La hora de la sociedad*
Tomados de La Jornada, Hernández, El Fisgón, Helguera y Rocha y El Universal, Helioflores.
John M. Ackerman
MÉXICO, D.F. (Proceso).- México no avanzará hasta que la
clase política, los poderes fácticos y los funcionarios públicos cuenten con un
contrapeso social suficientemente fuerte para obligarlos a velar por el interés
público en lugar de sus negocios personales. El cambio necesario no vendrá
desde las cúpulas del poder sino desde la movilización ciudadana. Las
“instituciones” son importantes en cualquier democracia, pero solamente
funcionan cuando están sometidas a una fuerte presión social.
El generoso periodo entre la jornada electoral y la toma de
posesión del nuevo presidente es una oportunidad de oro para la articulación de
un amplio movimiento social. Si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación (TEPJF) acata las órdenes del Consejo Coordinador Empresarial y
valida sobre sus rodillas la elección de Enrique Peña Nieto, todavía habrán
tres largos meses para construir una fuerza social suficientemente grande para
resistir los embates que vendrían en contra de la libertad de expresión, los derechos
humanos, los derechos laborales y la industria petrolera nacional. Este periodo
también serviría para construir un proyecto ciudadano nuevo que limita y
reparte el poder social, económico y político hoy en manos de los monopolios y
los poderes fácticos y entregado a los intereses de Estados Unidos.
La oportunidad para la sociedad se ampliaría aún más si el
TEPJF decide extender el periodo necesario para calificar la elección
presidencial o, en su caso, invalida la elección con base en las pruebas aportadas
por Andrés Manuel López Obrador o adquiridas por el mismo tribunal con base en
sus amplias facultades de investigación. Un eventual gobierno interino no
implicaría crisis política alguna, sino que solamente extendería durante unos
meses más el “interregno” entre el gobierno saliente y el entrante que ya
existe en los hechos. Tal situación podría ser la oportunidad ideal para la
construcción de un nuevo pacto nacional, o incluso un nuevo Congreso
Constituyente, desde la sociedad y sin la manipulación propia de los políticos
y los burócratas.
Hay que celebrar entonces que el movimiento #YoSoy132 haya
decidido ampliar su lucha más allá de solamente los temas de la imposición de
Peña Nieto y la manipulación mediática. En su manifiesto del pasado 27 de julio,
señalan seis prioridades: 1) Democratización y transformación de los medios de
comunicación, información y difusión, 2) Cambio en el modelo educativo,
científico y tecnológico, 3) Cambio en el modelo económico neoliberal, 4)
Cambio en el modelo de seguridad nacional y justicia, 5) Transformación
política y vinculación con movimientos sociales, y 6) Derecho a la salud.
Este manifiesto tiene muchas similitudes con las
conclusiones de las mesas de discusión para un nuevo “Pacto Ciudadano por la
Paz con Justicia y Dignidad” celebradas en Ciudad Juárez el 10 de junio de
2011. En aquel momento, los movimientos solidarios con Javier Sicilia exigían,
entre otros puntos, el esclarecimiento de los orígenes de las fortunas de
Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Elba Esther Gordillo; la
cancelación de la Iniciativa Mérida y de toda “asesoría policiaco-militar” de
Estados Unidos; el retorno inmediato del Ejército a los cuarteles así como
someter a juicio político a Calderón, Genaro García Luna y Javier Lozano.
También demandaban democratizar y contar con espacios para la sociedad en los
medios de comunicación electrónicos, expresaban su rechazo total a la reforma
laboral y a la Ley de Seguridad Nacional, y pedían la cancelación de las
concesiones mineras a empresas corruptas e irresponsables. Asimismo,
cuestionaban las supuestas “candidaturas ciudadanas” y defendían la revocación
de mandato como el elemento prioritario de una eventual reforma política.
Las mesas de Juárez fueron criticadas duramente por analistas
cercanos al régimen por romper con “la pureza de un discurso ciudadano emanado
del dolor” e incluso desconocidas públicamente por el mismo Javier Sicilia.
Pero ahora regresan con fuerza en la voz de los jóvenes.
Es también una excelente noticia que el movimiento #YoSoy132
empieza a estrechar lazos con otros movimientos sociales, como el Frente de
Pueblos en Defensa de la Tierra, de Atenco, y el Sindicato Mexicano de
Electricistas, entre otros. El emergente Frente Nacional Contra la Imposición podría
ser precisamente el vehículo social que tantos han esperado para articular una
voz unida de protesta y propuesta a lo largo y ancho del país.
Recordemos que las “megamarchas” tan exitosas de las semanas
pasadas no fueron convocadas por #YoSoy132, sino que surgieron de manera
espontánea de las profundidades del descontento social que cada día se hace más
presente. Las protestas la semana pasada en Nueva York, y anteriormente en
Washington, DC, en contra de Carlos Slim demuestran que el descontento se internacionaliza
y que también se diversifica más allá de Televisa para incluir a los otros
poderes fácticos del país.
Una vez más han surgido críticas malintencionadas que buscan
dividir el movimiento al lamentar que la “pureza” de los estudiantes se mezcle
con los “revoltosos” de los otros movimientos. Pero estas críticas están
basadas en un lamentable clasismo que busca debilitar este esfuerzo social y
afortunadamente han sido ignorados por la mayoría de sus integrantes.
Otro gran acierto del movimiento ha sido la ausencia de
liderazgos individuales. Así se complica sobremanera la cooptación de parte del
gobierno y los medios de comunicación. También permite que los esfuerzos se
articulen en función de causas en lugar de personas.
Se ve la luz al final del túnel. Son los jóvenes y la
sociedad, no las “instituciones” electorales y el candidato del PRI, quienes
merecen nuestra confianza y el beneficio de la duda. En ellos está la semilla
de una nueva república.
Twitter: @JohnMAckerman
*Tomado de la revista Proceso.
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