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lunes, agosto 27, 2007

Calderón y la restauración autoritaria*

Álvaro delgado

México, D.F., 20 de agosto (apro).- Mientras el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se hunde en sus propias contradicciones internas, y el chuchismo colaboracionista se apodera del cascarón, en el Partido Acción Nacional (PAN) se produce un fenómeno análogo, con su dinámica particular, pero de mayores consecuencias para la vida política y social del país.

En efecto, si en la estructura hegemónica del PRD pierde fuerza la línea política de Andrés Manuel López Obrador, a menudo caracterizado como un caudillo, en el PAN se va imponiendo la lógica autoritaria de Felipe Calderón, de convertirse en el gran elector: no sólo ordena quién encabezará la presidencia de este partido, sino quiénes será integrantes del Comité Ejecutivo Nacional, dirigencias estatales y candidatos a puestos de elección popular.

Y conviene no perder de vista lo que ocurre en el PAN, por ejemplo, en la elección de la dirigencia juvenil, celebrada el 6 de julio, y que --con base en pruebas aportadas por dos de los contendientes-- se caracterizó por acciones de defraudación electoral, con la participación, ilegal e inmoral, de funcionarios y operadores del gobierno de Calderón.

Más allá de la decisión que la noche de este lunes 20 tome el CEN sobre ese proceso analizado por una comisión que, como nunca, dispuso del plazo máximo para emitir su fallo, ya arrojó saldos negativos para el PAN y para las prácticas democráticas de una entidad de interés público:

Si se valida la elección, será otro capítulo de impunidad en la adulteración de la voluntad popular y, si se anula, como lo amerita por las pruebas presentadas, sólo se confirmará ese aserto, aun cuando el ganador formal --allegado a Calderón-- pueda ser instalado en el cargo por decisión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), hundido en su propio fango.

Juan Carlos Martínez, protegido de Calderón, se impuso en la elección del 6 de julio con 58% de los votos de los delegados de la Asamblea Juvenil celebrada en Tlaxcala, encima de su rival Héctor Rivera, identificado con Manuel Espino, presidente nacional del PAN, duranguenses ambos.

La víspera de la elección, la diputada federal Claudia Caballero declinó participar, debido --aseguró-- a las presiones de funcionarios federales, entre ellos Juan Camilo Mouriño, jefe de la Oficina de la Presidencia, que contó además con la colaboración de Jorge Manzanera, quien sin ser funcionario es operador de Calderón y el que prestó sus oficinas para convertirlas en casa de campaña de Martínez.

“El tuvo mucho que ver. La verdad ya estoy harta de este tipo, y si quieren que nuestro partido se convierta en un PRI, pues vamos por el mejor camino, lo juro”, declaró Caballero al diario Reforma, después de detallar las presiones y amenazas de funcionarios gubernamentales contra ella y sus seguidores.

--¿Fue Mouriño quien la presionó a renunciar? --le preguntó el reportero Víctor Michel.

--La verdad tenían miedo de que fuéramos a construir un juvenil más idealista y luchador. Pero de ahí no puedo decir nada más. Están interferidas mis líneas, están bloqueados los teléfonos de mis amigos, están bloqueadas mis cuentas, no puedo decir todo.

No lo dijo públicamente, pero Caballero presentó evidencias ante la Comisión de Elecciones creada por el CEN para elaborar un informe y que sumó, también, las que formuló Héctor Rivera, entre ellas ofrecimientos de chambas en los gobiernos panistas a cambio de su voto y otras acciones que adulteraron la elección, un fenómeno semejante al que se presentó en el proceso de integración del Consejo Nacional.

Pero como en este caso de Acción Juvenil y del Consejo Nacional, la intervención de Calderón --porque es él, de otro modo sería peor, un pusilánime-- se ha materializado en la imposición de los candidatos del PAN a gobernadores en Yucatán, Baja California y Michoacán:

Xavier Abreu fue impuesto y sacrificado con la deliberada derrota ante el PRI en Yucatán; en Baja California fue Germán Martínez quien instruyó a la cúpula panista que el candidato debía ser, “por deseo” de Calderón, José Guadalupe Osuna, y en el caso de Michoacán fue convocado a Los Pinos Benigno Quezada para ser informado por Mouriño que el aspirante era Salvador López Orduña.

Y es Calderón el que decidirá quién será su candidato a la presidencia del PAN: su secretario particular, César Nava, o Germán Martínez, titular de la Función Pública, michoacanos ambos que pacientemente esperan la decisión del gran elector.

Ostentar tal condición --que hay despistados o abyectos que lo ven como una virtud-- no concierne sólo al ámbito partidario, que en sí mismo implicaría un retroceso por la historia y doctrina del PAN, sino a todos los mexicanos, porque es la restauración del presidencialismo autoritario: si avasalla en su partido, como está claro en los casos descritos, lo hará con más razón con sus adversarios.

De ahí, también, la relevancia del secuestro de la estructura partidaria por la burocracia chuchista en el PRD, que en general como partido nada abona a lo urgente: el desmantelamiento del régimen de simulación que atormenta al país. Lo que ocurre en el PRD y en el PAN --y por supuesto en el PRI y el resto de los partidos-- tiene que ver con eso.

Apuntes

La aparición del Movimiento de Participación Solidaria, que con la unión de panistas confesionales y los residuos del sinarquismo pretende dar vida a un nuevo partido político de derecha, ha concitado felicidad entre militantes del PAN, que no es sólo de derecha, sino de la derecha. Y no hay razón para la dicha. Por elemental sentido común, y con independencia de que obtenga su registro, a ese nuevo partido político no se irán los que ostentan el poder partidista: no sólo Manuel Espino y su grupo en la dirigencia nacional, sino toda la estructura partidista a lo largo de la República, incluyendo gobernadores, alcaldes y legisladores, con abundantes recursos privados y del erario. Es como si los Chuchos entregan el PRD a un puñado de exlíderes del Partido Comunista para irse a formar una célula a la UNAM. No. Se trata de una formación que aglutina, en efecto, a panistas que no han visto satisfechas sus ambiciones con Calderón, pero tampoco con Espino, que los conoce bien. Lorenzo Servitje, quien encabeza el monopolio de pan de caja en México, quiso a Alberto Cárdenas como candidato presidencial del PAN, aunque se conformó con Calderón, y ahora quiere que sea César Nava el presidente del PAN, porque se desencantó de Espino. Pero es la estructura yunquista que gravita en la “sociedad civil” y estrechamente vinculada al PAN… Ya bien instruido por George Bush, Calderón adelanta su regreso a México por el huracán Dean. Claro: habrá muchas cámaras de televisión y hay que lucir como sensible, sobre todo en vísperas del primer informe vacío…

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

*Tomado de la revista Proceso.