“El Chapo”, el terror del PAN*
Tomados de La Jornada, Helguera, Rocha y El Fisgón y El Universal, Naranjo.
Jorge Carrasco Araizaga
Sólo Joaquín El Chapo Guzmán pudo, en algún momento, haber
alejado de ese rincón a Josefina Vázquez.
Pero el tiempo ya prácticamente se agotó y una eventual
detención del jefe más conocido del cártel de Sinaloa no dejaría de verse como
una acción electorera debido a que Calderón y el PAN hicieron de estas
elecciones generales un referéndum de su “estrategia” de “combate al
narcotráfico”.
En la lógica de la delincuencia organizada, una eventual
reelección panista en la Presidencia de la República no vale la detención de El
Chapo. Pragmática, a esa delincuencia no le importa quién gobierne, sino quién
la proteja.
En el caso del Chapo, los gobiernos del PAN han sido sus
grandes protectores. Primero, se le fugó al de Vicente Fox y pudo moverse por
todo el país. Luego, en el de Calderón, consolidó a su cártel como el más
poderoso de México y él se convirtió en el narcotraficante más famoso del
mundo.
Más allá de los posibles efectos electorales, en el mediano
y largo plazo su detención puede ser más perjudicial para el PAN. Requerido por
la justicia estadunidense, Guzmán terminaría contando al gobierno de Estados
Unidos quiénes fueron sus protectores durante los gobiernos del PAN, tanto
civiles como militares.
Una versión de sus dichos la conoceríamos después por The
New York Times cuando el gobierno estadunidense ya le hubiera quitado cientos
de millones de dólares de la fortuna que le atribuye la revista Forbes.
Para sus protectores lo mejor sería que El Chapo tuviera el
mismo final que Arturo Beltrán Leyva, El Barbas; Nazario Moreno, El Chayo;
Ignacio Nacho Coronel o Antonio Cárdenas Guillén, Tony Tormenta. Todos ellos
oficialmente muertos en sospechosos operativos de la Marina, el Ejército y la
Policía Federal. Sospechosos porque la DEA dice que sólo puso la inteligencia
para dar con ellos.
Estados Unidos se ha especializado en la búsqueda quirúrgica
y eliminación de sus enemigos personificados: Sadam Hussein y Osama Bin Laden.
El Chapo es considerado por ese país como el delincuente más buscado después
del autor del ataque del 11 de septiembre de 2001 en Washington y Nueva York.
Al dictador iraquí literalmente lo sacó del agujero donde se
escondió. A Bin Laden, del búnker que se construyó en Pakistán.
Como las tropas estadunidenses no pueden actuar como lo
hicieron en Irak y Afganistán para cazarlos, en el caso de México lo que
Estados Unidos necesita es la colaboración del gobierno mexicano para que sus
agentes, civiles y militares, no sólo “encuentren” al Chapo, sino que vayan por
él.
Se necesita una colaboración aún mayor que la de Felipe
Calderón, pues a su gobierno varias veces se le ha “escapado” el
narcotraficante.
La eliminación del Chapo o de Ismael El Mayo Zambada, otro
de los jefes del cártel de Sinaloa, en circunstancias como las de otras cabezas
del narcotráfico en México, sería lo mejor para el PAN y sus propagandistas.
Dicen los gobiernos de México y Estados Unidos que Jesús
Alfredo Guzmán Salazar, hijo del Chapo, detenido el jueves en Zapopan, Jalisco,
administraba los bienes de su padre y era “pieza clave” del cártel de Sinaloa.
Si es así, tendríamos que esperar, pronto, más noticias del Chapo.
Pero con todo y esta detención, no hay razones para el
optimismo electoral de Josefina Vázquez, quien ya dice que “no descansará”
hasta que caiga el sinaloense. Sólo le quedan cinco meses para verlo.
jcarrasco@proceso.com.mx
@jorgecarrascoa
*Tomado de la revista Proceso.
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