La fascistización
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera, y Rocha y El Universal, Helioflores y Omar.
Luis Javier Garrido
El fracaso y la impopularidad del gobierno de facto de Felipe Calderón lo está llevando a tomar medidas desesperadas que muy rápidamente están creando un poder de corte totalitario.
1. La sentencia dictada por un juez el día 5, condenando al luchador social Ignacio del Valle -dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco (FPDT)- y a sus compañeros Felipe Alvarez y Héctor Galindo a 67 años de prisión, sin ser éstos culpables de nada, es un hecho escandaloso que desnuda la naturaleza abiertamente fascistoide del régimen de facto encabezado por Calderón, el que con este acto indigno desafía al pueblo de México y a la comunidad internacional.
2. La sentencia a los tres dirigentes del FPDT, detenidos e incomunicados desde hace un año en el penal de máxima seguridad de El Altiplano (antes La Palma y Almoloya), lo que ha logrado es desnudar ya sin tapujos la naturaleza fascistoide del régimen de Calderón, suscitando una indignación que está creciendo a nivel nacional e internacional, y que no se va a terminar hasta que se eche abajo esa sentencia ignominiosa y se libere sin condiciones a los detenidos, sin olvidar que tras seis meses de gobierno espurio hay ya decenas de presos políticos en el país.
3. La sentencia no es, por lo mismo, nada más la expresión de la venganza de Fox y Calderón contra los campesinos de Atenco por haberse opuesto en 2002 a la construcción del aeropuerto sobre sus tierras, privándolos de un negocio multimillonario (aunque lo sea), ni es tan sólo una advertencia al pueblo de que el gobierno usurpador está dispuesto a criminalizar y encarcelar a los dirigentes sociales que se le opongan (aunque lo sea). Es la gravísima evidencia de la descomposición del poder político en México, en manos hoy de un grupo de extremistas de derecha sin escrúpulos que utilizan a las instituciones para sus intereses personales y están edificando un régimen totalitario ante la pasividad de las fuerzas políticas.
4. El poder público que se está definiendo con la alianza de panistas, yunquistas, miembros de la jerarquía católica y tecnócratas priístas en el poder es abiertamente de carácter totalitario, y muchos pretenden no darse cuenta cuando a los trabajadores que se amparan contra la Ley del ISSSTE se les amenaza con privarlos de servicios y prestaciones, cuando exige Calderón al clero que "excomulgue" a quienes aprobaron la despenalización del aborto, cuando se encarcela a miembros de la APPO o ahora con las sentencias de Atenco.
5. Este proceso de fascistización no tiene precedentes en la historia de nuestro país, y está siendo impulsado desde Los Pinos con el apoyo de los medios, que lo mismo se solazan en criminalizar a todo movimiento social que en denostar y calumniar a Andrés Manuel López Obrador, mostrando como "normales" escenarios en los que las fuerzas militares, pisoteando la Constitución, disparan contra campesinos inermes o "desarman" a las policías municipales que se les antoja.
6. El Ejército federal no tiene la facultad de investigar ni de perseguir los delitos, como tampoco puede "desarmar" a las policías locales o municipales, pues estaría violando la autonomía estatal y municipal, quebrantando el marco federal y dando pasos reales para instaurar un régimen fascista.
7. En la nueva "estrategia de Calderón" no es difícil encontrar las manos de sus asesores estadunidenses y españoles, y en especial la de Antonio Solá, miembro del PP y amigo de Aznar. El pasado miércoles 9 desde Radio Red se hacía un llamamiento para generar en México una movilización masiva, similar, se decía, a las de la derecha española, a fin "de respaldar a Calderón" con el argumento falaz de que estamos todos los mexicanos "en guerra" contra ese supuesto enemigo que ahora sería el narcopoder, lo mismo que pueden ser mañana los movimientos sociales, a los que se busca asociar con la violencia, o contra todo aquel "enemigo" que se decida desde el poder, a la manera instaurada por Bush y los halcones del Pentágono.
8. La creación de un nuevo y anticonstitucional órgano represivo, decretada por Calderón sin tener las facultades legales para ello, llamado Cuerpo Especial de Fuerzas de Apoyo Federal del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos, según decreto publicado en el Diario Oficial el día 9, y cuya misión (anticonstitucional, desde luego) serían tareas de "seguridad pública" decididas por Calderón, se halla en esa misma dirección. El gobernante espurio confunde la seguridad de su régimen de facto con la seguridad pública e incluso con la seguridad nacional.
9. Resulta muy significativo también que la nueva derecha en el poder esté acusando en una campaña muy amplia al gobierno de Vicente Fox de "permisividad", y de que instauró, se dice, una justicia "fofa y blandengue".
10. Esta escalada para privar a los mexicanos de libertades civiles y derechos sociales debe ser detenida, y la aberrante sentencia de Atenco es la ocasión para una vigorosa respuesta social. Es un desafío no nada más para la izquierda social o política, sino para los más amplios sectores democráticos, obligados a actuar ahora, más que nunca, con generosidad y sin sectarismos.
El fracaso y la impopularidad del gobierno de facto de Felipe Calderón lo está llevando a tomar medidas desesperadas que muy rápidamente están creando un poder de corte totalitario.
1. La sentencia dictada por un juez el día 5, condenando al luchador social Ignacio del Valle -dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco (FPDT)- y a sus compañeros Felipe Alvarez y Héctor Galindo a 67 años de prisión, sin ser éstos culpables de nada, es un hecho escandaloso que desnuda la naturaleza abiertamente fascistoide del régimen de facto encabezado por Calderón, el que con este acto indigno desafía al pueblo de México y a la comunidad internacional.
2. La sentencia a los tres dirigentes del FPDT, detenidos e incomunicados desde hace un año en el penal de máxima seguridad de El Altiplano (antes La Palma y Almoloya), lo que ha logrado es desnudar ya sin tapujos la naturaleza fascistoide del régimen de Calderón, suscitando una indignación que está creciendo a nivel nacional e internacional, y que no se va a terminar hasta que se eche abajo esa sentencia ignominiosa y se libere sin condiciones a los detenidos, sin olvidar que tras seis meses de gobierno espurio hay ya decenas de presos políticos en el país.
3. La sentencia no es, por lo mismo, nada más la expresión de la venganza de Fox y Calderón contra los campesinos de Atenco por haberse opuesto en 2002 a la construcción del aeropuerto sobre sus tierras, privándolos de un negocio multimillonario (aunque lo sea), ni es tan sólo una advertencia al pueblo de que el gobierno usurpador está dispuesto a criminalizar y encarcelar a los dirigentes sociales que se le opongan (aunque lo sea). Es la gravísima evidencia de la descomposición del poder político en México, en manos hoy de un grupo de extremistas de derecha sin escrúpulos que utilizan a las instituciones para sus intereses personales y están edificando un régimen totalitario ante la pasividad de las fuerzas políticas.
4. El poder público que se está definiendo con la alianza de panistas, yunquistas, miembros de la jerarquía católica y tecnócratas priístas en el poder es abiertamente de carácter totalitario, y muchos pretenden no darse cuenta cuando a los trabajadores que se amparan contra la Ley del ISSSTE se les amenaza con privarlos de servicios y prestaciones, cuando exige Calderón al clero que "excomulgue" a quienes aprobaron la despenalización del aborto, cuando se encarcela a miembros de la APPO o ahora con las sentencias de Atenco.
5. Este proceso de fascistización no tiene precedentes en la historia de nuestro país, y está siendo impulsado desde Los Pinos con el apoyo de los medios, que lo mismo se solazan en criminalizar a todo movimiento social que en denostar y calumniar a Andrés Manuel López Obrador, mostrando como "normales" escenarios en los que las fuerzas militares, pisoteando la Constitución, disparan contra campesinos inermes o "desarman" a las policías municipales que se les antoja.
6. El Ejército federal no tiene la facultad de investigar ni de perseguir los delitos, como tampoco puede "desarmar" a las policías locales o municipales, pues estaría violando la autonomía estatal y municipal, quebrantando el marco federal y dando pasos reales para instaurar un régimen fascista.
7. En la nueva "estrategia de Calderón" no es difícil encontrar las manos de sus asesores estadunidenses y españoles, y en especial la de Antonio Solá, miembro del PP y amigo de Aznar. El pasado miércoles 9 desde Radio Red se hacía un llamamiento para generar en México una movilización masiva, similar, se decía, a las de la derecha española, a fin "de respaldar a Calderón" con el argumento falaz de que estamos todos los mexicanos "en guerra" contra ese supuesto enemigo que ahora sería el narcopoder, lo mismo que pueden ser mañana los movimientos sociales, a los que se busca asociar con la violencia, o contra todo aquel "enemigo" que se decida desde el poder, a la manera instaurada por Bush y los halcones del Pentágono.
8. La creación de un nuevo y anticonstitucional órgano represivo, decretada por Calderón sin tener las facultades legales para ello, llamado Cuerpo Especial de Fuerzas de Apoyo Federal del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicanos, según decreto publicado en el Diario Oficial el día 9, y cuya misión (anticonstitucional, desde luego) serían tareas de "seguridad pública" decididas por Calderón, se halla en esa misma dirección. El gobernante espurio confunde la seguridad de su régimen de facto con la seguridad pública e incluso con la seguridad nacional.
9. Resulta muy significativo también que la nueva derecha en el poder esté acusando en una campaña muy amplia al gobierno de Vicente Fox de "permisividad", y de que instauró, se dice, una justicia "fofa y blandengue".
10. Esta escalada para privar a los mexicanos de libertades civiles y derechos sociales debe ser detenida, y la aberrante sentencia de Atenco es la ocasión para una vigorosa respuesta social. Es un desafío no nada más para la izquierda social o política, sino para los más amplios sectores democráticos, obligados a actuar ahora, más que nunca, con generosidad y sin sectarismos.
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