larios, la propuesta de incremento a la gasolina. Diputados del PAN aseguraron pese a todo que: “Pues sí, podremos estar muy en contra de esa medida que es impopular, pero si conviene al Presidente y nos dicen que lo hagamos, votamos en favor de ella”. Esos son los “verdaderos representantes populares”, donde lo que menos les importa en el bienestar de la ciudadanía, lo primero es “si conviene al presidente”, no importa que la medida cause más hambre y pobreza.

Los poderes fácticos por su parte ya pusieron el grito en el cielo. Ricardo González Sada, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) aseguró que antes de pensar en incrementar el precio de las gasolinas, es mejor hacer eficiente la administración de Petróleos Mexicanos.

Durante la reunión semanal de la cúpula empresarial representada en el Consejo Coordinador Empresarial, se advirtió que dicho incremento podría general una espiral inflacionaria el próximo año. Claro que el pelele Felipe Calderón Hinojosa –quien fue impuesto en Los pinos para cuidar los intereses de los empresarios- ya negocia reducirles a ellos un 30 por ciento en el costo de la electricidad para equilibrar los costos derivados del incremento a las gasolinas. ¿Y las decenas de millones de ciudadanos?

Bien a esos millones es a quien va destinado el incremento, ellos y todos, deberemos pagar el aumento para que los políticos, los jueces, los magistrados, los de IFE, del Trife, los gobers como Mario Marín, Fidel Herrera, Ulises Ruiz, Enrique Peña, Lázaro Cárdenas Batel, Amalia García, Eduardo Bours, Emilio González Márquez, Luis Armando Reynoso Femat, Juan Manuel Oliva, etc., continúen derrochando los recursos públicos, gastando a manos llenas y engordando sus bolsillos y sus cuentas bancarias a costa de, si efectivamente, adivinaron: nuestros impuestos.

La siguiente colaboración fue tomada del diario La Jornada.








Un secretario censor (e ignorante)

Octavio Rodríguez Araujo

Francisco Ramírez Acuña, secretario de Gobernación y antes gobernador de mano dura y arbitraria en Jalisco, debe renunciar, y no sólo porque así lo demande el coordinador de la bancada del Partido de la Revolución Democrática en la Cámara de Diputados (La Jornada, 4/9/2007).

El Centro de Producción de Programas Informativos Especiales (Cepropie), supuesto responsable de la censura a la intervención de Ruth Zavaleta el pasado primero de septiembre, es un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación. Su (ex) director, René Antonio Palavicini, era un subordinado de Ramírez Acuña. Se le hizo renunciar para que el secretario pudiera decir que un funcionario público que cometa errores en su actividad se tendrá que ir y, claro, el “error” no lo cometió el propio secretario, sino su empleado. Otro chivo expiatorio corrido de la Secretaría de Gobernación por errores deliberados y quizá dolosos de su titular (antes fueron cesados otros funcionarios también dependientes de la misma secretaría). Es una fortuna que el Canal 11 de Televisión dependa del Instituto Politécnico Nacional, órgano desconcentrado también, pero de la Secretaría de Educación Pública. Y digo que es una fortuna porque su titular ha reconocido, implícitamente, que el primero de este mes hubo censura, al decir que “en canales como los nuestros (11 y 22) la censura se alejó desde hace muchos años” (La Jornada, idem).

Lo que ocurrió no fue un error técnico pero sí político, y grave. Esto ha sido demostrado de muchas maneras en estas y otras páginas. Fue una censura ordenada probablemente por Felipe Calderón. Y si no fue así, peor, pues tendríamos que interpretar que la decisión la tomó el secretario de Gobernación sin la aprobación de su superior, pero eso sí, con la complicidad de Televisa y de Tv Azteca.

Ramírez Acuña es lenguaraz e inculto, es decir, lo contrario de lo que debe ser un encargado de la política interior de un país. El lunes mismo dijo que el verde del lábaro patrio representaba la religión. Esta tontería (que además demuestra ignorancia sobre las primeras interpretaciones de nuestra bandera) sólo se explica por el origen religioso de su autor y por la necedad de ciertos panistas de considerar que su religión, la católica, es la única y verdadera (lo cual también habla de su intolerancia a la libertad de creencias).

Cuando los empleados de un funcionario hacen algo que adorna a este último suelen ser ignorados públicamente: “mi secretaría hizo esto o aquello”, “logré tal o cual cosa”, etcétera. Así ha sido el discurso. Pero cuando ese mismo funcionario comete un atropello a la ley, a los derechos humanos, a los acuerdos políticos en una nación civilizada y supuestamente democrática, entonces los culpables son sus empleados, no él (o ella). Olvidan que el responsable de una secretaría de Estado es su titular, y que lo que hagan o dejen de hacer sus empleados es también parte de sus responsabilidades.

Y si además ese funcionario, en nuestro caso Ramírez Acuña, dice que lo de la omisión televisiva del breve discurso de la diputada fue un error técnico y no censura, y que, por si no fuera suficiente, los que afirmamos que fue esto último somos mentirosos, entonces debe renunciar, no sólo por llamarnos mentirosos sin demostrarlo sino porque es un insulto a la inteligencia, de la que, obviamente, carece. Debe renunciar. No es apto para el cargo, y Calderón Hinojosa, si bien le debe que lo haya “destapado” en 2005, debería ponderar seriamente que con colaboradores como el secretario no necesita enemigos.

Estoy convencido de que Calderón es autoritario, pero también de que no quisiera parecerlo, no por lo menos de manera tan burda como censurar unas cuantas palabras que, de todos modos, han dado la vuelta al mundo gracias a la prensa independiente, a la “corrección” tardía y descontextualizada de la censura y a la televisión (extranjera) no subordinada a los intereses de Azcárraga Jean y Salinas Pliego. Un buen secretario de Gobernación, que en otros países se les llama ministros del Interior, es quien establece acuerdos con las fuerzas políticas y económicas para facilitar la gestión de quien figura como presidente de un país, no para crearle obstáculos y exhibirlo como intolerante y autoritario (aunque lo sea, repito). El secretario de Gobernación, en los tiempos actuales y no cuando era temido por todos como el jefe de persecuciones políticas en el país, es o debe ser un negociador, el encargado de la paz interior mediante arreglos, compromisos, concesiones, y no por la vía de actos represivos o de censuras que, también en los tiempos actuales, duran lo mismo que un suspiro (pues ahora todo se sabe tarde o temprano, todo se filtra, y ya no hay misterios inescrutables como antes). Un secretario de Gobernación, y lo debería saber Ramírez Acuña, no es ya un gobernador de un estado, por lo menos formalmente dueño de sus actos, sino un colaborador del Poder Ejecutivo nacional, es decir, parte del gobierno de la nación.

Si Calderón, como Salinas de Gortari en su gobierno, quiere ganar legitimidad a pesar de su origen electoral objetado, debería dejar de pagar favores y escoger mejor a sus colaboradores. No es cosa de que los llame a la mesura y a la rectificación de sus abusos. “Lo que natura non da, Salamanca non presta”, dice un viejo dicho que significaba que una universidad, incluso tan reconocida como la de Salamanca, no podía enseñar a nadie a ser inteligente si no tenía ese atributo personal. Es el caso, y Calderón debería saberlo.


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Y el siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.








¿Regresa el PRI?

josé gil olmos

México, D.F., 5 de septiembre (apro).- Después de la ultima victoria en Veracruz, para algunos el PRI está en vías de retomar el poder. Sin embargo, esto aún esta por verse.

Lanzar campanas al vuelo por los últimos triunfos en Yucatán, Oaxaca y Veracruz, es una afirmación muy aventurada si tomamos en cuenta que en el PRI existen grandes divisiones y que no se ve una sola cabeza, sino varias, entre las que destacan las de Beatriz Paredes, Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, quienes, junto con otros gobernadores, se disputan el control del partido rumbo a las elecciones de 2012.

Además, no hay que basarse únicamente en los triunfos obtenidos para afirmar que “el PRI parece estar de vuelta”. Hay que considerar el revés que sufrió en Baja California y las pocas posibilidades que tiene para ganar la elección de Michoacán, para tener un panorama más completo de las posibilidades que tiene para retomar el poder en el Congreso de la Unión en la elección de 2009 y la Presidencia de la República en 2012.

No se puede sostener que, gracias a que el PRI es un partido cohesionado, ha ganado las elecciones municipales en algunos estados, como Durango, Chihuahua, Zacatecas y Aguascalientes, en los cuales ha elevado su preferencia electoral. Debe tomarse en cuenta que dichas victorias fueron producto de la intervención de los propios gobernadores, de los liderazgos locales y de los problemas internos de los otros partidos.

El PRI, como partido, sigue sin recuperar su unidad y la fuerza institucional que por años le dio resultados positivos. Desde la derrota en la elección presidencial de 2000, no ha superado la crisis interna que lo ha llevado a ser la tercera fuerza política a nivel nacional, detrás del PAN y del PRD.

La compartimentación de los liderazgos en el PRI es evidente. Primero fueron los gobernadores los que empezaron a tomar la rienda en las iniciativas más importantes del partido, como fueron la renovación de la presidencia y los cambios en los estatutos; luego entraron los coordinadores parlamentarios, y más tarde se agregaron los liderazgos locales en los procesos electorales. Con todos ellos es con quien tiene que lidiar el presidente del partido y con éstos mismos comparte el poder.

Los casos de Oaxaca y Veracruz son claros para ejemplificar, como el peso de los gobernadores ha sido determinante en el resultado de las elecciones locales. Ulises Ruiz, en el primer caso, puso a sus candidatos y anuló a la APPO mediante un mecanismo de persecución policiaca para no dejarles ni un solo escaño en el Congreso local. En tanto que Fidel Herrera, metió directamente las manos en las campañas con apoyos oficiales, logrando arrebatarle la elección al PAN.

Caso contrario fue el de Baja California, donde la derrota de Jorge Hank se debió no sólo a sus propios errores y a la falta de apoyo de Beatriz Paredes, sino a que los priistas jamás pudieron contrarrestar el apoyo que el gobernador panista Eugenio Elorduy dio a su candidato José Guadalupe Osuna.

Para que el PRI regrese a ser la primera fuerza política del país, hacen falta muchas cosas y acuerdos por cumplir, algunos de ellos imposibles por el momento. Por ejemplo, sería necesario un pacto de no agresión o de unidad entre los distintos grupos de poder; esto es, entre los grupos de Peña Nieto, Beltrones y Paredes, junto con los gobernadores de Sonora, Nuevo León, Coahuila y Chihuahua, principalmente, quienes inciden en la toma de decisiones del partido.

Nadie puede negar que, tanto en las elecciones estatales como en las negociaciones en el Congreso de la Unión, entre ellas la nueva reconfiguración del IFE, la experiencia política del PRI le ha permitido lograr victorias importantes. Pero de ahí a afirmar que ya está listo para recuperar el poder, falta mucho.

Las elecciones de 2000 y 2006 demostraron que el PRI ya no tiene el voto duro – 20 millones-- que tanto alardeaban; tampoco cuenta con la estructura a nivel nacional con la que inclinaban a su favor los resultados en los distritos y en las secciones más apartadas del país.

Es verdad que los gobernadores tienen los recursos necesarios para soportar los gastos de campaña, pero tienen en frente a Felipe Calderón y al PAN, que ya han demostrado saber operar electoralmente los programas sociales.

Además, se tiene que tomar en cuenta que no todos los gobernadores priistas apoyan las iniciativas de su partido ni a los personajes más emblemáticos. Algunos de ellos ya dieron muestras en 2006 que pueden apoyar a candidatos de otros partidos, sobre todo aquellos gobernadores que están relacionados con la maestra Elba Esther Gordillo.

Así vemos que el PRI tiene enemigos no sólo fuera, sino dentro de casa, y que, para recuperar el poder perdido desde 2000, tendrá que concretar nuevos pactos de unidad en su interior y, luego, enfrentar al PAN, que ya prepara sus armas para consolidarse en la elección intermedia de 2009, cuando se renueve la Cámara de Diputados.