progressif

martes, julio 24, 2007

Tan solo bastaron unos meses para que la corrupción y porquería inundaran al "presidente" pirata





Tomados de La Jornada, Hernández y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.

Las mentiras de las derechas PRIANistas continúan en el caso de mexicano de origen chino Zhenli Ye Gon. Ahora que por fin lo detuvieron en Estados Unidos, la noticia fue la principal de los espacios des-informativos de la televisión cómplice del fraude electoral de 2006. Los lectores de noticias de Televisa y TV Azteca dieron amplia cobertura –como estaba pactado con los testaferros del usurpador Felipe Calderón Hinojosa- resaltando el hecho de que la PGR había pedido su detención para extraditarlo y juzgarlo por cargos de narcotráfico. Dijeron que México contaba con 60 días para entregar las pruebas de los cargos que se le imputan.

Hoy mismo el pelele Calderón Hinojosa –quien también sufre de incontinencia verbal como el traidor Vicente Fox Quesada- se ufanó de que gracias a su guerra contra el crimen organizado se logró el decomiso de dinero “más grande de la historia de la humanidad”, y agregó que “ayer mismo, a petición de gobierno, ha sido detenido uno de los principales responsables de la introducción y distribución de mentafetaminas en el país”.

Poco le duró el festejo. El Departamento de Estado afirmó este martes 24 de julio de 2007 que Ye Gon fue arrestado a petición de la DEA y no del gobierno mexicano, pues se le acusa de manufacturar e intentar distribuir 500 gramos de metanfetaminas.

Los abogados de Ye Gon solicitaron libertad bajo fianza, pero la jueza federal Deborah Robinson la rechazó al tomar en cuenta que podría escapar del país. De esta manera quedó de nuevo evidenciado que el PRIANismo miente compulsivamente y con descaro sin importar que pocas horas después queden como lo que son: unos embusteros.

Todo el teatro mediático sirve como telón para ocultar lo que realmente está en el fondo del asunto. Primero la complicidad del ladrón Vicente Fox Quesada y ahora del espurio Felipe Calderón Hinojosa, pues Ye Gon no podría haber introducido la cantidad del fármaco de la que es acusado sin la complicidad de los funcionarios federales de la Secretaría de Salud y de Aduanas. Tampoco habría conseguido su nacionalidad de las mandos del salvaje de Guanajuato, sin la complicidad de Gobernación –Santiago Creel Miranda- y de Relaciones Exteriores –Luis Ernesto Derbez-. ¿Cómo podría haber amasado la fortuna que posee sin la protección de la propia PGR –cuyos agentes lo chantajeaban con entregarlo- para actuar con total impunidad?

Ahora entra Estados Unidos en escena y en unos pocos días –ya que hasta el miércoles de la semana pasada el gobierno de ese país afirmaba que no tenía cargos contra Ye Gon- no sólo detiene al escurridizo y corruptor Ye Gon, sino que es quien lo acusa. De esta manera la administración estadunidense tiene prioridad para juzgarlo, antes de iniciar cualquier juicio de extradición. ¿Qué encontró el vecino del norte que lo hizo proceder de esta forma tan rápida? Zhenli Ye Gon, ni sus abogados esperaban esa respuesta. El primero fue detenido cenando tranquilamente la noche de ayer y los segundos esperaban que la audiencia de hoy fuera sobre la extradición de su cliente y no por cargos de narcotráfico.

Estos hechos se suman a toda la turbia historia en la que están envueltos los principales actores políticos del PRIANismo. Desde el pelel Calderón Hinojosa, los Fox, Sahagún hasta los gobernadores priístas Arturo Montiel, Enrique Peña Nieto y Fidel Herrera Beltrán. Se trata pues de otro “empresario” como Carlos Ahumada Kurtz –quien por cierto ya puso tierra de por medio y regresó a la Argentina, antes de que lo vuelvan a apresar- que corrompió a la “incorruptible clase política y empresarial mexicana” y ahora amaga –como aquél- con enseñar los videos que incrementarían el lodazal donde pululan las “instituciones” y los “respetuosos defensores de éstas”.

A continuación varios materiales sobre el mismo tema tomados de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx/




El dinero de Ye Gon: La disputa que viene

ricardo ravelo

México, D.F., 23 de julio (apro).- Rogelio de la Garza, abogado del empresario de origen chino Zhenli Ye Gon, afirmó que el dinero de su cliente –205 millones de dólares– no está perdido, como lo anunció la semana pasada la Procuraduría General de la República (PGR), al dar a conocer que la fortuna decomisada en la casa de Las Lomas de Chapultepec había pasado a formar parte de la federación.

--Entonces, ¿cuál es la situación jurídica del dinero?

--El dinero está asegurado, pero todavía tenemos recursos para pelearlo y demostrar que su origen es lícito.

Exabogado de Juan García Abrego y Vicente Carrillo Fuentes, De la Garza sostuvo que la adjudicación del dinero por parte del gobierno es en parte cierta y en parte falsa.

Y es que, tan pronto como la PGR aseguró la fortuna de Ye Gon, en abril pasado, De la Garza se presentó ante la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo) para acreditarse como abogado del “señor Zhenli” –como le dicen–, mediante diversos escritos firmados por su cliente, quien para esas fechas ya era prófugo de la justicia.

De la Garza contó que, semanas después, la PGR le rebotó la documentación, pues de acuerdo con el criterio del Ministerio Público federal, no era suficiente para acreditarse como defensor de quien, para esas fechas ya era buscado –mediante una ficha roja de Interpol– en todo el mundo.

“Lo que me pidieron en la PGR fue algo absurdo y fuera de lugar. Querían que el señor Zhenli Ye Gon se presentara ante la PGR a rectificar sus firmas y, de esa forma, me ratificaba el nombramiento como su abogado o representante legal. Eso no iba a ocurrir nunca, pues en el momento que apareciera lo iban a detener”, señaló.

Así, ante la imposibilidad de que Ye Gon acudiera para ratificar sus firmas que acreditaban a De la Garza como su abogado, los plazos estipulados por la ley –tres meses en total– vencieron, y la semana pasada la PGR publicó un edicto en el Diario Oficial de la federación, en el que da a conocer que, debido a que nadie –ni Ye Gon ni sus abogados ni su familia--, reclamó como suyo el dinero asegurado en la casa de Las Lomas, éste pasaba a formar parte de la federación.

Sin embargo, aunque en parte la versión gubernamental es reconocida por De la Garza como real, el abogado de Ye Gon adujo que no todo está perdido desde el punto de vista legal, pues aseguró que se “hará valer ante un juez todos los atropellos cometidos por la PGR en contra de su cliente y que, según él, violan sus garantías individuales, pues le obstaculizaron el derecho a una legítima defensa”.

De acuerdo con De la Garza, en los próximos días presentarán un recurso de amparo ante un juez federal, para hacer valer todos los argumentos que la PGR rechazó, como la documentación que lo acreditaba como abogado de Ye Gon y que fue declarada inválida por la PGR.

Sobre De la Garza, en efecto, pesaron las sospechas de que no era el defensor legítimo de Ye Gon. Hace aproximadamente tres semanas, cuando Ye Gon denunció a Javier Lozano Alarcón, secretario del Trabajo, como la persona que lo obligó, mediante amenazas, a guardar al menos 130 millones de dólares, De la Garza mostró a este reportero una fotografía en la que aparece abrazado con Zhenli Ye Gon.

“Mira, esto te dirá si soy o no el abogado del señor Zhenli”, dijo al reportero mientras tomaba un café en el restaurante “Konditori” del sur de la Ciudad de México.

En esa ocasión, De la Garza lucía el mismo saco, corbata y saco que portaba el día de la entrevista con Proceso. Más tarde, diría: “Mi cliente no ha salido de la ciudad de México”. Sin embargo, la PGR ratificó que los 205 millones de dólares decomisados a Ye Gon no serán devueltos porque legalmente nadie se presentó a reclamar su propiedad.

Según De la Garza, el dinero tiene un origen lícito, pero “por ahora no puedo adelantar los argumentos que haré valer ante el juez. Demostraremos el origen lícito de esos recursos. Todo esto es parte de una guerra sucia contra mi cliente y que proviene, según me han dicho, de los grandes representantes de los laboratorios asentados en México, pues se sintieron amenazados por el señor Zhenli, al anunciar que construiría el laboratorio más grande de América Latina”.

Por otro lado, la PGR aseguró que Ye Gon era en realidad el principal enlace del cártel de Sinaloa en el suministro de clorhidrato de pseudoefedrina, el precursor químico base para la elaboración de metanfetaminas.

De acuerdo con datos y evidencias obtenidas tanto de la Secretaría de Hacienda como en la Administración General de Aduanas, Ye Gon utilizó toda la red protectora ofrecida por altos funcionarios de ambas dependencias para operar, con toda libertad, la importación de esas mercancías ilícitas.

Ye Gon, según esos mismos datos, operaba por cuatro aduanas estratégicas: los puertos de Veracruz, Lázaro Cárdenas y Manzanillo. Una puerta más era la aduana del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, a donde sus cargamentos llegaban en vuelos internacionales procedentes de Mongolia.

Demandan al gobierno informar cómo se utilizarán esos recursos

En tanto, la Comisión de Vigilancia de la Cámara de Diputados señaló que los 205 millones de dólares decomisados a Ye Gon, así como los 1.5 millones de dólares que se han generado por intereses, deberán ser auditados como recursos públicos.

Gerardo Sosa Castelán, secretario de esa comisión, afirmó que el gobierno federal deberá informar claramente cómo y cuándo se utilizarán esos recursos, aun cuando se haya dicho que serán invertidos en partes iguales en la prevención de adicciones, así como también en apoyo de la PGR en la lucha contra el crimen organizado.

Dijo que lo que se pretende con estas medidas es terminar con la discrecionalidad del gasto público.


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La complicidad...


Daniel Lizárraga

Libre de sospechas, mientras estuvo en México Zhenli Ye Gon logró hacerse pasar como un próspero empresario y un respetable ciudadano. Incluso recibió, en febrero de 2003, su carta de naturalización de manos del presidente Vicente Fox. Y fue precisamente durante el sexenio foxista cuando llegó a la cúspide, hasta que, en marzo pasado agentes de la AFI le incautaron 205 millones de dólares. Entonces comenzó a aflorar la red de protección que le tendieron tanto funcionarios del anterior gobierno como del que hoy encabeza Felipe Calderón.

Durante más de cinco años, Zhenli Ye Gon forjó su emporio pacientemente y sin que las autoridades federales lo molestaran.

Durante ese período (2002-2007), el empresario chino tejió una red de corrupción en la que funcionarios del sector salud del gobierno foxista y de la nueva administración encabezada por Felipe Calderón le brindaron protección para que importara sin problemas alrededor de 80.5 toneladas de seudoefedrina.

La mercancía, procedente de Asia, se introdujo “legalmente”, pues Ye Gon contaba con documentación en regla y permisos otorgados por autoridades de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), dependiente de la Secretaría de Salud. Su red de contactos se extendía al sistema aduanal y al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM).

Los responsables de la Cofepris durante el sexenio foxista, justo en el auge de las importaciones permitidas a Ye Gon, fueron Ernesto Enríquez Rubio –quien dejó el cargo a principios de 2006 para incorporarse a la campaña presidencial de Roberto Madrazo y ahora funge como secretario de Administración del PRI– y su sucesor, el panista Juan Antonio García Villa, ratificado por Felipe Calderón. Fue durante las gestiones de estos funcionarios que el empresario obtuvo los permisos para importar toneladas del precursor químico para la elaboración de drogas sintéticas.

Ye Gon se movió siempre en el sigilo y, hasta antes de desaparecer de la escena pública en marzo pasado, él cultivó amistades –y protección– en los gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón para conseguir licencias de importación en un período de seis días e introducir al país toneladas del precursor químico para fabricar metanfetaminas, según consta en 23 autorizaciones obtenidas por Proceso, algunas mediante la Ley Federal de Transparencia; otras, de una auditoría abierta por la Secretaría de la Función Pública (SFP).

El 7 de enero de 2004, por ejemplo, Ye Gon solicitó un permiso para importar 11 mil kilogramos de sulfato de seudoefedrina. Cinco días después obtuvo la autorización IPQ004-2004 para recoger sus contenedores en el AICM.

En 2005, la entrada excesiva de seudoe-fedrina por el AICM llamó la atención de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), que de inmediato advirtió al gobierno federal sobre la posibilidad de que bandas internacionales del narcotráfico estuvieran operando en México.

Al año siguiente la JIFE entregó un segundo reporte al procurador general de la República, Rafael Marcelo de la Concha, y, de acuerdo con información obtenida por este reportero, hubo al menos tres encuentros en Los Pinos para discutir las observaciones del organismo internacional.

La representante de México ante el JIFE era María Elena Medina Mora, hermana de Eduardo Medina Mora, quien en aquellos años era director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y hoy es titular de la PGR.

En 2006, el JIFE, cuyas recomendaciones son obligatorias para el gobierno federal, estableció un tope máximo de 50 toneladas por año para la importación de seudoefedrina. No obstante, la empresa de Ye Gon, Unimed Pharm Chem México, introdujo al país un promedio de 20 toneladas anuales.



Un negocio pujante



A raíz de la primera alerta de la JIFE, la Cofepris emitió una circular sin fecha en la que explicaba: “La seudoefedrina entra en la composición de diversos medicamentos que se venden sin receta. En fechas recientes ha habido un notable desvío de la seudoefedrina para elaborar drogas, sobre todo pastillas, mejor conocidas como tachas”. Luego impuso una serie de requisitos a fin de controlar el uso de esa sustancia.

Pero Ye Gon seguía introduciendo seudoefedrina al país. Desde 2004 comenzó a triangular con varios laboratorios la importación de este precursor químico en pequeñas cantidades, según consta en dos autorizaciones de la Cofepris obtenidas por Proceso.

Durante el auge de las importaciones de seudoefedrina en México, Ye Gon nunca fue detenido ni investigado. La Cofepris realizó por lo menos tres revisiones a la empresa Unimed Pharm Chem –de las que este reportero también obtuvo copias– en las que no detectó ninguna irregularidad.

Según los reportes de la Cofepris, de 2002 a 2006 la entrada y salida de las toneladas de las sustancias químicas para la elaboración de drogas sintéticas provenientes de China estuvieron perfectamente justificadas.

Sin embargo, la pujanza empresarial de Ye Gon se desmadejó en unos cuantos meses. Apenas arrancado el gobierno calderonista agentes de la PGR interceptaron un cargamento ilegal con 19 toneladas de seudoefedrina en un barco atracado en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Luego, el 15 de marzo pasado, elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) localizaron 205 millones de dólares en efectivo en una residencia de Ye Gon en la Ciudad de México.

Descubierto el entramado de este empresario, tanto la PGR como la Secretaría de la Función Pública realizan indagatorias y auditorías para conocer cómo tejió su red Ye Gon.

La semana pasada, el Noticiero de Televisa difundió escenas en las que se observa cuando, el 3 de febrero de 2003, el presidente Vicente Fox entregó personalmente a Ye Gon su carta de naturalización en un evento público organizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores. Hasta el cierre de esta edición, el gobierno federal no ha dado una explicación sobre este hecho. Sólo el excanciller Jorge Castañeda, en entrevistas radiofónicas, declaró que es responsabilidad del gobierno federal investigar a quienes solicitan la nacionalidad mexicana.



Permisos apócrifos



El descubrimiento de que Ye Gon obtenía permisos de importación apócrifos en la Cofepris es apenas la punta de un hilo que permite entrever una compleja red de corrupción al interior de esta dependencia.

Hace tres semanas, mientras personal de la SFP realizaba una auditoría en las oficinas de la Comisión de Autorización Sanitaria (CAS), perteneciente a la Cofepris, detectó, al tomar por sorpresa las computadoras de algunos empleados, decenas de autorizaciones falsas. Hasta el vienes 20, el personal de la Función Pública, encabezada por Germán Martínez, uno de los colaboradores más cercanos al presidente Calderón, mantiene bajo custodia las computadoras.

Estos permisos fueron entregados a diversas compañías entre 2003 y 2005, según las primeras revisiones. Proceso obtuvo una copia de estos documentos, y hasta el momento se sabe que al menos seis fueron expedidos a nombre de Unimed Pharm Chem México, S.A. de C.V., cuyo dueño es Ye Gon.

Entre las irregularidades detectadas destacan la omisión de siglas de la Cofepris, así como la falsificación de la firma de la gerente de área de esta Comisión, Laura González.

De acuerdo con las pesquisas oficiales, plasmadas en el memorando interno 480/2005, uno de estos permisos, el I-81167, cuya solicitud data del 18 de abril de 2005 y fue autorizado el 3 de mayo de ese mismo año, en realidad fue entregado a Productos Roche, no a la firma de Ye Gon.

Este permiso apócrifo presuntamente facilitó la entrada ilegal al país de 25 toneladas de naproxen –un desinflamatorio– y de 20 toneladas de enrofloxacina base, sustancia utilizada para combatir infecciones respiratorias y digestivas. Y Ye Gon continuó pidiendo permisos.

El 12 de octubre de 2005, Unimed Pharm envió una carta a Silvia Hernández Rivera, directora general de Medicamentos y Tecnología para la Salud, en la que le solicitaba una “prórroga” para la importación de dihidro estreptomicina, usada en medicamentos contra la diarrea; enrofloxacina, sustancia que es empleada para atacar enfermedades respiratorias en cerdos y aves; naproxen, y penicilina G.



Las alertas de la JIFE



En su informe de 2005, la JIFE incluyó la siguiente advertencia: “La incautación en Bélgica de 300 kilogramos de seudoe-fedrina en una remesa enviada desde la República Democrática del Congo con destino a México corrobora las sospechas de que redes internacionales de traficantes han estado operando en países de África, usándolos para la desviación de efedrina con miras a utilizarla para la fabricación ilícita de anfetamina en México”.

De acuerdo con datos obtenidos por Proceso, en esa época Ye Gon introdujo a México alrededor de 37.5 toneladas de seudoefedrina en siete cargamentos por dos rutas: una directa, con cuatro permisos de importación otorgados a su empresa instalada en el Estado de México desde 2001, y otra triangulada, pues compró el producto químico –en tres ocasiones consecutivas– a las compañías Degort’s Chemical y Laboratorios Liomont.

El grado de involucramiento de estas tres firmas con el empresario chino aún no se determina. Los investigadores de la PGR y los auditores de la SFP desconocen si sólo se trató de una venta o si hay algún delito que perseguir.

Hasta el momento sólo se sabe que Ye Gon utilizó la siguiente estrategia: primero obtuvo varios permisos legales a nombre de su compañía –Proceso tiene copias de nueve de ellos–, luego introdujo la seudoe-fedrina a México, pero a las autoridades reportó que nunca usó tales permisos.

Expertos en seguridad nacional y en trámites aduaneros, consultados por este reportero, aseguran que el empresario chino envió cartas a la Cofepris en las que solicitó la cancelación de las autorizaciones. Sin embargo, ellos aseguran que Ye Gon nunca reportó a las autoridades sobre qué hizo con la mercancía y quiénes eran en realidad sus verdaderos clientes.

En su reporte 2005, la JIFE también advirtió al gobierno del presidente Fox: “El tráfico ha tenido un efecto multiplicador. México ya no es un país de tránsito, sino que también se ha convertido en un país consumidor de drogas como la cannabis, la heroína, los estimulantes de tipo anfetamínico.

“Si se prosigue esa tendencia, podría convertirse en una importante fuente de drogas ilícitas. La Junta reconoce los esfuerzos del gobierno mexicano en la lucha contra el narcotráfico, así como contra la corrupción, y lo alienta a seguir aplicando sus políticas al respecto.”

El 8 de enero de 2004, Ye Gon tramitó un permiso para importar 10 mil kilogramos de clorhidrato de efedrina. La autorización para recoger el cargamento la obtuvo ese mismo día, según consta en la licencia número IPQ-006-2004.

En julio de ese mismo año, Ye Gon compró otros 6 mil 175 kilogramos de seudoefedrina a los Laboratorios Liomont, firma a la que originalmente se concedió el permiso de importación, de acuerdo con la documentación manejada por la Cofepris.

En el informe de la JIFE citado, que recoge datos de 2004, el organismo reportó que “la seudoefedrina se desviaba anteriormente, sobre todo a granel, para utilizarla en la fabricación de metanfetaminas. Sin embargo, para esa fabricación se utiliza actualmente seudoefedrina obtenida de preparados farmacéuticos (tabletas) triturados.

“La mayoría de los laboratorios clandestinos de metanfetaminas descubiertos y desmantelados en México estaban en la zona septentrional del país, cerca de la frontera con Estados Unidos.”

Para el año siguiente, en su reporte correspondiente a 2006, la JIFE fue aún más precisa sobre lo que estaba pasando en México: “Al cerrarse con efectividad la ruta hacia Canadá, los traficantes parecen haber vuelto a utilizar una anterior, a saber, la de México. Existe cierta inquietud por el hecho de que la seudoefedrina, como materia prima y preparado, ha vuelto a desviarse de los canales lícitos de comercio y distribución en México para utilizarse en forma ilícita de metanfetaminas”.



Operación Prisma



La Junta exhortó a los gobiernos a hacer las previsiones de sus necesidades sobre estimulantes anfetamínicos legales y a comunicar esos datos ante los coordinadores de la JIFE. Para México, por ejemplo, se estableció un tope de 50 mil toneladas hasta 2005.

Sin embargo, en el marco del Proyecto Prisma, puntualiza el informe 2006 de la JIFE, una operación policiaca conjunta entre Estados Unidos, Canadá y México, permitió descubrir varios intentos de desviación de efedra, una planta de la que se extraen la efedrina y la seudoefedrina, no sujeta a fiscalización internacional.

En total se intentaron desviar 933 toneladas de esa sustancia procedente de China a empresas alemanas, mexicanas, de los países bajos y suecas. Las medidas de prevención internacionales impidieron que se realizaran las 15 remesas a partir de que México prohibió por completo la importación de efedra.

Por su parte, Ye Gon modificó su estrategia. Dejó de tramitar permisos directos ante la Cofepris a nombre de su empresa y comenzó a comprar seudoefedrina a otras compañías acreditadas legalmente en el país, así como a conseguir permisos apócrifos.

Un ejemplo del nuevo modus operandi de Ye Gon ante la Cofepris es la autorización otorgada a la firma Novo Nordisk México, S.A. de C.V. Sin embargo, en una nota informativa interna dirigida a Cristina Viruega Aranda, coordinadora general jurídica y consultiva de la Comisión, se explica que ese permiso de importación –el I-47666-2006– tiene irregularidades.

En realidad, según la nota, este permiso fue otorgado a la empresa Alpharma; además, contiene firmas falsificadas y no se incluye ni el nombre del responsable ni la clave del dictaminador. La gerencia de Insumos para la Salud tampoco tenía noticia del producto, a pesar de que se trataba de medicamentos relacionados con su área.

En enero pasado, a los encargados de realizar una auditoría de rutina en la Cofepris les llamaron la atención las importaciones que implicaban a un empresario chino nacionalizado mexicano durante el sexenio foxista. Iniciaron la recopilación de documentos y, cuando estalló el escándalo sobre los 205 millones de dólares encontrados en la residencia de Ye Gon en Lomas de Chapultepec el pasado 15 de marzo, las autoridades sanitarias solicitarón su detención.

La orden provino de María Eugenia Galván Antillón, titular del Órgano Interno de Control de la Secretaría de Salud, quien recientemente fue cambiada a un cargo similar en la Comisión Federal de Competencia, según versiones obtenidas por este reportero en la Secretaría de Salud.

Pero cuando Ye Gon habló, a principios de este mes, sobre el supuesto financiamiento ilegal a la campaña presidencial de Felipe Calderón, se activaron las pesquisas en su contra por instrucciones de la Secretaría de la Función Pública.

Cuando Proceso solicitó una entrevista con el responsable de esta instancia, Germán Martínez, su oficina de prensa respondió que no hablarían sobre el asunto.

En los documentos relativos a la indagatoria sobre Ye Gon hay indicios sobre la forma en que éste operó, libre y sin obstáculos, durante el período 2002-2007. Falta ahora que el gobierno encabezado por Felipe Calderón vaya al fondo de las cosas.


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El encubrimiento


Jesusa Cervantes

La compleja regulación aduanal hace impensable que Zhenli Ye Gon introdujera ilegalmente seudoefedrina a México sin que las autoridades se percataran de ello. Las omisiones y la sospechosa demora en la actuación de funcionarios se evidencian incluso en un documento del Servicio de Administración Tributaria que parece diseñado para exculpar a José Guzmán Montalvo, lo mismo que a los funcionarios que trabajaron con él y que permanecen en el sector.

Desde el sexenio de Vicente Fox y durante el actual, el Servicio de Administración Tributaria (SAT) de la Secretaría de Hacienda ha estado al tanto de todos los movimientos del empresario de origen chino Zhenli Ye Gon, pero hasta marzo último, cuando estalló el escándalo, las autoridades nada hicieron para que la Secretaría de Salud cancelara los permisos que le otorgó para importar sustancias químicas.

Documentos en poder de Proceso muestran que actualmente el SAT intenta defender al extitular de la Administración General de Aduanas (AGA), José Guzmán Montalvo. Sin embargo, incluso en esa información se encuentran indicios de la tardía reacción gubernamental y de cómo Guzmán Montalvo –funcionario cercano al exsecretario de Hacienda Francisco Gil Díaz– estaba perfectamente enterado de las maniobras de Ye Gon.

En su afán de librarse de sospechas, el 30 de abril de 2007 el SAT emitió, mediante la Administración Central de Contabilidad y Glosa de la AGA, un informe que detalla cómo detectó la documentación falsa que utilizó Ye Gon para importar 63 toneladas de diversos precursores químicos.

Este documento de 16 cuartillas es el resultado de una investigación ordenada por el actual administrador aduanero, Juan José Bravo Moisés, sobre un cargamento de la empresa de Ye Gon que entró al país el 9 de mayo de 2005, fecha en que José Guzmán Montalvo aún estaba al frente de Aduanas.

En los documentos con que cuenta este semanario –tanto el citado del 30 de abril como otros dos del 19 de junio del presente año–, la AGA se exime a sí misma de cualquier error, pues afirma que la parte del proceso de importación que le corresponde es correcto. La falla, por lo tanto, habría sido responsabilidad de la Cofepris, que depende de la Secretaría de Salud.

Sin embargo, el 29 de noviembre de 2005 la Cofepris alertó a la AGA de Guzmán Montalvo sobre la posibilidad de que el permiso de importación 1-81167-2005 utilizado por la empresa de Ye Gon fuera falso (Proceso 1602). Al respecto, la referida investigación de la AGA muestra que el empresario de origen chino solicitó dicho permiso de importación a la Cofepris mediante el oficio 5330030381167, con fecha del 18 de abril de ese año, y que el documento se otorgó presuntamente el 3 de mayo siguiente. En todo caso, la mercancía ingresó el 9 de mayo.

Según el reporte recibido por la AGA, pasaron seis meses antes de que la Cofepris diera el aviso. En el oficio de esta última dependencia se destaca que la advertencia se hace “a fin de que se tomen las precauciones necesarias”, pero el embarque de productos químicos ya estaba en México.

Para colmo, Guzmán Montalvo hizo caso omiso de la advertencia y no fue sino hasta siete meses después del aviso, el 21 de junio de 2006, cuando remitió el caso a la Unidad de Control de Gestión de la aduana de Lázaro Cárdenas, Michoacán.

Todavía más: el documento con los resultados de la investigación de la Administración Central de Contabilidad y Glosa establece que, siguiendo la investigación del SAT, del cual dependía, la AGA le envió a la Cofepris el oficio 326-SAT-IV-4-69345, con carácter de “reservado” y fechado el 21 de noviembre de 2006, para que “informara a esta autoridad si el permiso de importación número 1-81167-2005, presentado al momento del despacho de las mercancías… fue expedido por la referida dependencia”.

Además, tras un análisis de diversas leyes mexicanas, se establece que “corresponde a la Comisión de Autorización Sanitaria” expedir esos permisos.

Esta comisión, que depende de la Cofepris, respondió (en el oficio 06330060 063948, del 13 de diciembre de 2004, firmado por el doctor Miguel G. Lombera González) que los permisos “no fueron expedidos por esta comisión federal dado que no existen antecedentes que amparen la emisión de dichos documentos como ‘permiso de importación’ para la empresa Unimed Pharm Chem México, S.A, de C.V.”, que es la empresa de Zhenli Ye Gon. La Comisión de Autorización Sanitaria también le aclara a la AGA que ya se presentó la denuncia correspondiente al permiso en cuestión.

Con estos documentos de la Cofepris, la Administración General de Aduanas, ya encabezada por Juan José Bravo Moisés, determinó que efectivamente la autorización era falsa.



Graves omisiones



Para que una mercancía extranjera entre a México debe contar con el permiso de importación que emite la Cofepris, pero también con los pedimentos que asigna la Administración General de Aduanas. Mediante un pedimento, la empresa solicita a Aduanas que se permita el ingreso de sus importaciones.

Por eso extraña que las autoridades aduanales se eximan de toda responsabilidad en las importaciones ilegales de Ye Gon, puesto que la AGA autorizó los dos pedimentos relacionados con el permiso falso.

En el propio documento referido, del pasado 30 de abril, la AGA aclara que para cualquier operación de comercio exterior “es necesario que se presente un pedimento en forma oficial aprobado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público”.

Lo que no dice es que para la entrega o asignación de un pedimiento, Aduanas tiene la obligación de verificar la legalidad del permiso de la Cofepris. En este caso, José Guzmán Montalvo asignó los pedimentos sin mayor verificación, pero eso no aparece en la investigación del SAT.

Aduanas incluso menciona el número de los pedimentos que autorizó: “El permiso de importación número 1-81167-2005 de fecha 3 de mayo de 2005, documento anexo a los ‘pedimentos’ 05 16 3465-5001062 y 05 06 3465-5001979, se obtuvo de manera irregular y el mismo no cumplió con la normatividad aplicable para su legal expedición”.

En la página 13 del propio texto del pasado 30 de abril se indica que “esta autoridad (la AGA) mantiene la confidencialidad de la información relacionada al ejercicio de las facultades para confirmar la falsedad de los permisos de importación supuestamente emitidos por la Cofepris de la Secretaría de Salud, no siendo óbice manifestar que la información estará a disposición de la autoridad judicial cuando así lo requiera”.

Con base en su investigación, la Administración Central de Contabilidad y Glosa de la AGA determinó multar a la empresa de Zhenli Ye Gon con 70% del valor de la mercancía ilegalmente introducida, es decir, 1 millón 50 mil 371 pesos con 70 centavos.

Pero en otro documento del 19 de junio pasado le dice al empresario que puede aportar pruebas de que no falsificó el permiso de importación, y se detalla que “en este caso existe la imposibilidad material para que las mercancías pasen a propiedad del fisco federal, en virtud de que dichas mercancías fueron en su momento desaduanadas y se introdujeron a territorio nacional, desconociendo la ubicación y destino de las mismas”.

Luego se agrega que cuando la mercancía ya entró al país, se impone otra multa, esta vez por el valor total de los precursores químicos. Así se le hizo saber a Ye Gon apenas la semana pasada (el miércoles 11) y “por estrados”, es decir, en un aviso colocado en las instalaciones de la dependencia ante la imposibilidad de localizarlo.



Sólo enroque



Quien ordenó la investigación que sustenta el documento fechado el pasado 30 de abril es Juan José Bravo Moisés, el actual administrador general de Aduanas.

El 1 de diciembre, el presidente Felipe Calderón había propuesto, ante el Senado de la República, a Luis Roberto Patrón Arregui para ese cargo, pero el PRI y el PRD impugnaron el nombramiento debido al parentesco político de Patrón con la familia Coppel, que apoyó con dinero y proselitismo la campaña presidencial de Calderón.

Entonces, el 19 de diciembre Calderón propuso para encabezar la Administración General de Aduanas a Juan José Bravo Moisés, quien tiene carrera dentro del SAT, donde se desempeñó como administrador general de Innovación y Calidad en el sexenio foxista.

A cambio, Calderón envió a Patrón Arregui precisamente a la Administración General de Innovación y Calidad del SAT. La experiencia de Patrón Arregui en el sector comenzó en 2003, en la aduana de Guadalajara, y después se hizo cargo de la de Manzanillo.

Por cierto, el pasado 24 de abril en la aduana de Manzanillo se le notificó en estrados a Unimed Pharm Chem México, S.A. de C.V. (en vez de hacerlo a su apoderado legal) que desde el 14 de marzo de 2007 –un día antes de que se “descubrieran” los más de 205 millones de pesos en la residencia de Zhenli Ye Gon– tenía un plazo de 15 días para llevarse 22.5 toneladas de “material médico” que “llegó a este puerto el 14 de diciembre de 2006” y fue consignado a su favor mediante el “conocimiento marítimo número CNCS002340”. Este último documento es expedido por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Así mismo, se le informa a la firma del empresario de origen chino que dicha mercancía “causó abandono tácito a favor del fisco federal”. No se aclara qué “material médico” ingresó en el contenedor ECMU435614.

Este comunicado dirigido a la empresa de Zhenli Ye Gon no está firmado por el administrador de la aduana, que según el portal en internet de la AGA es Héctor Armando Mejía Arce, sino por un jefe de departamento. Antes de ascender a administrador, Mejía Arce era subadministrador de Operación Aduanera ahí mismo.

Como se puede observar, el presidente Calderón mantuvo en la Administración General de Aduanas a gente que trabajó con José Guzmán Montalvo, pieza clave de Zhenli Ye Gon y quien ignoró las advertencias sobre irregularidades en los embarques del ahora prófugo empresario.

Al salir Guzmán Montalvo, Calderón hizo un enroque de sus mismas piezas y ahora, mediante documentos como el referido del 30 de abril, trata de exculpar al exjefe de Aduanas.

En total, Ye Gon obtuvo legalmente 13 permisos de la Cofepris para introducir diversos precursores químicos a México desde Hong Kong, pero canceló nueve de ellos. Según la Cofepris, con los otros cuatro introdujo 45 toneladas de seudoefedrina (Proceso 1601), según datos obtenidos por medio del Instituto Federal de Acceso a la Información Pública.

Sobre esos cuatro permisos de introducción de seudoefedrina también supo un panista de bajo perfil, que debió certificarlos.

De acuerdo con la Cofepris, los cargamentos que salen de un país deben ser “certificados por el cónsul del país exportador”. Es decir, fue el cónsul de México en Hong Kong durante el foxismo quien debió certificar que Zhenli Ye Gon sólo importara las 45 toneladas de seudoefedrina que amparan los permisos y no más.

El cónsul en cuestión fue Mario Leal Campos, que llegó a Hong Kong en 2002, después de haber sido presidente municipal y diputado federal. Es un viejo conocido de Vicente Fox, junto al que fue diputado federal en la LIV Legislatura (1988-1991).


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Los desatinos de Calderón


Rafael Segovia

Aprovechando la presencia de un jefe de gobierno extranjero, el señor Rodríguez Zapatero, el presidente Calderón se refirió –con retraso– a un hecho del que se hablaba y escribía pero sobre el cual el gobierno mantenía un silencio inquietante. Nadie creía en las declaraciones del dueño de los 205 millones de dólares, pero tampoco nadie salió satisfecho de las declaraciones del presidente. Utilizar una expresión impropia de un jefe de Estado –“es un cuento chino”– para despachar el problema, dejó sin contestar lo que inquietaba a la opinión pública.

El presidente no pudo elegir peor ocasión. Hablar de un tema nacional y policiaco durante una visita de Estado, era una torpeza. No es la primera ni será la última de Calderón, pero dejarle toda la responsabilidad al señor Javier Lozano no sólo no era elegante, sino que, desde un punto de vista político, era un error o, peor aún, una prueba de ignorancia. El secretario del Trabajo, por servir en un sistema presidencial, es eso, un secretario, no un ministro. Su autonomía es reducida; depende en todo y para todo del jefe del Estado, que es también el jefe del gobierno. Cuando se ve involucrado, con o sin razón, en un caso como el de la seudoefedrina, el presidente debe intervenir en el asunto. A él le toca explicar qué pasó realmente, que no fueron sólo las fabulaciones de Zhenli; decir públicamente por qué los millones de dólares salieron del Banco del Ejército para ser enviados a Estados Unidos, por qué se tardó en solicitar la detención del autor de las mentiras, por qué mientras daba sus simplistas explicaciones la policía raptaba a una mujer y se quedaba con 6 millones del narcotráfico, por qué todo huele mal en este asunto. Y, lo peor de todo, la gran mayoría de la población cree que la imagen del presidente saldrá dañada de este asunto.

Puede ser que a él le tengan sin cuidado las preocupaciones de la población, aunque no debería olvidar la estrechez de las cifras de su elección ni la fuerza de quienes no votaron por él y siguen estando contra él pese a cuanto digan en Los Pinos. La columna del debe sigue superando con creces a la del haber.

La sensación dominante es la del hastío, que es una transformación del temor introducida por la duración. El optimismo que en alguna época no tan lejana dominaba la vida mexicana, donde la crítica estaba presente, con una ferocidad implacable pero vital, ha desaparecido. Se esperaba que hubiera mejoría, incluso entre los más desheredados, las llamadas víctimas de la miseria, que son quienes ahora no esperan nada. Se saben víctimas de mentiras de campaña, de promesas que eran falsas en el momento de formularlas. Se ha llegado a ese convencimiento.

¿Cómo se puede salir de ese mundo? Sin pecar en este caso de optimismo, sólo la política puede ayudar a generar no un nuevo espíritu colectivo, sino una esperanza creada por la confianza en un cambio donde lo prometido tenga una posibilidad de verse. Cuando se pretende salir con la ayuda del cuento de la unidad, el ridículo espera a la vuelta de la esquina. No entra en la normalidad política que el presidente de la República pida al jefe de Gobierno del Distrito Federal que le salude y se saquen una foto juntos. El rechazo desdeñoso de éste es la auténtica foto de la situación actual: el presidente no tiene de qué agarrarse.

Por si esto no bastara, los bufetes estadunidenses siguen amenazando con ayuda de medias verdades, amenazas veladas y otros apoyos de leguleyos en verdad dañinos, a los cuales sólo se oponen los gritos lamentables de vírgenes ultrajadas de los panistas.

La presencia del presidente español Rodríguez Zapatero no ha venido a mejorar la situación mexicana. La boyante economía de España, su crecimiento acelerado, haber salido del estado de postración en que vivió durante décadas por culpa y deseo del franquismo, la plena libertad política, son –o al menos deberían ser– motivo de recelo. Para México es una lección desafortunada, que llega en horas sombrías; para España es un momento en que no debe relucir demasiado porque de este lado del mar hay actos que se pueden reprochar.

El llamar de manera desesperada a la inversión extranjera puede convertirse en un lastre intolerable. España fue favorecida por inversiones extranjeras de la Europa occidental que tenían una finalidad egoísta, pero a la par noble: la construcción de Europa. No es el caso de las inversiones en México, pues de acuerdo con lo que se escribe y defiende en España –con raras excepciones–, no tienen más finalidad que el beneficio de los inversores. Crean empleo, es cierto, pero el mínimo posible. La compra de los bancos condujo a la calle a parte de los empleados: algún banco español en apuros compensó su mala situación peninsular con sus beneficios mexicanos. No se puede culpar a los inversionistas españoles de la compraventa de los bancos, de manera exclusiva. Se puede pedir ahora a los señores de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que salgan de su madriguera y saluden, antes de que emprendan una operación parecida con los energéticos.

Mientras gobierne una derecha abierta o disimulada, estamos entre las ofertas del mercado internacional. Las reglas, nos dicen, son esas. Empieza por decirlo el señor Calderón Hinojosa: la piedad y la generosidad no existen cuando de inversiones –y compras– se trata. El petróleo, a 77 dólares, es una mercancía tentadora. En la fila de compradores están todos. En la de vendedores pocos, pero con pocas o ninguna defensa. Irak, Irán, México, con el agua al cuello, son los candidatos ideales para la venta del petróleo ya en proceso de explotación, pero también del que está aún bajo el suelo sin que sus dueños lo sepan. Aunque sus compradores futuros están enterados. De eso podemos estar seguros.