Servidumbre política y ley laboral*
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Octavio Rodríguez Araujo
Para aquellos que pensaban que las elecciones no sirven para
cambiar un país, vean la propuesta de reforma laboral que se está intentando.
Si hubiera ganado la izquierda este monstruoso proyecto no habría sido
propuesto por Calderón al nuevo Congreso de la Unión de mayoría derechista. Ya
entenderán, sobre todo los trabajadores, uno de los costos de haber votado por
el PRI, e igualmente entenderán por qué los poderes fácticos le echaron tanto
dinero a impedir que triunfaran el Movimiento Progresista y su candidato López
Obrador.
Priístas y panistas ya están celebrando que, ¡por fin!, se
reformará la Ley Federal del Trabajo. Pero más que los partidos los que están
muy contentos son sus amos, los patrones de los políticos que se han asumidos
como sus siervos, bien pagados pero sirvientes al fin. Lo que éstos están
intentando es garantizar que los trabajadores no sólo les reporten más
beneficios a los sectores empresariales sino que la ley los proteja de
cualquier tipo de inconformidad que se exprese en su contra.
En la iniciativa, por si hubiera alguna duda, se dice con
toda claridad: “la Ley Federal del Trabajo [actual] no genera incentivos para
asegurar el incremento de la productividad y la competitividad”. Y cuando se
habla de productividad se refiere a las empresas y de competitividad se dice
expresamente de éstas y del país. Con esta iniciativa se ratifica legalmente lo
que ya hacen sobre todo las trasnacionales en México, por ejemplo las
modalidades de contratación con base en periodos de prueba y contratos de
capacitación inicial y para el trabajo de temporada. Asimismo, el impulso o
favorecimiento de la multihabilidad de los trabajadores para que se involucren
en otras actividades de su entorno laboral, es decir la flexibilidad laboral
para que todos y cada uno de los trabajadores sean milusos, es decir puedan ser
cambiados de puesto al antojo del empresario sin que se creen precedentes de
antigüedad y de estabilidad.
De lo anterior se explica que la intención sea precisamente
establecer nuevos mecanismos y formas de pago para que los salarios se vinculen
(léase se subordinen) a los beneficios de la productividad. Ésta, desde luego
(y así se lee en la iniciativa), será “el principal criterio para acceder a
plazas vacantes definitivas o provisionales de más de 30 días y a puestos de
nueva creación, en lugar de la antigüedad”. ¿Más claro? Por si no se entendió:
trabajador que no sea permanentemente productivo a juicio de los empresarios,
será enviado a su casa sin indemnización alguna. Subrayo “permanentemente” para
significar que constantemente tiene que adaptarse a los requerimientos
unilaterales de la empresa con base en criterios de productividad y en el
puesto en que lo ubiquen. El trabajador ya no será contratado en función de un
perfil determinado y específico sino de su capacidad para ejercer diversas
funciones en la cadena de producción o comercialización. ¡Ah!, pero eso sí, el
patrón estará obligado a proporcionarle agua potable durante su jornada de
trabajo (no es broma, está en la iniciativa).
El artículo 83 de la iniciativa habla del pago por cada hora
de prestación del servicio, supuestamente convenido entre el trabajador y el
patrón, en la inteligencia de que la jornada no debe exceder el máximo legal.
Con las condiciones previamente mencionadas, es evidente que el trabajador que
aspire a ser contratado o a permanecer en la empresa aceptará el pago por hora.
Así se les debería pagar a los diputados y senadores, y también en función de
su productividad.
Lo que se propone con esta iniciativa, entonces, es muy
claro: ayudar, mediante las diversas modalidades de la contratación de
trabajadores y su papel en las empresas, a que éstas puedan aumentar su
productividad y con esto mejorar la competitividad del país.
¿Qué quiere decir aumentar la productividad de una empresa?
Sacar al mercado más por menos. ¿Qué quiere decir mejorar la competitividad del
país? El precio de sus productos en el mercado mundial. Un país es más
competitivo si con la misma o semejante calidad de sus productos ofrece mejores
precios. ¿Cómo se pueden ofrecer mejores precios en el mercado mundial?
Castigando los salarios de los trabajadores y evitando tiempos muertos en la
jornada a partir del pago por horas. Una vil copia del sistema estadunidense,
pero sin los salarios de aquel país (11 veces más altos que en México) y sin
los precios de Estados Unidos, en general los mismos que en México por
productos iguales o similares, y a veces más baratos que aquí, como es el caso
de computadoras, vehículos, y otros muchos.
Servidumbre política al capital. No es otra cosa. Los del
PRI y los del PAN tienen muy claros sus compromisos implícitos cuando
compitieron por la Presidencia del país: favorecer a los empresarios a costa
del resto de los mexicanos. Es posible que ahora sí les cumplan gracias al
cochinero que hubo en las elecciones. No es por casualidad que mi nuevo libro
se titule precisamente Poder y elecciones en México, es decir, el peso del
poder en los comicios de este año.
rodriguezaraujo.unam.mx
*Tomado de La Jornada.
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