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viernes, febrero 23, 2007

Ya salió el peine sobre Pasta de Conchos



Tomados de La Jornada, El Fisgón y Rocha.

Un dato revelador sobre la impunidad que priva en el caso de la muerte de 65 mineros en las explosión de la mina Pasta de Conchos en el estado de Coahuila lo hace público el diputado José Antonio Almazán, integrante de la Comisión que Investiga el caso. Dicho legislador informó hoy viernes 23 de febrero de 2007, que directivos y socios del Grupo México –dueño de la referida mina- son también asociados honorarios y miembros del consejo de vigilancia de la fraudulenta asociación de Marta Sahagún, Vamos México.

Los nombres de tan “ilustres” personajes son: Valentín Diez Morodo, asociado honorario de la Fundación Vamos México, es presidente del Grupo Nevadi Internacional, empresa perteneciente a Grupo México. Gilberto Perezalonso Cifuentes, miembro del Consejo de Vigilancia de Vamos México, es miembro del Consejo de Administración de Southerm Cooper, empresa del Grupo México en Perú.

También pertenecen a este selecto grupo: Francisco Javier Soni Ocamp, miembro del Consejo de Vigilancia de Vamos México, es socio de Price Water House Coopers, empresa que realiza la auditoría contable del Grupo México.

Es claro pues, porque el ladrón de Vicente Fox Quesada trató de esconder la responsabilidad de su des-gobierno y de los empresarios mineros, ya que ambas partes tenían mucho que perder. De ahí que en el último tramo de su sexenio y en plena época electoral se diera cuenta de la corrupción en el sindicato minero y pretendiera “democratizarlo”, imponiendo a un ex trabajador minero ligado a los empresarios del ramo.

Por otra parte Amérigo Incalcaterra representante de la Alta Comisión para los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas señaló que la utilización del ejército en tareas de seguridad interna –como lo está haciendo el usurpador Felipe Calderón Hinojosa- transgrede la ley y aumenta las posibilidades de que se cometan graves violaciones a las garantías individuales.

“En cualquier parte del mundo que nos encontramos, desaconsejamos la utilización de fuerzas militares en tareas de seguridad interna por una simple razón, no tienen el mandato, entonces incurrirían en una violación”, aseguró.

Para el funcionario de la ONU es imprescindible acabar con la impunidad, pues “si no se hace justicia lo que se hace es impunidad y esta beneficia a los violadores de derechos humanos que no ven una acción punitiva y eso les da manga ancha para seguir cometiendo sus barbaridades, una impunidad implica que males tan graves como el narcotráfico parecen más difíciles de controlar, de ahí la necesidad de medidas más extremas”, advirtió.

Sin embargo, para el pelele, el PRIAN y la Suprema Corte de Justicia de la Nación eso no entra en sus planes. Lo que menos les interesa es acabar con la impunidad, pues la cobija a la que tan seguido acuden.





La siguiente es una colaboración tomada de La Jornada.






El encubrimiento


Luis Javier Garrido


Las denuncias penales contra Vicente Fox Quesada por una serie de delitos oficiales que a todas luces cometió, no están haciendo más que desnudar aún más los rasgos espurios de la administración de Calderón y su sumisión a una serie de poderes de facto.

1. Los dos gobiernos panistas que ha tenido el país en este siglo XXI han reproducido los dos, con singular mimetismo, la mayor parte de los rasgos característicos de los gobiernos de los años del PRI, incluyendo los que más han agraviado a los mexicanos: desde el abuso de poder y el tráfico de influencias hasta el encubrimiento, y esto está siendo evidente en las primeras semanas del gobierno de Calderón.

2. El régimen mexicano ha seguido, sobre todo con el PAN en el poder, hundido en la corrupción y al margen de un estado de derecho, de manera que la clase dominante es en la actualidad más impune que en los años del priísmo, tanto los grandes traficantes de influencias como los políticos panistas, y lo que acontece con Fox en 2007 es un ejemplo.

3. La pregunta que algunos se hacen sobre los motivos de Calderón para encubrir de manera tan obsecuente a Fox, a pesar de que algunos sectores de la derecha le sugieren proceder contra éste a fin de poder asentarse en el gobierno de facto, no son, por lo mismo, difíciles de encontrar.

4. Las evidencias que se han hecho públicas no dejan lugar a dudas de que Vicente Fox, el ex vendedor de coca-colas que llegó a Los Pinos en virtud de los acuerdos PAN-Salinas de 1988, ha sido uno de los delincuentes de Estado más desvergonzados que ha conocido el país, pues prevaliéndose de la impunidad presidencial cometió todo género de delitos contra la nación. Desde que se encaramó en el poder en 2000 utilizando recursos ilícitos del extranjero y de empresas privadas, hasta que en 2006 por un operativo fraudulento de Estado violentó de manera cínica la voluntad electoral de los mexicanos e impuso en la silla presidencial a Calderón, de lo que se sigue jactando, Fox cometió a lo largo de seis años todo género de delitos para enriquecerse sin límites junto con su esposa, sus hijastros, sus amigos y una serie de traficantes de influencias.

5. La denuncia penal que presentó ayer el PRD contra Fox por su responsabilidad criminal en el caso de la muerte de 65 trabajadores de la mina de Pasta de Conchos (Coahuila) el 19 de febrero y en el encubrimiento de los empresarios del Grupo México, así como por los delitos de peculado, colusión de servidores públicos, abuso de autoridad y contra la administración de justicia, hechos que en su momento trató de disimular al lanzarse a imponer una dirigencia charra al sindicato minero, no está haciendo por lo tanto más que desnudar más al gobierno de facto de Calderón, cuyos integrantes están tropezándose por exonerar a Fox.

6. Los motivos que éstos tienen no son difíciles de encontrar. El encubrimiento de Fox constituye un elemento central para lograr la cohesión de la nueva coalición de fuerzas que gobierna al país, y dentro de la cual los panistas, junto con los tecnócratas priístas, son un componente importante, en especial con vistas a la aspiración de muchos de mantenerse en el gobierno por lo menos un cuarto de siglo más. El gobierno de facto de Calderón, que no es más que un pelele de esos grupos poderosos, no tiene, por lo mismo, más que tomar nota de ello y encubrir a su antecesor.

7. Hay algo más, sin embargo. Al encubrir a Fox, Calderón está al mismo tiempo encubriendo el fraude electoral de 2006, del cual Fox fue uno de los artífices principales. Como en muchos aspectos más de su tarea de facto, el gobernante espurio no puede aplicar la ley: está atado de manos, como se lo recuerda Fox a cada rato.

8. Las prácticas políticas mafiosas de los miembros del PRI, que tanto denunciaron los panistas, no son ya de tal manera privativas de aquéllos. En poco más de seis años, los miembros del PAN se han esforzado en seguir el modelo y ya no sólo están, como ellos, entregando al extranjero los recursos de la nación, y pasando por sobre los derechos de los mexicanos y prevaleciendo por el fraude, o son expertos en tráfico de influencias y peculado, sino que se matan entre sí, y también se encubren.

9. El mensaje que estos grupos están enviando a los mexicanos lo mismo con la manipulación que hacen de los medios que con el encubrimiento de los políticos foxistas y salinistas que han delinquido y siguen delinquiendo contra la nación, es por lo tanto claro: el poder del Estado no está en disputa ni lo va a estar en los próximos años y, aun siendo minoría en el país, esa coalición de extrema derecha, formalmente encabezada por los panistas, utilizando todos los recursos lícitos e ilícitos en 2009 irá por la mayoría absoluta en las dos cámaras y en 2012 no dejará Los Pinos.

10. La imposición de 2006 se gestó desde mucho antes del 2 de julio, por lo que las fuerzas democráticas del país deben entender que la consolidación de esta coalición de intereses mafiosos en el poder debe ser impedida desde ahora.




A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.






Impuestos: “Una manguera llena de agujeros”

carlos acosta córdova

México, D.F., 22 de febrero (apro).- Por las reacciones tan encontradas y encendidas que suscita el tema, hasta divertido es escribir sobre impuestos, sobre la reforma fiscal, no obstante lo grave y serio que es el asunto. Pero no queda uno bien ni con Dios ni con el diablo. Planteaba en la entrega anterior que si, en la visión del gobierno, la reforma fiscal tendría necesariamente que pasar por el IVA a medicinas y alimentos, habría que entrarle a un análisis sereno y sin prejuicios y, sobre todo, exigir una explicación convincente sobre el beneficio de una medida de esa naturaleza.

Así me fue: de “vendido”, “parcial”, “ignorante” e “irresponsable”, no me bajaron en muchos de los múltiples comentarios que me hicieron el favor de enviar los lectores por vía electrónica. Otros tantos correos llegaron con felicitaciones, que agradezco igual que los anteriores, pero en varios también se mostraron sorprendidos por el hecho de que alguien que escribe en Proceso se atreva a decir que no hay que tenerle miedo al IVA a alimentos y medicinas, siempre y cuando, como decía arriba, se logre convencernos de su beneficio y, además, se detallen los mecanismos compensatorios que tendrían que establecerse para resarcir a quienes salgan más lastimados.

Argumentaba que tan sólo el año pasado por los tratamientos diferenciados en la aplicación del IVA –tasa cero, exención, tasa baja en la frontera--, el fisco habría perdido poco más de 187 mil millones de pesos, casi un 2% del PIB. Cada año ocurre lo mismo. Y que tan sólo por eso, más lo poco competitiva que es nuestra tasa de 15%, además del irracional beneficio para los contribuyentes de mayores ingresos, valía la pena serenarnos y entrarle a la discusión nacional del tema.

Algo igual o más grave ocurre con el Impuesto sobre la Renta (ISR). Según la Secretaría de Hacienda, en 2006 habrían dejado de ingresar al fisco –por todos los tratamientos especiales, beneficios múltiples que ya no se justifican, exenciones, deducciones, créditos al salario-- cerca de 296 mil millones de pesos, casi el 3.3% del PIB. Y como en el caso del IVA, ocurre con el ISR lo mismo cada año.

Si a lo que no ingresa por IVA e ISR se le suma lo que campechanamente se evade, lo que profesionalmente se elude y lo que no ingresa por tratamientos preferenciales y dificultades administrativas en otros impuestos y derechos, nos acercamos peligrosa e irracionalmente a la suma de ¡1 billón de pesos! Que no llegan a las arcas públicas.

Entonces, insisto, sólo por eso hay que entrarle ya a la discusión desprejuiciada de la reforma fiscal. A todos nos compete y no podemos mantenernos impasibles. Lo más fácil y lo “más mexicano” es quedarnos con los brazos cruzados y dejar que otros decidan, pues –decía también en la entrega anterior-- es más fácil ser reactivo que propositivo o, en otras palabras, siempre nos resulta más cómodo mentarle la madre al gobierno… pero ex post, como dicen los economistas.

Si en IVA andamos mal, en ISR estamos en la calle. No nos gustan las comparaciones internacionales, pero valen la pena para ubicarnos. Hagámoslo sólo con nuestros socios en el TLC: Mientras en México la recaudación por ISR ronda el 5% del PIB, en Estados Unidos anda por el 22% y en Canadá se acerca al 30% de su Producto Interno Bruto. Sí, ya sé, se me replicará: es absurda la comparación, pues igualmente no se pueden comparar los usos y destinos de los impuestos en México que en esos dos países. Que los servicios públicos de que gozan los ciudadanos de Estados Unidos y Canadá están a años luz de los que recibimos los mexicanos. Que la corrupción y la connivencia entre los poderes público y privado que hay en México –por donde se esfuma una gran parte del esfuerzo y el trabajo de los contribuyentes mexicanos-- no se dan en la misma magnitud en los otros dos países.

Correcto. Nadie podría estar en desacuerdo. Pero lo cierto es que –más allá estructuras políticas y sociales, de razones culturales y hasta de idiosincrasias-- es urgente una revisión de nuestro sistema impositivo y, en el caso particular del ISR, de acabar con tantas irregularidades, con tantos tratamientos especiales, con tantos beneficios injustificables para empresas y personas físicas con altos ingresos, con tanta ineficiencia en la administración y el cobro del impuesto.

Un amable lector, don Gabriel Rojas, lo dice de una manera simple pero impecable: Yo siempre comparo la situación de nuestro sistema impositivo con una manguera llena de agujeros que no riega bien el jardín porque sale muy poca agua por la punta. Los políticos mexicanos y la mayoría de los analistas hablan de incrementar la cantidad de agua que se le mete a la manguera. Una persona medianamente en sus cabales tendría que ver que antes de meterle más agua, habría que empezar a tapar los agujeros, medida que es a todas luces más beneficiosa. ¿Por qué entonces nadie habla en una forma clara de eso? Se entiende de los políticos, que viven con la boca abierta en las goteras (o hacen sus propios hoyos). ¿Pero por que la sociedad en general, que somos los que pagamos esa visión demente, nos prestamos a semejante juego? Le apuesto a que cualquiera en su jardín, sabría cual es la medida adecuada. Pero llegamos a los temas de interés común y se nos olvida el sentido común y la razón, y vemos que (Enrique) Peña Nieto le regala a Televisa 700 millones de pesos y luego nos ponemos a hablar de incrementar la recaudación para parecernos a Japón y a Alemania, y nos parece muy razonable. ¿Qué nos sucede? Para cualquiera que pague impuestos, tendría que ser ridículamente claro que es inaceptable una solución de incremento recaudatorio que no incluya antes un recorte real y visible del latrocinio. En México vivimos permanentemente con la promesa de que ahora sí va a ser mejor el servicio/producto, como para creer que alguna vez va a ser cierta. Pensar que debemos darle al gobierno un 100% más para que nos devuelvan el 20% o el 30% de eso en malos servicios, es demasiado masoquismo.

Discutir la reforma fiscal, don Gabriel, estimados lectores, es justamente eso: detectar, poner a la vista de todos, y ver cómo pueden cerrarse esos múltiples agujeros; los que existen por insuficiencias en la ley; los que se originan por compromisos políticos y económicos entre el gobierno y los grandes elusores y evasores, que son las grandes empresas; los que dan pie a ese gran deporte nacional, en el que somos medallistas de oro como ninguno, que es la evasión fiscal. Pero discutir la reforma fiscal, en la metáfora de don Gabriel, es también ver cómo aumentamos el ancho de la manguera y cómo incrementamos la presión para que, justamente la cantidad de agua, más abundante, beneficie en serio a todos.

Aquí el gobierno no puede hacerse el occiso. No puede aspirar a que se acepte una reforma fiscal si no reconoce que, más allá de los problemas y los huecos en la ley, de las dificultades en la administración y el cobro de impuestos, de la estructura económica que prohija la informalidad, en el centro del debate están los compromisos, los favores, los privilegios, la relación insana, en fin, entre los poderes público y privado.

En la próxima entrega insistiremos, con más detalle, sobre esos agujeros.

Comentarios: cgacosta@proceso.com.mx