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sábado, agosto 18, 2007

Cero diálogo con Calderón y respaldo total a AMLO: PRD*





Tomados de El Universal, Carreño y La Jornada, El fisgón y Helguera.

Debemos impulsar las reformas que requiere el país, advierten seguidores de Nueva Izquierda
Causó encono en el congreso perredista la "tibieza" en señalar el fraude del 2 de julio de 2006

ROBERTO GARDUÑO, ALMA MUÑOZ

La ruta política a seguir por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) propició un largo debate de los contenidos ideológicos y programáticos para hacer del sol azteca una fuerza capaz de diseñar un proyecto de país que atienda los grandes problemas nacionales y los intereses de la mayoría de la población en la República. Respaldo total a Andrés Manuel López Obrador, rechazo tajante al fraude electoral del 2 de julio de 2006 y la negativa absoluta a dialogar y establecer contactos con Felipe Calderón Hinojosa son los puntos nodales que el perredismo asumió ayer.

La propuesta de línea política elaborada por un grupo de integrantes del décimo congreso nacional extraordinario, encabezado por Saúl Escobar, fue objeto de un debate que dividió a los perredistas y en momentos los condujo a señalamientos directos que arrojaron actitudes de desorden, las cuales consiguió solventar la mesa que conducía la sesión cediendo a los reclamos justificados de quienes hostigaban el contenido del texto.

"¡Sean hombrecitos!"

Los cuestionamientos al proyecto llevaron a su autor principal, Saúl Escobar, a perder el control durante su participación: "¡sean hombrecitos y no le saquen al debate!".

La crítica de Martí Batres, Dolores Padierna, Armando Quintero y Alejandro Encinas a la propuesta de línea política, dadas las "inconsistencias y lagunas" de ésta en términos de escasez de argumentos para respaldar sin miramientos a López Obrador y rechazar el reconocimiento a Felipe Calderón como presidente de México, dio pautas a la discusión, que si bien alcanzó los terrenos de la dureza, al final de la jornada consiguió reunir los argumentos suficientes para fortalecer el apoyo al "gobierno legítimo" y considerar, sin autocomplacencia -a decir de la mayoría de los participantes-, que Felipe Calderón, el PAN, el gobierno de Vicente Fox, los poderes fácticos y la mayoría de los medios de comunicación propiciaron un fraude vergonzoso, cuya esencia pone en crisis a las instituciones y da pauta para impulsar un nuevo cambio en la política.

Desde la mañana, la mesa de línea política aprobó en lo general el texto referido, para dar paso a la discusión de los numerales que generaban polémica. Antes de someterse a discusión el articulado, Dolores Padierna lo calificó como falso, al considerar que no contempla la visión de un PRD capaz de definirse como fuerza política lo suficientemente fuerte para derrotar al sistema capitalista, "y no sólo para ser reformista y superficial". A esa posición se sumó Jesús Martín del Campo, quien ubicó en el centro de la mesa la concreción del fraude electoral contra López Obrador y el PRD: "no hay ningún deseo de venganza con la idea de acabar con las instituciones; nosotros sí hemos respetado la legalidad; reconozcamos que el sistema vive una crisis de Estado, y ésta es estructural".

Crean fantasmas, acusa Ortega

La réplica a esas posturas iniciales la encabezó Jesús Ortega Martínez -dirigente principal de Nueva Izquierda-, quien acusó a sus compañeros de partido, pero adversarios de corriente, de utilizar un estilo para crear fantasmas: "el gobierno de Felipe Calderón es ilegítimo de origen, y no existe diálogo, no inventen fantasmas. El argumento es que el PRD impida su aislamiento de los amplios sectores de la sociedad".

En consonancia, Graco Ramírez consideró que sería un falso debate hablar de radicales o reformistas en el PRD, o de la legitimidad de Felipe Calderón, y antes de pronunciarse por impulsar el trabajo del Legislativo con la aprobación de cambios que requiere el país, argumentó: "el partido debe estar con AMLO, pero también debemos impulsar reformas necesarias; vamos a construir condiciones de cambio político; tenemos que hacer movilización y reformas".

Sólo hay un "presidente legítimo"

Tras un receso de dos horas y media, los integrantes de la mesa de línea política regresaron a debatir el contenido de los numerales que fueron objetados en lo particular. Dolores Padierna consideró que el segundo articulado "tiene errores garrafales, porque coloca al PRD y a Andrés Manuel López Obrador como derrotados en los comicios del 2 de julio de 2006 y no establece con claridad la concreción del fraude electoral". Su compañera Dione Anguiano acusó a quienes redactaron el documento de aceptar la derrota del perredismo: "compañeros, ganó Andrés Manuel y sólo hay un presidente legítimo; Andrés Manuel debe ser reconocido por todos nosotros".

Los argumentos en contra del texto presentado a la asamblea fueron contundentes y las corrientes opositoras a Nueva Izquierda consiguieron que se modificara totalmente para establecer el apoyo irrestricto al "presidente legítimo".

Más adelante, Armando Quintero presentó una nueva redacción para sustituir el numeral tercero y omitir el contenido del texto original. Martí Batres secundó esa propuesta: "se nos dice que si no ganamos reconozcamos a Calderón; nos dice autocritíquense, ¡no!, que se autocritique el PAN, porque ese partido hizo el fraude electoral. Calderón está en Los Pinos no por nuestros errores, sino porque nos hicieron un fraude".

Fernando Belaunzarán, quien sostenía las posiciones de Nueva Izquierda, coincidió con las corrientes opositoras a la suya, pues señaló que López Obrador ganó la elección del 2 de julio, la cual fue producto de un fraude, por lo que Felipe Calderón es ilegítimo. No obstante, emprendió la defensa al argumento de la autocrítica.

Autocrítica

"Si hubiéramos tenido representantes en todas las casillas habríamos ganado. Cuatrocientos millones de pesos se fueron en dos estructuras virtuales; el PRD delegó su responsabilidad. ¿Qué queremos ocultar? Hubo soberbia de todos porque pensamos que el 2 de julio era un trámite".

En seguida, Alejandro Encinas, quien negó que su presencia significara la búsqueda de respaldo a su candidatura por la presidencia perredista, exigió a sus correligionarios regresar al debate y revisarse a sí mismos.

"Con errores o sin errores, el fraude nos despojó del triunfo. Hace falta autocrítica, ¡sí! Cuántos de los presentes no se montaron en la campaña de Andrés Manuel. Hubo fraude y contra ello debemos combatir, no somos vergonzantes".

Al responder, Saúl Escobar perdió los estribos con el "¡sean hombrecitos!", y defendió su texto: "para cualquiera que lo lea es un documento que manifiesta que hubo fraude. El presidente ilegítimo es Calderón. Nosotros decimos que sí se pudo evitar el fraude. Sí es una tontería y una estupidez decir que AMLO fue el culpable".

Entre los asistentes surgió de inmediato el reclamo: "¡bájate, vendido; cállate, inconsecuente!". El fervor se despertó entre los integrantes de la corriente Nueva Izquierda y de las que se oponían al texto. Fernando Belaunzarán se acercó a Alejandro Encinas y Martí Batres, mientras Saúl Escobar regresaba a su lugar en medio de críticas mordaces: "¡Pinocho, qué triste papel has desempeñado, Saúl!".

Belaunzarán propuso a Encinas y Batres que Armando Quintero retirara su propuesta y modificara el texto, mientras, entre la confusión que se comenzaba a desbordar por las expresiones de Escobar, Alejandro Encinas resolvió la confrontación al proponer que una comisión elaborara un nuevo texto que sustituyera al numeral tres, referente a la autocrítica del partido.

Antes de declararse en receso la mesa, que continuará sus trabajos este sábado, Martí Batres propuso una adición al numeral cinco, que fue aprobada por unanimidad: "por ninguna circunstancia el PRD reconocerá a Felipe Calderón como presidente de México. Con Calderón no habrá ni diálogo ni negociación alguna".

Encinas también advirtió que "el debate de hoy manifiesta que estamos dando una discusión estéril; hoy, lo que hay que privilegiar es la unidad y la cohesión del partido".

La mesa política continuará sus trabajos este sábado para someter sus propuestas al pleno del décimo congreso nacional extraordinario, figura que será la definitoria en materia de posición ideológica y programática de ese partido.

Advertencia sobre el deterioro institucional y la crisis del sistema

La mesa de línea política en el décimo congreso nacional extraordinario del PRD avanza en la elaboración de una resolución final que advierte sobre el notable deterioro institucional y la permanente crisis del actual sistema de gobierno, resultado del agotamiento estructural del viejo régimen priísta, dada la notoria insolvencia del modelo económico neoliberal que se aplica en México, y del fraude electoral cometido por la derecha panista y la oligarquía económica, en agravio de la ciudadanía, en general, y en particular de la coalición Por el Bien de Todos y de Andrés Manuel López Obrador.

El texto que circuló entre los delegados en el congreso nacional manifiesta la urgencia de una "profunda transformación del régimen político de gobierno y de otras instituciones caducas que sobreviven al viejo sistema autoritario y antidemocrático; que implica la construcción de un nuevo Estado democrático y social del derecho, y de una nueva república democrática y soberana que garantice la desaparición de todas las formas de discriminación".

De tal forma, se establecería que la estrategia del PRD se enfila al desarrollo y consolidación de una gran alianza democrática y progresista que cuente con la fuerza, con la unidad y con la capacidad de enfrentar exitosamente al gobierno "conservador y reaccionario" de derecha.

"En el PRD no hay duda de que el gobierno de Calderón es ilegítimo, resultado de una grave violación al orden institucional y a la soberanía popular. En el movimiento de la izquierda y en el PRD recae la operación y la responsabilidad de impedir la continuidad de las agresiones de autoridades; nos corresponde la tarea de restablecer el rumbo hacia los cambios democráticos y el compromiso de rescatar el orden constitucional".

*Tomado de La Jornada. http://www.jornada.unam.mx/





El siguiente es un análisis publicado por la revista Proceso.






Condenados

carlos acosta córdova

México, D.F., 17 de agosto (apro).- Parece que estamos condenados a no avanzar. Ni en economía ni en política. En el entrecruzamiento reciente de ambas, la segunda gana. Pero su triunfo no ofrece una vida democrática, de madurez para alcanzar acuerdos, que siente las bases para un mayor bienestar social, que sería el fin esencial lo mismo de la política que de la economía. No, lo único que logra ese triunfo es el fortalecimiento –en algunos casos, radicalización-- de posiciones partidistas. Es el ejercicio de la política desde la pequeñez y la cortedad de miras: el país, los mexicanos, las urgentes necesidades sociales, la transición política, pueden esperar.

Lástima. Nos quedaremos con las ganas. Todo parece indicar que no habrá reforma fiscal integral –de los parches que tendrá que aceptar el gobierno a su iniciativa, más lo que han propuesto las distintas fuerzas políticas, no sale ninguna reforma de a deveras-- y que la economía seguirá desempeñándose mediocremente; que el país seguirá perdiendo, lastimosamente, la competitividad que le han ido arrebatando sin gran apuro Brasil, China, India y Rusia.

Nada más hay que ver el último reporte de la CEPAL para ver cómo en este año y el próximo la economía mexicana aparece en el sótano, junto a Haití, en términos de crecimiento del Producto Interno Bruto, en el conjunto de las economías de América Latina. Dentro de la OCDE, no hace falta insistir: llevamos 12 años –desde que entramos, en 1994-- en la cola de todos los indicadores económicos y sociales.

Lástima. Nos quedaremos con las ganas, también, de ver ese paso adelante en nuestras caducas prácticas político parlamentarias que significaba un nuevo formato de presentación del informe presidencial. Por décadas se ha criticado que ese acontecimiento se haya convertido en un día para el lucimiento del presidente en turno. Y por décadas se ha anhelado un verdadero diálogo entre poderes y no el monólogo que es ahora. No se sabe qué vaya a pasar. Quizá Felipe Calderón ni siquiera logre entrar al recinto. O tal vez se vea obligado a seguir la máxima que, desde ya, le quieren imponer algunos: “entregas y te vas”. Lo único cierto es que se perdió una oportunidad más para dar ese paso de madurez política, consecuencia necesaria de la alternancia en el poder.

Nos quedamos, pues, sin reforma fiscal en serio y sin debate político el 1 de septiembre. Vaya manera de meterle el freno al avance del país. Como siempre, se pusieron por delante los intereses particulares, de grupo. El “interés supremo de la nación”, esa entelequia tan llevada y traída en periodos electorales, quedó nuevamente relegado.

En ambos casos es mucho lo que se pierde, en tiempo y en especie. Y todos son responsables. El caso de la reforma, primero. El presidente Calderón tuvo miedo de incluir en la iniciativa cambio alguno a los impuestos al consumo. A contrapelo de la tendencia internacional y en un verdadero contrasentido con las continuas bajas en la tasa del ISR y la intocabilidad de los regímenes especiales de tributación. De hecho, vendió “su” reforma como un resultado de la conciliación, de la disposición a hacer caso a las demandas de los partidos y de la sociedad, supuestamente. Politizado al extremo el caso del IVA en alimentos y medicinas, Calderón optó por olvidarse de ello. Satisfechos, los partidos lo tomaron como un triunfo propio: “doblaron al presidente”, pues nunca permitirían que se atentara contra la economía del pueblo.

El caso es que dejar intocado el IVA significará que las empresas de todos los tamaños, pero sobre todo las más grandes, sigan solicitando las escandalosas devoluciones que les permiten, como ha demostrado la Auditoría Superior de la Federación, que el saldo neto de su pago de impuestos sea irrisorio. Significa también que la gente de mayores ingresos siga comprando medicinas a precio prácticamente subsidiado. A todo esto, en el debate público nadie pidió 15% de IVA en alimentos y medicinas. Pero sí, al menos, una tasa mínima que evitara esas cuantiosas devoluciones. Según especialistas en impuestos, una tasa de por ejemplo 4% de IVA en alimentos y medicinas hubiera evitado las devoluciones y habría permitido una recaudación superior a los 180 mil millones de pesos, sólo por ese concepto.

Pero ganó la política. El presidente, temeroso, quiso verse conciliador. Los partidos de oposición y sus legisladores, pecho erguido, muy satisfechos. Pero el país se perderá de esos ingresos… En un contexto en que cae la producción y la exportación petrolera, la actividad industrial muestra signos palpables de desaceleración y la incertidumbre hace presa de los mercados financieros.

Ya de la famosa CETU, ni hablar. Quedará tan parchado, con tantos agujeros como el ISR, que ya pocos le ven viabilidad. La meta recaudatoria de la iniciativa –tres puntos del PIB--, hasta el día de hoy ya iba en una tercera parte.

Lo más sorprendente es que los opositores a la reforma, sin proponer de inicio nada distinto, ven con entera satisfacción, cómo aquella se le ha ido desmoronando al gobierno. El propósito de la reforma era recaudar más, para atender las crecientes necesidades sociales –y más de un compromiso político del presidente para quienes le ayudaron en la campaña-- e impulsar a la economía, la única fórmula real de generar empleos y de acrecentar la tributación.

Pero, en la lógica de aquellos, había que oponerse al gobierno, más que confrontar propuestas que superaran la del gobierno o por lo menos que corrigieran los defectos de ésta y que le han generado un cada vez mayor y notorio rechazo, con razón o sin ella. Pero para eso era el debate, para sacar la reforma posible, que convenciera a la mayoría, que generara los ingresos que necesita el país. No para frenar una propuesta sólo porque viene del gobierno o porque, como dice el lenguaje de la parte más retrógrada de nuestra izquierda, es “una imposición del FMI y de otros organismos financieros internacionales”.Vaya.

Igual pasó con la propuesta de cambio de formato para el informe presidencial que propuso el partido en el gobierno. No pasó, nomás porque no podía pasar. Cómo que discutir con el espurio. Es tanto como legitimarlo. Y el 2 de julio no se olvida.

Lo que sí se olvidó es la añeja demanda democrática de un verdadero diálogo entre poderes. Se confundió la ética y la dignidad partidarias y se privilegió el grito destemplado. Otra vez, la política –chiquita-- se impuso. El país tendrá que esperar. ¿O ya estamos condenados al retroceso?

Lo que falta por ver.