Continúa violencia pese al mentado Estado de ¿derecho?
Tomados de La Jornada, El Fisgón, Helguera y Hernández y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Otro día más en una semana que hasta la fecha rompe récord en asesinatos y operaciones ligadas al crimen organizado, principalmente al narcotráfico y la guerra que enfrentan los diversos cárteles por el control de las rutas y la distribución de la droga en México.
Ante los hechos que son ya parte de la cotidianidad del país, el usurpador Felipe Calderón Hinojosa, persiste en sus declaraciones simplistas de responder de la misma manera, pero todo se queda en palabras.
En los hechos el espurio envió una iniciativa de ley que contempla la creación de un código penal único para todo el país, intervenciones telefónicas sin orden judicial y realización de cateos y arraigos sin previa autorización, todo al margen de la ley y de los derechos civiles y humanos de los ciudadanos. Eso sí quiere que lo anterior sea ley para poder actuar a sus anchas, con la pálida promesa de seguridad.
Si de por sí, se ha visto que su sello distintivo es una corrupción mayor a la del traidor Vicente Fox Quesada, pues desde hace meses empezó con las transas y el dinero fácil para sus familiares, qué podemos esperar con otra legislación a modo que impida en los hechos las manifestaciones públicas de repudio a sus acciones o inacciones.
Imaginémonos siendo identificados por su guaruras y luego recibiendo la “visita” de la PFP o la AFI, con el argumento de buscar droga, armas, cosas robadas, todo por una llamada “anónima” del Cisen. Arraigados hasta por tres meses, para terminar –si bien nos va- en la calle, sin trabajo y con deudas. Ese no es más que un ejemplo de lo que se podría hacer con ese tipo de legislación en un país donde las instituciones son corruptas. ¿Ejemplos? Pues todos, porque aquí en lugar de meter a los delincuentes a la cárcel los premian con empresas, bancos y prebendas. Porque aquellos que están en prisión es porque o no tuvieron una buena defensa o no pudieron pagar por librarse del castigo o de plano porque son inocentes. Así que ¿cuál Estado de derecho? Si todo está chueco.
A continuación un anota tomada del El Universal y un análisis tomado de Proceso.
Para jóvenes no es ajeno el tema de aborto ilegal
Con base en su realidad diaria, afirman, la despenalización del aborto es algo necesario "porque las mujeres, legal o ilegalmente, se lo van a seguir practicando"
Yetlaneci Alcaraz y Edith Martínez
El Universal
Jueves 19 de abril de 2007
Todas son jóvenes no mayores a los 20 años de edad. Para ninguna de ellas es ajeno el aborto. Muchas, la mayoría, conocen cuando menos tres amigas que se lo practicaron con anterioridad.
Con base en su realidad diaria, afirman, la despenalización del aborto es algo necesario "porque las mujeres, legal o ilegalmente, se lo van a seguir practicando".
Son estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Tecnológico de Monterrey.
"Es triste pero es una realidad. Conozco al menos cinco amigas que lo han hecho. Personalmente no lo haría pero creo que deber ser una decisión personal que cada mujer debe tomar y además contar con la seguridad de que tendrá una atención adecuada", señala Xareni Gómez, de 20 años de edad y estudiante de Economía en el Tec.
Como Xareni, Marina García considera que la decisión de abortar la debe tomar cada mujer de acuerdo con sus circunstancias.
"No estoy de acuerdo en la irresponsabilidad de muchas chicas que no se cuidan y quedan embarazadas pero sí en que tengas la oportunidad de elegir", señala. Marina, como otras, tiene al menos tres amigas que se lo han practicado.
Para la ginecóloga María Elena Carreño, especialista en ginecobstetricia del IMSS, la posibilidad de despenalizar el aborto será un arma de doble filo: "hoy en día la juventud es sumamente irresponsable. Todos los días recibo niñas de 16 o 17 años que inician su vida sexual sin preocuparse por el cuidado y prevención. Si esto se legaliza no dudo por un momento que lo tomarán como un método anticonceptivo más", asegura.
Sin embargo, para algunas jóvenes eso no es posible. Melani Rivera, de 18 años y estudiante del segundo semestre de Derecho en la UNAM, dice que pensar eso es un insulto a la inteligencia de la mujer: "tan poca confianza nos tienen que creen que por ser legal todas las mujeres correríamos a embarazarnos y después a abortar", dice.
Dentro de las conocidas de Melani, hay al menos dos personas que se han practicado un legrado. "Ambas salieron bien. Cuando alguien ya trae en la cabeza el querer hacerlo se las ingenia", asegura.
Para Carlos Jímenez, ginecólogo desde hace más de una década, el no despenalizar el aborto es similar a querer tapar el sol con un dedo.
"Desde el punto de vista médico me declaro a favor porque una de las principales causas de muerte de las jóvenes son justamente los abortos mal practicados. En promedio, cada semana recibo en mi consultorio cinco casos de chicas que vienen ya con un aborto inducido por pastillas que les venden en farmacias", señala.
El especialista insiste en que es algo que existe, una realidad en la que en lo último que piensan las mujeres es si es legal o no.
"El aborto sería para mi la última opción. Pero sé que en caso de decidir hacerlo sé en donde encontrar la ayuda. Es lo que la Iglesia y los grupos conservadores no entienden", asegura Alejandra Martínez, estudiante de preparatoria del Tec de Monterrey.
Con ella coincide Edna Sánchez, de Trabajo Social de la UNAM y quien estudia el segundo semestre:
"Yo sí abortaría si me violaran o simplemente si no estuviera preparada sicológicamente para ser madre. Qué poca que tuviera que hacerlo en un lugar donde mi vida corriera peligro", asegura.
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Uno por hora
josé gil olmos
México, D.F., 18 de abril (apro).- El lunes pasado ocurrió una paradoja, de esas que los escritores llaman cruce de circunstancias, meros accidentes, pero que, en realidad, forman parte de un enorme y complicado mosaico de hechos de violencia.
Mientras en México asesinaban a 25 personas, en Estados Unidos ejecutaban a 33 en la Universidad Politécnica de Virginia. Sin embargo, las dos tragedias fueron tratadas de manera diferente. La última causó conmoción mundial, y la primera simplemente se mencionó en los periódicos locales como algo cotidiano y natural.
Ese día, en ocho estados del país, fueron encontrados los cuerpos de 25 personas ejecutadas. Algunas de ellos tenían los disparos de gracia en la cabeza; otros, huellas de torturas. Todos registraban muestras de la violencia extrema de las que las bandas de narcotraficantes se vanaglorian: las caras cubiertas con cinta industrial gris, mensajes de advertencia clavados sus cuerpos.
Los mismo hombres que mujeres, los 25 ejecutados son parte de una guerra que se da todos los días y que ha comenzado a tomarse como una cosa cotidiana, de la que no hay que asombrarse.
Un muerto por hora, diría una fría estadística.
En lo que va del gobierno de Felipe Calderón han muerto más de 700 personas por la lucha entre los narcotraficantes. Siete muertos por día en promedio, diría nuevamente la estadística. Esto es algo que en la historia del país nunca se había visto y que preocupa si tomamos en cuenta que el promedio de muertos por el narcotráfico está rebasando los que se registraron en el gobierno de Fox: 9 mil en todo su sexenio.
Preocupa el número de muertos, pero más los escasos resultados. El crecimiento exponencial del tráfico de estupefacientes, así como su consumo, es cada vez más preocupante. El número de grupos organizados entorno a esta actividad es mayor, y su poder también ha crecido conforme han pasado los años.
Curiosamente, con la llegada del PAN a Los Pinos, esto es, con el inicio de la llamada transición democrática, el narcotráfico ha extendido sus ramificaciones con mayor velocidad en todo el país, en Estados Unidos e, incluso, en países de Europa mediterránea, como son los casos de España e Italia.
Con mayor poder, los grupos mexicanos dedicados al narcotráfico ya no tienen fronteras. Si antes se cubrían en la clandestinidad, hoy sus actividades son públicas y las hacen notar con signos de violencia.
Esta violencia también ha ido creciendo. De aquellos enfrentamientos entre los diferentes grupos con los policías en la sierra o la montaña, queda muy poco. Ahora es más frecuente ver las ejecuciones en las ciudades y, muchas veces, son reproducidas en video y puestas en el ciberespacio para que cualquiera las pueda ver. Las decapitaciones son las más terribles e impactantes.
Del horror se ha pasado al terror, y los ojos del presidente Calderón se voltean hacia otro lado. Para él, lo importante son los decomisos, el golpe mediático y la declaración.
Al día siguiente de la jornada más sangrienta que ha habido en la lucha contra el narcotráfico, el presidente Calderón no dio un mensaje tranquilizador y, mucho menos, de confianza a la sociedad mexicana.
Al contrario, atizo más el fuego y, desde Colima, sentenció: "Entre más violenta sea la conducta de quienes criminalizan a nuestros jóvenes, más enérgica va a ser la respuesta del gobierno".
Violencia genera violencia, dice el refrán. Para atacar al narcotráfico, no basta con la mano dura. Hace falta la inteligencia porque, si en realidad se quiere acabar con este negocio de miles de millones de dólares, bastaría con atacar el punto más importante: el dinero que guardan en los bancos o que hacen circular en el mundo financiero.
Si en verdad se quiere combatir el narcotráfico, no es suficiente con atacar la superficie; es decir, realizar grandes operativos o detener a algunos jefes de grupo, sino debería contemplarse una investigación seria y a fondo de los negocios que realizan con terceras personas al amparo de las propias instituciones financieras y autoridades bancarias.
El narcotráfico es un negocio redituable porque no sólo deja exorbitantes ganancias por la venta de los productos, sino porque dichas ganancias son utilizadas para realizar negocios “legales” mediante mecanismos de lavado de dinero.
Pero, para hacer esto, Calderón tendría que tocar a grupos políticos y financieros, y difícilmente lo hará. Se quedará con los mismos operativos, ineficaces por esencia, con las mismas declaraciones, con los mismos resultados nimios
En tanto, la espiral de violencia en México seguirá con su misma velocidad y el infierno no será de un solo día, como en la Universidad Tecnológica de Virginia, sino todos los días.
Ante los hechos que son ya parte de la cotidianidad del país, el usurpador Felipe Calderón Hinojosa, persiste en sus declaraciones simplistas de responder de la misma manera, pero todo se queda en palabras.
En los hechos el espurio envió una iniciativa de ley que contempla la creación de un código penal único para todo el país, intervenciones telefónicas sin orden judicial y realización de cateos y arraigos sin previa autorización, todo al margen de la ley y de los derechos civiles y humanos de los ciudadanos. Eso sí quiere que lo anterior sea ley para poder actuar a sus anchas, con la pálida promesa de seguridad.
Si de por sí, se ha visto que su sello distintivo es una corrupción mayor a la del traidor Vicente Fox Quesada, pues desde hace meses empezó con las transas y el dinero fácil para sus familiares, qué podemos esperar con otra legislación a modo que impida en los hechos las manifestaciones públicas de repudio a sus acciones o inacciones.
Imaginémonos siendo identificados por su guaruras y luego recibiendo la “visita” de la PFP o la AFI, con el argumento de buscar droga, armas, cosas robadas, todo por una llamada “anónima” del Cisen. Arraigados hasta por tres meses, para terminar –si bien nos va- en la calle, sin trabajo y con deudas. Ese no es más que un ejemplo de lo que se podría hacer con ese tipo de legislación en un país donde las instituciones son corruptas. ¿Ejemplos? Pues todos, porque aquí en lugar de meter a los delincuentes a la cárcel los premian con empresas, bancos y prebendas. Porque aquellos que están en prisión es porque o no tuvieron una buena defensa o no pudieron pagar por librarse del castigo o de plano porque son inocentes. Así que ¿cuál Estado de derecho? Si todo está chueco.
A continuación un anota tomada del El Universal y un análisis tomado de Proceso.
Para jóvenes no es ajeno el tema de aborto ilegal
Con base en su realidad diaria, afirman, la despenalización del aborto es algo necesario "porque las mujeres, legal o ilegalmente, se lo van a seguir practicando"
Yetlaneci Alcaraz y Edith Martínez
El Universal
Jueves 19 de abril de 2007
Todas son jóvenes no mayores a los 20 años de edad. Para ninguna de ellas es ajeno el aborto. Muchas, la mayoría, conocen cuando menos tres amigas que se lo practicaron con anterioridad.
Con base en su realidad diaria, afirman, la despenalización del aborto es algo necesario "porque las mujeres, legal o ilegalmente, se lo van a seguir practicando".
Son estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Tecnológico de Monterrey.
"Es triste pero es una realidad. Conozco al menos cinco amigas que lo han hecho. Personalmente no lo haría pero creo que deber ser una decisión personal que cada mujer debe tomar y además contar con la seguridad de que tendrá una atención adecuada", señala Xareni Gómez, de 20 años de edad y estudiante de Economía en el Tec.
Como Xareni, Marina García considera que la decisión de abortar la debe tomar cada mujer de acuerdo con sus circunstancias.
"No estoy de acuerdo en la irresponsabilidad de muchas chicas que no se cuidan y quedan embarazadas pero sí en que tengas la oportunidad de elegir", señala. Marina, como otras, tiene al menos tres amigas que se lo han practicado.
Para la ginecóloga María Elena Carreño, especialista en ginecobstetricia del IMSS, la posibilidad de despenalizar el aborto será un arma de doble filo: "hoy en día la juventud es sumamente irresponsable. Todos los días recibo niñas de 16 o 17 años que inician su vida sexual sin preocuparse por el cuidado y prevención. Si esto se legaliza no dudo por un momento que lo tomarán como un método anticonceptivo más", asegura.
Sin embargo, para algunas jóvenes eso no es posible. Melani Rivera, de 18 años y estudiante del segundo semestre de Derecho en la UNAM, dice que pensar eso es un insulto a la inteligencia de la mujer: "tan poca confianza nos tienen que creen que por ser legal todas las mujeres correríamos a embarazarnos y después a abortar", dice.
Dentro de las conocidas de Melani, hay al menos dos personas que se han practicado un legrado. "Ambas salieron bien. Cuando alguien ya trae en la cabeza el querer hacerlo se las ingenia", asegura.
Para Carlos Jímenez, ginecólogo desde hace más de una década, el no despenalizar el aborto es similar a querer tapar el sol con un dedo.
"Desde el punto de vista médico me declaro a favor porque una de las principales causas de muerte de las jóvenes son justamente los abortos mal practicados. En promedio, cada semana recibo en mi consultorio cinco casos de chicas que vienen ya con un aborto inducido por pastillas que les venden en farmacias", señala.
El especialista insiste en que es algo que existe, una realidad en la que en lo último que piensan las mujeres es si es legal o no.
"El aborto sería para mi la última opción. Pero sé que en caso de decidir hacerlo sé en donde encontrar la ayuda. Es lo que la Iglesia y los grupos conservadores no entienden", asegura Alejandra Martínez, estudiante de preparatoria del Tec de Monterrey.
Con ella coincide Edna Sánchez, de Trabajo Social de la UNAM y quien estudia el segundo semestre:
"Yo sí abortaría si me violaran o simplemente si no estuviera preparada sicológicamente para ser madre. Qué poca que tuviera que hacerlo en un lugar donde mi vida corriera peligro", asegura.
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Uno por hora
josé gil olmos
México, D.F., 18 de abril (apro).- El lunes pasado ocurrió una paradoja, de esas que los escritores llaman cruce de circunstancias, meros accidentes, pero que, en realidad, forman parte de un enorme y complicado mosaico de hechos de violencia.
Mientras en México asesinaban a 25 personas, en Estados Unidos ejecutaban a 33 en la Universidad Politécnica de Virginia. Sin embargo, las dos tragedias fueron tratadas de manera diferente. La última causó conmoción mundial, y la primera simplemente se mencionó en los periódicos locales como algo cotidiano y natural.
Ese día, en ocho estados del país, fueron encontrados los cuerpos de 25 personas ejecutadas. Algunas de ellos tenían los disparos de gracia en la cabeza; otros, huellas de torturas. Todos registraban muestras de la violencia extrema de las que las bandas de narcotraficantes se vanaglorian: las caras cubiertas con cinta industrial gris, mensajes de advertencia clavados sus cuerpos.
Los mismo hombres que mujeres, los 25 ejecutados son parte de una guerra que se da todos los días y que ha comenzado a tomarse como una cosa cotidiana, de la que no hay que asombrarse.
Un muerto por hora, diría una fría estadística.
En lo que va del gobierno de Felipe Calderón han muerto más de 700 personas por la lucha entre los narcotraficantes. Siete muertos por día en promedio, diría nuevamente la estadística. Esto es algo que en la historia del país nunca se había visto y que preocupa si tomamos en cuenta que el promedio de muertos por el narcotráfico está rebasando los que se registraron en el gobierno de Fox: 9 mil en todo su sexenio.
Preocupa el número de muertos, pero más los escasos resultados. El crecimiento exponencial del tráfico de estupefacientes, así como su consumo, es cada vez más preocupante. El número de grupos organizados entorno a esta actividad es mayor, y su poder también ha crecido conforme han pasado los años.
Curiosamente, con la llegada del PAN a Los Pinos, esto es, con el inicio de la llamada transición democrática, el narcotráfico ha extendido sus ramificaciones con mayor velocidad en todo el país, en Estados Unidos e, incluso, en países de Europa mediterránea, como son los casos de España e Italia.
Con mayor poder, los grupos mexicanos dedicados al narcotráfico ya no tienen fronteras. Si antes se cubrían en la clandestinidad, hoy sus actividades son públicas y las hacen notar con signos de violencia.
Esta violencia también ha ido creciendo. De aquellos enfrentamientos entre los diferentes grupos con los policías en la sierra o la montaña, queda muy poco. Ahora es más frecuente ver las ejecuciones en las ciudades y, muchas veces, son reproducidas en video y puestas en el ciberespacio para que cualquiera las pueda ver. Las decapitaciones son las más terribles e impactantes.
Del horror se ha pasado al terror, y los ojos del presidente Calderón se voltean hacia otro lado. Para él, lo importante son los decomisos, el golpe mediático y la declaración.
Al día siguiente de la jornada más sangrienta que ha habido en la lucha contra el narcotráfico, el presidente Calderón no dio un mensaje tranquilizador y, mucho menos, de confianza a la sociedad mexicana.
Al contrario, atizo más el fuego y, desde Colima, sentenció: "Entre más violenta sea la conducta de quienes criminalizan a nuestros jóvenes, más enérgica va a ser la respuesta del gobierno".
Violencia genera violencia, dice el refrán. Para atacar al narcotráfico, no basta con la mano dura. Hace falta la inteligencia porque, si en realidad se quiere acabar con este negocio de miles de millones de dólares, bastaría con atacar el punto más importante: el dinero que guardan en los bancos o que hacen circular en el mundo financiero.
Si en verdad se quiere combatir el narcotráfico, no es suficiente con atacar la superficie; es decir, realizar grandes operativos o detener a algunos jefes de grupo, sino debería contemplarse una investigación seria y a fondo de los negocios que realizan con terceras personas al amparo de las propias instituciones financieras y autoridades bancarias.
El narcotráfico es un negocio redituable porque no sólo deja exorbitantes ganancias por la venta de los productos, sino porque dichas ganancias son utilizadas para realizar negocios “legales” mediante mecanismos de lavado de dinero.
Pero, para hacer esto, Calderón tendría que tocar a grupos políticos y financieros, y difícilmente lo hará. Se quedará con los mismos operativos, ineficaces por esencia, con las mismas declaraciones, con los mismos resultados nimios
En tanto, la espiral de violencia en México seguirá con su misma velocidad y el infierno no será de un solo día, como en la Universidad Tecnológica de Virginia, sino todos los días.
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