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martes, febrero 27, 2007

Más sobre la mentiras del libelo de Carlos Tello





Tomados de La Jornada, Hernández y El Fisgón y El Universal, Naranjo y Helioflores.

Las mentiras vertidas por Carlos Tello en su libelo “2 de Julio” han quedado mostradas por las propias personas en las que el “historiador” de pacotilla asegura se apoyó para afirmar que Andrés Manuel López Obrador “aceptó” haber perdido ese 2 de julio de 2006. Desde los primeros días en que el mamotreto salió a la luz y que su autor comenzó la pasarela por los medios de comunicación paleros, las “fuentes” del “escritor” comenzaron a desmentirlo. Tal fue el caso del periodista Federico Arreola –en un encuentro frente a frente donde Tello mintió y reconoció que lo hizo en el programa de Carmen Aristegui transmitido por CNN en español- y por el escritor José maría Pérez Gay, quien en un escrito publicado por el diario La Jornada, expuso la mentira del pseudo investigador. Otro de los que salió a desmentirlo fue Héctor Aguilar Camín, quien negó de forma categórica que se hubiera realzado una cena en su casa donde se habría dicho la palabra “perdí”, alrededor de la cual Tello fabricó su novela de ficción. Antes aseguraba que la misma habría sido pronunciada en el hotel Marquis de Reforma, donde López Obrador y su equipo de campaña siguieron la jornada electoral.

Ahora tocó el turno a Ana Cristina Covarrubias, quien dirige la casa encuestadora Covarrubias y Asociados, encargada de llevar las encuestas de la campaña de López Obrador. Con elementos que le dan el tener varios años haciendo encuestas Covarrubias refuta lo dicho por Tello y aclara que éste no cuenta con información para lo que afirma, es más señala que los conocimientos técnicos que posee son ser “brigadista de las montañas de Nicaragua, marinero en el barco Sonia y jefe de la expedición Yutajé que contactó a los Yanomami del Río Putaco en el Amazonas”.

Sin mayor trámite ni investigación el autor del libro de marras escribió que durante la jornada electoral el personal de Covarrubias y Asociados “en lugar de entrevistar a una de cada tres o cuatro personas, que salen de votar, la gente de campo empieza a entrevistar en hilera –por estar cansada, por tener el tiempo encima, por inexperiencia simple y llana, algo muy común ese día, en que la escasez de encuestadores obligó a las firmas a contratar gente que no era profesional”.

Ante tal falacia Covarrubias le contesta que la empresa que dirige es la única, de las que realizaron ejercicios muestrales ese día, que cuenta con la Certificación Internacional ISO 9001-2000 que avala la calidad de su trabajo.

En su descargo el autor del libelo señala que López Obrador podría haber seguido –esta vez sí, insiste- el camino de las leyes, pero el “desprecio que siempre ha sentido” por las mismas y las instituciones le impidió ver que ahora “podría utilizarlas a su favor”. Menciona que ese era un camino “razonable y legítimo” pues se sentía agraviado por el desafuero –que para Tello no fue consumado, pues dice fue una “maniobra frustrada”-, “había sufrido el activismo del presidente, quien actuó no como estadista, según dictaba la prudencia, sino como jefe de campaña” y “había sido también objeto de una campaña muy agresiva del PAN, que lo llamó un peligro para México”, además de que había sido “combatido por la publicidad del Consejo Coordinador Empresarial, a pesar de que la publicidad estaba prohibida” por la ley. De todo esto Tello concluye que aunque este camino no le garantizaba el éxito “porque el mismo participó en la guerra sucia” –ahora si la llama por su nombre-, “al menos le daba una salida dentro de la ley”.

Pero lo que el “escritor e investigador” a sueldo omite deliberadamente es –como ha quedado demostrado en varios foros, que los medios electrónicos han ocultado- que los conteos del PREP del IFE y el reconteo de votos del 10 por ciento de los votantes expusieron que sólo mediante un programa de cómputo podría haber tenido el comportamiento estadístico que tuvo el 2 de julio y en días posteriores. Tampoco señala las llamadas telefónicas y el reconocimiento en días posteriores de las mismas de la asesina Elba Esther Gordillo y la estructura del sindicato de maestros –SNTE- en el fraude (todo ese material es de dominio público). El pago de cuotas de poder que ha hecho el usurpador Felipe Calderón Hinojosa a la “maestra” no deja lugar a dudas de su participación en el robo de la elección.

Asimismo, hace a una lado la determinación del Trife, que pese a reconocer los hechos delictivos de los empresarios y del ladrón y traidor de Vicente Fox Quesada, se negó a aplicar una sanción, convalidando la ilegalidad de los resultados. Eso en cualquier país de-mo-crá-ti-co sería más que suficiente, no sólo para anular la elección, sino para meter presos a los delincuentes electorales. Pero en una nación como México dominada por los poderes fácticos –empresarios, medios de comunicación, jueces y políticos corruptos- eso fue imposible. Esos son los hechos, el libelo de Carlos Tello Díaz no es más que basura política.


En seguida el desmentido de Ana Cristina Covarrubias a Carlos Tello publicado en la revista Proceso.






Desmentido a Carlos Tello


Ana Cristina Covarrubias*


Este fin de semana leí detenidamente el libro de Carlos Tello y encontré variadas contradicciones y aseveraciones incorrectas de carácter técnico. Pero no me voy a referir más que al inicio de su capítulo de las 9 de la noche, que titula como “El conteo rápido de Ana Cristina”, porque allí descalifica de manera brutal la encuesta de salida que realizamos y dimos a conocer a los medios de comunicación el día de la jornada electoral. No puedo quedarme callada ante un atentado contra el buen nombre de nuestra empresa, que tantos años y esfuerzo nos ha costado construir.

Cuando digo ataque brutal lo digo en el sentido amplio de la palabra, no sólo por el nivel de agresión que exhibe sino también por lo absurdo y desinformado de sus comentarios. Me explico.

El autor afirma contundentemente que la discrepancia entre los resultados de nuestra encuesta de salida y conteo rápido se debe a que “hubo probablemente un sesgo de origen en el diseño de la muestra (de la encuesta de salida) y hubo también, seguramente, un descontrol en el levantamiento de campo”.

¿Con qué autoridad técnica un brigadista de las montañas de Nicaragua, marinero en el barco Sonia y jefe de la expedición Yutajé que contactó a los yanomami del río Putaco en el Amazonas, se atreve a hacer tal pronunciamiento?

Carlos Tello trata de respaldar la afirmación de que “hubo probablemente un sesgo de origen en el diseño de la muestra” con los comentarios de dos de sus entrevistados, que según el autor uno “es de los encuestadores más serios de México” y otro es sencillamente “alguien que sabe”. “El investigador serio” comenta que los partidos valoran más el dato a su favor que la exactitud de la encuesta, a diferencia de los medios (“El investigador serio” no se ve tan serio si en realidad se imagina que así de ingenuos y torpes son los partidos). “El alguien que sabe” suelta en otra entrevista una frase que dice así: Un encuestador, cuando trabaja con un cliente así, también está cuidando su chamba. De esos dos comentarios Tello concluye sin duda que lo que ocurre es que “el encuestador no quiere descontentar al cliente: selecciona sus muestras con un sesgo a su favor”.

A Tello le pregunto: ¿Son esos los argumentos para afirmar que hubo sesgo muestral de origen? ¿Por qué nunca me pidió revisar mi muestra? ¿Cómo es que sin conocerla ya sabe que está sesgada? ¿No se ha dado cuenta de que la muestra empleada por Covarrubias para la encuesta de salida es la misma que se empleó para el conteo rápido? ¿Cómo es que a nuestro conteo rápido se le quitó el sesgo?

A los lectores de Tello les informo que nuestra muestra se puede verificar y está a disposición del IFE como lo marca la normatividad del instituto.

Vamos al segundo argumento de descalificación, el de que “hubo seguramente un descontrol en el levantamiento de campo”. Para sustentar su afirmación, Tello empieza diciendo: “Pero lo que más afectó los resultados de la encuesta de salida fue la magnitud de la muestra de Ana Cristina. Su firma tenía más de novecientas personas en campo el 2 de julio, mismas que realizaron cerca de 39 mil entrevistas en todas las secciones”. (Le aclaro a Tello que no fue en todas las secciones sino sólo en todas las que conformaban nuestra muestra.) El autor continúa señalando: “Para situar las cosas en perspectiva, Parametría hizo 6 mil entrevistas, Ipsos-Bimsa 6 mil 500 y BGC 8 mil”. Cita el autor a otro entrevistado que dice que es “amigo de Ana Cristina”, el cual comenta: Cuando tú pones una muestra de ese tamaño, el ejército que requieres en el campo se puede volver inmanejable... Acrecientas la posibilidad de que se cometan errores. (Le aclaro al “amigo” que en teoría lo que dice puede pasar, pero para evitar que pase existen sistemas de planeación, supervisión y control de operativos de campo.) El autor se desata con sus propias elucubraciones asentando que “en lugar de entrevistar a una de cada tres o cuatro personas, que salen de votar, la gente de campo empieza a entrevistar en hilera –por estar cansada, por tener el tiempo encima, por inexperiencia simple y llana, algo muy común ese día, en que la escasez de encuestadores obligó a las firmas a contratar a gente que no era profesional”. Tello termina su disertación con un contundente diagnóstico: “En todo caso, la idea de privilegiar la magnitud era totalmente equivocada. Importa la calidad, no el tamaño de la muestra –y el tamaño va con frecuencia contra la calidad”.

Aclaro a los lectores de Tello que en un ejercicio muestral importan las dos cosas, la calidad y el tamaño de la muestra. Que del tamaño de la muestra depende la magnitud del error de estimación y, en consecuencia, la precisión de los estimadores resultantes. Que en una contienda muy cerrada, como previmos que sería la del 2 de julio, se busca minimizar el error de estimación y por ello es necesario incrementar el tamaño de la muestra. Nuestra muestra fue de 889 secciones electorales, en las cuales los entrevistadores levantaron 38 mil 618 entrevistas. Si trabajar con una muestra grande es una idea equivocada, le sugiero a Tello que le pregunte al IFE por qué utilizó un tamaño de muestra de 6 mil secciones electorales. Debería Tello instruir a los distinguidos miembros del Comité Técnico Asesor del Conteo Rápido del IFE para que no vuelvan a repetir tal osadía, porque “el tamaño va con frecuencia contra la calidad”.

Para información de los lectores abundo ahora sobre la calidad de nuestro operativo de campo. Covarrubias y Asociados es la única empresa, de todas las que realizaron ejercicios muestrales el 2 de julio, que cuenta con Certificación Internacional ISO 9001-2000. Esto implica que todos nuestros procesos son verificables porque contamos con los documentos que avalan las acciones instrumentadas para la planeación, supervisión y control de nuestro operativo de campo, tales como: contrato con grupo de asesores para reclutamiento de personal de campo, manuales de capacitación de entrevistadores y supervisores, bitácoras de campo, contratos individuales de las más de mil personas que integraron el operativo de campo, registro del simulacro de operación del día anterior a la elección, registro de concordancia sección a sección entre resultados transmitidos para el conteo rápido y resultados publicados por el IFE, la totalidad de las boletas originales y los cuestionarios levantados en la encuesta de salida.

Ya se ha puesto en tela de juicio la confiabilidad periodística de Carlos Tello cuando afirma, sin demostrar sus fuentes de información y en contra del testimonio de los actores de la escena, que Andrés Manuel López Obrador reconoció que perdió la elección. Ahora yo pongo en duda su seriedad por ponerse a hacer diagnósticos técnicos sin conocer nada del tema, basándose en dichos comunes oídos ya cientos de veces por los encuestadores y sin siquiera allegarse de la documentación que pudiera ayudarle a probar sus aseveraciones. ¿Por qué o para qué hace todo esto? ?



* La autora es presidenta de la empresa encuestadora Covarrubias y Asociados.