Embestida de la Iglesia contra otros católicos
Tomados de La Jornada, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
La provocación del alto clero católico quedó demostrada por las propias palabras del vocero de la arquidiócesis de México, el sacerdote Hugo Valdemar, quien afirmó que el toque de campanas se hace en tres segmentos que van de los 3 a los cinco minutos y comienza a la media hora antes de la misa, al cuarto para la misa y poco antes de su comienzo. Tan sólo habían pasado unas horas de sus afirmaciones cuando las corrigió y aseguró que las mismas pueden durar de siete minutos hasta diez o más. Se trata pues de una mentira más de quien está obligado –por el derecho canónico- y por su profesión de fe a no mentir, mucho menos a intrigar en contra de seres humanos, que ironía de los hechos, también profesan la religión católica. Recordemos que diversos reportes hablan de entre 12 y 15 minutos seguidos a partir de las 11:45 horas, que fue el tiempo en que las campanas tañeron sin parar y al unísono.
Miente con descaro el sacerdote Valdemar cuando de llevar agua a su molino de la intransigencia se trata. Rechazó hablar en el noticiero radiofónico que conduce Carmen Aristegui, pero aceptó gustoso hablar en otros espacios donde sabe –pues los poderes fácticos actúan de común acuerdo- se le tratará a modo y podrá enfocar sus baterías contra Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard y las cabezas visibles de la Convención Nacional Democrática. Su mala fe y falta de ética quedan exhibidas cuando señaló que si a las decenas de miles de personas que se manifestaban de manera pacífica este domingo en el Zócalo de la Ciudad de México no le gustaba el sonido de las campanas “pues se hubieran ido al Estadio Azteca”. Una cosa es que un amplio sector de los mexicanos ya no crea en el alto clero católico y sacerdotes acusados no sólo depederastas sino de tener hijos sin mantenerlos, y una muy diferente que dejen de profesar su religión católica. No hay que confundir las cosas, una es la religión y otra la institución de la Iglesia, que dice "seguir las palabras de Jesucristo", pero en los hechos hace todo lo contrario.
Miente con descaro el sacerdote Valdemar cuando de llevar agua a su molino de la intransigencia se trata. Rechazó hablar en el noticiero radiofónico que conduce Carmen Aristegui, pero aceptó gustoso hablar en otros espacios donde sabe –pues los poderes fácticos actúan de común acuerdo- se le tratará a modo y podrá enfocar sus baterías contra Andrés Manuel López Obrador, Marcelo Ebrard y las cabezas visibles de la Convención Nacional Democrática. Su mala fe y falta de ética quedan exhibidas cuando señaló que si a las decenas de miles de personas que se manifestaban de manera pacífica este domingo en el Zócalo de la Ciudad de México no le gustaba el sonido de las campanas “pues se hubieran ido al Estadio Azteca”. Una cosa es que un amplio sector de los mexicanos ya no crea en el alto clero católico y sacerdotes acusados no sólo depederastas sino de tener hijos sin mantenerlos, y una muy diferente que dejen de profesar su religión católica. No hay que confundir las cosas, una es la religión y otra la institución de la Iglesia, que dice "seguir las palabras de Jesucristo", pero en los hechos hace todo lo contrario.
Valdemar abusa del lenguaje cada vez que tiene la oportunidad de dirigirse a los medios de comunicación para afirmar que el PRD siempre se hace el mártir. Que desde “que perdieron las elecciones” dicen que se trató de un complot. Los invita a “madurar” para no “seguir perdiendo votos”. A la pregunta expresa de los daños causados a la Catedral –que al principio dijo eran cuantiosos- ahora dice que no es para tanto, que lo principal es la “agresión brutal” a los feligreses que se encontraban en el lugar. “El daño mayor es el terror” que les causaron.
El lector de noticias a modo le hizo la pregunta de que “si habían intentado agredir al sacerdote que oficiaría la misa” y prontamente aseguró que lo querían golpear, pero gracias al “comportamiento heroico” de seis jóvenes que hicieron una barricada con las bancas, el párroco pudo irse a la sacristía. El lector de noticias insistió en que si se trataba de una profanación y que castigo –según el derecho canónico- se aplicaría. Valdemar dijo que se trató de una profanación menor que tendría en todo caso una penitencia menor.
Sobre la denuncia que aseguró desde el domingo se presentaría, ahora dice que no lo hará, que esperará a que el PRD la presente, y entregue a los “delincuentes” para que los metan a la cárcel. De esta manera se vuelve a salir por la tangente ante la propuesta del PRD de reunirse –como ya se lo propuso cuando aseguró que “un grupo de perredistas” querían golpear al cardenal Norberto Rivera, cuando este iba en su camioneta blindada- para entre las dos partes esclarecer los hechos y coadyuvar al castigo de los culpables. En ambos casos la propuesta fue rechazada, porque sabe el alto clero católico que miente y quedaría al descubierto su doble cara y doble moral.
El gobierno pirata del usurpador Felipe Calderón Hinojosa propuso “cuidar” la catedral metropolitana –ya lo hizo el pasado 15 de septiembre para la ceremonia del grito de independencia-, pero Valdemar de nuevo juega sus cartas. Dijo que esperará a ver que hace el gobierno local, pero que cree que se debe coordinar con el federal para la protección del recinto religioso. Vamos, si el alto clero católico no cree en el gobierno local –del cual depende la seguridad externa de la catedral- pues que use a la PFP para sentirse “seguros”. No lo hace para sacar más raja política. No lo hace porque entonces se le quitaría al pelele Calderón Hinojosa el pretexto para atacar a la CND, no lo hace porque en realidad no busca la verdad y la justicia, sino el linchamiento mediático de un movimiento que crece, en momentos en que se esperan las reformas energéticas que permitirían una mayor privatización de los recursos naturales del país. Ese junto con la acusación de encubridor de pederastas que pesa sobre Norberto Rivera Carrera son los motivos de exacerbar los ánimos y provocar la violencia. Algo nada nuevo dentro de los jerarcas católicos mexicanos.
Como escribimos ayer ¿molestó que en el documental “Fraude: México 2006”, se mostrara a Norberto Rivera bendiciendo la presencia de “Don Carlos Salinas de Gortari” en una ceremonia donde estaban presentes los hombres poderosos del país, aquellos que colaboraron en burlar la voluntad popular en las elecciones presidenciales de 2006? Todos los hechos demuestran que efectivamente esa fue la gota que le derramó el vaso al alto clero católico. Ni modo la verdad es la verdad, así a secas.
En seguida una colaboración tomada del diario Milenio.
http://www.milenio.com/mexico/milenio/firmawp.asp?id=569641
Entre la Catedral y el Zócalo
ricardo_monreal_avila@yahoo.com.mx
Hay reglas para el toque de campanas, máxime si es la Catedral de una nación.
Un amigo sacerdote las explica. A partir del sínodo provincial de Guadalajara en 1938, se fijaron las reglas en México para el tañir de campanas, cuya finalidad es convocar a la oración y anunciar las fiestas. Hay ocho tipos de toques. Tome usted nota, para que concluya a nombre de quién doblaron las campanas de catedral el pasado domingo.
“Toque de Alba”: Se divide en ordinario y solemne. El primero se acostumbra diariamente, se dan nueve golpes muy pausados con la campana mayor, concluyendo con tres seguidos. Su tiempo de duración es de 35 a 40 segundos. El solemne: “Se inicia esquileando, 30 vueltas a cada una, deteniendo al principio la esquila entre vuelta y vuelta; se inicia por la de sonido más leve o agudo y se va aumentando hasta terminar con el esquilón; se repite la operación hasta completar seis veces. Enseguida se dan las nueve campanadas de alba con la campana mayor. Luego se repite el esquileo, tres veces 30 vueltas con cada esquila y sin detenerlas a cada vuelta, para terminar con tres repiques consecutivos poniendo a vuelo todas las campanas”. Su duración es de 10 a 15 minutos, según el número de campanas disponible.
Vienen después los “llamados a misa”; los “toques de oración”; los toques “dobles” (para las exequias de los difuntos); la llamada “mano de Pino” o esquileo (para anunciar fiestas y peregrinaciones, con un sistema similar al toque de alba solemne, con duración de quince minutos); las llamadas a “ejercicios piadosos”; los “repiques” (se echan a vuelo todas las campanas para anunciar fin de la fiesta patronal, la llegada de un obispo nuevo, la misa de gallo en navidad, la cena del señor en jueves santo y la vigilia pascual; se repite el tiempo que sea conveniente); por último, los toques de campana conocidos como “rogativas” o toques de alerta (cuando se aproxima una calamidad, una tempestad, o en actos de desagravio y letanías. Se tocan todas las campanas, una por una, de menor a mayor, pausadamente. Con cada una de ellas se dan dos golpes; con la mayor sólo uno. Así se vuelve a comenzar y se repite el tiempo conveniente).
El pasado domingo 18 de noviembre a las 12 del día, las campanas de catedral debieron anunciar una típica “llamada a misa” ordinaria. Su protocolo es el siguiente: “La primera se da media hora antes de la celebración, con la campana mayor o la campana destinada a la Misa. Primero se da una campanada y se deja un espacio de tiempo; luego se dan quince golpes seguidos, y se deja otra pausa; y se termina con una campanada”. Su duración es de un minuto aproximadamente.
La segunda llamada se da quince minutos antes de la celebración, con la campana mayor o la campana destinada a la Misa. Primero se dan dos campanadas pausadas y se deja un espacio de tiempo; enseguida se dan veinte golpes seguidos, y se deja otra pausa; y se termina con otras dos campanadas. Noventa segundos de duración.
La última se da al sonar la hora de la celebración, con la misma campana. Primero se dan tres campanadas pausadas y se deja un espacio de tiempo; luego se dan 25 golpes seguidos, se deja al final otra pausa; se repiten luego las tres campanadas pausadas y acompasadas; y se termina con cuatro toques seguidos, ni tan juntos que no se puedan distinguir, ni tan dilatados que se olviden. De dos a tres minutos de duración (www.apostoloteca.org/liturgia/manualdelsacristan).
Será importante analizar con precisión la duración y el tipo de toque de las campanas de Catedral ese día, a la luz del protocolo aquí reseñado. Yo estuve presente en el evento y, en lo personal, me pareció fuera de orden ese “llamado a misa”. Duró cerca de quince minutos, de las 11:45 a las 12:00 horas aproximadamente, con una cadencia también anormal. No era el sonido del Angelus del mediodía, sino el repique de las “rogativas” —parecido al martilleo de un yunque—, que advierten de la tempestad, la calamidad o, a partir del domingo pasado, de la “profecía autocumplida”.
Vendría la referencia inaudible como inevitable de la oradora en turno, la senadora Rosario Ibarra de Piedra, quien en ningún momento arengó a la toma de la Catedral, como ahora argumenta la defensa del arzobispado.
La reacción posterior de un grupo de asistentes al evento es tan lamentable como la evidente violación al protocolo del toque de campanas de la Catedral. Jamás se debió responder a esa incitación con una trasgresión del recinto religioso. En pocas palabras, a la provocación surgida de la Catedral no debió proseguir la intolerancia de una parte del zócalo, porque ambos espacios históricos representan en este país concordia, pluralismo y reconciliación, todo lo contrario de lo que unos y otros escenificaron el pasado domingo.
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El siguiente análisis fue tomado de la revista Proceso.
Los pactos mafiosos de Calderón
Álvaro delgado
México, D.F., 19 de noviembre (apro).- Salvo la retención del gobierno de Baja California, en cuya estrategia electoral fue clave la intervención del aparato gubernamental para aplastar a Jorge Hank Rhon, el Partido Acción Nacional (PAN) sólo recogió derrotas en el año electoral que ya concluyó, pero ahora se sabe que en buena medida esto obedeció a Felipe Calderón, pero no sólo por su incompetencia al frente del gobierno federal, sino, sobre todo, por pactos mafiosos con el priismo.
¿Un acuerdo semejante o idéntico al que establecieron, a partir de 1988, Carlos Salinas y el PAN para beneficiarse mutuamente con el reparto del poder político en México y que, en buena medida explica, la alternancia en la Presidencia de la República en el año 2000 y la extensión de ese proyecto otros seis años? Parece que sí.
Manuel Espino, el saliente presidente del PAN, afirma que desde Los Pinos se han tramado pactos con el priismo para que su partido resulte derrotado en elecciones clave, como en su momento la de Yucatán, el 20 de mayo, cuando se “cedió” la gubernatura; y las más recientes en Oaxaca, de Ulises Ruiz; Veracruz, de Fidel Herrera; Puebla, de Mario Marín; Tamaulipas, de Eugenio Hernández; y Michoacán, de los Cárdenas.
En la entrevista publicada en la más reciente edición del semanario Proceso, Espino revela detalles de cómo en las últimas elecciones de este año, apenas el 11 de noviembre, Mario Marín hizo lo que le vino en gana para operar electoralmente y logró aplastar al PAN, que sólo pudo ganar uno de los 26 distritos electorales y un pequeño número de alcaldías, cuando se trata del gobernador más desprestigiado, a raíz de la acreditada colusión con el empresario Kamel Nacif para reprimir a la periodista Lydia Cacho.
En Puebla el activismo del gobierno estatal para favorecer al PRI fue obvio, en ejercicio de los presupuestos estatal y federal para, tal como se hacen ahora las elecciones, con toda la fuerza del aparato, levantarse con el triunfo, pese al elevado abstencionismo. Marín lo hizo con total impunidad.
Calderón no intervino tampoco para, conforme a sus facultades, evitar la arbitraria intervención del gobernador, igual que no actuó ante Ulises Ruiz en la elección estatal de Oaxaca ni en Veracruz, ni en Tamaulipas, elecciones que han exhibido mayor ostentación de los gobiernos estatales priistas. En este último estado, la acción del crimen organizado en la acción política alcanzó niveles nunca vistos.
Espino, quien en tres semanas entregará la presidencia del PAN a Germán Martínez, a quien Calderón designó por dedazo, asegura que operadores del gobierno federal han interferido en los procesos electorales para, en cumplimiento de “acuerdos en los oscurito", ponerse por encima de las dirigencias estatales y candidatos, y evitar los triunfos panistas. En esos "arreglijos", aclara, la dirigencia nacional se ha mantenido al margen.
No se trata de una imputación cualquiera: Espino podrá estar desprestigiado a los ojos de muchos panistas, sobre todo los que han sido siempre sus enemigos o quienes ya se han acomodado con la fuerza hegemónica, incluyendo a sus “jilgueros”, pero es todavía el presidente del PAN y sus declaraciones son de inobjetable interés público.
Las aseveraciones de Espino tienen sentido: Calderón, con el déficit de legitimidad con el que recibió el triunfo que le dio el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, requería de un pacto con el PRI, que ha obrado como en su momento lo hizo Salinas con el PAN, y que comenzó con la asistencia de los diputados y senadores priistas a la toma de posesión, hace casi un año.
El pacto se ha traducido en muchas ganancias económicas para el PRI y, sobre todo, sus gobernadores, utilizados para el clientelismo político y la adulteración de la voluntad popular: A cambio de presupuestos abultados, Calderón ha ganado margen de maniobra en el Congreso y ha logrado que se aprueben reformas tan regresivas como la del ISSSTE, que fue otro pago de facturas a Elba Esther Gordillo.
El caso de Puebla es claro: Marín no sólo logró evitar el juicio político que ya debería estar desahogado la Cámara de Diputados, sino que la Procuraduría General de la República debió ya haber consignado a un juez las averiguaciones previas contra el gobernador, la procuradora Blanca Laura Villeda y otros funcionarios por el caso de Lydia Cacho. Y nada.
Al contrario, Calderón ha ido repetidas veces a Puebla para retratase, sin sonrojo, con quien es identificado como el góber precioso, contra quien el PAN pensó que podía obtener dividendos electorales hasta que, el 11 de noviembre, se topó con que fue todo lo contrario.
Y eso a nivel del estado está todavía más claro: El diputado federal Alfonso Bello declaró, también al semanario Proceso, que el pacto de Calderón con Marín se puede acreditar no con dichos, sino con hechos: En tres meses, el jefe de la Oficina de la Presidencia, Juan Camilo Mouriño, y el secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, se negaron a recibir a los legisladores federales panistas para informarles del involucramiento de Marín en el proceso electoral.
Ambos funcionarios allegados a Calderón no sólo les dieron largas para las entrevistas solicitadas, sino que a última hora, ante la inminencia de las elecciones, las cancelaron, aseguró el diputado Bello Pérez, quien también reveló que el juicio político contra Marín no ha avanzado por decisión de Diódoro Carrasco, exgobernador priista de Oaxaca y actual diputado federal del PAN.
Presidente de la Comisión de Gobernación de la Cámara de Diputados, Carrasco Altamirano fue propuesto por Calderón a Espino para inscribirlo en la lista de candidatos plurinominales a diputados, como parte de los pactos con un sector del priismo que hizo durante la campaña; y ha sido el operador para robustecer éstos, como el que mantiene con Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, quien en las elecciones locales también aplastó a la oposición.
En este espacio se había escrito, hace más de un año, que Calderón estableció un pacto mafioso con el PRI para dejar hacer lo que le dé la gana a los gobernadores en sus estados, porque a cambio recibiría apoyo para tomar posesión y después para aprobar reformas que a él le importaban y, con ello, cumplir los compromisos que hizo con quienes financiaron su campaña.
Habrá quienes desde el PAN, con la misma abyección que tuvieron los priistas con Carlos Salinas, ignoren y hasta descalifiquen las revelaciones de Espino y Bello, pero sólo evidenciarán el retroceso que padece el país con estos pactos de mafia instrumentados por Calderón, quien no puede alegar que ignora lo que hacen subordinados como Mouriño o Ramírez Acuña, salvo que sea un pusilánime hasta para ellos.
Apuntes
Nada justifica la irrupción de simpatizantes de Andrés Manuel López Obrador en la Catedral Metropolitana, este domingo, no sólo porque los fieles tienen derecho a visitar con seguridad y tranquilidad ese centro religioso, sino porque en general un derecho no se ejerce negando otro. La acción del clero y específicamente de Norberto Rivera Carrera --y sus acólitos políticos-- es lo de menos, porque ya se sabe a quiénes vende sus bendiciones, pero es inadmisible todo acto de intolerancia, aunque en sus orígenes sea un montaje de quienes pretenden reabrir el expediente cristero.
Comentarios: delgado@proceso.com.mx
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