Peña Nieto a los altares*
Tomados de La Jornada, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Álvaro Delgado
MÉXICO, D.F. (apro).- No se avizoran sorpresas: La lógica de
los hechos apunta a que, en unos días, el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación (TEPJF) declarará válida la elección presidencial y el priista
Enrique Peña Nieto –un político anodino tripulado por capos– será ungido
presidente electo.
Las quejas, denuncias e impugnaciones que han ido
desahogando el Instituto Federal Electoral (IFE), la Fiscalía Especializada y
el propio TEPJF anticipan que, al mismo tiempo que gobernará desde el 1 de
diciembre, podría iniciarse un proceso de beatificación para llevar a Peña
Nieto a los altares como el primer político santo de México.
Vale el sarcasmo porque, conforme a las decisiones que han
venido tomando las instituciones involucradas, todo apunta a que Peña y el
Partido Revolucionario Institucional (PRI) hicieron una campaña perfecta, no
sólo dentro de los márgenes de la legalidad y los mayores estándares
democráticos, como en Suiza, sino inmaculada, casi celestial.
Que no haya ingenuidad ni autoengaño: La ley y las
instituciones están diseñadas para garantizar la impunidad en la comisión de
delitos electorales, entre ellos el rebase de gastos de campaña para, por
ejemplo, comprar el voto de los mexicanos más vulnerables por la pobreza.
Lo de menos es si son contundentes las pruebas o los
indicios de conductas delincuenciales en la elección presidencial, y no importa
si se acreditan multimillonarias triangulaciones financieras –fácilmente
rastreables por la autoridad– o si se exhiben chivos y gallinas.
A estas alturas ni los que pegan para que les paguen pueden
negar que el IFE y el TEPJF están capturados por el PRI y el PAN –con migajas
para el PRD–, coludidos a su vez con los poderes económicos y mediáticos que
impusieron a Peña como antes a Felipe Calderón.
Son los mismos que, tras la elección de 2006, diseñaron la
ley que otorgó al IFE mayores atribuciones para vigilar los gastos de campaña
de los candidatos, pero cuya fiscalización sólo puede concluir un año después
de la elección. Y peor: si se detectan rebases de los topes o aportaciones
ilegítimas no habría nada que hacer, porque no se prevé la destitución de
ningún cargo de elección popular por esa razón.
Aun si Peña violó la legislación electoral y recibió
aportaciones de sujetos prohibidos por la ley –empresas mexicanas de carácter
mercantil, partidos políticos, personas físicas y morales extranjeras,
organismos internacionales, ministros de culto e iglesias de cualquier
religión, personas que vivan o trabajen fuera del país, dependencias públicas
de los tres órdenes de gobierno, entre otros–, se sabrá cuando ya no haya
ninguna consecuencia.
Pero por ahora, según el IFE, Peña merece ser santo…
Apuntes
En los meses recientes MVS diseñó una reestructuración de su
barra programática, debido a que el único programa rentable es el noticiero de
Carmen Aristegui, a quien Joaquín Vargas, presidente de ese grupo mediático,
reconoció haber despedido, en febrero de 2011, por orden de Felipe Calderón.
Conforme a ese plan, dejarían sus espacios Gloria Calzada, Jairo Calixto y
Susana Moscatel, así como Luis García y Christian Martinoli, comentaristas
soeces. El locutor Ezra Shabot, a quien Vargas contrató para “equilibrar” a
Aristegui y congraciarse con Calderón, será otra baja si es que se mantiene el
plan diseñado antes del choque de MVS con Calderón por el “rescate” que éste
hizo de la banda de 2.5 ghz.
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter:
@alvaro_delgado
*Tomado de la revista Proceso.
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