progressif

viernes, agosto 17, 2007

Entre derechas te veas






Tomados de El Universal, Helioflores y La Jornada, Rocha, El Fisgón y Helguera.

Las tensiones políticas entre el PRI y el PAN se vuelven a mostrar ante los resultados electorales de hace unas semanas en Baja California, donde la actuación de la mafiosa Elba Esther Gordillo –lideresa de los maestros- fue determinante para la derrota del grupo político –Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón y Roberto Madrazo- que apoyaba al asesino Jorge Hank Rhon para la gubernatura de esa entidad.

La disputa con la Gordillo trajo como consecuencia que el PRI rechazara un periodo extraordinario de sesiones como había acordado verbalmente con sus iguales del PAN, para aprobar el parche fiscal. Tampoco cedió a cambiar el formato del informe de gobierno, que pretendía la legitimación del pelele Felipe Calderón Hinojosa. Una amplia campaña en los medios de comunicación –los mismos de siempre Televisa, TV Azteca, Radio Centro, etc.- fracasó pues al final el PAN se quedó con su “novedosa” propuesta presentada al cuarto para las 12, cuando tuvo casi siete años para hacerla efectiva.

El priísta Jorge Estefan Chidiac, presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados dijo que ante la falta de acuerdos sobre todos los temas para la “reforma fiscal” se deberían aprobar las partes donde de hay coincidencias y aseguró que de no aprobarse en su totalidad esto no significaría una catástrofe.

También el PRI se negó de manera rotunda a secundar a sus compinches panistas en el intento para cambiar de último momento el formato del informe anual de gobierno, una forma de cobrarse y exhibir al pelele Calderón Hinojosa el próximo 1 de septiembre, como lo que es: ilegítimo e ilegal.

De esta manera el PRI responde no sólo a la derrota en Baja California, sino al continuado chantaje panista sobre los juicios políticos a los góbers preciosos de Oaxaca, Ulises Ruiz Ortiz (URO) y de Puebla, Mario Marín.

Por su parte el PAN dejó que los hermanos Flavio y Horacio Sosa salieran del penal federal de máxima seguridad del Altiplano (antes La Palma) para ser reubicados en una cárcel de Oaxaca, colocando una presión más contra el asesino URO.

Aunado a lo anterior la PGR informó que en breve estaría terminada la investigación sobre las violaciones a las garantías constitucionales de la periodista Lidia Cacho, por parte de Marín y funcionarios de su gobierno. Por si fuera poco la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), urgió a las autoridades federales y estatales a investigar de manera objetiva e imparcial las graves violaciones a los derechos humanos contra ciudadanos ocurridas entre junio y diciembre del año pasado y en julio de 2007. El presidente de ese organismo, Florentín Meléndez, señaló que entre las violaciones destacan: "muertes violentas, ejecuciones extrajudiciales, torturas, brutalidad policial, uso desproporcionado de fuerza, detenciones masivas, incomunicación y aislamiento de detenidos, uso de francotiradores y gases lacrimógenos, agresiones a periodistas y llamados públicos a atacar a defensores de derechos humanos y líderes sociales".

En medio de ese panorama el PRD inició su congreso, donde al menos en principio, no se llegó al enfrentamiento pronosticado por los “analistas oficiosos”, quienes se frotaban las manos por el acercamiento de la corrientes de los Chuchos –Jesús Ortega y Jesús Zambrano- con funcionarios del espurio Calderón Hinojosa.

Dichos líderes –acusados de haber realizado un fraude en las pasadas elecciones internas del partido- fueron abucheados por integrantes de otras corrientes que apoyan el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador. A más tardar este fin de semana se sabrá el rumbo que tomará el PRD y con ello también se determinará el apoyo de la Convención Nacional Democrática a este partido y a los de Convergencia y del Trabajo, los otros integrantes del Frente Amplio Progresista.

La siguiente colaboración fue tomada del diario la Jornada.






Congreso nacional perredista

Octavio Rodríguez Araujo

Este jueves -y hasta el domingo, inclusive- se llevará a cabo el Congreso Nacional del Partido de la Revolución Democrática. Según diversas fuentes, no asistirá Cuauhtémoc Cárdenas (por estar fuera del país), pero sí Andrés Manuel López Obrador. Se espera que el tabasqueño pronuncie un discurso hoy mismo y que el tono principal será la unidad del partido. Quienes han especulado que AMLO pretende formar su propio partido quizá sean desmentidos en esta ocasión. Y en caso de que de veras exista esa intención será un error, como el cometido antaño por otros partidos de izquierda que formaban nuevos organismos cada vez que alguien tenía diferencias supuestamente irreconciliables con la dirección.

Cierto es, como se ha venido diciendo en diferentes ámbitos, que el PRD necesita urgentemente una autocrítica colectiva o, mejor, un análisis introspectivo de los muchos errores que ha cometido a lo largo de su corta vida (apenas 18 años). No sé si en tan poco tiempo de duración del congreso será posible este análisis, pero sus delegados deberán intentarlo si en verdad quieren mantenerse como un partido competitivo y respetable electoralmente.

Es tan poco lo que sus miembros y dirigentes han hecho para fortalecer este instituto político que sus éxitos electorales han dependido más de sus dos principales líderes (Cárdenas Solórzano y López Obrador) que del trabajo cotidiano del partido, limitado con frecuencia por sus pleitos internos o por una mala representación en los cargos de elección que ha ganado. De no enmendar seriamente estos errores, y otros no menos importantes, en 2009 verán los frutos de su miopía y contumacia.

En el mundo de la competencia -y las elecciones son competencia- ganan los que ofrecen un mejor producto y tienen una mejor imagen; y en el caso de los partidos un mejor producto equivale a principios claros y sólidos y a un programa de acción atractivo y convincente para quienes está dirigido: los electores o un amplio segmento de éstos. Los partidos son -permítaseme la figura- como empresas que quieren penetrar en un mercado e imponerse sobre sus competidores. Y la primera condición para que esa empresa funcione es que todos, desde la base hasta la cúspide, además de creer en su producto trabajen para que éste sea de la mejor calidad y pueda venderse.

Del éxito de esta elemental y obvia política depende el empleo y el salario de todos los que participan en la empresa. Si sus directivos la sabotean o anteponen sus intereses personales a los de la empresa, ésta se irá a pique, sus dueños a la bancarrota y sus trabajadores al desempleo. Todos pierden, aunque unos más que otros, como es obvio en cualquier empresa.

Y cuando menciono "empresa" no estoy pensando sólo en las empresas que por definición son antidemocráticas, sino también en las que, como algunas cooperativas de producción, los trabajadores eligen a sus directivos al igual que los revocan si no hacen bien lo que tienen que hacer y para lo cual fueron nombrados. Igual en los partidos y más todavía en uno que ha aspirado desde su fundación (formalmente) a llevar a cabo una revolución democrática (suponemos que no sólo en su interior como partido, sino en todos aquellos lugares en donde ha podido gobernar o gobierna), que todavía no ha hecho sino a veces lo contrario.

Un partido democrático y moderno debe contar con una pirámide de dirigentes (nacionales, estatales, municipales y acaso también de sector social). Estos dirigentes tienen el deber de dirigir de acuerdo con lo que principalmente tienen encomendado: el fortalecimiento y crecimiento de su organización. Y esto no se puede lograr si en lugar de trabajar para el partido lo hacen para sí mismos y sus grupos de apoyo, llámense tribus, tendencias, facciones o como se quiera. Lo que vemos desde fuera es que los dirigentes se pelean por ser candidatos a cargos de elección popular y no por hacer bien su trabajo; y que, en consecuencia, sean las bases las que, si se lo merecen, los elijan para ser candidatos (como debería de ser en un partido verdaderamente democrático). Lo que también vemos es que cuando ocupan esos disputados cargos de elección hacen lo mismo que aquellos a quienes criticaban y combatían, con muy pocas excepciones. En pocas palabras, lo que se observa y se puede comprobar es que la mayoría de los dirigentes se ha empeñado en ratificar la famosa ley de hierro de las oligarquías de la que escribiera Robert Michels a principios del siglo pasado. Y esto sería casi lo de menos si a cambio hubiera unidad de mando y de criterios en la dirección (léase oligarquía partidaria) para hacer de su partido el mejor, el que ofrezca el mejor producto del mercado electoral, el que sepa diferenciarse de los demás con unos principios claros y un programa de acción atractivo y definido. Pero no es así, lamentablemente, para quienes quisiéramos que hubiera una opción por la que valiera votar sin que nos dé pena después al ver su desempeño como diputados o senadores, como alcaldes o gobernadores.

Señoras y señores delegados del PRD a este congreso nacional: atiendan por una vez en su vida lo que les pedimos quienes queremos ver en su partido la única opción en contra de la derecha. Luchen por su partido, para hacer de él lo que esperamos que sea. Compórtense a la altura de las exigencias históricas y de quienes incluso dieron su vida para que ustedes estén donde están. ¿Será? ¿Podrán, o les ganará la ambición y el desdén al despilfarro de lo que penosamente han construido hasta ahora? Sepan que la unidad de su partido sólo será posible si trabajan para él y no para ustedes y sus grupos como si la competencia estuviera en el interior del PRD y no contra los adversarios de éste, que no son pocos ni débiles.