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jueves, febrero 01, 2007

Un gran éxito de la gente. Se desenmascaró al pelele





Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón y Helguera.

La marcha de ayer cumplió más que cabalmente con su cometido, reunió a decenas de miles de personas que ejercieron su derecho constitucional a manifestar libremente sus ideas y a luchar por sus intereses. A siete meses de las elecciones federales de 2006 es todo un acontecimiento, no sólo por el hecho de que se juntara tanta gente en un día laboral, a mitad de semana y en quincena, sino porque lo hizo en al menos 14 entidades más del país. Y todo a contrapelo de la intensa campaña en los medios de comunicación paleros que insistían en que ya se estaba haciendo algo para bajar el precio de la tortilla (lo cual es una mentira 8.50 pesos por kilo no es lo que costaba en noviembre del año pasado) y en exagerar los desacuerdos entre los organizadores de la marcha para desanimar la participación. Es un gran logro y debemos felicitarnos por ello.

Ni en los días de los campamentos, ni en la megamarchas contra el fraude electoral se había conseguido lo de ayer. Unir a otras entidades del país en un objetivo común: Alto a la carestía, especulación y aumento indiscriminado de precios, pactados entre los empresarios del fraude y el gobierno del fraude. Se rompió en verdad el cerco informativo –que es descomunal- y el ánimo de las personas fue reclamar sus derechos, no conformarse con lo que los lectores de noticias, el Consejo Coordinador Empresarial (que dijo que la marcha era populismo) y los spots de usurpador Felipe Calderón Hinojosa pretenden hacernos creer.

De esta manera queda muy claro que el movimiento crece de manera paulatina, que es lo que más importa, pues no se trata de una llamarada de petate, sino de un fuego que alcanzará –más temprano que tarde- todos los rincones del país. Y así cambiar de una vez por todas las podridas “instituciones” que tenemos por unas que sirvan a la gente.

A manera de muestra está que hoy jueves 1 de febrero de 2007 los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación –quienes reciben ingresos cercanos al medio millón de pesos mensuales de nuestros impuestos- decidieron posponer la votación sobre si ese tribunal colegiado investiga las violaciones a los derechos humanos ocurridas en San Salvador Atenco los días 3 y 4 de mayo de 2006, cuando elementos de las policías federal y municipal cercaron y saquearon la localidad deteniendo de manera anticonstitucional a más de 200 personas.

El ministro ponente –quien elaboró el dictamen para su votación- Sergio Aguirre Anguiano propuso que la corte no atrajera el caso pues las denuncias ya se habían hecho y el pueblo estaba en calma –mismas que han quedado en el olvido pues ningún mando ni federal ni estatal ha sido molestado y la impunidad a casi un año impera en el caso- y que al ocuparse del asunto podría reavivarse el problema.

Para desmentirlo habitantes de Atenco se manifestaban a la afueras del recinto para exigir justicia del máximo tribunal del país.

Si esa es la postura de la corte en un caso que fue televisado, fotografiado y del que se poseen innumerables documentos, imaginémonos de los casos como el de Acteal en Chiapas, donde los inmejorablemente bien pagados “ministros” no han dicho ni una palabra. Esa es la justicia que prevalece en México, la del poder, de los intereses particulares y de grupo y la del dinero. Una justicia corrupta hasta la médula.


A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.



http://www.proceso.com.mx



Calderolandia

josé gil olmos

México, D.F., 31 de enero (apro).- En el mundo de Felipe Calderón, México es el paraíso de las inversiones, el país de la seguridad, el lugar donde se respira la libertad y la democracia, en fin, el espacio ideal para hacerse rico. A eso fue a Davos, España e Inglaterra, a cumplir el mismo rito de los últimos tres presidentes, a vender la imagen de un país que está muy lejos de su imaginario.

Cuando vemos cómo los últimos cuatro presidentes, incluyendo a Calderón, van a Europa a tratar de vender la imagen de un país que no corresponde a la realidad, lo que nos queda es un mal sabor de boca. Son como aquellos vendedores de Tepito, los merolicos, que intentan vender un producto irreal para un comprador avezado que sabe de antemano que todo eso que le ofrecen son simplemente falacias.

Calderón fue a ofrecer la imagen de un país en paz y tranquilidad, y fue por eso entonces que se realizaron los operativos en contra del narcotráfico. Es decir, no fueron para detener esta delincuencia que en el sexenio de Vicente Fox cobró la vida de 9 mil personas, sino para aparentar, para disfrazar la realidad. Lo mismo ocurrió con los operativos policiaco-militares en Oaxaca que no fueron para resolver un problema que tiene como origen la pobreza y la marginación, sino sofocar un movimiento popular y atraer al turismo que se fue por miedo.

Desde Carlos Salinas hasta Calderón no ha cambiado nada la receta que han seguido los presidentes mexicanos. Una vez que se ungen realizan una gira de promoción comercial en el extranjero ofreciendo todo a cambio de nada.

Habría que preguntar a Calderón y su equipo qué fue lo que consiguieron en su viaje a Europa la última semana, porque hasta donde es posible ver, las principales noticias refieren que lo más importante o lo que llamo más la atención fueron las declaraciones que el presidente mexicano hizo en contra de sus homólogos de Venezuela y Bolivia por las nacionalizaciones que han hecho últimamente.

¿Qué caso tenía entrar a una guerra de declaraciones al estilo de Fox, cuando la verdad es que simplemente se trataba de ofrecer un país como una mercancía más barata y segura? ¿Acaso Calderón peca de inocente e ignora que si una cosa saben en los gobiernos de los países es que México vive desde hace 25 años las consecuencias de la apertura indiscriminada de sus fronteras al mercado mundial?

De acuerdo a datos oficiales desde 1980 México presenta graves rezagos sociales no obstante que el cambió de modelo económico de sustitución de importaciones por la apertura de las fronteras al comercio mundial: sólo 35 por ciento de la población tenía entonces niveles de nutrición aceptables y 19 por ciento presentaba cuadros crónicos de desnutrición; 23 millones de mexicanos mayores de 15 años (58 por ciento) no habían concluido la escuela primaria y 6 millones carecían en general de instrucción; 45 por ciento de la población total (30 millones de mexicanos) no tenían cobertura médica o asistencial de ningún tipo, y sólo 38 de cada cien viviendas contaba con agua entubada, drenaje y electricidad. Además, 35 por ciento de los hogares tenía ingresos menores al salario mínimo.

México históricamente ha sido un país donde la condición de desigualdad ha sido aguda: en 1950 el 10 por ciento de mayores ingresos era 18 veces más rico que el 10 por ciento más pobre; para 1970 esta relación había llegado a 27 veces, y en 1986 a 36 veces. Hoy sólo 300 familias concentran la mayoría de la riqueza nacional y de estos unos cuantos están en las listas de los hombres más ricos del mundo, entre ellos Carlos Slim en tercer lugar.

No se puede negar que en las últimas décadas los gobiernos han aumentado los paliativos en contra de la pobreza. Por ejemplo, el presupuesto destinado a los programas de superación de la pobreza para 2006, tuvo un crecimiento, en términos reales, de 70.5% respecto al año 2000, mientras que el gasto público en desarrollo social pasó de 8.9% del PIB en promedio durante 1996-2000, a 10.1% del PIB durante 2001-2005.

Asimismo, de cada 10 pesos del presupuesto de gasto programable, 6.3 se destinaron a impulsar a los sectores menos favorecidos. Según los datos oficiales, 5.6 millones de mexicanos superaron la pobreza alimentaria extrema, entre el 2000 y 2004 y 25 millones de mexicanos, de los más pobres, reciben apoyos en educación, alimentación y salud.

A pesar de ello, tampoco nadie puede negar que producto de los modelos económicos que se han impuesto a México desde hace medio siglo, la pobreza no ha disminuido sino que ha aumentado.

Más allá de las cifras maquilladas el 70 por ciento la población mexicana sufre la pobreza y eso es lo que Calderón, trató de ocultar ante los ojos curtidos de los países más ricos del mundo quienes tienen nuevos intereses: las riquezas naturales (energética principalmente), mano de obra calificada y barata, paraísos fiscales y control social.

¿Acaso no fue esto lo que ofreció Calderón en las reuniones privadas en Davos? La privatización energética, una reforma fiscal acorde a los intereses de las trasnacionales, mano dura a través del Ejército y una población joven desempleada, son las mejores ofertas que seguramente hizo Calderón al mejor postor.


Esta otra colaboración fue tomada del periódico La Jornada.


http://www.jornada.unam.mx



Calderón: la colonialidad en Davos

John Saxe-Fernández


La gira de Felipe Calderón por Europa y su intervención en Davos, Suiza, en el cónclave anual del alto capital, amerita atención, al menos por dos razones: 1) por el gran contraste entre la realidad nacional y regional, y el intervencionismo de Calderón al atacar ahí a los gobiernos de Venezuela, Argentina y Bolivia, provocando legítimas respuestas que los medios, e incluso políticos de izquierda como Marcelo Ebrard, luego presentan como agresiones a México; y 2) por su acato a los cánones de la política exterior y de seguridad del gobierno de Bush, articulando de paso los intereses de la oligarquía local y de los entes extranjeros en pos del "manejo" del portafolio de negocios y contratos de Pemex y CFE.

No faltó en la gira el añejo discurso "librecambista" y el fomento de la inversión extranjera. Y mientras se presentó como el adalid del "futuro", en casa recorta el presupuesto en educación, ciencia y tecnología al tiempo que hambrea al pueblo, desatando una auténtica guerra de clase centrada en la "liberación" de precios de la canasta básica y la más rigurosa contención salarial. Es la receta del FMI-Banco Mundial: "Estatismo-contratismo" para los de arriba, con subsidios, rescates fraudulentos y ruinosos de la hacienda pública y exenciones fiscales; y para los de abajo, la "mano invisible" ­en especial la del "libre mercado" de la tortilla, frijoles, carne y leche­ sustentada en un puño policial-militar, armado y adiestrado por EU.

La prensa y los medios electrónicos registraron el repudio a Calderón en las calles europeas por los cada vez más numerosos mexicanos que tienen que migrar (¿acaso el "libre mercado" generó empleo aquí?), en rechazo a las sistemáticas y generalizadas violaciones de los derechos humanos y políticos de la población, en especial de Oaxaca y del liderato de la resistencia civil al gobernador de esa entidad. Además, bajo la cubierta de una campaña "antinarcóticos y contra el crimen organizado", en consonancia con los compromisos de facto contraídos por Fox con la ASPAN, Calderón impulsa un "estado de excepción" con el despliegue de fuerzas policial-militares en varios estados de la Federación, afectando derechos básicos consagrados en la Constitución: una riesgosa compensación por su orfandad de legitimidad electoral. Usa las fuerzas armadas de México con fines partidistas y en funciones policiales y de represión, lejos de las que son propias a la defensa nacional.

Para superar la percepción de que el suyo es un régimen de usurpación electoral, asentado en la opacidad, en la facciosa intromisión de Fox y de la IP en los comicios y el envilecimiento del IFE y del TEPJF (y por su propia torpeza al rechazar la propuesta de AMLO para el recuento "voto por voto", para lograr la certidumbre electoral), Calderón induce: a) peligrosas perturbaciones en la ecuación cívico-militar; b) un alineamiento con la política exterior y de seguridad de Bush afectando los cimientos constitucionales y del derecho penal internacional de la política exterior mexicana. Es notoria la sincronía de los ataques de Calderón, John Negroponte y Fox contra Chávez y Morales por la defensa de sus hidrocarburos. Y c) un acentuado sometimiento al Departamento de Justicia estadunidense y su administración penal.

El represor Negroponte planteó que el TLCAN-ASPAN se use para sujetar a EU la política exterior y de seguridad del país, y William Colby, ex director de la CIA, anticipó a Calderón al proponer que México no necesita fuerzas armadas para la "defensa nacional", sino de un cuerpo policial-militar "para la seguridad interior". Su voz no fue la del futuro, sino la de la colonialidad de los dueños del país a los que tanto debe y sirve; la diferencia entre una nación soberana y una colonia, dice Hans Kohn de la escuela de Schumpeter, es que la colonia no hace política exterior o de defensa nacional ni controla la hacienda pública. De eso se encarga la metrópoli.

En lo regional, la torpeza del discurso "democratizador" de Calderón es notable: mencionó supuestas carencias democráticas en Venezuela y Bolivia, cuyos gobiernos, como le aclaró Lula en Davos, vienen de victorias electorales rotundas, avaladas por observadores internacionales. Calderón exhibió por las azoteas de Europa y América Latina, sus lastimosos y desaseados trapos comiciales.

Además, patrocinó el librecambismo, ironía de ironías, ante quienes controlan los mayores monopolios y sectores oligopólicos, presentes en Davos. La "colonialidad" de Calderón fue patética: se persigna con la doctrina del status quo, cuyos resultados concretos perpetúan las pautas asimétricas de explotación establecidas entre el centro capitalista y su saqueada periferia, en busca de mano de obra barata y de recursos naturales estratégicos. Es la fórmula para mantener la sujeción y administración colonial impuesta por los acreedores a través del FMI-BM-BID y, más básico aún, es el arma ideológica de las potencias para evitar que nuestros países apliquen su propia agenda para el desarrollo.