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lunes, julio 16, 2007

Represión única respuesta de las derechas a la lucha social







Tomados de La Jornada, Helguera, Hernández y Rocha y El Universal, Naranjo y Helioflores.

Como hace un año miles de integrantes de la Asamblea Popular de los pueblos de Oaxaca (APPO) y maestros de la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se manifestaron en contra de la realización de la festividad de la Guelaguetza del asesino de Oaxaca Ulises Ruiz Ortiz (URO).

En momentos en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) entró en un compás de espera –quién sabe por cuánto tiempo- para el envío de una comisión que investigue las violaciones a las garantías individuales consagradas en la Constitución, la situación en la entidad continúa crítica, a pesar de la enorme cantidad de publicidad pagada en los principales medios de comunicación para hacer creer al mundo que el estado se encuentra en completa calma.

De la misma manera que hace un año policías y militares bajo la órdenes de URO atacaron a los manifestantes con gases lacrimógenos y toletes en un intento por desalojar la entrada al cerro del Fortín –donde se realizará la Guelaguetza- donde miles de manifestantes exigían la salida de URO por los asesinatos y violaciones a los derechos humanos que viene ordenando desde hace más de un año.

Decenas de manifestantes fueron detenidos, otros más resultaron heridos por los cuerpos de seguridad que desde el pasado sábado mantienen tomadas las instalaciones del cerro del Fortín.

Luego de un año de exigir justicia, los habitantes de Oaxaca aglutinados en la APPO, siguen esperando se cumplan sus exigencias, ante el cúmulo de crímenes cometidos por la administración de URO. Pero la impunidad y complicidad prohijada por el usurpador Felipe Calderón Hinojosa han permitido –y apoyado con militares y militares vestidos de policía (PFP)- que el góber asesino se mantenga aferrado al poder. A cambio el pelele sin escrúpulos cabildea con el PRI su parche fiscal.

La verdadera cara de las derechas PRIANistas se manifiesta de forma nítida en la protección a los criminales Ulises Ruiz Ortiz de Oaxaca, Mario Marín de Puebla, y el mafioso Jorge Hank Rhon -conocido autor intelectual del asesinato del editor del semanario tijuanense Zeta, El gato Félix- hijo del capo del Estado de México, Carlos Hank González.

Esa es la mafia que “gobierna” México aliada a la cosa nostra llamada Consejo Coordinador Empresarial, alto clero católico, etc.

A continuación una entrevista con el investigador del Colegio de México y analista político Lorenzo Meyer. Material tomado de la revista Proceso.







La derecha y su miedo a la democracia


Álvaro Delgado


“Estoy conteniendo la respiración...” De esta manera Lorenzo Meyer manifiesta su expectativa sobre aquello que la sociedad mexicana estaría en condiciones de hacer ante el embate cada vez más duro de quienes hoy detentan el poder político en el país. En entrevista con Proceso, el historiador, que acaba de publicar El espejismo democrático. De la euforia del cambio a la continuidad, afirma que el miedo de la derecha a la democracia puede conducirla a hacer lo que sea, a la violencia incluso...

Una democracia construida sobre la base del miedo no es otra cosa que miedo a la democracia”, sentencia Lorenzo Meyer en su más reciente libro, El espejismo democrático, y advierte –en entrevista– que la derecha es el entramado político que, desde la lucha por la independencia de México y hasta ahora, explota el pavor para mantener su hegemonía.

Por eso, afirma, en 2006 México no dio el gran paso en la transformación política de la que se ufanaba el Partido Acción Nacional (PAN). “La derecha es la que no quiso darlo, porque es la derecha la que tiene miedo a la democracia desde la Guerra de Independencia, cuando vio las grandes turbas levantadas y las vio como masas peligrosas. Desde la Alhóndiga de Granaditas no se le quita el miedo”.

Los criollos, recuerda, se aliaron a los españoles para derrotar a los independentistas. “Ahí está el origen de la izquierda y la derecha en México. Antes de que usáramos esos términos, que vienen de la Revolución Francesa, ya estaba el basamento social de esa división: Una minoría, entre dueños y administradores gubernamentales y eclesiásticos, y una enorme mayoría indígena explotada.”

Esa dicotomía, que prevalece a lo largo de la historia independiente de México –excepto en el porfiriato y, con salvedades, en la era priista, cuando se proclamó la unidad nacional–, está en auge por la estructura de intereses que respalda al gobierno de Felipe Calderón y el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

En entrevista con el reportero el jueves 12, el investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México examina el momento que vive el país desde el México independiente con dos fuerzas antagónicas, y cómo la derecha de hoy –integrada por panistas, priistas, grandes empresarios, la Iglesia católica y sectores de clase media– evitó a toda costa el triunfo de la izquierda en 2006.

Meyer también destaca en la trama el papel de intelectuales como Jorge Castañeda, autor en 2004 –cuando ya había dejado de ser canciller del gobierno de Vicente Fox–, del “manifiesto” para liquidar políticamente a López Obrador –“hay que ganarle a la buena, a la mala y de todas las maneras posibles”–, y Enrique Krauze, quien sustentó la tesis del supuesto “mesianismo” del tabasqueño.

“La derecha, si hubiera sido inteligente –pensé que lo era–, le hubiera dejado a la izquierda este momento para manejar a México y para ver de qué color pinta el morado”, expone Meyer, quien considera que un gobierno de izquierda poco podría hacer en un país con una estructura social terrible, pero a cambio las masas habrían sentido el sistema como suyo.

“Pensé que eso iba a pasar y que la derecha, con colmillo largo, iba a dejar pasar eso, pero decidieron ser tan pequeñitos, tan poca cosa que hicieron lo que hicieron en las elecciones de 2006.”

–Pero los panistas aún dicen que López Obrador quería perpetuarse en el poder…

–¡Los que quieren perpetuarse en el poder son ellos! –responde–. Si tienen miedo al que está teniendo una base social de pobres, de los marginados de siempre, es que temen a la sociedad. El peligro que ellos ven es lo que crearon a lo largo de los siglos. Los herederos de la injusticia básica dicen: Es un peligro porque nosotros hemos mantenido una sociedad de unos pocos con mucho y unos muchos con poco, y qué tal si los muchos comienzan a demandar.

“¿Y cómo lo sabían? ¿Son adivinos? En cambio el PAN sí se está perpetuando, porque llegó al poder en el 2000 con unas elecciones formalmente limpias, porque eran dos derechas, y ahora ya dijo que su proyecto es para el 2012 y para delante. Los que ya hablan de perpetuarse son los panistas.”

Y más adelante, advierte: “Ya no hay límites. Esto es lo que me da miedo respecto del futuro: Que ya hecho lo que han hecho, no tienen límites. Ya pueden llegar a la violencia, al asesinato, pueden llegar a lo que sea. Como el PRI”.

Para explicar el momento actual, Meyer recurre a la escena de una película de vaqueros: “La derecha está parapetada en una especie de círculo de carretas: Los indios están atacando desde afuera y ellos –Calderón, los grandes empresarios, la iglesia, etcétera– están defendiéndose en su círculo”.

Inclusive, advierte, hay “una atmósfera como de los setenta”, a raíz del sabotaje presuntamente cometido por Ejército Popular Revolucionario (EPR) contra instalaciones de Petróleos Mexicanos (Pemex) para exigir la presentación de dos desaparecidos.

Sobre la izquierda, Meyer afirma que “está en un brete” después de que se derrumbó el marxismo como visión totalizadora del mundo. “Sólo tiene en su defensa y a su favor un sentido de justicia”.

Madero y López Obrador

Meyer contradice las aseveraciones de que López Obrador “está muerto” políticamente, y afirma que el movimiento que encabeza, sobre todo con la credencialización de su “gobierno legítimo” –que es “de baja intensidad”–, le da una dinámica parecida al trabajo político de Francisco I. Madero previo a la Revolución.

“A mi juicio es más o menos –a lo mejor alguien como Krauze dice que es falso– como cuando Madero va en ferrocarril con su esposa y su secretario, de estación en estación convocando a mítines, tendiendo conflictos con la autoridad local, pero dejando la semilla. Madero llevaba la ventaja de que ya estaban los clubes de (Bernardo) Reyes ahí y Andrés Manuel tiene la ventaja de que existe el PRD, aunque su proyecto no es perredista.”

Aunque “hay una cierta fatiga después de la lucha electoral” y el grueso de la población se repliega para cumplir con sus labores cotidianas, en la élite política prevalece la división y el bloque de derecha que respalda a Calderón prevalece: “No se ha roto porque el miedo es enorme. Los tiene unidos el miedo. Ellos crearon primero el miedo artificialmente, pero al no desaparecer la figura de Andrés Manuel hay un elemento objetivo de miedo”.

Añade: “Es un odio y un temor al liderazgo carismático, porque este liderazgo tiene algo que no tienen los otros: biografía. Andrés Manuel tiene una biografía que, aunque quisieran, los demás no podrían tenerla, porque ya se les pasó el tiempo”.

Lopez Obrador –detalla– procede de un estado marginal, estudia en la UNAM y luego vive con los indios de La Chontalpa, en Tabasco, acompañado de su esposa, y ahí nace su primer hijo. “Esa capacidad de vivir, sentir y entender el México profundo no la tienen Calderón, Fox o los miembros del gabinete. Por eso el odio a ese líder. Pero, además, porque no lo pueden cooptar”.

Meyer hace un repaso histórico sobre la confrontación de la derecha y la izquierda, que tiene su origen en la revolución independentista.

Al consumarse la independencia respecto de España, “pasada la euforia de 1821”, la realidad es que prevalecen dos grandes bandos: Republicanos y monárquicos, centralistas y federalistas, y conservadores y liberales. “Esa fue la dramática iniciación de México como sociedad política independiente: dividida en dos. Ahí está la izquierda y la derecha”.

Sólo en dos períodos se impone la idea de unidad nacional: En el porfiriato y en el triunfo y la consolidación de la Revolución, con la creación del Partido Nacional Revolucionario, abuelo del Revolucionario Institucional (PRI), convertido en una “enorme campana” de intereses que, sin embargo, se sustenta en la lógica del autoritarismo.

“Ahí nos pasamos justamente la Guerra Fría, pero sí hubo una lucha entre izquierda y derecha: Lázaro Cárdenas representaba la izquierda dentro de ese partido y Miguel Alemán la derecha. Se dieron hasta con la cubeta, pero cubiertos con el velo del gran partido.”

El 1997, cuando la ciudadanía quita al PRI la hegemonía en la Cámara de Diputados, y sobre todo en el 2000, cuando se produce la alternancia, las cosas cambiaron, aunque la hegemonía de la derecha prevaleció: Se mantuvo la política económica, expresada en el rescate bancario del Fobaproa, autorizado por Calderón como presidente del PAN.

“En el 2000 fue posible la democracia política –por eso le puse a este libro El espejismo–, porque la gran lucha en las urnas no se dio entre izquierda y derecha, sino entre dos tipos de derecha: Una, la revolucionaria, que no quería admitir su naturaleza y que se decía heredera de la revolución, que es el PRI, y la otra, la panista, el neopanismo, en realidad.”

Para los poderes fácticos –la Iglesia católica, los grupos empresariales, Carlos Slim, la “clase media muy decente”– no había preocupación, aunque el triunfo de Fox le dio un elemento legitimador, pero fue rumbo al 2006 cuando “la derecha no quiso” más democracia.

Por ello, recuerda, se crea una “gran coalición” derechista para evitar el triunfo de López Obrador, al frente de la cual se colocó Fox, y que contó con el apoyo de miembros de la comunidad intelectual, como Castañeda, quien justificó el desafuero, cuando, el 18 de mayo de 2004, afirmó que había que ganarle como fuera.

El papel de Krauze

Y ya en el proceso electoral del 2006, Enrique Krauze elaboró, a partir de un desayuno con López Obrador, el ensayo El mesías tropical, publicado en la revista Letras Libres, para subrayar su presunto mesianismo, y aun conjeturó, en un artículo publicado en Reforma, las reservas que Daniel Cosío Villegas tendría del tabasqueño.

“Fue una manera indirecta de decir: ‘Se equivocaron, son unos irresponsables’. Entonces las clases ilustradas, no la derecha, tienen la obligación ética de vigilar a esas masas maleducadas que se van con una facilidad por el populismo.”

Sobre Krauze, quien criticó a López Obrador por citas del libro de Cosío Villegas, Meyer dice: “Le tomó tiempo responder, porque el día que Andrés Manuel le dijo lo del ‘rayo de esperanza’, no le respondió. Le tomó su tiempo imaginarse lo que Cosío Villegas, ya muerto, hubiera dicho (del perredista). Yo me hubiera imaginado lo que Cosío Villegas (pensaba). Yo sí lo conocí. Y podría haber construido una respuesta diferente, la que viene en La última gran crisis de México.

“El problema moral que Cosío Villegas expone es que los dirigentes de la Revolución no estuvieron nunca a la altura de las circunstancias y una de sus promesas fue la justicia social, que no la cumplieron, renegaron de ella. Andrés Manuel lo que propone es volver a eso. Hizo inclusive una edición de La última gran crisis de México, o sea que sí la había asimilado bien.”

–¿El mesías tropical, de Krauze, lo compró la derecha?

–Fue construido para la derecha, no necesitaban comprárselo. Lo estaban demandando.

En su libro El espejismo democrático. De la euforia del cambio a la continuidad, editado por Océano, escribe también que la Iglesia católica, como expresión de la derecha, y su relación con la política, está en la agenda nacional. “A doscientos años de su nacimiento, Juárez –su espíritu– ha sido puesto a prueba”.

Y ante la nueva ofensiva de la alta jerarquía del clero, dice: “Es una espiral, un retorno al origen: en el siglo XVI no hay forma posible de hacer una división entre el poder terrenal y el poder eclesiástico. Lo terrible de hacerlo en el siglo XXI es que la Iglesia dice tener una liga con el más allá, con Dios, y a la hora de discutir sobre algo terrenal, que como pocas cosas es la política, una de las partes tiene la ventaja de que Dios está con ella y el campo no está nivelado.”

Lo que hizo Benito Juárez, y con él los liberales de la Reforma, fue nivelar el terreno separando el Estado de la Iglesia: “Costó sangre y fuego, pero luego Carlos Salinas, por su debilidad producto del fraude, volvió a abrir la puerta”.

Ahora que la Iglesia quiere más poder, dice Meyer, “lo único que nos puede defender es el buen sentido común de la sociedad, que no sé si lo tenga”, y reaccione como lo han hecho las mujeres sobre la prohibición de la Iglesia católica para no usar anticonceptivos.
“Espero que la sociedad mexicana haya, al menos parcialmente, superado esa terrible herencia colonial, cuando se fundió la cruz y la espada y se hicieron una sola cosa, un poder con las dos caras. Es una esperanza, una apuesta. Estoy conteniendo la respiración...”