Cuando los excesos son excesivos*
Tomados de La Jornada, Helguera, El Fisgón y Rocha y El Universal, Helioflores y Naranjo.
Octavio Rodríguez Araujo
No deja de ser una paradoja que, cuando todos los gobiernos
defienden el reino de los mercados y de la libre empresa, en Australia se
ordene la eliminación de las marcas (con sus logotipos) de los cigarrillos.
¿Dónde quedan los derechos de propiedad intelectual? Éstos significan, por si
alguien no lo sabe o no lo recuerda, las invenciones, las obras literarias y
artísticas, los símbolos, los nombres, las imágenes y los dibujos y modelos
utilizados en el comercio. En lugar de los logos de las empresas tabacaleras se
pondrán en las cajetillas de cigarros pictogramas de los supuestos daños que
produce el tabaco, entre más feos mejor.
Si se hiciera lo mismo con todos los productos peligrosos
tendrían que incluir a los automóviles, las bebidas alcohólicas, las hamburguesas
y miles de mercancías nocivas a la salud y a la integridad de sus usuarios o de
sus víctimas. Los automóviles llevarían en las puertas grandes fotografías de
choques, atropellados, etcétera; las botellas de licor, de vino y de cerveza
llevarían hígados deshechos por cirrosis y cáncer, mujeres golpeadas o violadas
por hombres borrachos y muchos otros efectos del alcohol, y en los comercios
tendríamos que fijarnos muy bien si el auto que queremos comprar es un Ford, un
Nissan, un Mercedes Benz o un Ferrari, igualmente tendríamos que leer con
cuidado si la botella que queremos es de güisqui, de ron o de tequila, y
también qué marca es y de cuántos años de envejecimiento. Los bolígrafos, que
también sirven para enterrárselos en la garganta a los que nos caen mal o nos
agreden, deberán llevar la foto de una persona desangrándose con un bolígrafo
clavado en la carótida. Ni qué decir de los medicamentos que, según La Jornada
del miércoles pasado, son de origen ilícito en 60 por ciento, para no hablar de
los terribles efectos secundarios tanto de los ilícitos como de los lícitos.
Las cajas de los antinflamatorios deberían traer una foto de una persona con
diarrea o de otra con úlceras en el estómago. Entre más asquerosas, mejor.
Pero la medida tomada en Australia, que rápidamente aplaudió
la doctora Chan, directora de la Organización Mundial de la Salud, no sólo es
contraria al mercado (hasta ahora sólo de los productores de tabaco), sino que
facilita el contrabando y el mercado negro de cigarros producidos en otros
países sin control de calidad y donde en lugar de tabaco tratado bajo
estándares internacionales se producen con cualquier marranada.
The Irish Sun del 13 de agosto señaló que el comercio ilegal
de tabaco le significa a la Unión Europea más de 10 billones de euros al año
que no recauda Hacienda y que mundialmente se pierden de 40 a 50 billones de
euros al año que debieran pagarse por impuestos al tabaco. La misma fuente dice
que el mercado negro de cigarrillos es el número uno a escala mundial. Tan
importante es el trasiego de cigarros de contrabando que con las ganancias los
grupos criminales –cita la fuente– se financian para el mercado ilegal de
drogas y de armas. En Australia ya se advirtió que con las medidas adoptadas
(de uniformar todas las cajetillas) el contrabando venderá su producto más
fácilmente, pues los productores de Europa del este, de Chipre, de Malasia, de
India, de Paraguay, etcétera, ni siquiera tendrán que falsificar logos ni
exponer las cantidades de alquitrán, nicotina y monóxido de carbono que
contiene el humo de un cigarrillo encendido. Todas las marcas se confundirán y
lo único que se destacará en las cajetillas serán fotografías exageradas de los
efectos del consumo de tabaco.
El negocio del siglo será producir cigarreras metálicas, de
plástico, de piel o de tela para que los fumadores puedan cargar sus cigarros
sin tener que ofenderse la vista.
Para variar, se repiten las mismas cifras de víctimas del
tabaco, y es así que en México los “expertos” (que nunca han hecho estudios
estadísticos reales ni mucho menos de causa-efecto) dicen que es la primera
causa de muertes y que por fumar fallecen anualmente 60 mil mexicanos. Si fuera
la primera causa de muerte, ¿por qué otros expertos nos dicen que en el país
mueren anualmente 80 mil por insuficiencia renal crónica? (véase La Jornada,
5/8/12). Se trata de 20 mil más de una enfermedad que, dicen, afecta a 9
millones de personas. Ni el cigarro: si acaso es cierto que 15 millones de
mexicanos son fumadores, sólo la cuarta parte (estadísticamente hablando) puede
llegar a padecer problemas respiratorios serios, como enfisema pulmonar. Y este
dato depende del número de años de fumar y del número de cigarrillos consumidos
diariamente, como lo sabe cualquier neumólogo. Cuando alguien joven tiene
enfisema pulmonar, por ejemplo, es porque le faltó de nacimiento (por herencia)
la Alfa-1antitripsina o porque desde niño padece asma severa. En otras
palabras, el enfisema pulmonar producido por fumar es un padecimiento, cuando
se presenta, de adultos mayores. Sin embargo, se dice que con sólo fumar un
cigarro se dañan los pulmones. Como esta estupidez hay otras cuya incidencia
estadística es todavía menor al enfisema pulmonar.
Antes de que me critiquen mis lectores aclaro que no
defiendo el consumo de tabaco ni mucho menos a las tabacaleras. Simplemente
quiero destacar el exceso irracional de los prohibicionistas y de los efectos
que dicho exceso puede producir. Es tan delicado el tema que Armando Ahued,
titular de Salud del Distrito Federal, ha prendido focos rojos porque las
mujeres, sí, las mujeres, ya fuman y beben como los hombres (ver La Jornada,
14/8/12). Esta voz de alarma sugiere que las mujeres no deberían de fumar ni de
beber, como si fueran menores de edad y estúpidas. Al rato dirá que mejor se
queden en casita procreando niños, barriendo y cocinando y que, en sus ratos de
ocio, en lugar de ir a un bar con sus amigas o amigos, se dediquen a bordar o,
en el exceso, a ir al gimnasio para tener una bonita figura y agradar a los hombres.
¡Qué mierda!
rodriguezaraujo.unam.mx
*Tomado de La Jornada.
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