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viernes, agosto 29, 2008

De los abucheos en San Lázaro al cinismo desbordado en televisión





Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.


Es un insulto que un tipo como el pelele Felipe Calderón Hinojosa utilice dinero pagado por los mexicanos para decir mentiras en cadena nacional. Lo es más si se toma en cuenta que datos del propio desgobierno usurpador lo contradicen cotidianamente. No pasa ni un día en que el espurio Calderón Hinojosa “anuncie” tal o cual “logró” de Fecalandia, que la Secretaría de Hacienda espuria o el Inegi, lo desmientan. No hay tal crecimiento económico cuando la inflación está por arriba del mismo, ni hay más empleos cuando la tasa oficial dice que se ha incrementado el índice de desempleo. No se pueden generar “nuevos empleos” si hay más personas que antes solicitando un puesto de trabajo, así de simple.

No conforme con ello da cuentas alegres sobre la “seguridad” nacional garantizando que se está “ganando” la batalla, en momentos en que salen a la luz narcomantas y se encuentran cadáveres por todo el país, con mensajes del crimen organizado dirigidos al usurpador.

Ahora que está libre el camino y que no será abucheado en el “máximo recinto legislativo” del país, ofrece sendos discursos por televisión plagados de falsedades, mentiras y verdades a medias, sin importar que organismos internacionales le digan que no es verdad lo que dice, que México no tiene un catarrito económico sino una severa pulmonía, que el PAN en Los Pinos ha sido un rotundo fracaso, pues ha traído más pobreza al país, pues en ocho años apenas ha crecido económicamente un promedio 2 por ciento anual, muy por debajo del promedio de 5 por ciento de la región.

Sin la menor vergüenza –pues es un cínico igual que el ladrón y corrupto Vicente Fox Quesada- asegura que cumple con lo prometido. Pero el saldo es totalmente opuesto a sus falsedades. La economía mexicana está en picada, el desempleo es cada vez más fuerte, el costo de los alimentos es muy elevado, el precio de los energéticos aumenta hasta cinco veces por mes, la inflación salió fuera de control y el peso comenzó una lenta pero segura devaluación. Los grandes empresarios –sus patrones- han decidido no confiar en él y en los últimos 18 meses han sacado del país más de 40 mil millones de dólares, además de que le organizaron una marcha de gente chic y nice para echarle en cara su fracaso en materia de inseguridad y de reprocharle que no les haya cumplido tampoco a ellos. Sí, a ellos que lo impusieron en 2006 mediante el fraude electoral. Ese y no otro es el segundo informe de su desgobierno y desvergüenza. Lo de la televisión no pasa de ser otro anuncio publicitario, como los hay miles cada día en este México cada vez menos nuestro.



El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.









Violencia y desesperación


javier sicilia

Es legítimo que frente al incremento de la violencia y sus prácticas más atroces, la sociedad se subleve exigiendo al Estado cumplir una de sus funciones prioritarias: la seguridad. Lo que sin embargo alarma es que ese clamor esté acompañado de signos de desesperación que buscan en el restablecimiento de la pena de muerte –el endurecimiento extremo de las penas judiciales– la solución a un problema cuyas razones están en otra parte.

Implantar la pena de muerte, además de que nos llevaría a hacer lo que hemos reprochado a los estadunidenses, restablecería en nuestro país una práctica bárbara que ni siquiera cuando fue pública disminuyó el crimen. Arthur Koestler, en su alegato contra la horca en Inglaterra, mostró con sólidas estadísticas que de 10 condenados a muerte ocho habían asistido al menos a dos ejecuciones públicas antes de cometer sus crímenes.

Mucho más sana es la propuesta de sanear la policía y exigir a los jueces que apliquen sin cortapisas las leyes que tenemos.

Ciertamente esta práctica, ajena a la ya larga tradición de corrupción que caracteriza a nuestro país, bastaría, si no para erradicar el crimen o inhibirlo, sí para disminuirlo. Aplicarla –es lo mínimo que una ciudadanía debe exigirle a un Estado– sería ya un gran paso. Sin embargo, ese paso, si no se empieza por castigar a quienes dentro del gobierno o de los poderes empresariales cargan ya con crímenes claramente documentados y públicos –pienso en Ulises Ruiz, en Mario Marín, en Kamel Nacif, en los Fox, en los hijos de “la señora Marta”, en Juan Camilo Mouriño, etcétera–, no servirá de nada. La impunidad del poder alienta la impunidad del crimen, cuya fuerza se basa también en el poder. Mientras la justicia no empiece por la casa, de nada valdrá la desesperación de una ciudadanía que clama en las calles y en los medios su indignación por la violencia que la asecha. San Agustín lo dijo hace 17 siglos con la clarividencia de la sabiduría: “Un Estado que no se rige por la justicia se reduce a una banda de ladrones” que termina por incrementar la violencia que quiere combatir.

El mensaje que el Estado y los poderes que lo custodian lanzan cada día a la ciudadanía es, por desgracia, un mensaje de impunidad y de violencia, no de legalidad y legitimidad. Cuando lo que importa es la conquista del poder por cualquier medio –el cuestionado triunfo de Calderón, las corrupciones en las elecciones del PRD, la ausencia de ética en las contiendas políticas– y ese triunfo se convierte en valor; cuando quien está en el poder y delinque, lejos de ser castigado es protegido; cuando el fin supremo es el dinero que permite participar de un consumo infinito que día tras día se elogia en los medios como la fuente de la alegría y del placer; cuando la competitividad y el éxito, no la solidaridad y la fraternidad, son el motor de la educación y de la vida pública; cuando el darwinismo social –expresado en los grandes magnates publicitados por revistas como ¡Hola! o Quién, en las estrellas de las cadenas televisivas, en los anuncios comerciales– es el paradigma del bien; cuando los políticos y los grandes empresarios ganan mil veces más que un trabajador que para sobrevivir invierte 12 horas diarias de su vida sin ninguna esperanza de escapar a la enajenación del trabajo; cuando los seres humanos y la naturaleza son reducidos a “recursos humanos” y a “recursos naturales”, es decir, a objetos explotables para la producción; cuando el trabajo honrado –en el caso de que se pueda acceder a él– es sólo un sistema de explotación donde la mayoría de los trabajadores percibe un sueldo que ni siquiera alcanza para reproducir su fuerza de trabajo; cuando la violencia se elogia como la única vía para combatir la violencia; en síntesis, cuando la vida social se delinea sobre el poder y el dinero, no sólo la justicia es imposible, sino que el crimen se vuelve una fuente fácil de ejercerlo y obtenerlo. Esos dos valores que el Estado privilegia se han convertido en los ídolos a los cuales hay que sacrificar a las personas y a la nación, sea de manera legal o ilegal.

Herederos de tres de los peores males: el poder, el dinero y el consumo sin límites, el Estado y el crimen organizado retroalimentan la violencia. Uno y otro, al hacer del poder y el dinero el cubo donde gira la rueda social, han abierto las puertas a la injusticia, al crimen y a la desesperación, que ya no clama por la justicia, sino por la venganza, una forma más de esa espiral de violencia en la que día con día nos consumimos.

Lo que proclama el egoísmo sagrado de las sociedades modernas es la aspiración del ser a emanciparse del amor y de la sabiduría. Porque la sabiduría y el amor –dos principios que no pueden existir sin la pobreza, sin el límite al consumo y a la productividad sin sustancia, sin el reconocimiento del otro como la fuente de la vida, sin la renuncia al yo y a sus deseos– son una vocación indeseable, que trae cargas difíciles de llevar, el país oscila entre dos polos: el del crimen legalmente custodiado y auspiciado por el Estado, y el del crimen abierto a todas sus posibilidades de las organizaciones delictivas. Entre los dos, los ciudadanos desesperamos y no hallamos la justicia.

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a los presos de Atenco y de la APPO, y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.


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A continuación una colaboración tomada del periódico La Jornada.



http://www.jornada.unam.mx/





Los veinte días

Luis Javier Garrido

México se halla en un momento de definiciones ante el inicio del próximo periodo de sesiones del Congreso de la Unión, pues un grupo de panistas y priístas pretenden, al entregar la industria petrolera al capital extranjero, arrogarse la responsabilidad histórica de cancelar la vía para que México sea una nación independiente y de paso para que el destino del país se pueda decidir por la vía de la razón.

1. El gobierno de facto de Felipe Calderón ha multiplicado en pocos días las señales de su desesperación por lograr que el PRI le entregue aprobadas cuanto antes en bandeja de plata las contrarreformas legales en materia energética conocida como iniciativa Beltrones, lo que le permitiría cumplir sus primeros compromisos con las multinacionales y disponer de recursos frescos para subsistir políticamente, a costa, desde luego, de enajenar el patrimonio de la nación, que no le pertenece. De ahí que Juan Camilo Mouriño, titular de facto de Gobernación, el martes 26 haya reunido en sus oficinas de Bucareli, convertidas en casa de campaña del PAN, a los jefes de las bancadas blanquiazules con un grupo de secretarios de Estado para planear en cónclave el nuevo fast track.

2. La iniciativa de la sociedad civil, que plantea la necesidad de otra política de Estado en materia energética, en la cual un Pemex reunificado y fortalecido sea el pilar de una industria petrolera nacional, y que el FAP ha hecho suya, fue entregada al Senado apenas el lunes 25, dos días antes de que esa Cámara recibiese los resultados de la Consulta Popular, y ya presas de enorme agitación los panistas exigen que se expida la nueva legislación. El titular de Energía, Jesús Reyes-Heroles Jr., llegó incluso a demandar el martes 26 que sea cuanto antes, considerando que los próximos 20 días serán “cruciales” para el país, asumiendo que en ese lapso se tendrá que expedir un nuevo marco legal que “flexibilize” la empresa: esto es, que le permita seudolegalmente privatizar la industria petrolera nacional

3. La “flexibilización” de la que hablan los tecnócratas neoliberales no es otra cosa en el caso de Petróleos Mexicanos que la creación de un marco jurídico “de excepción”, para que al margen del ámbito constitucional, y sin control alguno, la paraestatal pueda suscribir directamente –o por conducto de sus filiales– contratos con las corporaciones trasnacionales para irles cediendo todas sus funciones.

4. La exigencia de Calderón al Congreso para que expida la legislación que le permita privatizar la industria petrolera nacional –a pesar de lo que dispone la Constitución General de la República, de la oposición nacional a esta medida y de lo que se ha expresado en múltiples foros– es, por consiguiente, una exigencia al PRI, que de socio, aliado y cómplice ha pasado a ser su apoyo fundamental, y más que eso: su protector. Y lo más significativo es que lo hace en un momento crítico, cuando el desastre de la administración calderonista es generalizado.

5. El peso de la tarea sucia parece estar, por consiguiente, en las manos de lo que queda del PRI, que bajo la presidencia de Beatriz Paredes no ha sido otra cosa que un aparato de apoyo al gobierno espurio y entreguista de Calderón, haciéndole las faenas sucias e ilegales y cargando con el costo de esa relación de complicidad. De manera que ante la responsabilidad que tendría que asumir el PRI por este acto de traición a México, la cúpula priísta no ha hallado otra coartada que pretender que está virando hacia la socialdemocracia, y que con eso podría engañar a los mexicanos.

6. La 20 Asamblea Nacional del PRI, que se hizo al vapor el 23 de agosto en Aguascalientes, que no fue la reunión democrática del que se supone es el órgano supremo del partido, sino un foro de discursos de la cúpula, que avaló, como es normal, en estos cambios rituales a sus documentos básicos, pretende ser presentada como un viraje del Institucional hacia posiciones socialdemócratas, lo que es falso.

7. El PRI se hizo miembro observador de la Internacional Socialista (IS) desde finales del sexenio de López Portillo y se afilió plenamente a esta organización mundial de partidos hace ya varios lustros, poco después de que lo hiciera el PRD, por lo que esta redefinición del PRI como “socialdemócrata” no es ningún hecho nuevo, como pretende la cabeza de La Jornada del domingo 24. No hay en esta proclama que hicieron sus dirigentes ninguna novedad.

8. La IS, que tiene como uno de sus vicepresidentes a Cuauhtémoc Cárdenas, es, por otra parte, al menos desde los años 80 del siglo pasado, como todo mundo sabe, una organización de partidos abiertamente derechista, que sostiene el modelo monetarista y las políticas privatizadoras del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, y no representa, por lo mismo, ninguna alternativa frente al modelo que defienden los partidos de la Internacional Democrática de Centro (antes Demócrata Cristiana), cuyo copresidente es Vicente Fox. Las dos organizaciones internacionales de partidos se asumen opuestas pero son tan similares que es difícil encontrar diferencias en sus planteamientos. Anthony Giddens, uno de los ideólogos de la socialdemocracia, decía, por ejemplo, en 2002 que el gobierno de su amigo Tony Blair en Gran Bretaña no había sido distinto del de Margaret Thatcher, La Dama de Hierro, y que lo único que lo distinguía de ella era que estaba siempre sonriente y que no usaba bolsa. Los priístas suponen que sorprenden a los mexicanos haciéndoles creer que están virando a la izquierda y esto es un acto de desprecio al pueblo de México

9. La única afinidad históricamente justificable para cualquier fuerza política mexicana hoy día tendría que ser con los pueblos y las fuerzas políticas de diversos países latinoamericanos que defienden a ultranza los recursos estratégicos de su pueblo: en Bolivia, en Paraguay, en Ecuador o en Venezuela.

10. El PRI puede hacerle una vez más el trabajo sucio a Calderón, ahora en materia energética, pero sus dirigentes deben entender que ya no pueden engañar como antes a los mexicanos y que si lo hacen van a encontrar a amplios sectores dispuestos a impedir que culmine este intento de despojo a la nación.