Júniors, mexiquenses y la mano de Aspe*
Tomados de La Jornada, Hernández, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Jenaro Villamil
El equipo de transición de Enrique Peña Nieto resultó una
colección variopinta de personeros de anteriores gobiernos mexiquenses e hijos
de figuras públicas en desuso. Quedó muy poco espacio para los representantes
de las otras corrientes que apoyaron su candidatura. Lo que queda claro es que
una de las figuras importantes del futuro gobierno priista, desde la sombra,
será Pedro Aspe, el secretario de Hacienda de Salinas de Gortari.
La intención de combinar operadores políticos de bajo perfil
nacional y representantes de la joven tecnocracia se concretó esta semana con
el anuncio del “equipo de transición” de Enrique Peña Nieto: 46 funcionarios,
la tercera parte de ellos provenientes de la burocracia mexiquense, así como
una decena de júniors y tecnócratas del sexenio de Carlos Salinas bajo la
tutoría de Pedro Aspe, el exsecretario de Hacienda salinista que se convierte
en uno de los poderes tras bambalinas más importantes del peñismo.
Sólo una minoría de los nombrados responde a alianzas con
otros grupos priistas –especialmente los de Manlio Fabio Beltrones, Beatriz
Paredes y Pedro Joaquín Coldwell– y ninguno de los 46 viene de la sociedad
civil o de sectores empresariales o intelectuales aliados a Peña Nieto.
El futuro presidente del retorno priista no designó a ningún
coordinador para las áreas de cultura y telecomunicaciones. Sólo dos posiciones
parecen tener el sello de Televisa: Alejandra Lagunes, coordinadora de Gobierno
Digital, y su esposo Rafael Pachiano, legislador “Juanito” del Partido Verde.
El segundo grupo de operadores políticos más importante
proviene de Hidalgo, entidad que mantiene una vieja alianza con los mexiquenses
desde la época de Carlos Hank González y la dinastía de los Rojo Lugo.
Por esta razón los dos coordinadores generales de este
equipo son Luis Videgaray, responsable de la Transición Gubernamental, con tres
vicecoordinadores y 23 coordinadores bajo su mando; y Miguel Ángel Osorio
Chong, exgobernador de Hidalgo, coordinador general de Política y Seguridad,
con dos vicecoordinadores y 12 coordinadores.
Además Peña Nieto nombró a cuatro coordinadores de su equipo
personal: Erwin Lino Zárate, secretario particular; Francisco Guzmán Ortiz,
coordinador de asesores; David López Gutiérrez –herencia del gobierno de
Alfredo del Mazo González–, coordinador de Comunicación Social, y Andrés
Massieu Fernández, coordinador de Identidad Institucional, hijo del
exsecretario privado de Carlos Salinas de Gortari.
Conocedores de los entretelones de la política mexiquense
comentaron a Proceso que Peña Nieto parece concretar con este primer equipo la
vieja ambición de Carlos Hank González, el hombre fuerte del Grupo Atlacomulco
durante décadas: combinar a operadores con tecnócratas, todos enlazados por los
grandes negocios de infraestructura, transporte y servicios en el Estado de
México.
De los 15 funcionarios provenientes del Estado de México la
mayoría trabajó en los gobiernos de los dos “tíos incómodos” de Peña Nieto:
Arturo Montiel y Alfredo del Mazo González. Ambos aspiraron a ser presidentes y
los dos se quedaron a la mitad del camino.
Para otros observadores llamó la atención que en este primer
equipo quedaran marginados otros exgobernadores mexiquenses, como Emilio
Chuayffet y César Camacho, este último operador en la campaña presidencial desde
la Fundación Colosio del PRI, mientras que otros personajes del “primer
círculo” peñista quedaron en espera de su “premio”: Ricardo Aguilar, Luis Vega,
Héctor Velasco y Benito Neme Sastre, a quien se atribuye el desastre electoral
priista en Tabasco.
Escasas fueron las “sorpresas” de estos nombramientos. Los
más mencionados fueron los casos de la experredista y exjefa de Gobierno
capitalino, Rosario Robles, aliada de Peña Nieto desde 2005; Roberto Campa,
excandidato presidencial del Panal en 2006 y vinculado con Elba Esther
Gordillo; y María de los Ángeles Fromow, titular de la Fepade hasta 2007.
Dato singular: Robles y Fromow estuvieron vinculadas con el
empresario de origen argentino Carlos Ahumada, considerado el “gran corruptor”
dentro del PRD y artífice de los videoescándalos de marzo de 2004 contra los
colaboradores de Andrés Manuel López Obrador. La primera, como su pareja
sentimental. La segunda, como socia en el tema de los videoescándalos, según el
libro Derecho de réplica del propio Ahumada.
La mayoría de los 46 coordinadores del equipo de transición
no se enteró de su responsabilidad exacta hasta las 22:00 horas del lunes 3,
poco antes de la conferencia de prensa que ofreció Peña Nieto, el martes 4, en
un hotel capitalino. Otros esperaban que sus nombres se “guardaran” para una
secretaría de Estado y no para un equipo que durará sólo tres meses y cuya
función principal será “hacer un diagnóstico y no una auditoría” de las
distintas áreas del gobierno saliente, tal como precisó Jorge Carlos Ramírez
Marín, vicecoordinador de Seguridad y Justicia.
El mismo día del anuncio Peña Nieto le bajó el perfil a su
primer equipo como presidente electo. Aclaró que los 46 nombres enunciados no
perfilarán a su futuro gabinete y que “en los próximos días seguiremos
designando mujeres y hombres para cumplir distintas tareas”.
Peña Nieto afirmó sin que nadie le preguntara: “Quiero
puntualizar que éste es el equipo de transición, que no puede entenderse y
menos suponerse que estas designaciones hoy hechas públicas tengan que ver con
la designación que en su momento habré de hacer de quienes serán responsables
de las distintas áreas de la administración pública del gobierno de la
República. Eso habrá de ocurrir a su debido tiempo”.
Después de los nombramientos Peña Nieto sólo presumió
públicamente a Robles, quien lo acompañó a una gira por Durango. Al lado del
gobernador priista Jorge Caldera, Peña mandó un mensaje críptico, más orientado
hacia su propio entorno: “No es momento para dar mayor espacio a las
diferencias sino para privilegiar las coincidencias, para que en los distintos
ámbitos, público y privado, trabajemos en favor de lo que México necesita”.
Miranda Nava, los trabajos sucios
Fiel a su camarilla y congruente con la red de intereses
formada desde el gobierno de su antecesor, Peña Nieto no hizo alianza más que
con el mismo equipo que surgió de los gobiernos de sus tíos (Montiel y Del
Mazo) y que lo llevaron a la gubernatura y a la Presidencia.
Después de Luis Videgaray el personaje más cercano e
influyente en Peña Nieto es su amigo y compadre Luis Enrique Miranda Nava,
famoso en el Estado de México por ser el “gobernador de facto” desde la
Secretaría General de Gobierno y responsable de los “trabajos sucios” de
operación política, espionaje y hasta compra-venta de opositores.
Miranda Nava fue designado vicecoordinador político y quedó
bajo el mando directo de Osorio Chong. Durante la campaña presidencial los
auténticos “amarres” y negociaciones para las candidaturas, las alianzas y los
fondos provenientes de las entidades priistas estuvieron bajo la
responsabilidad de este funcionario, quien formó parte de los golden boys de
Montiel.
Toluqueño, hijo de Luis Miranda Cardoso –magistrado y
expresidente del Tribunal Superior de Justicia del Estado de México–, Miranda
Nava inició el ascenso de la mano de Peña Nieto en el gobierno de Arturo
Montiel (1999-2005).
Gracias a la relación de su padre con Montiel, éste designó
a Luis Enrique Miranda coordinador de Asuntos Jurídicos; en 2000 ascendió a
subsecretario de Asuntos Jurídicos y desde esa posición fue responsable de la
estrategia penal contra los comuneros de San Salvador Atenco. Los integrantes
del movimiento lo señalan como responsable de ofrecerles a los ejidatarios de
la zona 10 pesos por cada metro cuadrado para el proyecto de construcción del
aeropuerto alterno a la Ciudad de México.
En el proceso de sucesión de Montiel, Miranda Nava se alió a
la entonces esposa del mandatario, la francesa Maude Versini, para cerrarle el
paso a Isidro Pastor, exdirigente estatal priista, y facilitarle el camino a Peña
Nieto, secretario de Administración y coordinador de la bancada del PRI en el
Congreso local.
En el gobierno peñista Miranda Nava fue responsable de toda
la operación política, policiaca y de espionaje desde la Secretaría General de
Gobierno. Su firma apareció estampada en el famoso “pacto” con el secretario de
Gobernación calderonista, Fernando Gómez Mont, para evitar las alianzas entre
el PRD y el PAN en las elecciones de 2011.
Otro episodio que retrata la forma de operación de Miranda
Nava fue el caso de la niña Paulette Gebara, cuya desaparición y muerte a
finales de marzo de 2010 generó la peor crisis de credibilidad del gobierno
peñista. 80% de encuestados por la empresa Ipsos Public Affaire calificó “mal”
y “muy mal” la actuación de las autoridades mexiquenses en ese episodio
(Proceso 1752).
El entonces dirigente estatal del PRD, Luis Sánchez, señaló
en entrevista con Proceso a Miranda Nava como el responsable del viraje de 180
grados en la investigación del caso, después de que el entonces procurador
mexiquense Alberto Bazbaz Sacal declarara el 31 de marzo en conferencia de
prensa que no había duda de que el caso de Paulette era “un homicidio” y apuntó
a la presunta responsabilidad de los padres, vinculados con la red de negocios
y alianzas peñistas. “Ni modo que se la hubiera llevado Harry Potter”, dijo
Bazbaz.
Un fin de semana le bastó a Miranda Nava para modificar el
dictamen, cambiar a Bazbaz por Alfredo del Castillo y reorientar el caso.
Construyó la hipótesis de la muerte accidental de la niña, llamó a líderes de
los partidos opositores para convencerlos de que la menor murió
accidentalmente, sin que nadie se diera cuenta de que su cuerpo permaneció casi
10 días en su habitación.
“Miranda Nava nos trató de convencer, de manera muy amable,
a través de un extenso video de la procuraduría, donde se ve cómo los peritos
encontraron el cadáver de la niña en avanzado estado de descomposición”,
recordó Sánchez.
“El problema con Bazbaz es que le gusta salir mucho en los
medios y cometió muchos errores”, les dijo Miranda Nava.
Después de ese episodio Bazbaz renunció y fue sustituido por
Alfredo del Castillo, quien también se integró al equipo de transición de Peña
Nieto como coordinador de Justicia.
Operadores de grandes negocios
Los otros funcionarios provenientes del Estado de México han
estado vinculados con los grandes negocios inmobiliarios, de transporte, de
infraestructura y de agua que se generaron en las administraciones de Montiel y
Peña Nieto.
Alejandro Nieto Enríquez, nombrado secretario técnico de la
Coordinación General para la Transición Gubernamental, es un funcionario con
más de 30 años de experiencia en el servicio público estatal y federal. Fue
secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas en los gobiernos de César
Camacho y de Arturo Montiel. Como tal fue responsable del cambio del uso de
suelo de muchos proyectos inmobiliarios donde estaban los intereses de fuertes
grupos de constructores aliados a Montiel.
En 2009 Nieto Enríquez (sin parentesco con Peña) fue
nombrado subsecretario de Información y Desarrollo Político, a las órdenes de Miranda
Nava. Fue el artífice de la operación de recuperación electoral priista en la
entidad en los comicios municipales y federales de ese año.
El cable 09México2778, filtrado por Wikileaks, menciona a
Nieto Enríquez como anfitrión de una delegación de observadores políticos de la
embajada de Estados Unidos. A ellos les confió la estrategia para elevar a Peña
Nieto en las encuestas.
Fue compañero de bancada en la LV Legislatura de José
Antonio González Fernández, uno de los principales tutores y amigos de Peña
Nieto, y del exgobernador de Tamaulipas Manuel Cavazos Lerma.
La oficial mayor del equipo de transición peñista es Marcela
Velasco González, exsecretaria de Desarrollo Urbano mexiquense y
exsubsecretaria de Administración de Finanzas del Estado de México. Grupos de
colonos la han acusado de peculado y corrupción al autorizar conjuntos urbanos
en la entidad más poblada del país.
Gerardo Ruiz Esparza, funcionario que viene de la época de
Alfredo del Mazo González, fue secretario de Comunicaciones del Estado de
México, coordinador de giras en el sexenio de Carlos Salinas y fue nombrado
coordinador de Infraestructura en el equipo peñista. Se le señala como futuro
titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que cambiaría su
nombre a Secretaría de Infraestructura.
Durante la campaña presidencial Ruiz Esparza fue coordinador
de compromisos en campaña. Su nombre apareció como responsable de un documento
titulado Anteproyecto de compromisos de Enrique Peña Nieto con las mujeres. El
plan proponía entre otras cosas la producción de telenovelas para promover
“valores” y “discurso de género”, según publicó Reforma el 3 de marzo. El
equipo peñista negó la autoría de esos documentos.
Otro personaje que proviene del montielismo es Juan José
Guerra Abud, designado coordinador de Medio Ambiente por Peña. Guerra es un
conocido promotor industrial en el Estado de México, especialista también en
recaudación de fondos privados. Fue el primer jefe de Peña Nieto como
secretario de Desarrollo Económico en el gobierno de Emilio Chuayffet, cuando
sustituyó a Arturo Montiel en esa dependencia. Montiel lo convirtió en uno de
los principales vínculos con la industria automotriz.
David Korenfeld Federman, alcalde de Huixquilucan durante el
montielismo (2003-2006) es el interlocutor de los negocios de la comunidad
judía mexiquense con Peña Nieto. Fue secretario de Obra Pública en el Estado de
México y coordinó el área de Evaluación y Seguimiento durante la campaña
presidencial. Peña lo nombró coordinador de Agua, identificada como una de las
áreas de mayores inversiones privadas en el futuro gobierno.
Enrique Jacob Rocha es otro viejo operador político
mexiquense que trabajó para Arturo Montiel y para Peña Nieto. Fue director
jurídico, subsecretario de Asuntos Jurídicos y secretario de Administración y
Finanzas en el gobierno de Montiel, y con Peña Nieto fue subsecretario y
secretario de Gobierno. La oposición de Naucalpan lo señala como responsable de
uno de los mayores desfalcos durante su gestión como alcalde de este municipio
conurbado (1994-1996). Fue nombrado coordinador del Programa Emprendedores en
el equipo de transición.
Luis Felipe Puente, designado coordinador de Protección
Civil, es otro personaje del entorno mexiquense vinculado con Alfredo del Mazo
González. Fue alcalde de Atizapán y ha hecho grandes negocios en materia de
turismo y en el sector hotelero. Citando a agentes federales de Estados Unidos,
en junio de este año se vinculó a Puente con Pablo Zárate Juárez, presunto
prestanombres del exgobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington, acusado de
lavado de dinero.
Júniors y amigos
En el equipo de transición destacan también los amigos y
júniors cercanos a Peña Nieto recién incorporados a las tareas de primer orden,
como Emilio Lozoya Austin, vicecoordinador de Asuntos Internacionales;
Alejandro Murat Hinojosa, coordinador de Vivienda; Ernesto de Lucas Hopkins,
coordinador de Deporte; Enrique de la Madrid Cordero, coordinador para el
Campo; Ildefonso Guajardo Villarreal, vicecoordinador de Política Económica, y
Claudia Ruiz Massieu Salinas, coordinadora de Derechos Humanos y Transparencia.
Lozoya Austin es hijo de Emilio Lozoya Thalman, integrante
del primer “grupo compacto” que formó Carlos Salinas de Gortari en su juventud
con Manuel Camacho Solís. Lozoya Thalman fue director del ISSSTE y titular de
Energía. Lozoya Austin hizo una brillante carrera académica en Harvard, con
maestría en desarrollo económico. Es miembro del Consejo de Administración en
México de la constructora española OHL, beneficiada con los más importantes
contratos de construcción de obra pública en el gobierno de Peña.
Enrique de la Madrid Cordero, hijo del expresidente al que
le decretaron demencia senil, tiene más conocimientos en finanzas
internacionales, infraestructura y mercado laboral que en asuntos del campo.
Fue director de Relaciones Institucionales y Comunicación de HSBC para México y
América Latina y director general de Financiera Rural. Su amistad con Joaquín
Coldwell, dirigente nacional del PRI, lo acercó a Peña Nieto durante la
campaña. En un evento de la Fundación Colosio planteó una serie de soluciones
para el campo. Fue apoyado por empresarios agropecuarios de Jalisco para ser
responsable de esta área en el gobierno de transición.
Alejandro Murat Hinojosa, hijo del polémico exgobernador
oaxaqueño José Murat, mantiene una estrecha amistad con Peña Nieto. Fue
director general del Sistema de Radio y Televisión Mexiquense y uno de los
notarios que acreditaron los “compromisos cumplidos” en la administración
2005-2011. Claudia Ruiz Massieu Salinas es la “sobrina consentida” del
expresidente Carlos Salinas e hija de José Francisco Ruiz Massieu, el
secretario general priista asesinado en 1994. Se incorporó al equipo de
transición como responsable de Derechos Humanos y Transparencia. Fue diputada
federal en la LXI Legislatura y se le señala como un claro vínculo con su tío.
Ildefonso Guajardo, exjefe de la Oficina de Negociaciones
del Tratado de Libre Comercio, vinculado con Herminio Blanco, exdiputado
federal en las legislaturas LVIII y LXII y expresidente de la Fundación Colosio
de Nuevo León, se convirtió en menos de un lustro en uno de los principales
vínculos de Peña Nieto con el Consejo Coordinador Empresarial. Fue designado
vicecoordinador de Política Económica y se le menciona como futuro titular de
Economía.
La mano de Aspe
Una de las influencias más claras que se reflejan en la
integración del equipo de Peña Nieto es la de Pedro Aspe, exsecretario de
Hacienda y creador de la consultora Protego, ahora Evercore Partner.
Aspe es tutor, socio y amigo de Luis Videgaray, el personaje
más poderoso en el entorno cercano de Peña Nieto, y de Aurelio Nuño, el más
joven de los funcionarios del primer círculo peñista. Nuño mantiene una
relación sentimental con Sofía Aspe Bernal, hija del exsecretario de Hacienda.
La influencia de Aspe en el entorno mexiquense data de su
vieja alianza y relación con Carlos Hank González. En la sucesión de 1994 Hank
apoyó a Aspe para que fuera el candidato presidencial.
En 2004 Luis Videgaray, uno de sus alumnos y socios más
aventajados, llegó al Estado de México con la encomienda de restructurar la
deuda del gobierno con bancos privados y banca de desarrollo. Montiel hizo a
Videgaray secretario de Finanzas y Peña Nieto lo ratificó en ese cargo.
En menos de siete años Videgaray tuvo una carrera meteórica.
Se convirtió en el cerebro financiero y luego el cerebro operativo de Peña
Nieto. Fue diputado federal, presidente de la Comisión de Presupuesto en la
pasada Legislatura, aspiró a ser el candidato a gobernador del Estado de
México, coordinó la campaña de Eruviel Ávila y luego la de Peña Nieto.
El modelo de la asesoría de Aspe-Protego-Videgaray se ha
replicado a otras entidades donde se ha desatado una “bomba de tiempo”, que son
las deudas de los gobiernos, especialmente en Nuevo León, Yucatán, Quintana
Roo, Veracruz, Coahuila y el Estado de México.
Las dos reformas más ambiciosas del próximo gobierno de Peña
Nieto –la fiscal y la energética– tienen el sello de Aspe. De hecho así está
planteado en el libro México, la gran esperanza, que redactó y coordinó Aurelio
Nuño, actual coordinador de Educación en el equipo de transición peñista.
*Tomado de la revista Proceso.
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