La fuerza ciudadana*
Tomados de La Jornada, Helguera y El Fisgón.
Bernardo Bátiz V.
Los muchachos convocan a que el día 30 de mayo de este año,
de las siete a las nueve de la noche, es decir, en horas pico, se apaguen los
televisores como muestra de que el pueblo de México no se deja manipular por
estos medios masivos de comunicación, que con soberbia pretenden sacar adelante
sus decisiones e inducir a la gente a que piense como ellos quieren y haga lo
que ellos proponen.
Lo mejor de nuestra comunidad nacional, los jóvenes, la
parte más consciente de la sociedad, por su preparación y la más dispuesta a
enfrentarse a los poderes fácticos, está haciendo lo que los políticos no se
atrevieron. Recordemos que la Ley Televisa fue aprobada por legisladores de
todos los partidos, salvo contadas excepciones, porque todos tuvieron temor a
ser excluidos o borrados de las pantallas caseras.
Los muchachos más libres, más decididos, con el vigor que da
no tener compromisos más que con su propia conciencia, se enfrentan a un poder
que parecía incontrastable, pero que no lo es; auguro el triunfo del valor
civil de los estudiantes, que más allá de posturas partidistas, están tomando
la defensa de su sociedad con una acción que tendrá que ser eficaz; las
televisoras son un negocio y se dolerán ellas y sus anunciantes de que un
porcentaje muy alto de aparatos receptores estén apagados en momentos de mucha
audiencia.
Ciertamente no es la primera vez que la ciudadanía se
organiza fuera de las estructuras formales para enfrentárseles cuando perciben
que éstas son contrarias a los intereses de la colectividad. Un precedente
histórico muy importante fue el boicot que los católicos mexicanos hicieron en
contra del gobierno de Plutarco Elías Calles con motivo de la llamada
persecución religiosa en 1926; el gobierno callista se tambaleó por el
levantamiento armado de los cristeros, pero le afectó mucho más el boicot que
consistía en no usar transportes públicos, comprar lo mínimo necesario para
vivir, no ir a espectáculos y prácticamente paralizar la economía.
Una de las acciones consistió en que a un restaurante de un
dirigente del fraude electoral, alrededor de la una de la tarde, llegaban las
señoras que participaban en la acción, ocupaban la mayoría de las mesas y
pedían tan solo un refresco o un café y se mantenían durante las horas de la
comida sin consumir más y con ello, en forma pacífica, sancionaron al poderoso
que había violado el voto público precisamente en su bolsillo.
No fue la única acción que se llevó a cabo, se dejaron de
comprar periódicos, de asistir a lugares públicos, de comprar ciertos productos
y se logró un efecto aceptable. Posteriormente, en 1988, durante la campaña del
Maquío, la resistencia pacífica organizada por los panistas de entonces, obligó
a Televisa a darle al candidato de la oposición una entrevista que éste
aprovecho perfectamente.
La estrategia fue pegar calcomanías con la caricatura de
Jacobo Zabludovsky, que entonces era “soldado del presidente”, con una larga
nariz de Pinocho e invitar a no comprar productos de una empresa de bebidas
alcohólicas, con anuncios en la televisión, que reclamó de inmediato por la
disminución de sus ventas.
Si en esos casos algo se logró, en este momento clave en la
historia del país será decisiva la acción pacífica, pero enérgica, de los
jóvenes que con originalidad y valentía, asumiendo su responsabilidad,
incursionan en la vida pública de México.
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