Historia oficial de corrupción en cadena nacional
Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
A ojos de todos –los que tengan interés en saberlo y se sacudan los informativos de la televisión y radiodifusoras del fraude como Radio Centro y Radio Fórmula- el PRIAN avanza con paso firme en la consolidación de la dictadura perfecta que hasta hace siete años presidió en solitario el PRI.
El descomunal fraude electoral de 2006 y las secuelas que dejó, no serán reparadas sino utilizadas por la mafia política y empresarial para perpetuarse en el poder, uno de los anhelos del ratero Carlos Salina de Gortari.
El Nuevo IFE será corrupto, pero ahora a favor del PRI y con reparto de cuotas de poder para el PAN y el perredismo de Los Chuchos, que se autonombran “Nueva Izquierda”, muy cercanos también al expriísta y exlíder moral Cuauhtémoc Cárdenas, quien vendió –como la corrupta Elba Esther Gordillo ordenó- lo que pudo al foxismo y más tarde al pelele Felipe Calderón Hinojosa.
De esta manera podemos esperar que en las elecciones federales de 2009 –donde se renovará la Cámara de Diputados, la que reparte el dinero del erario y aplica o quita impuestos- resulten ganadores los mismos de siempre, con el beneplácito de la camarilla que se apoderó del país. Una simulación más en la que la inmensa mayoría de los mexicanos perdemos todo. Pues mediante las legislaciones a modo se entretejen las redes de complicidad, corrupción e impunidad que tienen a México al borde del colapso social. Hacia cualquier parte que se dirija la vista se encuentran escandalosos casos de corrupción, acompañados de su respectiva impunidad. Y lo peor, es que los hechos se dan a la vista de todos, con el mayor descaro.
Como ejemplo está el caso de la constructora Gutsa, cuyo dueño, Juan Diego Gutiérrez Cortina, se pasea con total impunidad a pesar de las defraudaciones millonarias al erario. Esa empresa fue inhabilitada por una año por incumplir el mantenimiento a la llamada autopista del Sol. Fueron las reiteradas quejas de miles de personas sobre la inseguridad de una carretera de cuarta que cobraba como de primera, las que hicieron que la “autoridad” apareciera en escena. La fecha para la terminación de la obra había vencido años atrás y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes “apenas se dio cuenta” de la transa. En ese lapso, el traidor y ladrón Vicente Fox Quesada entregó ciento de millones de pesos a Gutsa, a cambio de los cuales Gutsa entregó millones de pesos al corrupto Fox Quesada, para su elefante blanco llamado Centro Fox.
Luego de “descubierto” el fraude la Secretaría de la Función Pública tardó seis meses en emitir las sanciones correspondientes: un año de inhabilitación para Gutsa y cero castigo económico. A Cambio Gutsa entregó en compañía del usurpador Calderón Hinojosa un cheque al Teletón, ya sabemos que es completamente deducible de impuestos, por o que hizo caravana con sombrero ajeno, como acostumbran los “grandes” hombres de negocios de México. A los funcionarios encargados de fiscalizar la obra, se les impusieron penas de 11 años de inhabilitación y 42 millones de pesos, a sabiendas que la “ley” prevé que no se le puede cobrar a quien no tiene.
Ese es el tipo de “justicia” que priva en este México, donde los poderosos se disputan el pastel en cadena nacional y horario triple A. Mientras que los más de 100 millones de mexicanos que fuimos excluidos del reparto, sólo vemos la función, como si no nos afectara. Como si se tratara de alguna telenovela o serie de ficción. Sin embargo somos los que pagamos los platos rotos.
El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.
El descomunal fraude electoral de 2006 y las secuelas que dejó, no serán reparadas sino utilizadas por la mafia política y empresarial para perpetuarse en el poder, uno de los anhelos del ratero Carlos Salina de Gortari.
El Nuevo IFE será corrupto, pero ahora a favor del PRI y con reparto de cuotas de poder para el PAN y el perredismo de Los Chuchos, que se autonombran “Nueva Izquierda”, muy cercanos también al expriísta y exlíder moral Cuauhtémoc Cárdenas, quien vendió –como la corrupta Elba Esther Gordillo ordenó- lo que pudo al foxismo y más tarde al pelele Felipe Calderón Hinojosa.
De esta manera podemos esperar que en las elecciones federales de 2009 –donde se renovará la Cámara de Diputados, la que reparte el dinero del erario y aplica o quita impuestos- resulten ganadores los mismos de siempre, con el beneplácito de la camarilla que se apoderó del país. Una simulación más en la que la inmensa mayoría de los mexicanos perdemos todo. Pues mediante las legislaciones a modo se entretejen las redes de complicidad, corrupción e impunidad que tienen a México al borde del colapso social. Hacia cualquier parte que se dirija la vista se encuentran escandalosos casos de corrupción, acompañados de su respectiva impunidad. Y lo peor, es que los hechos se dan a la vista de todos, con el mayor descaro.
Como ejemplo está el caso de la constructora Gutsa, cuyo dueño, Juan Diego Gutiérrez Cortina, se pasea con total impunidad a pesar de las defraudaciones millonarias al erario. Esa empresa fue inhabilitada por una año por incumplir el mantenimiento a la llamada autopista del Sol. Fueron las reiteradas quejas de miles de personas sobre la inseguridad de una carretera de cuarta que cobraba como de primera, las que hicieron que la “autoridad” apareciera en escena. La fecha para la terminación de la obra había vencido años atrás y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes “apenas se dio cuenta” de la transa. En ese lapso, el traidor y ladrón Vicente Fox Quesada entregó ciento de millones de pesos a Gutsa, a cambio de los cuales Gutsa entregó millones de pesos al corrupto Fox Quesada, para su elefante blanco llamado Centro Fox.
Luego de “descubierto” el fraude la Secretaría de la Función Pública tardó seis meses en emitir las sanciones correspondientes: un año de inhabilitación para Gutsa y cero castigo económico. A Cambio Gutsa entregó en compañía del usurpador Calderón Hinojosa un cheque al Teletón, ya sabemos que es completamente deducible de impuestos, por o que hizo caravana con sombrero ajeno, como acostumbran los “grandes” hombres de negocios de México. A los funcionarios encargados de fiscalizar la obra, se les impusieron penas de 11 años de inhabilitación y 42 millones de pesos, a sabiendas que la “ley” prevé que no se le puede cobrar a quien no tiene.
Ese es el tipo de “justicia” que priva en este México, donde los poderosos se disputan el pastel en cadena nacional y horario triple A. Mientras que los más de 100 millones de mexicanos que fuimos excluidos del reparto, sólo vemos la función, como si no nos afectara. Como si se tratara de alguna telenovela o serie de ficción. Sin embargo somos los que pagamos los platos rotos.
El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.
El contubernio Yunque-Calderón
Álvaro delgado
México, D.F., 10 de diciembre (apro).- Hasta no hace muchos años, en realidad desde que adoptaron a Carlos Salinas como el principal mentor en economía y en política, a los panistas les eran repugnantes diversas fórmulas del oficialismo priista, como los “candidatos de unidad”, las “cargadas”, el “dedazo”, la “línea” y otros comportamientos descritos con esos terminajos, a los que contraponían su larga historia de normas y prácticas democráticas.
Pero al irse consolidando como receptáculo de la hemorragia priista, al extremo de igualarse y desplazar de esa condición al PRD, la cultura y el lenguaje del Partido Acción Nacional (PAN) se ha degradado hasta convertirse en lo que Carlos Castillo Peraza llamaba “una calca antipriista del PRI”, es decir, una “versión estrepitosa de una misma cultura que en nada altera la esencia de ésta”.
En efecto, si las fórmulas que solían ser patrimonio priista fueron ensayadas cuando Germán Martínez Cázares se convertía en el candidato único a la presidencia del PAN, en una desierta campaña que sin embargo oficialmente le costó un millón 300 mil pesos, este sábado 8 se impuso otra novedad en ese partido: la “votación soviética” de casi el ciento por ciento de los miembros del Consejo Nacional.
La inconveniente ausencia de un puñado de consejeros --uno de ellos, Juan José Rodríguez Prats, enfermó la víspera-- y la abstención de otros tantos lastimó lo que se perfilaba como una hermosa unanimidad en favor de Martínez, una vez hechos todos los amarres para el reparto del poder conforme a las cuotas de las que no son tribus, como entre los perredistas, sino feroces hordas que tienen colocado a ese partido en el primer lugar de riñas en el tribunal electoral.
Desde hace unos meses las cosas se fueron acomodando de tal forma que la ‘cuasiunanimidad’ en favor de Martínez obedeció al pacto que terminó de consolidarse la víspera, no con El Yunque --la organización secreta de extrema derecha que desde la campaña presidencial estaba ya jugando con Calderón y varios de cuyos integrantes están en la nómina--, sino con una parte de él, el grupo encabezado por Manuel Espino.
En efecto, tal como lo anticipó el guanajuatense Ricardo Sheffield, subsecretario de la Reforma Agraria y allegado a Juan Camilo Mouriño, la guerra no era ni es contra “El Yunque dogmático”, al que pertenece por ejemplo César Nava, secretario particular de Calderón, sino contra “el Yunque pragmático de Manuel Espino y su grupo” (El engaño: prédica y práctica del PAN).
La tensión que hubo entre Espino y Calderón, con sus respectivos grupos, durante los más recientes meses, obedeció no a una concepción ideológica contrapuesta o al menos distinta, sino a la disputa por los espacios de poder, y al final desembocó en un intercambio de impunidad, sello de quien se ostenta como titular del Ejecutivo federal:
Al amago de Calderón de proceder contra Espino por diversas irregularidades y aun delitos por negocios oscuros, un expediente integrado por la Procuraduría General de la República (PGR), el presidente saliente del PAN respondió con la amenaza de revelar abiertamente los entretelones nada higiénicos de la elección presidencial --entre ellas la aprobación de la “Ley Televisa”-- y sus más recientes pactos con gobernadores sátrapas como Mario Marín, Ulises Ruiz y Eugenio Hernández.
La insólita presentación que de Martínez hizo Carlos Abascal y la incorporación de otros representantes de El Yunque al Comité Ejecutivo Nacional, entre los 23 propuestos por el propio presidente entrante, sólo confirman el nivel del pacto, que pasó por el contubernio de la Santísima Trinidad: los gobernadores de Guanajuato, Juan Manuel Oliva; de Jalisco, Emilio González Márquez, y de Morelos, Marco Antonio Adame.
En suma, para el partido de la derecha el pacto entre Calderón y El Yunque en pleno resulta edificante, así sea con todo el sello del priismo que tanto les repugnaba y del que han abrevado con avidez, pero no es una buena noticia para los ciudadanos todos.
Más allá de los pactos internos en el PAN, que en todo caso resultan tan entendibles como los que se efectúan en cualquier partido político, lo grave es lo que dio lugar a todo esto: la consolidación de un jefe máximo en el partido de la derecha, que lo es sólo porque ostenta el más alto cargo gubernamental en México.
Al cúmulo de información que en este sentido se ha presentado en este espacio en varias entregas, y que está documentado también en el libro antes mencionado de la autoría de este articulista, se suman las numerosas justificaciones de Martínez sobre la relación con Calderón y el gobierno.
Una y otra vez dice garantizar que el PAN no se subordinará al gobierno y que él sabe decirle no a Calderón, a quien sin embargo obedeció para usar como hotel de paso, durante nueve meses, la Secretaría de la Función Pública (SFP) y después cumplir las tareas partidistas que le encomendó.
Y a explicación no pedida, relevo de pruebas.
Por cierto, conviene emplazar a Germán Martínez a que fije, en nombre de su partido, una posición ante el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) sobre la absolución de Mario Marín en la represión de la periodista Lydia Cacho.
Puede anticiparse, sin embargo, lo obvio: imitará a Calderón, su jefe, en el silencio, que es el lenguaje de la cobardía, o la justificación de que la ley es la ley.
Y la razón es sencilla: los pactos de impunidad de Calderón con los gobernadores priistas no sólo siguen, sino que se profundizarán.
Apuntes
A propósito de Germán Martínez y del sucio proceso de selección de tres consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), conviene recordar que se ufanaba de haber sido él, junto con Elba Esther Gordillo, los que impusieron a los miembros del Consejo General encabezado por Luis Carlos Ugalde. Martínez era diputado federal en octubre del 2003 y pactó la integración facciosa de la mano de Roberto Campa, operador de Gordillo y actual secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública por disposición de Calderón: “Yo puse a los consejeros electorales. Entre Roberto Campa y yo los amarramos”.
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
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