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jueves, marzo 01, 2007

La impunidad al amparo de las "instituciones", los hombres del poder hacen lo que quieren





Tomados de El Universal, Helioflores y La Jornada, Hernández, Rocha y El Fisgón.

Desde que era funcionario del traidor Vicente Fox Quesada, el transa Francisco Gil Díaz se ubicó como uno de los ladrones de avanzada al convalidar y hacer uso indiscriminado de la figura del fideicomiso, estructura leguleya hecha ex profeso para poder robar a ojos vistas sin que nadie pueda fincarles responsabilidades, ya que la ley del secreto bancario los ampara. Todo esto en este famoso país de las impunidades, que ellos dicen de “leyes”.

Por todos es conocido que de los millonarios ingresos por la venta de petróleo caro, el ladrón de Fox no entregó cuentas, pero si en cambio disfruta de autos último modelo, un racho nuevo y productivo, que antes de llegar a Los Pinos no poseía, es más estaba en bancarrota, en sus propias palabras decía: “debo hasta la camisa”. Esto está grabado, no son cuentos como los que él inventa.

Es bueno saber que Pemex entregó a Gil Díaz tan sólo el año pasado casi 600 mil millones de pesos. Una enorme fortuna que fue a parar a manos de los vivales que nos atracan día a día, eso sí, con la ley en la mano.

Pero ahora resulta que no fue suficiente con lo que robó desde su puesto como secretario de Hacienda. Francisco Gil Díaz regresa –de forma completamente ilegal, pero eso qué importa en este México de la impunidad- como presidente del consejo de administración de Telefónica México – filial de la compañía española- para continuar con el acostumbrado tráfico de influencias y enfrentarse a su enemigo de antaño, Carlos Slim, dueño de Telcel.

Como directivo de la compañía de telecomunicaciones Avantel –de Roberto Hernández, el que vendió Banamex sin pagar impuestos, el gran amigo en transas de Vicente Fox Quesada y ahora el socio mayoritario de Emilio Azcárraga Jean, el dueño de Televisa- enfrentó a Telmex en su intento de quitarle mercado. Para ello utilizó sus influencias, pero poco pudo hacer ante el poder político, económico y monopólico del tercer hombre más rico del mundo.

Bueno pues ahora la historia continúa y el cínico de Gil Díaz intentará restarle clientes a Telcel, como antes lo quiso hacer con Telmex. Para el funcionario de pacotilla lo mismo es capital mexicano, que español o inglés, pues dice que su “nuevo cargo” no interfiere con el de consejero independiente del banco HSBC.

También aclara, para aquellos que ya andan velando las armas, que su regreso al área de las telecomunicaciones es sin la intención de dirimir las controversias en los tribunales y sin enfrentamientos personales.

Nada más recordemos que el mentado Gil Díaz cumplió hoy tres meses de haber dejado el puesto. La frase que en su momento dijo Andrés Manuel López Obrador: “no tienen llenadera”, resulta ahora más que elocuente.



El siguiente es un análisis tomado de la revista Proceso.






Tello, la desconfianza

josé gil olmos

México, D.F., 28 de febrero (apro).- La confianza del lector es una de las bases con las que debe contar todo escritor o periodista. El caso de Carlos Tello llama la atención porque precisamente la confianza es lo que no tiene, luego de haber publicado dos libros: La rebelión de las cañadas y 2 de Julio.

Si el lector detecta que el escritor o periodista le ha mentido al escribir sobre un hecho real o en un reportaje, inmediatamente queda invalidado y ninguna campaña publicitaria podrá borrar esta huella de desconfianza.

En el caso de Tello las dos obras citadas adolecen precisamente de la confianza, pues en la elaboración de las investigaciones respectivas, ha echado mano de fuentes carentes de credibilidad y de honradez.

En 1995, cuando publicó La rebelión de las cañadas, Tello utilizó como principal fuente a un delator del EZLN, Salvador Morales Garibay, uno de los fundadores del grupo armado que tuvo diferencias con la comandancia y huyó por un tiempo al norte del país.

Tello aseguró que su libro era producto de una investigación de campo; es decir, que había visitado las comunidades donde el EZLN nació y que recibió de los indígenas información directa del origen y los conflictos entre los zapatistas.

Pero los reporteros que cubrimos el conflicto en Chiapas sabemos que esto era falso porque de manera directa fuimos testigos de como Tello nunca pudo acceder a esas comunidades, ya que cada vez que intentaba hacerlo era rechazado. Incluso, los propios reporteros nos negamos a que nos acompañara en nuestras incursiones a determinadas zonas de conflicto.

La información de Tello provino de Morales Garibay quien, a fines de 1994, se puso en contacto con el Ejército, al que le proporcionó toda la información del EZLN: fundadores, mandos, lugares, fechas, relaciones, etc.

Esta fue la fuente de información de Tello y era necesario que el lector supiera esto. El autor estaba obligado a hacerlo, pero nunca lo hizo. Hubo reporteros, escritores, investigadores e intelectuales que lo defendieron, aduciendo que, mientras la información fuera cierta, la fuente no importaba.

Pero nunca cuestionaron una parte fundamental de la publicación; es decir, dejaron de lado que el autor mintió al decir que había corroborado los datos en las propias comunidades y que los indígenas le habían reafirmado las versiones.

En aquella ocasión fue evidente que Tello sirvió de instrumento del gobierno de Ernesto Zedillo para contraatacar al movimiento zapatista y a uno de los principales defensores de la causa indígena no armada: el obispo Samuel Ruiz.

Las consecuencias de la publicación de Tello fueron terribles para mucha gente inocente, para indígenas que no tuvieron ninguna oportunidad de defenderse en la opinión pública e, incluso, para los integrantes de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, entre ellos el propio Samuel Ruiz, quien sufrió atentados de muerte.

Doce años después, Tello vuelve a las andadas. En su afán de escribir la historia reciente y sin importarle la veracidad de los datos ni la confiabilidad de las fuentes, trató de reconstruir lo ocurrido en la elección presidencial del 2 de julio.

Como en La rebelión de las cañadas, Tello vuelve a ocultar sus fuentes y sólo reconoce que son de tercera mano y que son confiables. ¿Qué clase de historiador con intenciones periodísticas es Tello que se atreve a darle seriedad a una versión de trasmano?

Sin embargo, en esta ocasión, los personajes citados en 2 de Julio si tuvieron oportunidad de responderle al autor y, a contracorriente de la campaña que en Televisa y muchos otros medios había para ensalzar su trabajo, Tello recibió severas correcciones en un punto clave: la confesión de derrota de Andrés Manuel López Obrador la noche del 2 de julio y el inicio de su campaña de desprestigio a la victoria de Felipe Calderón.

La reconstrucción histórica que Tello intentó hacer fue desmentida públicamente por Federico Arreola, Héctor Aguilar Camín, José María Pérez Gay quienes, según Tello, habrían acudido a una cena en la que el equipo de López Obrador habría revelado la confesión del tabasqueño: “Perdí”.

Dicha cena nunca existió y el eje principal de la investigación de Tello – la confesión de López Obrador--, fue desmentida en su totalidad.

La confianza en Tello como autor de investigaciones históricas ha quedado en entredicho. Tampoco como periodista se le puede tomar en serio, pues cada vez que presente una investigación saldrá a relucir como ocultó sus fuentes de información en sus dos principales obras y también como fue desmentido por algunas de sus propias fuentes.