progressif

viernes, enero 12, 2007

Demostrada la incapacidad y corrupción del pelele



Tomados de La Jornada, Rocha y Helguera.

La situación de pelele se complica cada día. Mientras sus “colaboradores” afirman no poder hacer nada para frenar las alzas especulativas él “ordena” traer maíz de donde sea para evitar los precios altos. Se trata pues de un Estado de caricatura con figuras de cómic al frente. Para violar los derechos fundamentales y saquear al país se amparan en el sacrosanto Estado de derecho, pero para cumplir con la función primordial del Estado que es velar por los intereses del pueblo, dicen que no cuentan con las herramientas necesarias. Pregunto: ¿entonces de qué sirve el Estado? ¿Será que es nada más para que una pandilla de fascinerosos roben? Por si no lo saben el Estado se creó para evitar precisamente eso. La ingobernabilidad y que cada quien haga lo que quiere. Se trata pues, de un pacto entre la población para darse leyes que sean iguales para todos y que todos deben obedecer o padecerl. Eso es en realidad el Estado de derecho y no como ahora que cualquier especulador, ya sea en la bolsa –llámese Roberto Hernández ex de Banamex- o en los medios de comunicación –llámense Azcárraga Jean o Salinas Pliego- Suprema Corte de Justicia de la Nación –llámese Azuela Güitrón- etcétera, realicen jugosos negocios al amparo de la impunidad y la corrupción.

Por si algo faltara para evidenciar la corrupción que priva en las altas esferas políticas, empresariales y judiciales del país, ayer se reunieron con el usurpador Felipe Calderón Hinojosa los principales “ejecutivos” de Televisa, encabezados por su dueño Emilio Azcárraga Jean para ajustarle las cuentas e impedir la instalación de una tercer cadena de televisión. El encuentro tuvo lugar luego de que la víspera el espurio recibió a gente de General Electric que le demandó la apertura para otra red nacional de televisión abierta.

Y como el Partido Acción Nacional (PAN) predica con el ejemplo, Ramiro Arteaga secretario general de ese instituto político en Guerrero –señalado como partícipe en el asesinato de un legislador panista en ese entidad-, no se presentó ante las autoridades a pesar que él y la dirigencia nacional de su partido así lo prometieron. Lo que primero busca es un amparo, pero el presunto homicida del diputado panista Jorge Bajos Valverde declaró que el huidizo político fue quien manejó el vehículo que lo condujo a su víctima. Recuerdan los asesinatos entre priístas, pues el PAN en todo a superado a su maestro.




En seguida una colaboración tomada del diario La Jornada.


http://www.jornada.unam.mx



Calderón: la tentación totalitaria

Jorge Camil


La reciente aparición de Felipe Calderón con chaqueta y gorra militar es preocupante, porque fortalece la creencia de que el régimen descansa cada vez más en las fuerzas armadas. Y aunque la salida fácil es la "guerra contra el narcotráfico", un tema que aplaudimos todos los mexicanos, por más que tenga matices parecidos a la "guerra contra el terrorismo" del señor Bush, es imposible separar el apoyo militar del acrimonioso conflicto electoral de 2006. En este contexto, la gorra de cinco estrellas pudiese estar más bien destinada a fortalecer la figura presidencial. (¿Quién se atreve a meterse con el comandante supremo de las fuerzas armadas?)

Tras el desastroso final de Vicente Fox se especulaba que Calderón iniciaría su mandato con algún hecho espectacular destinado a restablecer el orden, asegurar la gobernabilidad y comenzar a ganar la presidencia desde la presidencia. Algunos imaginaron que rompería el duopolio televisivo e iniciaría acciones legales contra los hijos de Marta Sahagún y el ex gobernador del estado de México. Se hablaba de tempranas iniciativas de ley destinadas a fomentar la competencia económica como paso inicial para erradicar los principales monopolios empresariales. Pero no. Aún no. Quizá jamás lleguen a materializarse en este sexenio las acciones surgidas del imaginario popular, de ese terco deseo de que las cosas cambien, de que lleguemos finalmente a la meta de esta interminable transición democrática. Calderón, en cambio, recurrió a la fuerza militar con excusa de perseguir al narcotráfico en su estado natal y reprimir el movimiento popular en Oaxaca. Y en cuanto al tema económico, propuso un raquítico Presupuesto de Egresos que indica la decisión de continuar privilegiando las finanzas por encima de programas sociales y culturales.

Si el prematuro uso de las fuerzas armadas mostró a un mandatario dispuesto a gobernar con el dedo en el gatillo, el rígido Presupuesto de Egresos, un documento sin pena ni gloria, anunció una presidencia opaca en la que el férreo control económico y administrativo será la prioridad de un régimen claramente neoliberal. Cero déficit, cero deuda, cero tolerancia. El Presidente se presentó como un avaricioso pater familias que gasta con cuentagotas el dinero que ingrese a las arcas de la nación. En un entorno así, los recortes sustanciales en educación pública, ciencia, tecnología y cultura nos dan la medida del hombre: ¡Adolfo Ruiz Cortines en pleno siglo XXI! Sin embargo, en cuanto al uso indiscriminado de la fuerza pública, que pudiese llevar al Presidente a caer en la "tentación totalitaria" de otras épocas, la decisión chocaría con las barreras levantadas durante nuestra inacabada transición democrática. La represión al estilo del rabioso Gustavo Díaz Ordaz, o del autoritario Luis Echeverría, independientemente del motivo, sería impensable de cara a los resultados electorales del 2 de julio. Una ventaja de medio por ciento, proveniente de un tercio del padrón electoral, difícilmente sirve de base popular para justificar el uso continuo e inconstitucional del Ejército para labores propias de los cuerpos policiacos.

Antes de caer en la tentación de regresar al pasado, el Presidente debería considerar que el régimen priísta, el modelo a seguir, contaba con un pacto social no escrito, y el consentimiento tácito de la mayoría, además de indisolubles lazos clientelares con obreros, campesinos y fuerzas populares. Más importante aún, ejercía un férreo control de facto sobre los medios de comunicación. Ese control, no obstante la censura y las veladas advertencias del actual secretario de Gobernación, sería insostenible frente a una libertad de expresión ganada en buena lid por los medios independientes en el contexto de la avasalladora revolución digital. (El presidente de Google, el buscador cibernético, declaró recientemente que el Internet constituye hoy día una garantía de libertad de expresión y democracia. Y tiene razón, porque en un mundo de youtube.com, flickr.com, myspace.com e innumerables blogs personales, en el que millones de noticias, fotos y videos se intercambian diariamente por usuarios privados alrededor del mundo, ¿cómo se podría detener el flujo de noticias de México al exterior y viceversa?)

Por otra parte, cualquier represión sin base popular, sujeta a la convenenciera alianza con el PRI, tendría que salir de una inopinada decisión de jugarse el todo por el todo. Calderón, un panista de la vieja escuela, de los que creían en la "brega de eternidad", se refugió al final en un gabinete partidista e incumplió su promesa de construir un verdadero gobierno de coalición. Continúa ostentándose como un gobernante abierto al diálogo, pero en la práctica designó a un secretario de Gobernación de línea dura con historial en Amnistía Internacional, y sigue privilegiando una preocupante relación con las fuerzas armadas.

¡Que no se equivoque el Presidente!, los Díaz Ordaz y los Echeverría quedaron sepultados en Tlatelolco. Hoy, el poder político se gana sólo con diálogo, convencimiento y democracia.




A continuación un análisis tomado de la revista Proceso.


http://www.proceso.com.mx


Calderón y Cuba

josé gil olmos

La Habana, 11 de enero (apro).- Claridosos al hablar de México, los cubanos miran desde la isla los problemas que enfrentaremos los mexicanos con Felipe Calderón. “Va a estar difícil” dicen moviendo la cabeza. “Será peor que el otro”, sentencian.

Metidos en su propia crisis política y económica, producto del bloqueo económico estadunidense y, a últimas fechas, de la enfermedad de Fidel Castro, de la cual no se sabe casi nada porque se trata de un “secreto de Estado” --aunque todos dicen que es “cáncer” en el estómago--, los cubanos no dejan de observar hacia México y cuando lo hacen mueven la cabeza de un lado a otro, preocupados.

Casi todos con los que hablé en las últimas dos semanas en La Habana y Santiago, tienen la impresión de que Calderón agudizará la crisis social en México; y Oaxaca, dicen, es la señal.

“Con el otro –refiriéndose a Vicente Fox--, México iba mal, pero con este…. Va a estar difícil”, repiten comiéndose las “s”, cuando ven las noticias en el telediario de las 20:30 horas que aún genera la represión en Oaxaca.

Entre los problemas que tendremos los mexicanos con Calderón y que los isleños vaticinan con esa especie de clarividencia santera y política, es que las relaciones entre ambos países no van a mejorar. Al contrario, empeorarán. Si Fox hablaba y actuaba de manera irreflexiva, Calderón sabe lo que hace y no va estar en contra de los mandatos de Estados Unidos.

“La derecha, compañero, está avanzando en México y Andrés Manuel ¿Dónde está?”, pregunta un viejo militante del Partido Comunista, quien, sentado en su “tumbona”, una especie de silla que se desdobla hasta convertirse en un pequeño sofá playero, prevé que el nuevo gobierno del PAN también dará la espalda a la responsabilidad social del Estado y se dedicará a fortalecer su permanencia con el apoyo de los empresarios.

Eso me lo dijo hace dos semanas. Hoy el aumento a los principales productos de la dieta mexicana (tortilla, leche y huevo) le dan la razón.

Como Ernesto Zedillo en 1994, hoy Calderón empieza su gobierno con decisiones que atentan a la economía familiar, provocando en desasosiego social.

Es evidente que el aumento al precio de estos tres productos traerá una cascada de aumentos en los precios de otros más y aunque Calderón ya prometió que hará todo lo que esté a su alcance para que esto no ocurra, sus declaraciones tienen más retórica y demagogia que promesas por cumplir. Esa historia ya es conocida entre los mexicanos.

Las decisiones que Calderón está tomando no son producto de una ocurrencia, son parte de un proyecto económico y político en el cual la responsabilidad social del Estado tiene poco peso. La visita que hizo a Nicaragua recientemente, a la toma de posesión de Daniel Ortega, tuvo como intención dar la apariencia de que su gobierno rebasaría por la izquierda las propuestas hechas por López Obrador.

Pero no ha pasado ni un mes de gobierno para que Calderón muestre el verdadero perfil de su gobierno: represión a los movimientos populares como el de Oaxaca y un alejamiento con los grupos sociales más necesitados.

Sentado en la silla presidencial Calderón no puede dejar de ver la crisis social que van a generar estas medidas impopulares. Sobre todo si tomamos en cuenta que ya empiezan a verse señales de una crisis política en su propio partido, donde, como nunca, se registran ajusticiamientos entre sus integrantes.

Es temprano para afirmarlo, pero, a reserva de que el tiempo lo confirme, los cubanos tienen la razón: Los mexicanos vamos a estar en problemas con este presidente.